Nana
Nana se
despertó agitada en su pequeña habitación, sin conseguir ver nada en la
oscuridad. Miró a la derecha… Pero no había ningún reloj allí. “Esto ya no es
tu habitación, querida” pensó con fatiga. Aún no se acostumbraba a aquel sitio.
Hacía nada más que dos días que se había instalado, pero fueron largos y
ajetreados.
Ese lugar
tenía más control que un aeropuerto en amenaza de bomba. Tuvo que pasar
montones de controles físicos, psíquicos, conductuales… Parecía una prisión.
Afortunadamente, o para su desgracia (no lo sabía muy bien), Nana era
acompañada en todo momento por Zitao, el cual tenía muchas libertades en el
sitio. Allí todos le obedecían y estaban a su disposición en cualquier momento.
Él seguía
preguntando sobre Selene, y aunque Nana se mostraba reacia a contestar, de nada
servía, pues su mente era leída a todas horas sin que pudiera evitarlo. Al
segundo día, Nana había intentado despejar sus pensamientos, y responder con
sinceridad, a cambio de que él le contara algunas cosas sobre sus poderes.
Zitao al
principio se negó en rotundo, pues no le parecía realmente un chantaje. Él
podría seguir obteniendo la información que quisiera, pero sabía que necesitaba
a Nana para encontrar a Selene, y para eso, necesitaban trabajar juntos.
-¿Y su
color favorito?
-Negro,
bueno… Sí, negro. Mmmm… ¿Desde cuándo sabes que…?
-Desde hace
varios años. Antes no podía hacerlo, y voy mejorando según lo que entrene.
Alejados de
los edificios, estaban sentados tranquilamente en un banco que se había
convertido en un lugar habitual. Donde nadie podía escucharlos.
-Ya, pero
no hace falta que entrenes tanto conmigo, ¿eh?
Zitao
sonrió, agitando la cabeza como si fuera absurdo lo que acababa de decir.
-Tú mente
es la única que tiene lo que me interesa por ahora. –Hizo una pequeña pausa,
escuchando.- No, no puedo saber todo lo que piensas, solo algunas cosas. Si
pudiera oír todo, me volvería loco.
Antes de
que Nana levantara la mano para golpearle en la pierna, él ya se había movido a
sabiendas de lo que iba a hacer.
-Señorita,
tenemos el tiempo contado.
-Lo sé, lo
sé. ¿Qué más quieres saber?
-¿Qué le
haría sonreír?
-Chocolate,
muchos dulces y alguna que otra broma, mientras no sean chistes crueles. No sé,
es muy risueña, así que casi siempre está feliz, aunque si le traes un Legolas,
no te digo yo que no se pondría contenta…
Nana
explotó en risas, mientras miraba a Zitao, que con cara de limón exprimido
intentaba quitarse de la cabeza la escena romántica que se había imaginado
Nana, entre Legolas y Selene.
-¡Ohh, por
favor! ¡Piensa con seriedad!
-De
acuerdo, de acuerdo. Pero antes, dime: ¿no se supone que tienes telequinesia?
Era lo que ponía en la piedra, ¿no?
El ambiente
cambió súbitamente. Zitao se puso muy serio y el viento parecía venir más frío.
Incluso el sol se escondió detrás de algunas nubes. Carraspeó y miró al suelo.
-No tengo
telequinesia. He intentado mover ciertas cosas, pero me es imposible… Ya, yo
tampoco lo entiendo. Quizá la piedra esté equivocada, al fin y al cabo pone
telequinesis, pero telepatía no.-Dijo secamente.- Y te puedo asegurar que mis
poderes son reales.
Nana bufó
entre pequeñas risas.
-¡Como si
no me lo hubieras demostrado de sobra! Aunque… -Añadió meditabunda.- No creo
que nos hayamos equivocado al traducir la piedra. De hecho, solo tradujimos de
lo que estábamos seguros. Quizá en otra parte ponga más cosas… No lo podemos
saber. Pero es indudable que por tus ojos y poderes, eres uno de ellos.
