CAPÍTULO 9:
Un minuto después de salir corriendo, Taemin salió justo detrás de mí, lo único que quería era salir huyendo de allí, ‘’Yo…yo…yo, no quería eso, su expresión, ella cogida de su brazo, ¿Cómo he llegado hasta esto?, ¿Cómo ha podido pasar esto?, he sido demasiado descuidada, todo esto no tendría que haber pasado, no quiero que vuelva a ocurrir, lo que pasó aquel año…NO’’.
Me paré al pasar la esquina, no quería que Taemin me viera, no en ese estado, pero por más que lo intentaba no dejaba de recordar la cara que puso Minho al oír las palabras de Taemin, no debería haber dicho eso. Seguí caminando por la calle que estaba desierta y me metí por una callejuela, seguí en dirección al parque estaba empezando hacer frío y el tiempo estaba empeorando considerablemente parecía que fuera haber una tormenta, al girar la calle para ir al parque me choque con algo y caí al suelo, cuando miré hacia arriba, no era algo sino alguien, jamás olvidaré la cara de satisfacción que tenía en ese momento, parecía cansado como si me hubiera estado buscando por todos lados sin descanso.
-¿Estás bien?- me preguntó.
-S-si- tartamudeé
-Vamos, está empezando a hacer malo. Te acompañaré a casa.
-N-no hace falta, se perfectamente donde está y se llegar- ‘’¿Pero porque mentía?’’
-¿A si? Y dime en qué dirección se encuentra tu casa, venga muéstramela.
-Eh…esto…está…esta por allí- señalé en dirección oeste.
-Oh ¿en serio? ¿Vives en un templo?- Mierda, ‘’¿No era por ahí?’’
-De momento, por qué no te vienes a mí casa.
-No, no quiero.
-Aja…ya, ¿sabes? No era una pregunta- Me cogió de la mano y nos dirigimos a su casa, ‘’Otra vez, a su casa, hace tiempo que no voy por allí’’, nada más llegar a su casa empezó a llover, ‘’Genial, ¿lo planea todo, o es que es tan genial que las cosas le salen siempre bien?’’.
-Vaya las cosas no salen siempre bien ¿eh?- ‘’¿PUEDE LEER LA MENTE?’’
-¿Qué?
-Me refiero a tu…tu cita con Taemin
-Oh!, si lastima- Intenté cambiar de tema- ¿a tu novia no le importara que este yo aquí?
-¿Qué novia?
-Pues, Sacha ¿Quién va a ser si no?, no creo que tengas otra…¿No?
-Sacha, claro, no, no creo que le importe, más que nada porque no lo sabe y aunque le importara a mí eso me daría igual, yo traigo a mi casa a quien me da la gana.
No sabía qué hacer ante aquello, pero eso último me gustó.
-¿Por qué saliste corriendo nada más vernos?- Vaya esa pregunta fue inesperada.
-¿Eh?, ah, mmm… no es que saliera corriendo, simplemente que aquella situación era un poco bastante incómoda y me asusté, así que salí corriendo.
-Y, ¿Qué te hace pensar que aquella situación era incómoda?
-Lo era para mí- Minho se me quedó mirando perplejo
-¿Para ti? ¿Por qué?- Me preguntó, como si no fuera evidente.
-N-no, no losé simplemente…-mi voz se ahogó por las lágrimas que venían a continuación, pero antes de que pudiera decir algo más, sentí el calor de su cuerpo pegado al mío fundiéndonos en un abrasador pero cálido y tierno abrazo.
Aún seguía recordando en mí cama todas las cosas que habían pasado, le había enviado un mensaje de texto a Taemin explicándole, lo que me había ocurrido, aunque sin contarle el verdadero motivo, y diciéndole que había llegado bien a casa. Aunque lo que de verdad no podía dejar de recordar ese abrazo y lo que me dijo cuando se acercó a mi oído ‘’No quiero que vuelvas a llorar por nadie’’, poco después de que escampara un poco, me acompañó a casa. Me preparé para ir a dormir, y me tranquilicé, tan solo quería descansar.
Mei comenzó a desabrochar el pantalón de Ryo mientras mordía sus labios, este la detuvo y la apartó, ella seguía pero un grito seguido de un empujón de Ryo la detuvo.
-¡Basta! No puedo- Miraba a Mei avergonzado de lo que había hecho.
-Ya lo has empezado- Se echó su pelo hacia atrás.
-No voy a pecar de lo que le critico a Kyo,  ni si quiera me atraes, le amo a él, lo siento- Se levantó y se marchó de aquella sala.
-¿Como piensas volver a tu casa?- Le gritó Mei
-Caminando- Respondió mientras salía de la casa.


Hikari estaba en frente de aquella casa lujosa, la casa de Kyo, estaba nerviosa, sentía como los nervios se apoderaban de su cuerpo. Sus piernas temblaban de tal manera que pensó que se iba a desmoronar en cualquier momento.
"Parece tener mucho dinero..." - No se lo pensó mucho mas y decidió tocar al timbre.
Kyo estaba limpiando su cuarto, al escuchar el timbre sus orejas se levantaron como las de un canino, se paralizó de los nervios, cuando consiguió liberarse de estos salió corriendo hacia la puerta.
-¡Yui! ¡Escóndete!- Le gritó Kyo a su hermana mientras bajaba las escaleras. El no quería que su hermana estuviera con ellos y dijera cosas que no debía decir o le avergonzaran.
Se detuvo delante de la puerta, se peinó un poco, se arregló la camisa que llevaba y se miró de arriba abajo. Abrió la puerta y se encontró con una tímida Hikari.
-¿Se puede?- Esta levantó lentamente su cabeza
-Sí, claro- Dijo fríamente como si le importara poco. Hikari entró y el la dirigió.
-Por las escaleras- Cerró la puerta y cuando caminaba detrás de ella se tropezó levemente, Hikari se giró.
-¿Pasa algo?- Le temblaban las manos a la joven. Kyo se puso erguido y con una mirada seria le respondió.
-No ¿Que va a pasar?- Los dos continuaron.
"Estoy muy nerviosa ¿Por qué se comporta así?" - Pensaba mientras subía aquellas escaleras
"Casi me pilla y quedo en ridículo..." - Kyo subía detrás de ella, levantó su mirada "Nunca me había fijado en su trasero ¿Qué haces Kyo? ¡Detente!" - Aquellos pensamientos lo pusieron más inquieto de lo normal.
Entraron al cuarto de Kyo, este se sentó en una silla, Hikari estaba en la cama.
-Si quieres después podemos ver cosas de Infinite en el ordenador, me aprendí sus nombres y me vi todos sus videoclips- Tenía sus manos cruzadas y miraba hacia el lado tímidamente
-¿Qué? ¿Enserio?- La sonrisa de Hikari fue la más grande que Kyo había podido apreciar en ella.
-Sí, no están nada mal, bailan muy bien- Cuando él se quiso dar cuenta tenía a Hikari encima abrazándole, eso le hizo ponerse más tenso aún, sobretodo después de lo que ocurrió en su último abrazo.
-Pero no te ilusiones, el que no me gusta nada es el tal Myundoo ese- Puso morritos como un crío pequeño, pudo notar la respiración de Hikari en su oreja.
-Kyo... No la cagues, que estamos muy bien y es Myungsoo- Aquella voz en el oído de Kyo hizo que el miedo le invadiera.
Hikari se percató de aquel mural de fotos que tenía Kyo.
-¿Sois muy buenos amigos no?- Se tocaba su pelo, siempre que Hikari estaba tranquila lo hacía.
-Sobre eso quería hablarte... Preguntaste por mis problemas, pues ese es mi problema- La mirada de Kyo cambió a una desilusionada.
-¿Que sucede?- Ella sentía aquella tristeza.
-Soy un monstruo Hikari, ni si quiera sé porque te he traído aquí, si fuera inteligente, si te apreciara me alejaría de ti, te acabaré haciendo daño como le hice a él- Con sus manos tapó su rostro.
-¡No digas eso! Si yo estoy aquí es porque he querido ¿No? Si algo malo sucediera yo también tendría responsabilidad en ello, mi madre siempre me decía que los problemas entre dos personas son siempre culpa de los dos, una tiene la culpa por hacerlo y la otra por soportarlo- Aquella chica que tenía delante se veía tan calmada y cálida, su sincera sonrisa hacía que el corazón de Kyo se limpiara de penas.
-¿Pero por que se soporta?- Se puso firme, miraba a Hikari apreciando hasta el último detalle de ella.
-Eso mismo fue lo que yo le pregunté a mi madre, ella me respondió que se soporta porque quieres a esa persona- Hablaba mirando hacia arriba y colocaba un dedo en su barbilla, eso le hacía verse más bonita.
-¿Por qué se le culpa a una persona por querer a la otra?- Preguntó el y ella con una sonrisa en su rostro le respondió.
-No se culpa al querer, se culpa el hecho de quieras a una persona que no te quiere a ti- Kyo se quedó bastante impresionado de aquel consejo.
-¿Tu madre te dijo eso?- Ella se rió
-No, eso fue algo que saqué con mis propias conclusiones- Le guiñó un ojo, Kyo sonrió y miró al suelo, en ese momento tenía que pensar en Ryo pero no podía, Hikari ocupaba su mente, estaba preocupado de los sentimientos que tenía, no sabía cómo luchar contra lo que se le avecinaba. Hikari interrumpió ese silencio.
-¿Que sientes en tu corazón? ¿Quieres a Ryosuke?- Kyo se sentía tan calmado y feliz con ella, era como si su voz eliminara cualquier preocupación, se sentía protegido y libre de cualquier problema.
-Quererlo es poco- Sonrió levemente
-Entonces este no es el caso del que he hablado, ya sabes, Ryosuke no tiene parte de responsabilidad por querer a alguien que no le quiere, solo ha sido un malentendido que debéis solucionar ¿Por qué no hablas con él?-
-No es un pequeño malentendido, he hecho mucho daño, no se soluciona hablando- Hikari se levantó de la cama, se arrodilló en frente de Kyo que estaba sentado en aquella silla y le cogió de los mofletes
-¡Hey! ¡El te quiere! ¡Tú le quieres! ¿El que no se puede solucionar? El amor es más fuerte que nada. Si hay amor ¡Todo se puede solucionar! Eso es el milagro del amor- Soltó los mofletes de Kyo, este sonrió como nunca había hecho achinando sus preciosos ojos, esa expresión hizo que Hikari muriera de ternura, Kyo la abrazó.
-Gracias... Gracias por haber aparecido en mi vida- Hikarí lo abrazó también y sonrió complacida.
Aquel momento fue interrumpido por Yui que entró al cuarto
-¿Interrumpo algo?- Los dos se separaron avergonzados y negaron con sus cabezas.
-¡Menos mal! ¡Oh Kyo! Qué guapa es tu novia- La vergüenza inundo a Hikari que se quedó petrificada
-No... No soy su novia- Dijo como pudo, Kyo se levantó furioso a golpear a Yui, esta corrió y Kyo la perseguía. Hikari se rió de aquello.


