“¿Por dónde empiezo?” Estaba entusiasmada con lo que iba a
hacer. “A ver… Vista, oído, olfato…”
Tomé aire, y me estiré en el salón, para salir a la terraza
con fuerza. Aún era de día y se veía perfectamente, por lo que pensé que
sería mejor entrenar mi capacidad auditiva. Me concentré en aislar algunos
sonidos de los que percibía y poner atención.
“¿No queda más kimchi?” “¡Sí! ¡30.000 puntos!” “No me mires
así, cosita, luego te saco a pasear” “No, no, el resumen no está bien así…”
“¡Ah! Esto es una locura…” “Pabbo, te dije que no hacía falta…” “Sí, sí, ya
estoy llegando.” “¡Taxi!” “¿Has visto ese abrigo?” “¡Es maravilloso!” “La
reunión ha sido adelantada” “¿Y entonces que te dijo?” “Sorry, sorry, sorry,
sorry…”
Abrí los ojos, y me llevé las manos a los oídos, mareada. El
estruendo remitió, permitiéndome volver a respirar. Ahora solo percibía un
pequeño murmullo de fondo, que se extinguió al entrar en la casa. Tenía que
entrenar mucho más para llegar a controlarlo.
Me senté en un sillón y me permití descansar un momento. Miré
el reloj, y me descubrí pensando “¡¿Solo ha pasado media hora desde que se
fue?!”. Tras esto, y sin querer, su imagen vino a mi cabeza. “Sus ojos negros
me miraban intensamente, brillando divertidos, mientras una media sonrisa
curvaba sus labios”. Escuché como mi pulso se aceleraba y sentí un nudo en la
garganta mientras un extraño calor aparecía en mi pecho. Sonreí como una idiota
y di patadas al aire en el sillón, emocionada como una niña. Me tapé la cara
con las manos, parando mi ataque de adolescente loca, y me propuse continuar el
entrenamiento.
Cuando me sentí con energía, volví a salir, pero esta vez me
planteé unas metas. Primero intentaría escuchar a mis nuevos vecinos. Proyecté
mi mente al piso de abajo, concentrada. Solo se oían los sonidos metálicos de
una lavadora en funcionamiento y una televisión encendida. Seguí bajando en el
edificio, y encontré niños haciendo la tarea, amigos jugando y divirtiéndose,
un matrimonio que no sabía de qué color pintar el salón, un hombre que hablaba
con su gato y una niña que lloraba porque no encontraba su muñeca preferida.
Continué en la calle, escuchando los coches ir y venir como si estuviera a su
lado, junto al ruido de las personas que caminaban ajetreadas de un lugar a
otro. Gente comprando, discutiendo, cotilleando, riendo, charlando. Era como si
estuviera en medio de todos ellos, como si pudiera moverme a distancia e ir de
un lugar a otro, como si fuera un ente invisible que podía conocer todo lo que
se decía.
Me senté en la terraza, de nuevo agotada por el
esfuerzo, aunque esta vez había sido mucho mejor. Volví a cabeza y miré de
nuevo el reloj. “Una hora más, ya hace hora y media.” Agité la cabeza y me
propuse no mirar más, ni preocuparme por lo que hiciera. Seguí entrenándome
bastante tiempo, hasta que me di cuenta de que se había hecho de noche. Aún a
sabiendas de que no debía hacerlo, entré para mirar la hora... Ya eran las ocho
y media. “Dijo que iba a cenar con él, no va a volver tan pronto, Selene…”
Refunfuñado interiormente, volví a salir, esta vez para comprobar cómo era mi
vista.
Básicamente, funcionaba igual que mi oído. Tenía que
proyectar mi poder hacía donde quería ver, y una vez hecho esto, no había casi
límites. Era como si un cuerpo invisible fuera hasta el lugar, y sus ojos
vieran lo que quería ver yo desde donde estaba. La oscuridad no suponía ningún
problema si sumaba algo de esfuerzo añadido, podía ver casi tan bien como de
día.
El olfato era más de lo mismo, podía “acercarme” al olor,
saber de dónde provenía y que era con exactitud. Estuve allí parada bastante
rato más, oliendo los distintos platos que cada familia preparaba para la ya
tardía cena.
Acabe con un terrible dolor de cabeza, y un hambre lobuna, así
que devoré lo primero que vi en el frigorífico, y me tumbé a descansar en mi
habitación.
Eran las doce y media, y aún no había vuelto. No podía dejar
de pensar en él. Aunque no quisiera, aunque intentara evadirlo, al final
conseguía entrar en mi cabeza de alguna forma, hasta que lo llenaba todo. Ya no
era emocionante, ahora solo quería que volviera a casa. Pero no lo hacía, y no
podía dejar de pensar en qué estaría haciendo. Una de esas paranoias me
despertó un súbito temor. “Jamás me ha dicho que no tenga novia. Quizá esté
ahora con ella” Pero no podía ser cierto, ¿no?