-Y por
eso, necesito encontrarla.-“Mira que eres pesado…” bufó ella
mentalmente.- No lo entiendes. Eres solo una humana, tienes millones de humanos
con los que compartir tu vida. Yo solo tengo a alguien igual que yo en el
mundo, y es ella. Por eso…
-¡Qué sí,
qué sí! Cómo me hagas hacer todo esto y luego no te guste…
-Yo ya la
amo.-Zitao soltó una carcajada ante los pensamientos de Nana.- No te burles de
mí. Es nuestro destino encontrarnos. En cuanto la vi, antes de saber que era
ella, me sentí atraído. Y eso no me suele pasar.
Nana lo
miró de arriba abajo. Sus pelos descolocados, sus piercings, sus ojos rasgados
con grades bolsas bajo ellos, su modo único de llevar la ropa… Se echó a reír.
-¿Estás
seguro de que no es al contrario? Me parece que lo difícil es que se enamoren
de…
Nana calló
ante la mirada peligrosa de Zitao, y pensó una disculpa. Él, a su lado, suspiró
y asintió.
-¿Has
hablado con ella?
-¿Con
Selene?... No.-Zitao la miró incrédulo y enfadado, a lo que ella replicó.-¡Cómo
si me dejaran utilizar el móvil! ¿Quieres que todo el mundo sepa que la buscas?
No, ¿verdad?, entonces no te quejes y haz algo.
-Veré que
puedo hacer. –Miró al suelo abatido y apoyó los codos en sus rodillas,
llevándose las manos a la cara, cansado.- Necesito que estés en contacto con
ella… ¿Cómo no he pensado en eso antes? Si no la has llamado ya, quizá
sospeche, esté preocupada… ¡Y no sé cuándo puedo conseguirlo! Esto es un
desastre
-Bueno,
¡tranquilo, hombre! –Dijo Nana, quitándole hierro al asunto. “Eres un
exagerado, que lo sepas” le dijo mentalmente.-No creo que te sea tan difícil
conseguir mi móvil, podrías pedirlo para buscar pruebas…
-¡… Y
traerlo aquí para que seas tú quién lo use, y manejar a Selene!
-Bueno, no
lo habría puesto con esas palabras, pero…
-¿Y qué le
vas a decir entonces? –Preguntó hundido de nuevo.- ¿Qué habías estado haciendo
para no llamarla? ¿Cómo vamos a verla? Ella no puede entrar aquí… Si no es
apresada, claro.-Murmuró meditabundo.
-¡NI DE
BROMA! No-la-vas-a-traer-aquí, ¿entendido?- Gritó Nana amenazadoramente.- Lo
más fácil es ir al apartamento y presentarte como un compañero. ¡Y aún hay
tiempo! Tranquilidad, por favor… -Paró en seco, y reflexionó un momento.-Solo
que…
-Conseguiré
permiso para salir de aquí. Cueste lo que cueste. –“¿Cómo lo harás?” pensó
Nana.- Mi padre es el médico más reconocido de toda Asia, y ha viajado por todo
el mundo. Le intentaron contratar hace más de una semana (cuando se descubrió
todo esto), pero se negó. Cuando examiné el caso, y tras leer el informe le
insistí hasta que accedió a venir. Por supuesto, también conseguí trabajo en la
investigación. Me harán caso les diga lo que les diga, pues si pido a mi padre
que nos vayamos, él no se lo pensará dos veces, y es una pieza vital para la
investigación.
Zitao ladeó
la cabeza, para ver si Nana había captado todo lo que había dicho, y aunque su
cara no lo demostrara, sus pensamientos estaban procesando todo .
-Wow…
-Despabilándose con una palmada, Nana sonrió y apuntó con su brazo al edificio
más cercano.- ¡Pues vamos a rescatar mi móvil!
