La familia siempre será una parte de ti.
-Myura ¿Quieres algo de comer?- Se puso a la estatura de su hermana pequeña y sonrió.
-No- Dijo mientras no apartaba la vista de la televisión.
-Mírame al menos- Hikari suspiró.
Una voz distinta resonó por la casa, alguien estaba llamando a Hikari, esta se dirigió a lo que parecía ser la cocina.
-Dime mamá- Hacía muchísimo tiempo que Hikari no se encontraba en esta situación, con su familia en la casa, llamándola, viéndoles. Se sentía extraña ante aquella realidad, pero consideraba que era una oportunidad que algún dios le había brindado para que no se olvidara de lo que era tener familia.
-¿Por qué no me ayudas a hacer la fregaza?- La madre de Hikari tenía un aspecto dulce como su hija.
Cualquiera pensaría que su familia era mala, pero no era así. Todo lo contrario, Hikari tenía una relación fabulosa con sus padres y todos se querían mucho, el problema estaba en el dinero. La cosa que Hikari más odiaba en el mundo. ¿Por qué era necesario el dinero para vivir? Eso provocaba que sus padres tuvieran que trabajar día y noche para poder sobrevivir, aquel era el hecho que perturbaba el núcleo de la familia.
Para ella sus padres eran un ejemplo a seguir, un modelo de esfuerzo y superación, ella estaba ahí gracias a ellos y sobretodo muchos de sus aspectos los había heredado de su madre, de sus consejos y de sus charlas antes de darle el beso de buenas noches.
-Dime cariño, hace mucho que no hablamos ¿Hay algún chico en tu vida?- La mujer estaba pálida, parecía agotada.
-¡Mamá!- Se puso nerviosa debido a la pregunta.
-Cariño, no tengas vergüenza de contármelo a mí, soy quien te ha traído a este mundo y quién te ha criado- "Ojalá siguieras criándome" - Fue lo que pensó Hikari al escuchar las palabras de su madre.
-Tal vez haya alguien... pero... - Agachó su cabeza entristecida.
-¿Qué pasa? ¿Ese chico no te quiere?- Dejó por un momento los platos y se centró en su hija.
-No sé... Somos muy distintos... cuando nos conocimos no encajamos bien y se podría decir que él es de otro mundo, ahora somos amigos, pero aun así...- Miró a su madre con cierta timidez.
-Ya entiendo hija mía- A paso lento se acercó a una silla y se sentó. - Escúchame, el que seáis distintos no es un problema, dicen que los polos opuestos se atraen, de esta manera os podréis complementar mejor. Cuando dos personas se quieren se esfuerzan el uno por el otro, el querrá aprender sobre tus gustos y tú sobre los de él- Aquel consejo hizo que Hikari pensara durante un momento en lo que Kyo había hecho aprendiéndose los nombres del grupo que le gustaba.
-No encajasteis bien pero ahora sois amigos ¿Qué problemas ves? Olvida su pasado, olvida el tuyo, olvidar el vuestro, ahora sois vosotros dos en el presente- Al terminar despejó las preocupaciones de Hikari con una tierna sonrisa.
-Gracias mamá- Decía mientras se dirigió a abrazar a aquella mujer que tanta ayuda le había proporcionado en su vida.