En cambio Kokoa no sonreía, estaba en su cuarto desalentada por todos los problemas que la rodeaban, su tripa gruñía como si una fiera se tratase.
"No puedo aguantar más, necesito comer" - Se levantó  y cogió toda la comida posible y la engulló como nunca había hecho
"¿Que he hecho? Así Ryu nunca me querrá, he vuelto a comer y engordaré"- Kokoa comenzó a llorar por lo que había hecho, la gula era su pecado y quería que desapareciera, pero este era más fuerte que ella así que solo le quedaba recurrir a algo que le permitiera comer y adelgazar a la vez. En aquel momento, con aquella pena y tristeza inundado su corazón, las palabras de insultos, el rechazo de Ryu, todo estaba su mente, nublaba cualquier inteligencia que pudiera haber, nublaba el hecho del daño que podía provocarse.

Kokoa entró al aseo, se miró al espejo, observó su cuerpo mientras las lagrimas caían y sin pensárselo dos veces se arrodilló frente a su perdición, su cuerpo estaba frío, todo en ella temblaba, su vista estaba nublada por las lagrimas, introdujo sus dedos y devolvió. La paz y alivio que sintió en su cuerpo eran indescriptibles, se sentía feliz de saber que adelgazaría, de que no engordaría por lo que había hecho, pensó que aquella era la solución para todos sus problemas, pensaba que estos se irían junto a aquel agua.
Myungsoo
11# “Mister celoso” y su poca cordura. Carpe Diem.
Selene se alejó corriendo a toda prisa, mientras Sungyeol seguía mirando a Myungsoo divertido.
-Así que es ella…Tu “asistente personal”.-Murmuró sonriente.

Myungsoo le miró de reojo y suspiró asintiendo. Pasaron dentro, y Sungyeol enseguida se acomodó en el sofá, estirando brazos y piernas. El otro estaba pensativo. No se había sentado y  aún seguía con el abrigo puesto, observando un punto fijo.


-Su habitación, ¿no?-Dijo Sungyeol, siguiendo la dirección de la mirada de Myungsoo. Cuando éste asintió, él volvió a sonreír.-Ay, de verdad… Anda, ve a verla.
Como nadie se movía, Sungyeol optó por arrastrarle hasta la puerta, llamar y volver al salón.
-¡Yah! ¡Hyung!-Susurraba Myungsoo cuando Selene abrió la puerta.*Hyung es algo así como "hermano mayor" en coreano, pero es usado entre chicos que se llevan muy bien.
La miró brevemente, y volvió la vista al salón. Repitió el proceso unas tres veces, hasta que decidió entrar en la habitación para poder hablar con ella. Cerró la puerta a su espalda y tomó aire profundamente. Realmente no sabía que decir, no había pensado en nada antes de ser empujado allí. Quería saber qué había pasado para que estuviera llorando antes, pero no era muy bueno preguntando esas cosas.
-¿Estás bien?
-Sí. Sí, en serio, no pasa nada.-Exclamó quizá con una voz demasiado aguda, agitando las manos y la cabeza sonriente.
No se necesitaba ser adivino para saber que estaba fingiendo. Hacía nada que se había abrazado a él como si le fuera la vida en ello, y ahora… Se escondía a sí misma donde nadie pudiera alcanzarla, otra vez. Myungsoo se sintió entre herido y triste.
-Puedes confiar en mí, puedes decirme lo que te pasa.
-No, en serio. No pasa nada. –De nuevo, esos gestos entre inocentes, y humildes, esa sonrisa que intentaba no ser triste…-Pásalo bien con…
Sin previo aviso, Myungsoo la cogió del mentón, y la obligó a mirarle a los ojos. ¿No le iba a decir nada más? ¿Se iba a volver a esconder y evitar temas más personales? “Es igual que yo” pensó sintiéndose también culpable a su vez.
-¿De verdad que no es nada? ¿No me lo puedes contar?
Los ojos de Selene se llenaron de lágrimas. Aun así, negó con la cabeza y sonrió ligeramente. Musitó un pequeño “luego” Él asintió, sintiéndose impotente ante su respuesta.
Intentó sonreír, murmurar una despedida e irse, pero antes de darse cuenta levantó la otra mano y sin pensar en lo que hacía, acarició una de las mejillas de Selene, que estaban sonrosadas. Ella cerró los ojos y se apretó contra su mano, como un gatito. Tras eso, sonrió y alzó el brazo para retirar la mano que sujetaba su barbilla… Pero Myungsoo no cedió, así que mantuvo sus dedos rodeando la muñeca de él, mientras le miraba con expresión desamparada. Sus ojos de cielo oscuros como la habitación, reflejándose en el negro iris de Myungsoo. Ambos tenían el corazón temblando bajo la piel, la mente obnubilada por la cercanía de sus cuerpos y la visión de sus labios entreabiertos.
Ella se abrazó lentamente al cuerpo de él, disminuyendo las distancias. Podían sentir sus respiraciones mezclándose, estaban tan cerca que si hubieran hablado sus bocas se hubieran fundido. Myungsoo hundió los dedos en el pelo de Selene, agarrando su nuca, rompiendo los últimos milímetros que los separaban.

