El resto
del día fue muy tranquilo. Él estuvo editando fotos para su trabajo
prácticamente toda la tarde y sólo me mandó de vez en cuando servirle café. Me
dio tiempo a deshacer el equipaje por completo, y a pensar. A pensar mucho.
Quizá me
había marchado demasiado rápido del apartamento, quizá ahora Nana me estaba
buscando preocupada. “Pero…” Por alguna razón que no alcanzaba a
comprender, en cuanto estuve sola y fui consciente de quién era, sentí la
necesidad imperiosa de dejar ese sitio lo más pronto posible. Simplemente lo
sentí: quedarse era peligroso. “Bueno, se supone que presiento ese tipo de
cosas, ¿no?” “No sé… No sé” me repetía una y otra vez.
Todas mis
disputas mentales se acabaron cuando llamaron a la puerta, y Myungsoo abrió y
se coló en mi habitación. Le miré, me miró. Se quedó de pie, parado, sin
apartar sus ojos de mí. Yo tampoco esquivaba su mirada, ni me movía de mi
posición. Su mirada tenía un efecto cautivador e hipnotizante. El dorado
atardecer se ahogaba en sus ojos negros sin fondo, que parecían poder leer mis
pensamientos. Apartó la cabeza pesadamente hacia un lado, y carraspeó.
-Hazme
ramen.
-¿No tienes
cocinero? ¿No ha hecho la cena?-Pregunté confusa.
-Sí. Pero
me apetece ramen.-Se encogió de hombros y salió de la habitación.
Le seguí a
la cocina y comprobé que, efectivamente, ya tenía cena preparada. Le señalé la
ensalada que había en el frigorífico, y él me señaló a su vez dos envases de
ramen. Cerró la puerta del refrigerador sin decir nada y me puso en las manos
los botes de fideos. Suspiré y me dispuse a cocinarlos. Él se sentó a
observarme. “No le eches tanto de eso”, “ten cuidado con las verduras”, “¿por
qué lo agitas?”.
-¡Si así
está mal, me gustaría saber cómo los cocinas tú!
Sin
palabras, se acercó a la encimera, cogió la cuchara con la que estaba moviendo
los fideos y probó el caldo.
-Bueno,
está mucho mejor de lo que pensaba.-Dijo con tono de disculpa.
Me miró y
me dio a probar también. Era el mejor ramen que había cocinado nunca. Me sentí
momentáneamente orgullosa y sonreí. Cuando volví a mirarle, estaba sonriendo
también. Volvió la mirada hacia mí y me golpeó levemente con la cuchara.
-Muy
eficiente, señorita asistente personal.-Me eché a reír cuando lo dijo. Al
parecer también podía elogiarme y ser gracioso.
Cenamos en
la terraza de su piso, con las luces de Seúl adornando el horizonte y la luna
observando de lejos. Cuando terminamos, me ofreció un chupito de licor, que
acepté agradecida. Sin pensar demasiado me lo lleve a la boca, y me arrepentí
de haberlo hecho. “Thss, qué fuerte que está” Pensé arrugando la cara ante la
amargura de su sabor. Oí su risa y un “click”. Abrí los ojos para encontrarle
mirando la pantalla de su cámara mientras seguía riendo.
-¡Eh! ¡No
me hagas fotos a traición!- Me levanté para borrar la fotografía, pero antes de
nada, él se puso a correr para mantenerla a salvo.-¡Ven aquí! ¡Oye! ¡Serás..!
¡Ven!
Le acorralé
contra la barandilla, pero alzó la mano, manteniendo la cámara a una distancia
inalcanzable. Entrecerré los ojos mirándolo con fingido odio, esperando el
momento perfecto para saltar y arrebatarle la fotografía. Él se rio,
recuperando el aliento. Me indicó que parara y me calmara.
-Borraré la
foto. De verdad, la borraré. Pero antes… Necesito saber varias cosas. – Me
llevó con él hasta que nos sentamos y tomó aire haciendo una mueca.- Es
absurdo, pero… -Se detuvo un momento y agitó su pelo antes de seguir.- Pero… Ni
siquiera sé tu nombre aún.