Día de perros
-Estoy muy nerviosa Kyo- Hikari se agarraba a la ropa de su amigo.
-Cálmate, tan solo vamos a ayudar a unos perros durante un tiempo- Dijo este mientras apartaba las manos de Hikari de él.
Los dos se encontraban sentados en un tren con destino a una perrera que había solicitado ayuda con carteles por la calle. Kyo lo encontró y pensó que a Hikari le gustaría la idea, así que se lo dijo y terminaron subiéndose al tren rumbo a su objetivo.
-Pero... pero... ¿Y si no les gusto? Les puedo caer mal y querrán morderme. - Cada vez se preocupaba más. Kyo hizo un gesto de cansancio, suspiró y la miró.
-A quién le vas a caer mal es a mí como no pares- Le dijo con cierto tono cabreado.
-Jo...- Agachó su cabeza haciéndole sentir culpable.
-Eto...- Acercó su mano a la cabeza de Hikari y le acarició el pelo.-Seguro que os llevareis  bien, no te preocupes- Sonrió.
El sonido del tren indicaba que ya había llegado, bajaron justo al resto de la gente y recorrieron los callejones de aquella parte de la ciudad hasta llegar al lugar donde se localizaban aquellos caninos.
Una joven les atendió y les explicó todo lo que debían hacer con los perros, así que sin demora, se pusieron manos  a la obra.
-Hikari, pásame a la caniche esa, tenemos que bañarla- Su expresión de pereza mostraba que no le gustaba mucho la idea. Después de esperar un poco se dio cuenta que Hikari no respondía -¿Hikari?- Cuando se giró se encontró con la escena de su amiga en el suelo rodeada de perros lamiéndola mientras ella se reía. -¿PERO QUE HACES IDIOTA?- Cogió la alcachofa, abrió el grifo a toda potencia y espantó a los perros con el agua con la consecuencia de que Hikari quedó completamente empapada.
-¡Idiota! ¡Tienes que bañar a los perros! No a mí...- Se cabreó
-¡Pensé que te iban a comer!- Le gritó intentando justificarse, cuando se calmó le volvió a repetir que trajera a la perra.
Una vez la estaba lavando Kyo se detuvo de golpe y su expresión cambió.
-¿Qué sucede Kyo?- Estaba extrañada por la reacción de su compañero.
-Hikari ¿Te acuerdas cuando te dije que trajeras el collar rosa?- Estaba petrificado
-Sí ¿Para la caniche no?- No lo había captado aún.
-Pues cámbialo por el azul- Conforme dijo esto Hikari estalló riéndose como nunca lo había hecho.


Perfección a los ojos de otros.
Espejito espejito ¿Quién es la mujer más bella de este mundo? El espejo y todos los muebles de la casa hubieran gritado a los cuatro vientos lo mismo "Mei".
El perfume que mejor huele, el pintalabios más brillante, el maquillaje mejor diseñado, los pendientes más caros que uno pueda imaginar, el pelo más brillante, sedoso, suave y maravilloso que una pueda tener. Todo lo que una mujer o cualquier persona del mundo podía desear lo tenía Mei. Aquella ropa lujosa y cara que se adaptaba a la perfección con su cuerpo que ni los mejores artistas serían capaces de esculpir y sus maravillosos ojos que hipnotizaban no solo a los hombres, si no a cualquier ser vivo.
¿Qué fallaba en su vida? ¿Era feliz con todo aquello? La más hermosa rosa que podría existir, pero con las espinas más afiladas y venenosas que uno pueda encontrarse.
Sal a la calle y pregunta sobre Mei, todos te dirán que es impresionante, maravillosa y guapísima. Los hombres te dirán que la desean como nunca han deseado a una mujer, las mujeres te expresaran sus ganas de ser como ella y los que han tenido el placer de catarla te comentaran que en su vida han probado una delicia como ella. ¿Pero quién conoce de verdad a Mei? Sus sentimientos ¿Quien los ve?
Alguien como ella está rodeada de gente día a día, buitres de interesados que no duran en su vida más que unas horas ¿Quién se queda a su lado? Nadie...  Las únicas personas que podrían decir que conocen a Mei son tres...
¿Hikari? Sí, podría, pero Mei es más que eso, Hikari no conoce ni una pequeña parte de la mente de Mei, ella es un mundo entero que necesita su tiempo para ser explorado.
¿Kyo? Él es como es, no se centra en el resto de la gente, las investiga con una mirada pero no se preocupa, le importa su mundo, donde él es protagonista.
¿Ryosuke? Tal vez sea la persona que más conoce a Mei, llevan juntos durante muchos años, Mei es capaz de dominarle como hace con todos, pero hay una cosa que él conoce y el resto no.
¿Qué cosa? Es fácil y simple... No es feliz con lo que tiene. No tiene amor alguno. ¿Se lo merece? Para alguien tan bueno como Ryosuke, sí, todos se lo merecen. Para alguien que puede llegar a ser cruel como Kyo, no, no se lo merece. ¿Y qué dice la justicia? ¿Lo merece o no?
Mei abrió sus ojos observando su hermoso rostro en el espejo

-¿Cómo puedes lograr ser feliz en este mundo... si el corazón de esa persona a la que amas no te pertenece?- Mei cerró sus ojos sucumbiéndose en aquella oscuridad mental.

Comments (1)

On 19 jun 2013, 12:12:00 , Ria dijo...

jajajajajaja Kyo idiota! xDDDDD Hikari es perfecta!