-¡¡MYUNGSOO-YAAH!! ¡Myungsoo-yaah! ¡Tengo hambre!-Profirió la voz lastimera de Sungyeol en el pasillo.- ¡Hazme caso…!
Rápido como el rayo, Myungsoo giró la cabeza, y se separó de Selene. Agachó la cabeza pidiendo perdón y murmuró un intento de “hablamos luego”. Salió de allí y, en vez de caminar, corrió hasta la cocina, buscando alguna excusa para su respiración agitada, su acelerado pulso, sus mejillas sonrosadas.
Alzó la cabeza y vio a Sungyeol haciendo pucheros con un cuchillo y un tenedor a cada lado de su cara. Sonrió y soltó el aire de golpe.
-Deberías hacer más ejercicio, te veo en baja forma.-Dijo, negando con la cabeza y chasqueando la lengua.
-Calla. Vamos a comer algo.
Mientras se hacían una parca merienda debido a sus dotes culinarias, Sungyeol no dejaba de reír debido a la falta de concentración de Myungsoo. Cuando se sentaron a comer, Sungyeol no pudo contenerse.
-Bueno, ¿me lo vas a contar ya o no?
Myungsoo resopló, y se apoyó sobre Sungyeol, abrazándolo.
-Hyung… Estoy perdiendo la cabeza.
El otro comenzó a reírse fuertemente. Y se separó para ver la cara de su dongsaeng. *Dogsaeng significa "hermano pequeño", pero es usado entre chicos que se lleban muy bien, también.Siguió sonriendo, y le dio unas cuantas palmadas en el hombro.
-Ya era hora.-Dicho esto, esquivó un ataque de Myungsoo y continuó entre risas.- ¿Qué ha pasado?
-Ayer… Bueno, hoy también… No. Mmmm, quiero decir…


-Realmente tienes que estar enamorado.-Murmuró Sungyeol. “¿Qué?” exclamó el otro.- Ya sabes… ¡Amor!-Dijo haciendo un corazón con las manos y lanzándoselo a la cara. Tras esto, miró a Myungsoo asintiendo con seriedad.- No sé lo que ha pasado, pero debes de estar loco por ella cuando la has traído aquí.
-Si fuera solo eso… Cuando le dije de venir aquí ni siquiera sabía porque lo hacía, supongo que por pena… No sé, parecía perdida, como un perrito abandonado.
-Ya, por pena, claro. Si no te conociera y ella fuera fea, lo creería. –Dijo esquivando las manos de su compañero.- ¡Es cierto! No lo habrías hecho por pena, si fuera por eso, la habrías dado dinero. –Myungsoo siguió mirándole con los ojos entrecerrados. Repasó lo que había dicho, llegando a una conclusión.- ¡Oh! ¿Qué? ¿Acaso no te parece guapa? –Esta vez se llevó un golpe en el brazo.- ¡Yah! ¡Mira como tratas a tu hyung! Realmente estás volviéndote loco: “Mister celoso”, sería un buen nombre.
-Ahh… De verdad.-Suspiró Myungsoo.- Tienes razón, estoy loco. Pero es que… No puedo controlarlo. No sé qué hacer. –Miró a Sungyeol, que tenía una sonrisa en su boca, expectante.- Cuando estoy con ella parece que mi cuerpo se moviera solo. No sé ni cómo lo hago cuando de repente he cogido su mano, la he abrazado, la he dado un beso en la frente… -Volvió a suspirar.- Vivo con peligro de sufrir ataques al corazón en cualquier momento…
-Eso no parece tan terrible.-Rio Sungyeol. Tras eso, se arrimó un poco más a su dongsaeng, y dijo en voz baja, con una risa pícara: Myungsoo-yah… ¿Hasta dónde habéis llegado?-El otro se intentó alejar, y le dio un codazo, actuando indignado. Sungyeol le sujetó y volvió a preguntar.- ¿Os habéis besado?
Myungsoo le miró muy serio, pero la sonrisa traviesa de su hyung pudo con su fortaleza. Sonrió, enrojeciendo y agitando la cabeza. Sungyeol se levantó del sitio, mientras le señalaba con la boca y los ojos abiertos a más no poder. “¡La has besado!” exclamó sin poder evitar reír, dando palmadas al aire. Myungsoo se abalanzó sobre él, tapándole la boca, y volviéndole a sentar.
-¡Te puede oír! ¡Baja la voz!-Susurró enfadado.
Sungyeol siguió apuntándole con el dedo, con una expresión idiota de sorpresa que no se le quitaba. Myungsoo se tapó la cara con las manos, avergonzado.
-Sí, hyung. ¡Aishh! Hubo muchas veces en las que quise besarla, pero me contuve. Pero ayer… Volví del bar, y bueno, ya sabes que estaba bastante bebido… La vi, tan preocupada, celosa, tan… Que quise decirle de alguna forma que no se preocupara.
-Buena forma de decírselo.-Dijo Sungyeol como pudo, sujetándose la tripa por el dolor de la risa.-Lo probaré yo también… Jajajaja… –Tras una mirada asesina de Myungsoo, se obligó a parar.
-Y encima… Soy idiota. Le dije que aún no me había confesado a la chica que me gustaba… Antes de besarla.
-Así que te confesaste indirectamente.-Él asintió.- ¡Aigoo! Interesantes conversaciones tienes tú cuando vas borracho.
-Pero esta mañana -continuó Myungsoo- no sabía cómo comportarme, así que le dije que no recordaba nada e intenté alejarme. Pero no funcionó muy bien… -Sungyeol alzó las cejas, parpadeando curioso.- No estuvimos juntos, pero no podía dejar de pensar… Y luego si la veo, lo recuerdo y… Mi cuerpo actúa como quiere. Hace un momento si no llega a ser porque me has llamado… Estaba casi besándola de nuevo… Esta vez ya no puedo decir que era un error, o que lo he olvidado… Aahhh… Me estoy volviendo loco. ¿Qué voy a hacer, Sungyeol?-Dijo lanzándole una mirada lastimera.
-Ahh… Mi pequeño Myungsoo, como has crecido.- Dijo, acariciándole el pelo (como si de un perro se tratara), pero sus ojos estaban serios.- No creo que necesites que te diga nada, pero… Está bien, Myungsoo, enamorarse no es nada malo. A todo el mundo le pasa alguna vez. Trátala bien y dale mucho amor, y no la dejes escapar. –Myungsoo le miró sorprendido, “¿qué has dicho?”- Myung-myung, no es fácil encontrar a alguien a quien quieras, y te quiera, y menos alguien que te quiera conociendo lo raro que eres, y menos aún que no le importe verte todos los días sin maquillaje. – Terminó sonriente.
Myungsoo cogió un cojín, dispuesto a atacar, pero Sungyeol se le adelantó. Tras varios minutos de enzarzada lucha, Sungyeol venció y se comió parte de la merienda de su dongsaeng de regalo.
-También… Ha pasado otra cosa. –Sungyeol asintió, mientras terminaba de comer. “Dime”.- Ya sabes… Esas cosas que puedo hacer... Creo que hoy me ha pillado.


-Ah, ¿lo de mover cosas con…?-Se llevó un dedo a la cabeza.
-Sí. No sé si lo ha visto, pero me ha preguntado… Puff…-Bufó removiéndose el pelo.- No es solo mi cuerpo el que se altera, también parece que con ella cerca tengo más… “Poderes” o algo…
-Mira que eres raro. No sé, quizá deberías decírselo y ya está, tampoco es para tanto, además… Es algo guay.-Dijo guiñándole el ojo. Myungsoo suspiró.
Siguieron hablando de trabajo, haciendo bromas y compartiendo recuerdos, hasta que Sungyeol se tuvo que ir.
-¡No seas tímido! Si a ella le encantas.-Murmuró despidiéndose con un nuevo guiño.
-Gracias, hyung.-Dijo Myungsoo, escondiendo su cara que volvía a estar caliente y sonrosada.
-¡Carpe diem! ¡CARPE DIEM!-Iba gritando según bajaba las escaleras.


“¿Debería verla?” Pensó frente a la puerta de Selene. Conteniendo la respiración, giró el manillar, asomándose dentro. Había bolsas de plástico en el suelo, y alguna lata de refresco. “Habrá tenido que cenar aquí…” Se dijo, sintiéndose culpable. Entró en la oscura habitación y encontró a Selene tendida en la cama hecha una bola, abrazada a sí misma. Sonriendo, buscó algo con lo que arroparla. Al no encontrar nada, se quitó la chaqueta y se la puso por encima.
-Buenas noches.
Como ya había hecho alguna vez, se inclinó para besar su frente, rozando su suave pelo, y su piel. La miró de nuevo, bajo la escasa luz que llegaba allí desde la ciudad. Sus largas pestañas, su graciosa nariz, sus ardientes labios…Su respiración se entrecortó, sorprendido por su belleza, y cómo influía en él incluso estando dormida. Sin poder detenerse, acarició su pelo, apartándolo a un lado. Entonces ella alcanzó su mano, y entrelazó los dedos de ambos suavemente.
-Myungsoo-shii… -Murmuró abriendo los ojos. Parecía preocupada. Él susurro “oppa”. Ella sonrió- Myungsoo-oppa… ¿Te podrías... Quedar aquí?. –Apretó su mano un poco más fuerte, y bajo la mirada.- ...No quiero estar sola.
“Carpe diem” resonó en su cabeza. Miró su expresión asustada, triste… Tragó saliva, respiró, y sin soltar la mano de Selene, hizo lo que verdaderamente quería. Se recostó en la cama también y la acarició, sonriendo gentilmente.
-No tengas miedo, no me iré de tu lado.



