~~Hikari's Day~~ Narración por Hikari

Estoy avergonzada por la ropa que llevo puesta, soy la que mas arreglada está de todas, no dejan de examinarme de arriba abajo estos hombres. Esta situación me incomoda mucho, quiero levantarme de esta silla y marcharme, pero debo de esperar a la actuación de Mei. Mordía mi labio inferior con cierta inseguridad, me percaté de que un hombre se dirigía a mí, se sentó en el sillón que había a mi lado. Aquello provocó que me asustara.
-Disculpe ¿Cuánto es?- Observaba mis piernas con lujuria.
-¿Cuanto de qué?- No entendía su pregunta
-Ya sabes- Me guiñó un ojo ¿A qué se refería? Negué con mi cabeza
-¿Que cuánto cuesta una noche contigo?- Me quedé de piedra, quería gritar pero no lo hice por el escándalo que suponía hacerlo, así que le asesté una torta.
-Maldito pedófilo, soy menor, aléjate de mí- Se marchó mientras hacía reverencias y se disculpaba. Me harté de esperar, me levanté para marcharme pero las luces se apagaron, aquello hizo que me parara en seco, unos focos se encendieron en el escenario.

Me volví a sentar mientras aquel telón rojo se abría. Los focos iluminaron el escenario con su cegante luz blanca. Del suelo aparecieron subidas en una plataforma dos chicas vestidas con corsets negros. En el centro apareció Mei, mostrando un glamour impresionante. Su largo cabello estaba rizado dándole un toque mas maduro, su maquillaje era fuerte y definido haciendo resaltar sus hermosos y grandes ojos. Aquél corset rojo con rayas negras estilizaba sus armas de mujer. Aquellos shorts eran tan cortos que me sobrecogí. Comenzó a sonar una canción, la conocía, era famosa... no tardé poco en darme cuenta de que esa canción era 'My Name's Woman' de Ayumi Hamasaki.

Mei avanzó hacia delante con paso firme, sacó su látigo y golpeó al suelo. Los bailarines subieron al escenario, sus fornidos cuerpos me impresionaron. Comenzaron a tocarla, sus manos se deslizaban por las piernas de Mei, por su pecho, se me pusieron todos los pelos de punta con aquella escena.

Con potentes latigazos los apartaba y los derribaba, me escandalicé ya que el sonido del látigo golpeando con la carne era tan real que no tenía dudas de que les estaba azotando de verdad.  Cuando mi vista volvió a Mei pude apreciar aquella mirada que tenía, era tan sexy, tan poderosa. 

Su belleza nublaba mis otros sentidos, como el del oído, así que me centré en la canción. La voz de Mei estaba afinada, era atractiva, ni aguda ni grave, un tono perfecto. Comenzó a mover sus caderas lentamente de un lado a otro, el publico babeaba como sabuesos, cada movimiento que hacía se veía tan sensual que una gran envidia nacía dentro de mi por no tener ni una pizca de su talento y carisma.

Su cuerpo entero era maravilloso, mis ganas de ser como ella crecían como la espuma. Noté que había veces que me enviaba miradas que me mataban lentamente ¿Como podía ser así? Sus inmejorables ojos, su voz que hipnotizaba como la de las sirenas, su cuerpo que parecía esculpido por el mejor artista que haya nacido en este planeta, su baile elegante y delicado a la vez que fiero.

Todo era un conjunto que explotaba en algo tan bello llamado Mei. 

En el segundo estribillo Mei posicionaba su pierna en una silla y descendía levemente estirando la otra, dando protagonismo a su impecable extremidad. Se subió a la silla, se agachó y agitó sus posaderas delicadamente, se alzó de pie y movió su cuerpo estilizando mas aquellas curvas que tenía. 

Cuando me quise dar cuenta llegó la parte de baile de la canción. Los fornidos bailarines y las feroces bailarinas lo hicieron todo en el escenario. La protagonista de la actuación bajó por las escaleras dirigiéndose al público. El público o mas bien los sabuesos, hacían todo lo posible por tocarla, esta se deshacía de ellos con su látigo, su expresión me dejo desconcertada, parecía que disfrutaba con aquello.

