Dejé caer
mi mochila sin dar crédito a lo que veía. Temía que se me desencajara la
mandíbula, pero su casa era tan impresionante que me había dejado en estado de
shock. Las paredes blancas con pequeños detalles en negro. Los muebles de
colores combinados, también blancos y negros. Orden, limpieza, espacio, luz,
perfección miraras donde miraras. Y solo alcanzaba a ver el salón y la cocina.
-Vamos.-Dijo
Myungsoo sacándome de mi ensimismamiento.- Te enseñaré tu cuarto.
“Tu
cuarto.” Me sorprendí al no poder recordar cuando habíamos dejado el leguaje
formal y habíamos pasado a tutearnos.
Sin dejar
que pudiera pensar nada más, me guío hasta una puerta blanca, impoluta, como
todo lo demás. Me indicó con la cabeza que abriera, y entré sin esperar más.
Dejó varias bolsas encima de la cama y desapareció de allí dejando que
explorara mi nueva habitación. “Nueva y perfecta habitación” me dije. Una cama
enorme, ventanales con unas vistas tremendas. Cortinas negras, alfombras blancas,
un espejo que reflejaba toda la habitación. Un escritorio con ordenador
incluido sobre él. Un equipo de música y las puertas de lo que creía un armario
empotrado, pero que resultó tener además camuflada la puerta del baño en ellas.
“¡Y qué baño!”
Agité la
cabeza e intenté centrarme. Había venido a trabajar y a pagar la cámara. “Ya,
claro.” Murmuró mi interior con ironía. “Como que no has venido para poder
verle.”
Llegué al
salón y le vi sentado, pacíficamente leyendo. Quería hablar con él, pero no me
atrevía a romper ese halo de tranquilidad que le rodeaba. Pestañeaba
suavemente, y en sus pómulos se formaba una hermosa sombra. Su pelo brillaba
con reflejos oscuros al sol. Su nariz, respingona para ser asiático, cortaba la
luz de la ventana en una bella silueta. Al pasar página, giró la cabeza un
poco, y me vio por el rabillo del ojo. Rápidamente cerró el libro y vino hasta
mí y se aseguró de que todo fuera de mi agrado.
-Gra-gracias
por todo, de verdad. Me pondré a trabajar enseguida.-Susurré. Intenté que mis
palabras cobraran mayor fuerza con una sonrisa y un “fighting!”. Él volvió a
sentarse cómodamente sin decir nada- Ehh… ¿Qué tengo que hacer? Mmm ¿cocinar?
¿limpiar? ¿hacer la compra?
-El
cocinero viene todos los días por la mañana y deja todo preparado. Otro
asistente viene más tarde y limpia y ordena la casa.-Dijo como que no quiere la
cosa.
-Ahh…
Entonces… ¿Qué puedo hacer yo?
Sonrió, y
se encogió de hombros.
-Ya se me
ocurrirá algo.-Le miré contrariada y confusa. No iba a estar en esa casa sin hacer
nada para merecérmelo.- Aihhs.-Se frotó la frente algo hastiado.- Basta con que
hagas lo que te diga.
- Y… ¿Nada
más?
-Por ahora,
no.
-¿Y luego?
Giró la
cabeza hacia mí y me miró con seriedad. Yo aguante la mirada, me encogí de
hombros y sonreí, haciendo que se sorprendiera, y sonriera a su vez. Cerró los
ojos y removió su flequillo.
-A ver…
Asistente personal… Supongo que lo que debes hacer es cumplir con lo que te
mande. – Calló, y yo murmuré “eso es muy general”. Suspiró.- Tendrás que
organizar mi agenda, acompañarme en mis viajes y ayudarme con mi trabajo,
cuidarme cuando esté enfermo, ser mi consejera… Básicamente… Consiste en estar
a mi lado.
“Consiste
en estar a su lado” Mis sentidos se fueron de vacaciones durante unos segundos.
Agaché la mirada para disimular el rubor en mis mejillas e intenté calmar
la fiesta que tenían mis nervios montada en mi cuerpo.
Oí una
pequeña risa proveniente de donde estaba Myungsoo, y a continuación, noté un
peso sobre mis piernas, ahogué una exclamación .Se había tumbado en el sofá,
recostando la cabeza en mis muslos.
-Primer
trabajo: quédate así un rato más.- Murmuró somnoliento.
No sé
cuánto tiempo pasó, solo era consciente de su proximidad, calidez y suavidad.
Respiraba profundamente, y su boca estaba entreabierta. Con los ojos cerrados y
en aquella posición, parecía mucho más joven. “Aunque ¿qué edad tendrá?”
Realmente no sabía nada de él. “Ni él de mí.” Pero, por algún motivo no me
sentía del todo extraña con él, era incomodo, sí, pero al fin y al cabo nuestro
primer encuentro había sido de lo más abrupto, y aún esperaba que estuviera
enfadado conmigo. “Y no parece estarlo.”
-No te
entiendo.-Susurré posando los dedos en su pelo, y amasándolo muy ligeramente,
para que no lo notara.- Me acoges y me das trabajo sin preguntarme nada ni
saber quién soy.- Dejé su pelo, y comencé a trazar la línea de su mandíbula,
sin ejercer casi presión sobre su piel. Mi corazón latía muy fuerte, pero
intenté no darle importancia.- No te entiendo.
-Yo tampoco
acabo de entenderlo.
Y con ese
leve murmullo, atrapó mi mano con la suya, y entrelazó nuestros dedos. Algún
día iba a sufrir una parada cardiaca de seguir así. “¿En qué está pensando este
hombre?” No lo sabía. Era un misterio, un extraño y encantador misterio.
Comments (2)
Me encanta el final, que escena mas bonita y madre mía con él xDD
Yo también quiero ser su asistente lol