Solo imaginarle con otra chica, con una actitud cariñosa,
sonriendo, acariciándola… Me golpeé la cabeza, y me recordé que era estúpida.
Me había estado ilusionando sin saber nada, era tan propio de mí. Levanté una
mano, y me limpié la lágrima traicionera que ya rodaba por mis mejillas. “No
llores sin saber, espera hasta que vuelva, seguro que te lo estás imaginando
todo.”
No tenía nada de sueño, y tampoco quería dormir, por lo que
me puse a escuchar música, pero ni siquiera eso impidió que mis pensamientos
vagaran hasta encontrarle. Cada vez que le recordaba, resoplaba, y cambiaba de
canción. Nunca llegué a escuchar una entera.
A las tres y media, ya no podía estar en la cama ni siquiera,
y salí a la terraza para ver cuando venía. Se me cerraban los ojos de vez en
cuando, y estaba pensando en ir a la cama, cuando vi su silueta bajarse de un
taxi. Reía mientras se despedía con la mano de quién se había quedado dentro
(esperaba que fuera Sungyeol). Estaba demasiado fatigada para usar mis poderes,
así que esperé a que subiera. Tardó más de lo que imaginaba.
Cuando al fin abrió la puerta de casa, fui corriendo a la
entrada. Se tambaleaba un poco en la puerta, y su aliento olía a alcohol. Se
quitó lo zapatos torpemente, y avanzó hasta el salón, pasando por mi lado sin
tan siquiera mirarme. Parecía no darse cuenta de que estaba allí. Le seguí en
su triste procesión, hasta que se quedó parado, mirando la puerta abierta de mi
habitación con el ceño fruncido. Giró sobre sus pies, sin perder el equilibrio
por muy poco, y creo que consiguió verme, tras parpadear lentamente varias
veces, confuso.
-¿Estás bien?- Murmuré. Él asintió.- ¿Dónde has estado?
Estaba preocupada... ¿Has vuelto con Sungyeol? -Él se encogió de hombros,
girando la cara en una mueca de cansancio y murmuró “no sé, da igual” y se
metió en su habitación cerrando la puerta, dejándome con cara de tonta.
Algo así como desesperación y rabia subieron por mi
espalda hasta mi garganta. Tenía ganas de gritar, de decirle como me sentía,
zarandearle o abofetearle, algo de todo eso. No atendía a lógica ni a razones,
simplemente…
-¡Estaba preocupada, idiota!-Sentía que iba a llorar
inminentemente, pero no podía parar ahora.- ¡Te fuiste hace muchísimo tiempo, y
quería saber dónde estabas! ¡Ya sé que me dijiste que durmiera tranquila! ¡Pero
no puedo! ¡No puedo! ¡Y vienes, y ni siquiera dices nada al verme! ¡¿Crees que
no me importa con quién estuvieras?!
Un sollozó me interrumpió, y el silencio se apoderó de la
casa. Me apoyé en la pared a mi espalda, mientras luchaba por controlar las
convulsiones del llanto. Quise encerrarme en mi habitación, pero no había dado
ni dos pasos cuando Myungsoo me cogió del hombro, y tuve que encararme con él.
Le miré entre lágrimas y vi cómo me observaba con una intensa mirada. Mi
estómago se hizo una bola en mi interior, se me secó la boca. “¿Cómo puede ser
tan guapo?”
-Estuve bebiendo con Sungyeol.-Parecía que luchaba por
encontrar cada palabra, y le costaba hacer frases largas.- Se nos hizo tarde.
Estoy bien… Me duele la cabeza.
Asentí mirando al suelo, avergonzada. Seguramente si no me
hubiera puesto a gritar como una histérica… De repente, noté como posaba su
mano en mi cuello y subía a la mandíbula, acariciándome como si fuera un gato.
Me hizo sonreír con las cosquillas y me puso el corazón a mil por hora.
-Quería verte.-Dijo dándome un beso en la frente con
suavidad.
“Y yo, y yo a ti…” Eso fue lo que quise decirle, pero de mi
boca no salieron esas palabras, si no otras.
-¿Y tu novia?-Murmuré con voz más que temblorosa.
Negó con la cabeza, sonriendo de una manera muy seductora.
-Aún no me he confesado.-Susurró acercándose.
Con esto, su mano en mi cuello cogió mi mentón y lo guio
hasta su boca, haciendo que nuestros labios dejaran de estar separados para
fundirse en un beso que me dejó sin aliento.
-Buenas noches.-Murmuró, mientras caminaba tambaleante hasta
su habitación.
-Bu-bue… -Gorgoteé sin ni siquiera saber si algún sonido
había salido de mi garganta.
Tras cerrar la puerta de su habitación, lo único que conseguí
oír fueron mis pulsaciones enloquecidas, y mis intentos por intentar terminar
mi frase. “Este hombre va a conseguir que me olvide de cómo hablar”.
Comments (1)
Oh, oh!Me da Myungsoo se olvida de todo(?) Yo, es que con ese gif a mitad de camino...omfg xD