Abrí la
boca sorprendida. “Ni siquiera me he presentado”. El calor ascendió a mis
mejillas y agaché la cabeza, avergonzada.
-Ahh… Lo
siento. Soy Selene Ariza.-Sentía que así quedaba muy seco, y añadí: De España,
22 años, acabo de terminar farmacia.
-Encantado.-
Tomó mi mano, apretándola suavemente durante varios segundos. Respiró
fuertemente y miró al cielo, y luego bajo la mirada hacia mí de nuevo.- Debes
estar preguntándote que clase de persona soy para que sin saber nada de ti te
haya traído aquí… A vivir.
-¿Un
millonario aburrido que practica altruismo?
-No, pero
casi.-Dijo meditabundo, antes de sonreír. Explotamos a carcajadas antes de
continuar con la conversación. Debería ser un momento incómodo y tenso, pero
realmente no sentía que fuera así.- De verdad que no sé qué tipo de persona soy…Y
no entiendo que está pasando-Suspiró pesadamente.-Es solo que…
-Sentías
que debía ser así.-Musitó una pequeña afirmación.- Ya, es raro. Yo también
podría haberme negado, pero sentí que…
Nos
quedamos en silencio, asintiendo con la cabeza mirando al infinito, pensativos.
Estuvimos bastante tiempo allí afuera sin decir nada, solamente sentados
juntos. No era incomodo, era como si pudiéramos entendernos en el silencio.
Algo absolutamente mágico. Sonreí cuando me di cuenta de lo verdaderamente
absurda que se había vuelto mi vida.
-Nada tiene
sentido.-Murmuré, haciéndole sonreír en la oscuridad.
-¿Por qué
viniste a Corea?-Sorprendida ante la pregunta, me encogí de hombros.
-Mi mejor
amiga vino aquí a estudiar, así que en cuanto pude ella me invitó y vine también
a hacer la carrera.
-Te
toca.-Le miré confusa.-Hazme una pregunta.
-Mmmm…-“¿Qué
puedo preguntar?”- ¿Qué es de tu familia?
-Buena
pregunta. –Apoyó la cabeza en sus rodillas y se abrazó las piernas.- Mis padres
me acogieron cuando tenía siete años. Son buenas personas, pero… No me llego a
adaptar a esa familia. Prefiero vivir aquí, solo.-Me miró de reojo y sonrió.-
Bueno, ya no. –Sonreí y aparté la mirada.
-Yo tampoco
sé nada de mi familia biológica. Siempre viví en un orfanato.-Callé, y antes de
que pudiera contestar, volví a hablar.-Te toca.
-¿Qué te
gusta hacer?
Nos miramos
cuando formuló la pregunta. Realmente parecía curioso por saber de mí, sus ojos
brillaban con intensidad.
-Me gusta
la música sobretodo. Y luego leer, ver películas. No sé, cosas de esas, supongo
que a todo el mundo le gusta, ¿no? Salir a pasear, jugar, comer chocolate…
Rio de
nuevo, dando una palmada al aire. Yo también reí con él, pero cuando me
disponía a preguntar algo, un bostezo salió de mi boca. Myungsoo miró la hora y
saltó de su asiento.
-¡Qué tarde
es! Deberíamos ir a dormir ya.
Asentí
adormilada, y recogimos lo que habíamos ensuciado. Me arrastré hasta la
habitación y me tiré en la cama.
-Buenas
noches.-Oí una voz en la puerta.
-Buenas…
Me estaba
quedado dormida, así que intenté encontrar fuerzas y voluntad para pronunciar
el “noches”, pero no encontré. Noté unos brazos a mí alrededor, pero no
conseguía abrir los ojos. Me levantó unos centímetros para liberar las sábanas
y arroparme. Una mano me removió el pelo cariñosamente y antes de adentrarme en
mis sueños me pareció que acercaba sus labios para depositar un suave beso en
mi frente.
Comments (1)
Que bonitas las escenas, madre mía con Myungsoo, no se corta ni un pelo para ser una desconocida.