Caminó hacia mí hasta colocarse en frente mía. En aquel instante la parte de canto volvió. Colocó su mano en la pelvis y la subió pasándola por su entrepecho , movía sus caderas levemente, al terminar aquella línea la música se paró. Mei pasó el látigo por alrededor de mi cabeza, con una de sus manos cogió mi mentón y levantó mi palidecido rostro. Nos miramos fijamente a los ojos, como si estuviéramos intercambiando algo. Mi cuerpo se petrificó, estaba demasiado nerviosa. Ella se agachó lentamente, la tenía casi pegada a mi cara, me miró con aquella mirada hipnotizante, sonrió sensualmente, cerró los ojos y juntó sus labios con los míos. Yo en cambio solo pude abrir mis ojos más debido a mi incredulidad, esta escena no podía ser posible. 

Noté el calor de sus labios, estos luchaban contra los míos que al final terminaron cediendo, los mordía jugaba con ellos, su lengua buscaba a la mía que no cedía, cerré mis ojos atemorizada. Justo en ese momento ella se separó, no me di cuenta de nada, de que la música había vuelto a empezar, de que todo el público estaba gritando, de lo que había sucedido. 

Cuando abrí los ojos vi a Mei subiendo al escenario mientras movía en círculos su látigo. Terminó aquella presentación con más fuerza todavía, echando su cabeza y largo cabello hacía atrás. Los focos se apagaron, pero las inseguridades de mi corazón se encendieron. ¿Por qué había hecho eso? ¿A dónde  me había llevado? ¿Qué iba a suceder ahora? ¿Qué debo hacer? Unas horribles nauseas inundaron mi cuerpo, mi primer beso... ¡Había sido con una chica! 

Al cabo de los minutos Mei salió de una puerta, todos los hombres se dirigieron a ella, comenzaban a gritar y a pedirle autógrafos, algunos intentaban hasta tocarla. ¡Eran todos una panda de abuelos! Mei intentaba escapar de ellos, me miraba, hice como si no lo supiera y me marché corriendo, salí del local, me tropecé con el tacón y caí al suelo. Se me había roto. Mei salió también del local y corrió hacia mí.
-¡Estas bien Hikari!- Me cogió el tobillo.
-Estoy mareada, quiero irme a mi casa- Mei me miró, un hombre joven y apuesto salió del local también, levantó a Mei.
-Cuando nos vamos- Aquella persona tocaba todo lo posible a Mei. Ella me miró disgustada.
-Hikari, la limusina te llevará a tu casa, mañana te llamaré- No esperé a que se marcharan, era tonta, pero después de todo lo que había pasado esta noche fui capaz de darme cuenta lo que iba a suceder entre ese hombre y Mei. Me quité el otro tacón y corrí hacia la limusina. Entré, le dije al chofer donde estaba mi casa y nada más arrancar las lagrimas comenzaron a brotar. Sé que soy de lagrima fácil... ¿Pero por que lloraba esta vez? Tenía muchas dudas e inseguridades que quería resolver.

El tiempo pasó, llegué a mi casa agotada, me miré en el espejo de mi cuarto, aquel maquillaje, peinado, vestido, era como ver a otra persona, me lo quité todo y me acosté en mi cama, pensé que no podría dormir pero el cansancio pudo con mi corazón, me dormí.
A la mañana siguiente me desperté tan tarde que mi familia ya se había marchado, cuando tenía instituto no les veía y los fines de semana tenía un poco de tiempo por las mañanas y hoy lo había perdido, lo que más me dolía era no poder ver a mi hermana pequeña, la quiero tanto... Este domingo iba a ser difícil, el despertar y ver que todo lo ocurrido anoche no fue un sueño, el que vuelva a estar sola todo el día... Eran las tres de la tarde así que fui a comer algo ligero.

Todos los domingos salía a un pequeño parque a despejarme, casi nadie lo visitaba, allí podía sentarme tranquila en un banco que hay en frente de una pequeña charca. Peiné mi pelo de leona un poco, me puse una sudadera roja y unos vaqueros. Salí de aquella casa, la primera brisa del aire fresco me sentó tan bien, amo tanto la naturaleza. Siempre le decía a mi madre que yo quería haber nacido en una selva y haberme criado con las panteras, ella se reía y me decía que estaba loca... qué tiempos aquellos en lo que hablaba... no, al menos nos veíamos.