-Eso puede
llevar un rato… Y creo que deberías llamarla, aunque sea a casa, si no la has
visto en todos estos días. Actuar como si fuera todo normal, para que no
sospeche…
-¡¿Pero qué
va a sospechar?! Ay ¡por favor! Que Selene ya es mayorcita… ¿Y qué prisas
tienes? ¡Hay tiempo!
-Tú solo…
Llámala. Intentaré conseguir tu móvil de inmediato.
Volvieron
dentro, y Zitao acompañó a Nana hasta unas cabinas acristaladas en uno de los
pasillos del piso inferior. “Cabinas dentro del edificio… Original, original”
pensó Nana, haciendo reír al lector de mentes.
Una vez
dentro, Nana respiró hondo varias veces, intentando que su voz sonara natural.
Sin pensarlo mucho más, marcó el número de su casa. El tono sonó infinitas
veces, pero nadie contestó. Extrañada, volvió a llamar, teniendo cuidado de
poner los números correctos. Tuvo el mismo resultado. Repitió el proceso dos
veces más, hasta que se dio por vencida.
“Puede que
haya salido, aunque es raro a esta hora… Voy a intentar llamar a una vecina,
¿vale?”. No se sabía ningún número de sus vecinas, así que llamó a la recepción
de su bloque de apartamentos, y preguntó por la señora Lee, una buena amiga de
Nana y Selene. Esta vez contestaron al segundo tono.
-¿Si?
-¿Señora
Lee? Soy Nana, ¿qué tal está?
-¡Ohhh!
Nana, ¡Cuánto tiempo sin saber de ti! Estoy bien, gracias. ¿Y tú? ¿Y Selene?
Hace un par de días que tampoco la veo…
-¿No? ¿No
la ha visto? Llamaba justo por eso…
-Pues no,
no sé nada de ella. Hace varios días que la casa está totalmente cerrada. No
hay ningún ruido, y nadie la ha visto ni entrar ni salir, y ya sabes lo ruidosa
que es, siempre yendo de un lado a otro… Yo creo que se ha debido de ir… Aunque
creía que lo sabías.
-¿Irse? No
creo... ¿Por qué iba a marcharse?-La señora Lee se echó a reír al otro lado de
la línea.
-¿Y me lo
preguntas tú a mí? –Continuó riendo.- Ay, lamento no serte de ayuda, Nana, pero
tengo que irme a hacer la comida. Llámame otro día.
-De
acuerdo. Adiós…
Nana salió
abatida de la cabina, con la mirada perdida y movimientos lentos. Zitao estaba
igual o peor. Su mirada cansada en el suelo, sus hombros caídos.
-Se ha
ido.-Murmuró ella.
-Lo he
escuchado.
-No lo
entiendo.
-Lo habrá
sospechado. –Nana pensó desesperada “¿Qué ha sospechado si puede saberse?”
Zitao suspiró.- Ella ahora sabe quién es, ha debido haber huido después de lo
que la contaste.
Nana abrió
los ojos y la boca, sorprendida, ¿era eso? Bufó incrédula. Ni siquiera lo había
pensado. Se golpeó la frente y bufó de nuevo.
-Si ha
huido… No va a confiar en mí… Y…-Tragó saliva, torciendo la cabeza, angustiada.-
Esto supongo que confirma nuestras sospechas…-Tao afirmó.-Pero entonces… Mi
trabajo… Es encontrarla, ¿no?-Murmuró Nana con una sonrisa triste.- Se supone
que tengo que avisar para que…-Tragó saliva de nuevo, incapaz de continuar sin
llorar.
Zitao posó
una mano en su hombro y negó con la cabeza.
-Yo soy tu
superior. Si te juzgan por incumplir tu misión, cargaré con la culpa. No te
preocupes. - Nana asintió cabizbaja.- Te traeré tu móvil y continuaremos con el
plan. Ya pensaremos algo para que venga a nuestro encuentro. No te preocupes.
Pensaré en algo.
Comments (2)
Sólo puedo decir: Taooooooooo!! <3
Dios que Tao es como Selene y la busca para estar con ella o.o Esto cada vez esta mas interesante