Los rayos de luz entrando por la ventana provocaron que Kokoa abriera su ojos. Se levantó de su cama y lo primero que hizo fue dirigirse al aseo y postrarse ante aquel espejo. Observó su cuerpo mientras sus ojos se caían de la tristeza, ella misma se estiraba de sus mofletes a consecuencia de su decepción al ver que no había adelgazado, al menos físicamente perceptible. 
"Lo lograré poco a poco" - Pensó consolándose a sí misma. Se vistió y bajó a desayunar con más seriedad de la normal.
-¡Kokoa! ¿Qué vas a desayunar hoy?- Su madre le preguntó mientras abría la nevera.
-No te preocupes, no voy a tomar nada, solo un poco de leche de soja- Aquella sonrisa que tenía por las mañanas se había desvanecido ante el hecho de que Ryu no la amara por su cuerpo.  Después de unos pocos tragos de aquella leche Kokoa cogió todo lo necesario para la escuela y se marchó corriendo para perder peso.


Bajo los arboles de cerezo, Nozomi caminaba junto a Kiyoshi.
-Kiyoshi ¿Como esta Ryosuke? No puedo soportar verlo así, a él no, le amo demasiado- Otra sonrisa que desapareció fue la de Nozomi, su preocupación por Ryosuke hacía que sus días perdieran toda belleza.
-Creo que esta mejor, la verdad es que no sé lo que le pasa ni físicamente ni interiormente, no cuenta nada- Kiyoshi también mostraba cierta preocupación por su amigo aunque pareciera lo contrario.
Nozomi se detuvo y tapó sus ojos, aquellas lagrimas de dolor comenzaron a fluir.
-¡Nozomi! ¿Pero qué?- Este se detuvo asombrado                              
-¿No te das cuenta de que Ryo es mi motivo para luchar en esta vida? Le llevo amando desde hace tanto tiempo, no puedo verle así de destruido. Pensarás que soy una tonta o una ilusa por amar a un chico con el que ni si quiera hablo, pero le he estado observando día a día, sus expresiones, su sonrisa, su comportamiento, lo que le gusta, lo que no, su corazón puro y lleno de amor lo he abierto, lo he descubierto por mi misma y todo ese conjunto ha hecho que sienta por él lo que ninguna persona me ha hecho sentir- Nozomi secó sus lagrimas.
-Vaya...- Su amigo estaba sin palabras ¿No conocía ese lado de Nozomi? ¿O estaba celoso de escuchar aquellas palabras?


Una conversación parecida estaba ocurriendo por el camino de Ryu y Ryota.
-Ryu, sé que soy el único que lo sabe y no debes de tener miedo, nadie más lo sabrá, pero me gustaría preguntarte varias cosas ¿Puedo?- Estaba incomodo de hablar de este tema, el que su amigo Ryu fuera gay o al menos estuviera enamorado de un chico no le hacía sentirse cómodo.
-Sí, puedes - Ryu ya perdió cualquier vergüenza, le era fácil hablar sin tapujos de el tema y más ahora cuando su mente la ocupaba Ryosuke al cien por cien.
-¿Como supiste que te gustaba Ryosuke?- Ryota lo miraba de reojo.
-No lo sé bien, teníamos una amistad normal, no le veía como nada más y nunca me hubiera imaginado que pudieran florecer sentimientos en mi corazón sobre él, solo sé que cuando mi mente perdió la fuerza para negarlo día tras día, me di cuenta de lo mucho que lo amaba- Hablar de aquel tema le dolía como si un montón de agujeras se le clavaran en la piel.
-¿Seguro que no estás confundido? Es fácil confundir la amistad con el amor- Buscaba cualquier hecho que negara aquel rasgo de homosexualidad en Ryu.
-¿Confundido? No, eso pensé, pero no. Pienso que el verdadero amor nace de una verdadera amistad primero. Hubiera pensado que estaba confundido si él fuera el primero, pero después de haber estado con mas personas en esta vida y descubrir que él te hace sentir cosas que nadie te ha hecho sentir hace que confirmes aquel hecho que niegas- El era un chico fuerte, pero al hablar de este tema sus ojos se tornaban llorosos.


En la escuela el día a día seguía siendo el mismo, Kyo entró y se sentó como siempre. Hikari hablaba con Mei con toda la normalidad del mundo, como si aquella noche, ese beso, la huida furtiva, nada hubiera ocurrido.
-¿Parece que ahora te llevas bien con Kyo no?- Mei sabía perfectamente lo que buscaba.
-Si ¿Te molesta?- Agachó su cabeza.
-¿Molestarme? ¡Para nada! Me alegra mucho, es un buen chico, pero ten cuidado- Otra vez la hermosa sonrisa de Mei aliviaba las penas de Hikari.
-¡Sí! Tenías razón en lo que dijiste, es mucho más agradable de lo que pensaba ¿Por qué debo llevar cuidado?- Se asustó un poco de esas palabras.
-Si te lo dijera no sería divertido, no te preocupes, no pasará nada- Le guiñó un ojo y se dirigió a su sitio. Hikari también se fue. Mei logró lo que quería, confundir a Hikari.

Mei marchó hacia Ryosuke.
-¿Te importa si hoy quedamos? Me gustaría que vinieras a mi casa y habláramos- Mei tocaba con delicadeza el pelo de Ryosuke.
-No creo...- Fue interrumpido.
-A la salida te recojo, también comes en mi casa, te gustará el menú- Se echó su pelo atrás y se marchó con aquella sonrisa lasciva.

Kyo y Hikari también conversaban.
-Hikari...- Kyo estaba serio y no la miraba.
-Dime- Su sonrisa hizo que Kyo se pusiera más nervioso.
-Ya sé que es pronto... pero me gustaría... no se... no creo- Se estaba poniendo rojo
-¿Qué? ¡Suéltalo!- Iba a morir de la intriga.
-¿Están tus padres en tu casa hoy?- Después de soltar aquella frase Kyo se dio cuenta de lo que había dicho.
-¡DEPRAVADO!- Gritó mientras intentaba golpearlo.
-¡No! ¡No! Me explico, solo quiero que  vengas esta tarde a mi casa y así te cuento mis problemas y eso- Estaba rojo como un tomate, ni si quiera era capaz de mirarla.
-¿Enserio? ¡PUES CLARO QUE VOY!- Hikari se lanzó al cuello de Kyo y lo abrazó. Este se puso nervioso, notaba como sus piernas y manos temblaban, lentamente las colocó en la espalda de Hikari, esta apretó con más fuerza, Kyo hizo lo mismo pero sin querer pulsó aquel botón del sujetador. Antes de que pudiera percatarse de lo que había hecho ya tenía la cara doblada de la torta que recibió por parte de Hikari.


Después de un largo día, cuando el sol ya estaba en lo mas alto, la escuela terminó y Ryu se encontró con Ryosuke en la salida. 
-Hola Ryosuke- Le miraba con cierta pena
-Hola...- Ryo ni levantaba su cabeza
Ryu apretó sus puños y lentamente se acercó a Ryosuke y lo abrazó. Este respondió apretando con fuerza
-Gracias, gracias- La voz rota de Ryo sonaba como si en cualquier momento fuera a llorar.
-¿Sabes que me tienes a tu lado para lo que sea no?- Agarró el rostro de Ryo con sus manos.
-Lo sé, te debo mucho- Aquel momento fue interrumpido por Mei que apareció.
-Lo siento Ryu, pero hoy es mío, vamos Ryosuke, sube- Dijo mientras se dirigía al coche.
Ryo la siguió, se giró y sonrió a Ryu. Este se quedó allí hasta que el coche se marchó.


Cuando una persona tiene un sueño no debe de abandonarlo, así pensaba Sakura que se encontraba caminado por las calles de Tokio. Levantó su mano y miró la tarjeta de aquel profesor de Ballet, en la que se encontraba una dirección. Cuando llegó a su destino miró el edificio nerviosa y apretó su mano contra su pecho, entró decisiva.
Allí había una recepcionista, se dirigió a hablar con ella.
-Disculpe, para hablar con el señor Takamura- La recepcionista no le prestó mucha atención ya que estaba hablando por teléfono.
-Sí, suba a la segunda planta y busque su despacho- Así hizo, y una vez frente a aquella puerta entró, de los nervios se le olvidó hasta tocar. Se encontró con aquel hombre sentado.
-¡Oh! ¡Qué alegría verte aquí! Siéntate- Le dijo aquel señor con una sonrisa.
-Estoy interesada en las clases- Comenzaron una conversación que no llevó mucho tiempo, Sakura se levantó del asiento y se marchó. Al cabo de un rato entró otro hombre al despacho.
-¿Esa es la chica Takamura?- Movió la cabeza afirmando mientras sonreía con cierta malicia.


