Era una
mañana bastante gris, el sol estaba ausente. Las luces de un nuevo día me
arrancaron de mis dulces sueños. Abrí los ojos, volviendo a la realidad, y
sonreí debajo de las sábanas. Fui al baño mientras hacía mi mini baile de
victoria. Me peiné rápidamente y con una risita malévola, me dirigí hacia el
pasillo. Estaba deseando ver qué cara ponía cuando apareciera en el salón. Los
recuerdos de la noche pasada me asaltaron de nuevo, y sentí algo así como
“mariposas” en el estómago. Tomé aire y me coloqué el pelo sobre los hombros.
Todo estaba
muy tranquilo. No había rastros de actividad, la casa estaba impecablemente
limpia. Myungsoo estaba sentado cerca de la puerta de la terraza tomando una
taza de café mientras leía un libro concentrado. Sonreí mordiéndome el labio, y
pude sentir como mis mejillas cambiaban de color.
-Buenos
días- Murmuré feliz, mientras le saludaba agitando ligeramente una mano.
Él inclinó
la cabeza sin apartar la vista de lo que tenía entre manos. Ni una sonrisa, ni
una palabra. “Genial, maravilloso, Selene” pensé mientras mi ánimo caía por los
suelos en un segundo. Me mordí el labio, avergonzada, y me giré rápidamente
para prepararme el desayuno. Me calenté un vaso de leche y cogí algunos dulces
que ya estaban preparados. Comí con prisas, y me dispuse a recoger lo que había
manchado. Me sentía muy incómoda, como si estuviera estorbando.
Estaba
secando la cucharilla que había utilizado, cuando una súbita alarma me agarrotó
los músculos. Como si me movieran desde fuera, me di la vuelta, quedando de
cara hacia donde estaba él, quien me observó entre sorprendido y asustado por
mi súbito giro. Frunció el ceño y continuó con su lectura. Algo en mi mente me
dijo que le observara bien, pero todo era perfectamente normal. Me encogí de
hombros, sin comprender nada, y terminé de limpiar, intentado ser aún más
rápida.
No caí en
la cuenta hasta que no guardé la cuchara. Había una taza en el fregadero, pero
hacía unos momentos no estaba ahí. Repasé en mi memoria lo que había utilizado,
y la presencia de la taza allí se me hizo más extraña. Miré por encima del
hombro hacia Myungsoo… Que seguía con el libro, pero ya no tomaba café. No
podría beber aunque quisiera, porque no había ninguna taza a su alrededor.
-… Ehh… Tú…
¿te has levantado? -Él me miró confundido.- La-la taza… ¿Te has levantado a
dejarla aquí?
Le enseñé
el pequeño recipiente de color beige. Estaba segura de que era la que él estaba
utilizando antes, pero había algo que no me cuadraba…
-Claro que
sí.-Murmuró sin darle importancia, para regresar a la historia que estaba
leyendo.
-Es… Es
raro.-Musité sin querer molestarle, pero totalmente confusa.- No te he oído
levantarte.
-Soy
sigiloso.
Dicho esto
cambió de página y no volvió a levantar la vista. Yo regresé a mi habitación,
agitando la cabeza. No tenía sentido, para nada. Podía haberse levantado, pero,
¿cómo no iba a oírle? ¿Cómo no iba a oírle yo? “¿Y por qué
ahora no me habla?” Me tiré de espaldas en la cama, decaída y bostecé. No había
dormido lo suficiente, y me acababa de despertar. “Eso es” pensé algo más
animada, suspirando. Sus cambios de humor me afectaban más de lo que quería.
Bueno, sus cambios de humor, y todo él.
Di varias
vueltas en la cama, dejando transcurrir el tiempo. Oía su respiración
tranquila, y el sonido del papel cuando movía el libro. Aunque estuviéramos en
distintas estancias, con mis poderes podía sentirle al lado; sentir su corazón
en mi oído, el perfume de su cuerpo, el repiqueteo de sus dedos en el sofá…
Abrí los ojos cuando noté como se movía hacia el pasillo. Caminé sigilosa hasta
la puerta, y cuando pasaba por delante, salí de la habitación casi chocando
contra él.
