~~ Sakura's Day ~~ Narración por Sakura

Cuando sonó el despertador quería morirme, no era tiempo de ir a la escuela, todavía me quedaban dos largas horas para aquello. Tengo que practicar ballet, esta tarde tengo clases y debo impresionar a la profesora, debo mejorar si quiero cumplir mi sueño. Me levanté de aquella cama, fui al aseo, me cambié y me puse el traje, también me peiné y preparé todo para cuando tuviera que marcharme a la escuela.
Comencé la practica después del calentamiento, era doloroso para mis pies, mis piernas, mi cuerpo. Mi madre me decía que tanta practica estaba acabando conmigo, pero es lo que quiero, lo que me gusta, ella no comprende aquello, no comprende que a veces el querer algo, el desearlo, no comprende que el corazón es más fuerte que cualquier dolor. Me decidía a ejecutar aquel paso tan complicado que nunca había logrado a hacer, me caí, fallé en el intento, en el suelo derrumbada me toqué el pie. Me duele, he vuelto a fallar, llevo practicándolo meses... Hoy será cuando se decida quien se presentará al concurso, solo la chica a la que le salga ese movimiento irá, no puedo aguantarlo más, no puedo contener mis lágrimas. ¿A caso no sirvo ni para lo que me gusta? ¿He fracasado? Me animé como pude y continué.
Después de dos horas me vestí y fui hacia el instituto. Aquel chico, Ryu, me lo encontré, siempre lo ignoro pero hoy tengo unas ganas especiales de hablar con él, tal vez sea por cómo me siento ahora.
-Hola- Le dije mientras aparecía a su lado.
-Hola Sakura- Me respondió él, me sorprendí porque pensé que no sabía mi nombre.
-¿Conoces mi nombre?- Olvidé que íbamos en la misma clase.
-Obviamente, cuando pasan lista siempre lo escucho- Su respuesta hizo que quisiera enterrarme en el suelo y no salir.
-Bueno...- Me interrumpió.
-También lo conozco porque eres la que le preparó aquellos chocolates a Kyo- Pude ver que se dibujó una sonrisa en su rostro. Casi me desmayo de la vergüenza.
-Ah si... aquel día- Comencé a recordar el momento en el que me declaré a Kyo con aquellos chocolates, fue tan insensible conmigo, los lanzó al suelo y me rechazó sin ni si quiera mirarme y se marchó, lo peor es que aun me gusta.
-Si te sirve de consuelo estaban muy buenos- Aquel grandullón sonreía de una manera muy linda, quien imaginaría que dentro de tantos músculos parecía haber una dulce persona.
-¿Te los comiste tu? ¿Alguien más?- Tímidamente lo miré, algo hacía que me sintiera bien.
-Bueno, me hubiera gustado comerlos con Ryosuke, pero él se fue a buscar  a Kyo después de aquello, así que se podía decir que me los comí yo todos- Comencé a reírme.
-Lo siento, es que... no sé, me ha hecho tan feliz el que te gustaran - Al decir esas palabras ya habíamos llegado a la entrada. No me suelo relacionar mucho con la gente en el instituto, mi única amiga es Mei y últimamente me ignora por aquella chica nueva, parecemos desconocidas. El Ballet ocupa todo mi tiempo, la verdad es que es lo único que quiero que lo ocupe, no hay cosa que me guste más. Mi amor por el ballet es tan grande que siempre he pensado que acabaré lesionándome el pie y no lo podré hacer mas en mi vida como suceden en las películas. Es tan triste, pero confío en que no suceda. Al terminar la clase salí y me encontré con Mei.
-Hola Sakura- Me dijo con aquella sonrisa suya que hacía que tu autoestima se fuera por los suelos al no ser como ella.
-Hola Mei- Le sonreí.
-Hace mucho que no quedamos juntas, podríamos quedar algún día, cuando tengas libre- Se echó el pelo hacia atrás, me gustaba mucho su rostro, era como el de una muñeca.
-Sí, ya te avisaré- Me marché bastante rápido, no me apetecía hablar, cuando Mei salió con Kyo yo estuve muy dolida, ella era tan guapa y perfecta, podía conseguir lo que quisiera, en cambio yo, no puedo conseguir nada, ni si quiera aprenderme un paso de baile.
Llegué a mi casa, comí y me preparé para dar la clase de ballet, empezaba a las cuatro y salía a las diez de allí, después a la noche haré los deberes de la escuela.
Llegué puntual como siempre, me senté al lado de mis compañeras, no me llevo bien con ninguna la verdad, tampoco mal, solo no me relaciono con ellas, entró la profesora a clase y nos miró a todas, era la típica vieja amargada cruel fracasada en la vida que echa por los suelos tus sueños, aunque a mí no me afectaba mucho lo que me dijera. Pero hoy, se que será distinto, está en juego el concurso.
Después de varias horas practicando la profesora paró y nos colocó a todas en fila.
-Sabéis que hoy sería el momento, pero esta vez será especial, no seleccionaré a la que mejor le salga el paso, si no a la que más le guste el ballet, la que más pasión tenga, aquella chica que de verdad ame esto y sea su sueño- Al escuchar aquellas palabras de la profesora mis ojos se iluminaron.
-¿Cómo?- Una alumna dijo extrañada. La profesora sacó un bote lleno de chinchetas.
-La pasión es más fuerte que el dolor, tener esto claro siempre, la que ejecute o intente el paso de baile con una chincheta en sus dos pies será la elegida, la que mejor lo haga... ¡Entrará! - La profesora nos miró a todas desafiándonos.
-¿Estás loca?- Preguntó una compañera, yo la miré.
-¡La que estás loca eres tú!- La profesora le gritó - ¿No te das cuenta de lo que exige el ballet? No es solo físico, si no también mental, no durarías ni un día en el ballet de verdad. Que den un paso adelante las que se atrevan - Fui a dar aquel paso pero una chica se me adelantó, igualmente yo lo di después de ella. El resto se echaron para atrás.
Las dos nos quitamos nuestros zapatos, la profesora nos dio las chinchetas.
-Las dos, a la vez, hacer el paso- Nos clavamos las chinchetas en la planta del pie, yo gemí levemente, aquella chica ni se inmutó. Nos levantamos, me costaba mantener el equilibrio por el dolor.
-1,2,3- Nos dijo la profesora, nos dispusimos a ejecutar el paso, al final yo acabé derrumbada en el suelo del dolor, aquella chica lo hizo a la perfección sin inmutarse.
-La clase ha terminado, tenemos ganadora- La profesora cogió sus cosas y se marchó con aquella chica, todas hicieron lo mismo, yo me quedé en el suelo, sola, llorando, mi sueño, mi trabajo, la pasión, nada servía, era un fracaso de chica.
Un hombre entró a la sala.
-Me has dejado impresionado jovencita, tu valentía, tu pasión y tu amor hacia el ballet- Me dijo aquel desconocido que aparentaba cuarenta y algo.
-No ha servido- Le dije entre sollozos.
-Aquella chica, vuestra profesora la avisó antes, le dijo lo que tenía planeado y esa chica se drogó, lo vi en sus ojos, por eso el dolor no le afectó- En mi corazón sentí un poco de esperanza.
-¿Hablas en serio? Igualmente nunca me salió ese paso- Agaché mi mirada.
-No te preocupes, cuando estés más animada llámame- Me dio una tarjeta, cuando la miré ponía "Profesor de ballet"

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