En casa de Mei,  Ryosuke y ella terminaron de comer, después de eso se sentaron en el sofá del salón.
-Gracias Mei por haberme dado de comer- Su voz tan apagada mostraba que era imposible subir sus ánimos.
-No me lo digas así Ryo, parece que este alimentando a un mendigo desconocido- Esta se rió.
-Como si lo fuera...- Este sonrió levemente.
-Nos conocemos desde pequeños, los tres- Mei sabía perfectamente cómo sacar los temas, como perforar el corazón para provocar el suceso que quería.
-Mei ¿Lo sabes todo?-  Ryo sabía que ella era demasiado inteligente.
-Tus sentimientos sí, los de Kyo también- Su sonrisa chulesca puso nervioso a Ryosuke.
-El... conmigo...- No le salían aquellas palabras.
-¿No me digas? Cuando pensaba que Kyo no podía sorprenderme más...- Miró hacia un lado, sus ojos brillaban, su mirada lasciva mostraba que maquinaba algo.
-Creo que debería hablar con él, arreglar esto, no puedo vivir sin él- Debido a que Ryo no la miraba esta aprovechó para sonreír.
-¿Arreglarlo? ¿Estás loco? ¿Cómo vas a perdonarle esto? El que te usara de esta manera- Como un juego de cartas Mei tenía la mejor baza y no solo eso, ella era capaz de ver las cartas del resto. Ryo levantó su mirada, comenzó a temblar.
-¿Cuánto tiempo más le vas a permitir que te trate así? ¡Si no le demuestras que sientes! ¡Si no le demuestra que puedes pararle los pies! El seguirá y tú te destruirás- Mei respiraba fuertemente.
-¿Destruirme más todavía? No es posible...- Una lagrima fue el aviso de las muchas que vendrían después.
-Eres más fuerte de lo que crees Ryo- Este levantó rápidamente su cabeza con asombro, solo Kyo le llamaba Ryo y Mei sabía eso perfectamente.
Mei se acercó a él y colocó su mano en el hombro de Ryo.
-No te preocupes Ryo, no estás solo en esto- Mei sonrió, miraba fijamente a los ojos de Ryo, poco a poco se fue acercando a él, con su mano levantó la barbilla de su amigo, le miró con deseo y juntó sus labios con lo de él. Los besaba con furia haciendo que Ryo cediera, buscaba su lengua y lo consiguió, Ryo también jugó, mordía los labios de Mei con pasión, esta colocó su mano en el muslo de Ryo. Separaron sus labios un segundo.
-Mei...- Esta le calló con otro beso.
10# Olvido, desconfianza y nuevas compañías. “No sé qué está pasando con mi vida”
Era una mañana bastante gris, el sol estaba ausente. Las luces de un nuevo día me arrancaron de mis dulces sueños. Abrí los ojos, volviendo a la realidad, y sonreí debajo de las sábanas. Fui al baño mientras hacía mi mini baile de victoria. Me peiné rápidamente y con una risita malévola, me dirigí hacia el pasillo. Estaba deseando ver qué cara ponía cuando apareciera en el salón. Los recuerdos de la noche pasada me asaltaron de nuevo, y sentí algo así como “mariposas” en el estómago. Tomé aire y me coloqué el pelo sobre los hombros.

Todo estaba muy tranquilo. No había rastros de actividad, la casa estaba impecablemente limpia. Myungsoo estaba sentado cerca de la puerta de la terraza tomando una taza de café mientras leía un libro concentrado. Sonreí mordiéndome el labio, y pude sentir como mis mejillas cambiaban de color.


-Buenos días- Murmuré feliz, mientras le saludaba agitando ligeramente una mano.
Él inclinó la cabeza sin apartar la vista de lo que tenía entre manos. Ni una sonrisa, ni una palabra. “Genial, maravilloso, Selene” pensé mientras mi ánimo caía por los suelos en un segundo. Me mordí el labio, avergonzada, y me giré rápidamente para prepararme el desayuno. Me calenté un vaso de leche y cogí algunos dulces que ya estaban preparados. Comí con prisas, y me dispuse a recoger lo que había manchado. Me sentía muy incómoda, como si estuviera estorbando.
Estaba secando la cucharilla que había utilizado, cuando una súbita alarma me agarrotó los músculos. Como si me movieran desde fuera, me di la vuelta, quedando de cara hacia donde estaba él, quien me observó entre sorprendido y asustado por mi súbito giro. Frunció el ceño y continuó con su lectura. Algo en mi mente me dijo que le observara bien, pero todo era perfectamente normal. Me encogí de hombros, sin comprender nada, y terminé de limpiar, intentado ser aún más rápida.
No caí en la cuenta hasta que no guardé la cuchara. Había una taza en el fregadero, pero hacía unos momentos no estaba ahí. Repasé en mi memoria lo que había utilizado, y la presencia de la taza allí se me hizo más extraña. Miré por encima del hombro hacia Myungsoo… Que seguía con el libro, pero ya no tomaba café. No podría beber aunque quisiera, porque no había ninguna taza a su alrededor.
-… Ehh… Tú… ¿te has levantado? -Él me miró confundido.- La-la taza… ¿Te has levantado a dejarla aquí?
Le enseñé el pequeño recipiente de color beige. Estaba segura de que era la que él estaba utilizando antes, pero había algo que no me cuadraba…
-Claro que sí.-Murmuró sin darle importancia, para regresar a la historia que estaba leyendo.
-Es… Es raro.-Musité sin querer molestarle, pero totalmente confusa.- No te he oído levantarte.
-Soy sigiloso.
Dicho esto cambió de página y no volvió a levantar la vista. Yo regresé a mi habitación, agitando la cabeza. No tenía sentido, para nada. Podía haberse levantado, pero, ¿cómo no iba a oírle? ¿Cómo no iba a oírle yo? “¿Y por qué ahora no me habla?” Me tiré de espaldas en la cama, decaída y bostecé. No había dormido lo suficiente, y me acababa de despertar. “Eso es” pensé algo más animada, suspirando. Sus cambios de humor me afectaban más de lo que quería. Bueno, sus cambios de humor, y todo él.
Di varias vueltas en la cama, dejando transcurrir el tiempo. Oía su respiración tranquila, y el sonido del papel cuando movía el libro. Aunque estuviéramos en distintas estancias, con mis poderes podía sentirle al lado; sentir su corazón en mi oído, el perfume de su cuerpo, el repiqueteo de sus dedos en el sofá… Abrí los ojos cuando noté como se movía hacia el pasillo. Caminé sigilosa hasta la puerta, y cuando pasaba por delante, salí de la habitación casi chocando contra él.
Myungsoo retrocedió bruscamente, y aunque yo murmuré una disculpa, él solo apartó la mirada a un lado. Carraspeó.
-Tengo que salir por una comida de trabajo. No volveré tan tarde como…-Se aclaró la garganta de nuevo.- No volveré tarde.
Apretó la mandíbula ligeramente, y noté como en sus pómulos aparecía una leve tonalidad rojiza. Sentí en mi interior una pequeña ola de nerviosismo e ilusión.
-¿Recuerdas…?

-No. –De nuevo, dejó de hablar, esta vez tragó saliva y siguió sin mirarme.- No sé a qué hora llegué, ni cómo llegué, pero a juzgar por mis ojeras y mi cansancio esta mañana… Debí llegar bastante tarde. –Me dirigió una pequeña mirada, para volver a esquivarme rápido.- Lamento si hice que te preocuparas, hoy volveré pronto.
Pegándose a la pared contraria a mi puerta, se escurrió hasta su habitación. Yo entré en la mía, sin saber que pensar. ¿Se acordaría o no? ¿Qué había pasado con la taza? ¿Sería la resaca lo que le hacía estar tan raro? Salté a la cama cayendo de espaldas, pero el techo no me ofreció ninguna respuesta, así que di media vuelta. Tampoco el suelo. “Te estás volviendo loca, Selene. No le des tanta importancia.” Me decía el armario. “¡Pero te besó! ¡No es algo que vayas a olvidar así como así!” replicaba mi mesilla de noche. Me revolví el pelo y hundí la cara en la almohada. No quería pensar más, pero mi cerebro seguía funcionando en contra de mi voluntad.
Estaba hecha un verdadero desastre cuando llamó a la puerta. Como no contesté, abrió sin darme tiempo a arreglarme. Creo que no tenía ningún mechón de pelo en su sitio, mi camisa se había bajado de un hombro, y mis pantalones de pijama estaban cada uno a diferente altura en mi pierna. Myungsoo se quedó parado en la puerta, sorprendido por lo que veía. Me miró de arriba abajo, e intentó ocultar una sonrisa.