Caminé pensando en todo lo que había pasado, no pude sacarme aquel beso de la cabeza... Solo es actuación, me repetía una y otra vez, pero parecía que era difícil convencerme de ello. Llegué a aquel parque, mi día se derrumbó aun mas cuando vi que aquel banco estaba ocupado, que desgraciada soy, aun así me dirigí a sentarme allí, me daba igual estar con alguien, aunque me daba un poco de miedo. Esa persona estaba con la capucha de su sudadera azul puesta y sujetándose de las rodillas debido a que tenías sus piernas encima.
Me acerqué al banco, me senté y suspiré. Aquella persona ni me miró, yo tampoco la verdad, miré hacia la charca. La verdad es que necesitaba hablar con alguien y no sé porqué... pero lo hice

-¿Sabes? ¿Sabes cómo me siento? No, claro ¿Como lo vas a saber? Se ve que estas cosas solo me pasan a mí, ya sabes, que tu supuesta mejor amiga te vista de prostituta y te lleve a una especie de burdel donde te planta un morreo en plena actuación robándote tu primero beso, que seas una tonta que cada vez vaya peor en los estudios por mucho que se esfuerce, que no sea capaz de encontrar un trabajo para poder ayudar a mi familia, que esta se olvide de ti, de que existes, ni si quiera verlos durante días, no poder disfrutar de una hermana pequeña que tienes, que unas tipas del instituto intenten hacerte la vida imposible como sea e incluso hayan intentado atropellarte y que tengas un estúpido compañero de clase que te odia  a muerte. A saber que trauma de pequeño le provocó esa subnormalidad que tiene el muy imbécil cuando una tan solo intentaba hacerse su amiga y ayudarle en lo que fuera posible. Eso es lo que me sucede ¿Drama o no?- De repente grité, me descargué por completo, liberé toda mi tensión. La persona que estaba a mi lado comenzó a reírse como un tonto, enserio, cada vez iba a mas, no dejaba de soltar carcajadas, yo también comencé a reírme de él, su risa era tan graciosa, había partes que no se le escuchaba y otras parecía un monstruo.
-¿De qué te ríes?- Me dijo como pudo
-De tu risa- Yo tampoco podía hablar
-Habló la del grito de pitufo- Aquello me provocó más risa todavía.
-¿Al fin y al cabo los subnormales tenemos risa de subnormales no?- La persona que tenía frente a mí se retiró la capucha. ¡Era Kyo! ¡Había dicho todo aquello delante de Kyo! Había contado lo de Mei, lo de mi familia, lo de Takara y le había criticado delante suya, en cambio el solo se reía de mi grito. Su risa... Era la primera vez que le oía reírse y era tan estúpida, le miré bien, estaba despeinado, sin maquillaje, y con ojeras pero seguía viéndose tan perfecto, tan guapo, sus ojos seguían con aquella magia que conquistaba a cualquiera.
-Pues si... Oye... lo que he dicho- No me dio tiempo a terminar, el habló antes.
-Enserio... ¿Enserio querías ser mi amiga?- Esta vez su mirada cambió, sus ojos estaba caídos y tristes ¿Este era el Kyo que conocía?
-Sí, quería- Agaché mi cabeza
-Ya veo... Es un poco tarde ¿No?- Sonrió levemente
-Esto... Mejor tarde que nunca ¿No?- Levanté mis cejas mientras sonreí. El levantó su cabeza, me miró y sonrió, sus orejas se levantaron y sus ojos se achinaron aun mas aparentando una cara de niño pequeño.
-¿No es una broma? Todo lo que te he hecho...- Esta vez fui yo quien le interrumpí.
-Todo lo que has hecho tiene fácil solución- Apreté mi puño con fuerza y le asesté un puñetazo en toda la cara.
-¡PERO ESTAS LOCA CACHO ORCA!- Comencé a reírme como una loca, el se levantó y me cogió del cuello y comenzó a frotar su puño rápidamente en mi cabeza, gritaba del dolor pero al final terminamos los dos riéndonos.

Comments (1)

On 28 may 2013, 16:10:00 , JulixTwinkle dijo...

Lo de Mei me lo esperaba, o al menos, algo semejante. Y esperaba que Kyo y Hikara acabaran hablando, aunque pensé que se encontrarían en el sitio raro ese lol.
Me ha gustado~~.