Myungsoo
retrocedió bruscamente, y aunque yo murmuré una disculpa, él solo apartó la
mirada a un lado. Carraspeó.
-Tengo que
salir por una comida de trabajo. No volveré tan tarde como…-Se aclaró la
garganta de nuevo.- No volveré tarde.
Apretó la
mandíbula ligeramente, y noté como en sus pómulos aparecía una leve tonalidad
rojiza. Sentí en mi interior una pequeña ola de nerviosismo e ilusión.
-No. –De
nuevo, dejó de hablar, esta vez tragó saliva y siguió sin mirarme.- No sé a qué
hora llegué, ni cómo llegué, pero a juzgar por mis ojeras y mi cansancio esta
mañana… Debí llegar bastante tarde. –Me dirigió una pequeña mirada, para volver
a esquivarme rápido.- Lamento si hice que te preocuparas, hoy volveré pronto.
Pegándose a
la pared contraria a mi puerta, se escurrió hasta su habitación. Yo entré en la
mía, sin saber que pensar. ¿Se acordaría o no? ¿Qué había pasado con la taza?
¿Sería la resaca lo que le hacía estar tan raro? Salté a la cama cayendo de
espaldas, pero el techo no me ofreció ninguna respuesta, así que di media
vuelta. Tampoco el suelo. “Te estás volviendo loca, Selene. No le des tanta
importancia.” Me decía el armario. “¡Pero te besó! ¡No es algo que vayas a
olvidar así como así!” replicaba mi mesilla de noche. Me revolví el pelo y
hundí la cara en la almohada. No quería pensar más, pero mi cerebro seguía
funcionando en contra de mi voluntad.
Estaba
hecha un verdadero desastre cuando llamó a la puerta. Como no contesté, abrió
sin darme tiempo a arreglarme. Creo que no tenía ningún mechón de pelo en su
sitio, mi camisa se había bajado de un hombro, y mis pantalones de pijama
estaban cada uno a diferente altura en mi pierna. Myungsoo se quedó parado en
la puerta, sorprendido por lo que veía. Me miró de arriba abajo, e intentó
ocultar una sonrisa.
Sonreí
también, sintiendo una calidez, bastante conocida en esos días, que subía hasta
mi pecho.
-Ejem…-Murmuró,
volviendo a apartar la vista.-Me voy ya. Hasta luego.
Sin darme
tiempo a responder, cerró y se dispuso a irse… Pero sabía que no se había
movido. Podía sentirle apoyado en mi puerta, con el pulso acelerado. “¡¿Qué?!”
Entonces oí como se movía y me bajé a toda prisa de la cama corriendo hasta la
entrada, donde le encontré terminando de ponerse los zapatos. Conseguí atraer
su mirada sorprendida y expectante.
-Ahhh…
Bueno… ¡A-adiós!-Exclamé sonriendo, mientras le despedía alegremente con la
mano.
Interiormente
quería que la tierra me tragara por el ridículo que estaba haciendo, pero al
fin, conseguí que sonriera mientras se daba la vuelta para marcharse.
-Adiós,
Selene.
Le seguí
con la mirada hasta que se metió en el ascensor. Entonces suspiré entre
entusiasmada y cansada. “No sé qué está pasado con mi vida.” Convencida de que
probablemente fuera cosa de lo poco que había dormido, caminé hasta mi
habitación y me metí bajo las sábanas de nuevo. “Luego lo veré todo más claro”
-“You got a message… A message”
Levanté ligeramente un párpado, y vi a mi móvil vibrando.
Saqué medio cuerpo de la cama y lo cogí medio dormida. “¿Qué pasa ahora?”
Bostezando, lo desbloqueé y me entretuve unos segundos mirando la hora. “¿Ya
son las siete? Menuda forma de perder el día” me dije. El suspiro que salió de
mi boca se convirtió en bostezo mientras pulsaba para leer el mensaje.
Me quedé de piedra cuando leí “Nana”. “No, no, no, ¿y ahora
qué hago?” Me pediría explicaciones por haberme ido o quizá habrían descubierto
algo, quizá sabían ya quién era y venían a por mí… Por un momento me costó
incluso respirar, pero me obligué a calmarme. Con una pequeña taquicardia
aflorando en mi interior, respiré hondo, y me dispuse a leer el mensaje.