Sonreí también, sintiendo una calidez, bastante conocida en esos días, que subía hasta mi pecho.
-Ejem…-Murmuró, volviendo a apartar la vista.-Me voy ya. Hasta luego.
Sin darme tiempo a responder, cerró y se dispuso a irse… Pero sabía que no se había movido. Podía sentirle apoyado en mi puerta, con el pulso acelerado. “¡¿Qué?!” Entonces oí como se movía y me bajé a toda prisa de la cama corriendo hasta la entrada, donde le encontré terminando de ponerse los zapatos. Conseguí atraer su mirada sorprendida y expectante.
-Ahhh… Bueno… ¡A-adiós!-Exclamé sonriendo, mientras le despedía alegremente con la mano.
Interiormente quería que la tierra me tragara por el ridículo que estaba haciendo, pero al fin, conseguí que sonriera mientras se daba la vuelta para marcharse.
-Adiós, Selene.
Le seguí con la mirada hasta que se metió en el ascensor. Entonces suspiré entre entusiasmada y cansada. “No sé qué está pasado con mi vida.” Convencida de que probablemente fuera cosa de lo poco que había dormido, caminé hasta mi habitación y me metí bajo las sábanas de nuevo. “Luego lo veré todo más claro”

-“You got a message… A message”
Levanté ligeramente un párpado, y vi a mi móvil vibrando. Saqué medio cuerpo de la cama y lo cogí medio dormida. “¿Qué pasa ahora?” Bostezando, lo desbloqueé y me entretuve unos segundos mirando la hora. “¿Ya son las siete? Menuda forma de perder el día” me dije. El suspiro que salió de mi boca se convirtió en bostezo mientras pulsaba para leer el mensaje.
Me quedé de piedra cuando leí “Nana”. “No, no, no, ¿y ahora qué hago?” Me pediría explicaciones por haberme ido o quizá habrían descubierto algo, quizá sabían ya quién era y venían a por mí… Por un momento me costó incluso respirar, pero me obligué a calmarme. Con una pequeña taquicardia aflorando en mi interior, respiré hondo, y me dispuse a leer el mensaje.
“¡Hola cosa! ¿Qué tal te va? Mañana es mi día libre, así que podemos quedar para tomar algo, ¿no? Me parece que hace años que no te veo. Quedamos  en la cafetería de siempre, ¿ok? ¡Te tengo que contar muchas cosas! Hay cada hombre por aquí… xD”
Tomé aire y me volqué sobre la cama leyendo de nuevo el mensaje, más tranquila. Así que solo me echaba de menos… “Y yo pensando que… ¡Madre mía, Selene! ¡Estás neurótica perdida!” Me eché las manos a la cara frotándola, despejándome. Leí de nuevo el mensaje. No tenía de qué preocuparme, y sin embargo…
-“¿Y si es una trampa?”
-“¿Desde cuándo desconfío así de Nana?
-“Pero dijo que haría cualquier cosa para cumplir con su trabajo.”
-“Pero no sé si me ha descubierto o no…”
-“¿Y si sabe quién soy?”
-“¿Y si no lo sabe? ¿Voy a dejarla plantada? ¡Entonces resultará más sospechoso aún!”
-“Estoy en una encrucijada… Así que tengo que ir igualmente… Entonces, ¿cuál era el problema?”
-“No me puedo fiar de Nana.”
-“Eso me hace miserable”
-“Lo sé.”
Resoplé exasperada. No me gustaba todo eso: no poder confiar en mi mejor amiga de la noche a la mañana, tener que dudar de cualquier cosa, pues todo podía ser peligroso… De nuevo, leí el sms y tomé una decisión. Confiaría en Nana, por duro que fuera. Prefería confiar y poder ser traicionada, a sin ningún motivo real, abandonar y huir de mi amiga.
“¡Hi, hi! Sí, hace mil años que no te veo L. Nos vemos mañana entonces, ¿no? ^^ ¡¡Wiii!! Aún no te he contado que tal en mi “cita” xD ¡Hasta mañana!”
Tragué saliva y le di a enviar. Agité la cabeza, entre avergonzada y triste. Lo que era algo alegre y normal hace unos días, ahora podía ser una amenaza. Me sentía mal por haber desconfiado así en Nana, antes siquiera de leer el mensaje. “Pero venga, ahora está todo bien, y mañana la ves” Era lo que me repetía, pero no por eso dejaba de sentirme mal.
Caminaba cabizbaja hacia el salón, cuando oí pasos que se acercaban a la puerta. Inmediatamente, todo mi cuerpo se puso en tensión, en estado de alarma. “¿Y si son…? ¿Y si vienen…?” Cuando Myungsoo apareció detrás de la puerta, me vine abajo. De nuevo había empezado a tener miedo por nada. Me sentía estúpida e impotente, y ante todo, vulnerable.
Me vio y sonrió y no pude si no correr hacia él y abrazarle, escondiendo mi rostro en el cuello de su chaqueta. Me apreté contra él aún más, mientras unas lágrimas traviesas se escapaban de mis ojos y caían en su piel. Él subió una mano a mi espalda, y me dio unos fríos toques de consuelo. Podría haberme sentido peor después de que hiciera eso, pero debajo de aquella coraza deshumanizada, yo sentía su pulso acelerado y su cuerpo caliente, que me reconfortaba.
-¿Estás bien? –Asentí, sorbiendo mi nariz y secando mis lágrimas. “Ahora, sí.”- Eehh, esto… Selene…
-¡Hola!- Oí una voz que se reía divertida detrás de Myungsoo. Él le dejó paso, mientras yo me soltaba rápidamente, avergonzada. Hizo una pequeña reverencia, sonriendo y dijo: – Soy Sungyeol, encantado. –Dijo alegremente, mientras nos miraba a Myungsoo y a mí y seguía riendo por lo bajo.



-¡Ho-holaa…!-Murmuré a la vez que mi cara se ponía de color granate. Le reverencié de vuelta, ocultandome detrás de mi pelo- Aahh… Encantada… Si me disculpáis…
Sin dar tiempo a más presentaciones, fui corriendo hasta mi cuarto. “¿Algo más por hoy?” Me dije con ironía.


A la mañana siguiente Kyo despertó en aquel lecho donde hacía tan solo dos días había amado y perdido a su mejor amigo. Su cerebro analizaba todos los recuerdos afirmando que no fueron un sueño, de esta manera provocando que el corazón de Kyo se hiciera añicos. Miró hacia aquel mural de su pared formado por fotos con Ryo, el mural parecía un castigo divino por lo que había hecho, por un momento perdió las ganas de seguir viviendo, pero algo vino a su mente, un nombre, una chica, Hikari. Ahora se suponía que eran amigos, Kyo sonrió sin eliminar aquella triste expresión, se levantó y se vistió.


En cambio Hikari se levantó un poco más animada, aquellos ánimos se fueron junto a la nota que leyó, en ella decía que hoy estarían todo el día fuera de casa.
"¿De qué me sirve tener familia si están todo el día trabajando y no puedo ver ni a mi hermana?" - Arrugó la nota y la echó al suelo.
Hikari se arreglaba desganada.
"No quiero ver a Mei, no quiero hablar del tema del sábado"- Pensó  mientras peinaba su largo cabello, pero hubo algo que le devolvió un poco el ánimo.
"Kyo... ¡Es verdad! Amigos..." - Aquel pensamiento provocó una sonrisa en Hikari que la llenó de energía e hizo que se arreglara mas rápido.


Kyo bajó de su casa con Yui.
-Hermanito ¿Hoy no viene Ryosuke con nosotros?- Yui le miró dubitativa
-No, hoy no- Le respondió mientras miraba al horizonte esperando a que Ryo apareciera. La cabeza de Kyo se llenó de preocupaciones ¿Como estará Ryo? ¿Su padre le habrá hecho algo? Hasta llegó a preguntarse si seguía con vida, pregunta que hizo que se golpease a sí mismo por pensar aquellas cosas.


Hikari llegó antes al instituto que Kyo, esta entró por la puerta, observó a la clase y suspiró aliviada, Mei no estaba. Alegrarse de aquel hecho le hacía sentirse un poco mal. Se fijó en Ryosuke, que estaba en su sitio con la cabeza agachada entre sus brazos, no podía verle el rostro. Kiyoshi, Ryota y Ryu estaban observando detenidamente a Ryosuke, parecía que intentaban analizar lo que le pasaba.
Hikari continuó su camino y se sentó en su pupitre. Aguardó un rato y la puerta se abrió, esperaba ver a Kyo pero no fue así, era Mei. Su cuerpo comenzó a temblar, no sabía porqué. Sentía en su estomago un fuerte nudo que le provocaba nauseas, más aún cuando se dio cuenta de que Mei se dirigía hacia ella. 