“¡Hola cosa! ¿Qué tal te va? Mañana es mi día libre, así que
podemos quedar para tomar algo, ¿no? Me parece que hace años que no te veo.
Quedamos en la cafetería de siempre, ¿ok? ¡Te tengo que contar muchas
cosas! Hay cada hombre por aquí… xD”
Tomé aire y me volqué sobre la cama leyendo de nuevo el
mensaje, más tranquila. Así que solo me echaba de menos… “Y yo pensando que…
¡Madre mía, Selene! ¡Estás neurótica perdida!” Me eché las manos a la cara
frotándola, despejándome. Leí de nuevo el mensaje. No tenía de qué preocuparme,
y sin embargo…
-“¿Y si es una trampa?”
-“¿Desde cuándo desconfío así de Nana?
-“Pero dijo que haría cualquier cosa para cumplir con su
trabajo.”
-“Pero no sé si me ha descubierto o no…”
-“¿Y si sabe quién soy?”
-“¿Y si no lo sabe? ¿Voy a dejarla plantada? ¡Entonces
resultará más sospechoso aún!”
-“Estoy en una encrucijada… Así que tengo que ir igualmente…
Entonces, ¿cuál era el problema?”
-“No me puedo fiar de Nana.”
-“Eso me hace miserable”
-“Lo sé.”
Resoplé exasperada. No me gustaba todo eso: no poder confiar
en mi mejor amiga de la noche a la mañana, tener que dudar de cualquier cosa,
pues todo podía ser peligroso… De nuevo, leí el sms y tomé una decisión.
Confiaría en Nana, por duro que fuera. Prefería confiar y poder ser traicionada,
a sin ningún motivo real, abandonar y huir de mi amiga.
“¡Hi, hi! Sí, hace mil años que no te veo L. Nos vemos
mañana entonces, ¿no? ^^ ¡¡Wiii!! Aún no te he contado que tal en mi “cita” xD
¡Hasta mañana!”
Tragué saliva y le di a enviar. Agité la cabeza, entre
avergonzada y triste. Lo que era algo alegre y normal hace unos días, ahora
podía ser una amenaza. Me sentía mal por haber desconfiado así en Nana, antes
siquiera de leer el mensaje. “Pero venga, ahora está todo bien, y mañana la
ves” Era lo que me repetía, pero no por eso dejaba de sentirme mal.
Caminaba cabizbaja hacia el salón, cuando oí pasos que se
acercaban a la puerta. Inmediatamente, todo mi cuerpo se puso en tensión, en
estado de alarma. “¿Y si son…? ¿Y si vienen…?” Cuando Myungsoo apareció detrás
de la puerta, me vine abajo. De nuevo había empezado a tener miedo por nada. Me
sentía estúpida e impotente, y ante todo, vulnerable.
Me vio y sonrió y no pude si no correr hacia él y abrazarle,
escondiendo mi rostro en el cuello de su chaqueta. Me apreté contra él aún más,
mientras unas lágrimas traviesas se escapaban de mis ojos y caían en su piel.
Él subió una mano a mi espalda, y me dio unos fríos toques de consuelo. Podría
haberme sentido peor después de que hiciera eso, pero debajo de aquella coraza
deshumanizada, yo sentía su pulso acelerado y su cuerpo caliente, que me
reconfortaba.
-¿Estás bien? –Asentí, sorbiendo mi nariz y secando mis
lágrimas. “Ahora, sí.”- Eehh, esto… Selene…
-¡Hola!- Oí una voz que se reía divertida detrás de Myungsoo.
Él le dejó paso, mientras yo me soltaba rápidamente, avergonzada. Hizo una
pequeña reverencia, sonriendo y dijo: – Soy Sungyeol, encantado. –Dijo
alegremente, mientras nos miraba a Myungsoo y a mí y seguía riendo por lo bajo.
-¡Ho-holaa…!-Murmuré a la vez que mi cara se ponía de color
granate. Le reverencié de vuelta, ocultandome detrás de mi pelo- Aahh…
Encantada… Si me disculpáis…
Sin dar tiempo a más presentaciones, fui corriendo hasta mi
cuarto. “¿Algo más por hoy?” Me dije con ironía.
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