Esta se detuvo un momento y miró a Ryo, dio la vuelta y se dirigió a hablar con él. Se colocó enfrente y se arrodilló.
-Ryosuke, mírame- Mei intentaba levantarle la cabeza pero este hacía fuerza.
-No, por favor- Su voz sonaba tan débil que Mei agachó sus ojos con una expresión de pena.
-¿Por qué has venido así? ¿Por qué has venido sabiendo que él estaría aquí?- Acariciaba el pelo de Ryo.
-Me da igual como esté, me da igual que él esté aquí, solo quería salir de aquel infierno- Ryo levantó su rostro mostrando un ojo morado, varios moratones, heridas y un labio partido.
-Ryosuke...- Mei no pudo mirarlo durante mucho rato.
-No quiero que sientas pena por mi- El blanco de sus ojos desapareció por uno rojizo, parecía que había consumido todas sus lagrimas.

Ryu observaba aquella escena, tenía el corazón partido de ver a la persona que amaba así, se levantó y se colocó al lado de Mei.
-Ryosuke, quiero ayudarte- Acarició su rostro magullado.
-Gracias- Ryo sonrió.
-Todo es culpa de ese estúpido- Mei se refería a Kyo obviamente, y hablando de este entró por la puerta, todas las miradas se dirigieron a él, incluida la de Hikari. La mirada de Kyo se dirigió a Ryosuke nada mas entrar. Sintió cierta ira al ver que Ryosuke estaba con Mei y Ryu al lado, los tres le miraban, Mei parecía que de un momento a otro lo iba a matar.
Ryo agachó su cabeza otra vez intentando contener todos los sentimientos que tenía, recordaba perfectamente aquellos momentos que vivió, en aquel instante los consideraba unos sueños cumplidos, ahora eran la peor de las pesadillas. 

Kyo continuó caminando con un nudo en la garganta, pensaba que se iba a poner a llorar ahí mismo, durante el caminó pensó en Mei.
"Esa zorra, ahora está ahí con Ryo ¿Cuando le ha importado?" - Se sentó en su sitio y miró a Hikari, esta le miró a él. Hikari sonrió levemente, Kyo la siguió y los dos comenzaron a reírse sin sonido alguno.
Hikari rompió ese silencio
-Bueno, no te veo muy animado hoy- Movía el boli que tenía, estaba muy nerviosa.
-No lo estaba hasta ahora- Kyo sonrío sin mostrar sus dientes, se veía tan apuesto y atractivo que a Hikari se le paraba el corazón.
-¿Que es lo que te sucede Kyo?- Mordía su labio inferior.
-¿Por qué debería contártelo?- Al escuchar aquello Hikari sonrió levemente
-Porque somos amigos- Kyo sonrió y se volteó rápidamente, miró por la ventana para que Hikari no viera su expresión. Volvió a girarse.
-Está bien, ya te contaré pero a cambio de que tú me cuentes tus problemas también- La mirada de Kyo tan misteriosa petrificaba a Hikari.
-Lo haré, pero antes debes ganarte mi confianza- Esta le guiñó un ojo.
-¿Como que tu confianza? ¿Y tú no tienes que ganarte nada de mí?- Se estaba cabreando ridículamente como hacía siempre con ella.
-¡Que quieres que gane de ti maldito idiota! ¡Bastante es que te permito que seas mi amigo!- Hikari siempre iba un paso por delante en lo que eran sus peleas.
-¡No necesito orcas como tú en mi vida!- Kyo ya estaba elevando el tono de su voz
-¡Que dejes de llamarme ballena que no estoy gorda!- Hikari se estaba poniendo roja.
-¡Pero me refiero a orca de orco!- Hikari cogió su libro y le asestó un golpe a Kyo.
-¡MALDITO FRIKI!- El profesor entró como siempre interrumpiendo aquella escena.

La clase comenzó y Hikari se percató de que Kyo no había sacado su libro.
-Una pregunta ¿Por qué tus notas son altas si nunca traes el libro?- Aquella duda le quitaba el sueño a Hikari.
-Estudio en mi casa- Kyo miraba por la ventana
-¡Pues muy mal! ¡Debes de esforzarte en clase también como hacemos todos!- Hikari se cruzó de brazos y atendió al profesor.
-Ains... déjame que haga lo que quiera- Kyo seguía mirando por la ventana, parece que su mente pensaba en algo.
"Ganarme su confianza... ¿Cómo? Debe ser duro confiar en alguien como yo y mas después de lo que le he hecho... en cambio ella me recibe con esa sonrisa, es tan tonta" - Kyo cerró sus ojos y se dispuso a dormir.


Al terminar la clase Hikari salió, Mei la siguió y la cogió del brazo.
-Hikari...- A esta se le paró el corazón, se puso muy nerviosa.
-Sobre lo que ocurrió el sábado... lo siento mucho, me pagaban mucho dinero por esa actuación, era todo legal y bueno, debía besar a alguien y tú eras de confianza, siento mucho si te molestó aquella actuación. Y ese chico, era alguien que conozco de hace unas semanas, no te preocupes. Me gustaría que olvidáramos aquel día.- Mei volvió a sonreír, parecía que eliminaba cualquier problema con ello.
-Sí, no te preocupes, amigas como siempre- Hikari quería desaparecer de allí como pudiera.


Al caer la noche Kyo estaba en su casa sentado en su cama mientras miraba las fotos de Ryosuke.
"¿Volveré a tenerle a mi lado? No lo sé, pero ahora debo de enmendar mis errores cuidando a otra persona, creo que esa es la única manera de que pueda perdonarme un poco a mí mismo.
Kyo se levantó y se sentó frente al ordenador, lo encendió.
-¿Como era el nombre? ¡Ah sí!- Se dijo a sí mismo.
Comenzó a escribir en el buscador "Infinite"
"¿Que mierdas? ¿Siete? Va a ser duro aprenderme el nombre de todos... ¡¿Y por qué tantas canciones y videoclips?!  ¡¿Tengo que vérmelos todos?! Va a ser una noche larga..." - Pensó Kyo mientras se desesperaba frente al ordenador.
A la mañana siguiente se despertó más animado, no había olvidado sus penas pero estaba sonriendo. Se arregló y justo cuando iba a salir.
-Se me olvidaba- Volvió a su cuarto, abrió un cajón, sacó un libro y lo introdujo en la mochila.
-Hoy si- Se dijo a sí mismo con una sonrisa.
Nana
9# Extraño stalker. Quiero libertad.
Nana se despertó agitada en su pequeña habitación, sin conseguir ver nada en la oscuridad. Miró a la derecha… Pero no había ningún reloj allí. “Esto ya no es tu habitación, querida” pensó con fatiga. Aún no se acostumbraba a aquel sitio. Hacía nada más que dos días que se había instalado, pero fueron largos y ajetreados.
Ese lugar tenía más control que un aeropuerto en amenaza de bomba. Tuvo que pasar montones de controles físicos, psíquicos, conductuales… Parecía una prisión. Afortunadamente, o para su desgracia (no lo sabía muy bien), Nana era acompañada en todo momento por Zitao, el cual tenía muchas libertades en el sitio. Allí todos le obedecían y estaban a su disposición en cualquier momento.
Él seguía preguntando sobre Selene, y aunque Nana se mostraba reacia a contestar, de nada servía, pues su mente era leída a todas horas sin que pudiera evitarlo. Al segundo día, Nana había intentado despejar sus pensamientos, y responder con sinceridad, a cambio de que él le contara algunas cosas sobre sus poderes.
Zitao al principio se negó en rotundo, pues no le parecía realmente un chantaje. Él podría seguir obteniendo la información que quisiera, pero sabía que necesitaba a Nana para encontrar a Selene, y para eso, necesitaban trabajar juntos.
-¿Y su color favorito?
-Negro, bueno… Sí, negro. Mmmm… ¿Desde cuándo sabes que…?
-Desde hace varios años. Antes no podía hacerlo, y voy mejorando según lo que entrene.
Alejados de los edificios, estaban sentados tranquilamente en un banco que se había convertido en un lugar habitual. Donde nadie podía escucharlos.
-Ya, pero no hace falta que entrenes tanto conmigo, ¿eh?
Zitao sonrió, agitando la cabeza como si fuera absurdo lo que acababa de decir.
-Tú mente es la única que tiene lo que me interesa por ahora. –Hizo una pequeña pausa, escuchando.- No, no puedo saber todo lo que piensas, solo algunas cosas. Si pudiera oír todo, me volvería loco.
Antes de que Nana levantara la mano para golpearle en la pierna, él ya se había movido a sabiendas de lo que iba a hacer.
-Señorita, tenemos el tiempo contado.

-Lo sé, lo sé. ¿Qué más quieres saber?



-¿Qué le haría sonreír?
-Chocolate, muchos dulces y alguna que otra broma, mientras no sean chistes crueles. No sé, es muy risueña, así que casi siempre está feliz, aunque si le traes un Legolas, no te digo yo que no se pondría contenta…
Nana explotó en risas, mientras miraba a Zitao, que con cara de limón exprimido intentaba quitarse de la cabeza la escena romántica que se había imaginado Nana, entre Legolas y Selene.
-¡Ohh, por favor! ¡Piensa con seriedad!
-De acuerdo, de acuerdo. Pero antes, dime: ¿no se supone que tienes telequinesia? Era lo que ponía en la piedra, ¿no?
El ambiente cambió súbitamente. Zitao se puso muy serio y el viento parecía venir más frío. Incluso el sol se escondió detrás de algunas nubes. Carraspeó y miró al suelo.
-No tengo telequinesia. He intentado mover ciertas cosas, pero me es imposible… Ya, yo tampoco lo entiendo. Quizá la piedra esté equivocada, al fin y al cabo pone telequinesis, pero telepatía no.-Dijo secamente.- Y te puedo asegurar que mis poderes son reales.

Nana bufó entre pequeñas risas.
-¡Como si no me lo hubieras demostrado de sobra! Aunque… -Añadió meditabunda.- No creo que nos hayamos equivocado al traducir la piedra. De hecho, solo tradujimos de lo que estábamos seguros. Quizá en otra parte ponga más cosas… No lo podemos saber. Pero es indudable que por tus ojos y poderes, eres uno de ellos.
-Y por eso, necesito encontrarla.-“Mira que eres pesado…” bufó ella mentalmente.- No lo entiendes. Eres solo una humana, tienes millones de humanos con los que compartir tu vida. Yo solo tengo a alguien igual que yo en el mundo, y es ella. Por eso…
-¡Qué sí, qué sí! Cómo me hagas hacer todo esto y luego no te guste…
-Yo ya la amo.-Zitao soltó una carcajada ante los pensamientos de Nana.- No te burles de mí. Es nuestro destino encontrarnos. En cuanto la vi, antes de saber que era ella, me sentí atraído. Y eso no me suele pasar.
Nana lo miró de arriba abajo. Sus pelos descolocados, sus piercings, sus ojos rasgados con grades bolsas bajo ellos, su modo único de llevar la ropa… Se echó a reír.
-¿Estás seguro de que no es al contrario? Me parece que lo difícil es que se enamoren de…
Nana calló ante la mirada peligrosa de Zitao, y pensó una disculpa. Él, a su lado, suspiró y asintió.
-¿Has hablado con ella?
-¿Con Selene?... No.-Zitao la miró incrédulo y enfadado, a lo que ella replicó.-¡Cómo si me dejaran utilizar el móvil! ¿Quieres que todo el mundo sepa que la buscas? No, ¿verdad?, entonces no te quejes y haz algo.
-Veré que puedo hacer. –Miró al suelo abatido y apoyó los codos en sus rodillas, llevándose las manos a la cara, cansado.- Necesito que estés en contacto con ella… ¿Cómo no he pensado en eso antes? Si no la has llamado ya, quizá sospeche, esté preocupada… ¡Y no sé cuándo puedo conseguirlo! Esto es un desastre



-Bueno, ¡tranquilo, hombre! –Dijo Nana, quitándole hierro al asunto. “Eres un exagerado, que lo sepas” le dijo mentalmente.-No creo que te sea tan difícil conseguir mi móvil, podrías pedirlo para buscar pruebas…
-¡… Y traerlo aquí para que seas tú quién lo use, y manejar a Selene!
-Bueno, no lo habría puesto con esas palabras, pero…
-¿Y qué le vas a decir entonces? –Preguntó hundido de nuevo.- ¿Qué habías estado haciendo para no llamarla? ¿Cómo vamos a verla? Ella no puede entrar aquí… Si no es apresada, claro.-Murmuró meditabundo.
-¡NI DE BROMA! No-la-vas-a-traer-aquí, ¿entendido?- Gritó Nana amenazadoramente.- Lo más fácil es ir al apartamento y presentarte como un compañero. ¡Y aún hay tiempo! Tranquilidad, por favor… -Paró en seco, y reflexionó un momento.-Solo que…
-Conseguiré permiso para salir de aquí. Cueste lo que cueste. –“¿Cómo lo harás?” pensó Nana.- Mi padre es el médico más reconocido de toda Asia, y ha viajado por todo el mundo. Le intentaron contratar hace más de una semana (cuando se descubrió todo esto), pero se negó. Cuando examiné el caso, y tras leer el informe le insistí hasta que accedió a venir. Por supuesto, también conseguí trabajo en la investigación. Me harán caso les diga lo que les diga, pues si pido a mi padre que nos vayamos, él no se lo pensará dos veces, y es una pieza vital para la investigación.
Zitao ladeó la cabeza, para ver si Nana había captado todo lo que había dicho, y aunque su cara no lo demostrara, sus pensamientos estaban procesando todo .
-Wow… -Despabilándose con una palmada, Nana sonrió y apuntó con su brazo al edificio más cercano.- ¡Pues vamos a rescatar mi móvil!
-Eso puede llevar un rato… Y creo que deberías llamarla, aunque sea a casa, si no la has visto en todos estos días. Actuar como si fuera todo normal, para que no sospeche…
-¡¿Pero qué va a sospechar?! Ay ¡por favor! Que Selene ya es mayorcita… ¿Y qué prisas tienes? ¡Hay tiempo!
-Tú solo… Llámala. Intentaré conseguir tu móvil de inmediato.
Volvieron dentro, y Zitao acompañó a Nana hasta unas cabinas acristaladas en uno de los pasillos del piso inferior. “Cabinas dentro del edificio… Original, original” pensó Nana, haciendo reír al lector de mentes.
Una vez dentro, Nana respiró hondo varias veces, intentando que su voz sonara natural. Sin pensarlo mucho más, marcó el número de su casa. El tono sonó infinitas veces, pero nadie contestó. Extrañada, volvió a llamar, teniendo cuidado de poner los números correctos. Tuvo el mismo resultado. Repitió el proceso dos veces más, hasta que se dio por vencida.
“Puede que haya salido, aunque es raro a esta hora… Voy a intentar llamar a una vecina, ¿vale?”. No se sabía ningún número de sus vecinas, así que llamó a la recepción de su bloque de apartamentos, y preguntó por la señora Lee, una buena amiga de Nana y Selene. Esta vez contestaron al segundo tono.
-¿Si?
-¿Señora Lee? Soy Nana, ¿qué tal está?
-¡Ohhh! Nana, ¡Cuánto tiempo sin saber de ti! Estoy bien, gracias. ¿Y tú? ¿Y Selene? Hace un par de días que tampoco la veo…
-¿No? ¿No la ha visto? Llamaba justo por eso…
-Pues no, no sé nada de ella. Hace varios días que la casa está totalmente cerrada. No hay ningún ruido, y nadie la ha visto ni entrar ni salir, y ya sabes lo ruidosa que es, siempre yendo de un lado a otro… Yo creo que se ha debido de ir… Aunque creía que lo sabías.
-¿Irse? No creo... ¿Por qué iba a marcharse?-La señora Lee se echó a reír al otro lado de la línea.
-¿Y me lo preguntas tú a mí? –Continuó riendo.- Ay, lamento no serte de ayuda, Nana, pero tengo que irme a hacer la comida. Llámame otro día.
-De acuerdo. Adiós…
Nana salió abatida de la cabina, con la mirada perdida y movimientos lentos. Zitao estaba igual o peor. Su mirada cansada en el suelo, sus hombros caídos.
-Se ha ido.-Murmuró ella.
-Lo he escuchado.
-No lo entiendo.
-Lo habrá sospechado. –Nana pensó desesperada “¿Qué ha sospechado si puede saberse?” Zitao suspiró.- Ella ahora sabe quién es, ha debido haber huido después de lo que la contaste.
Nana abrió los ojos y la boca, sorprendida, ¿era eso? Bufó incrédula. Ni siquiera lo había pensado. Se golpeó la frente y bufó de nuevo.
-Si ha huido… No va a confiar en mí… Y…-Tragó saliva, torciendo la cabeza, angustiada.- Esto supongo que confirma nuestras sospechas…-Tao afirmó.-Pero entonces… Mi trabajo… Es encontrarla, ¿no?-Murmuró Nana con una sonrisa triste.- Se supone que tengo que avisar para que…-Tragó saliva de nuevo, incapaz de continuar sin llorar.
Zitao posó una mano en su hombro y negó con la cabeza.
-Yo soy tu superior. Si te juzgan por incumplir tu misión, cargaré con la culpa. No te preocupes. - Nana asintió cabizbaja.- Te traeré tu móvil y continuaremos con el plan. Ya pensaremos algo para que venga a nuestro encuentro. No te preocupes. Pensaré en algo.