-¿Este es el piso que tienes alquilado?- Preguntó Ryosuke a
su amigo Sora mientras admiraba el precioso comedor donde se encontraba.
-Sí ¿Te gusta?- Soltó aquella pregunta junto a una sonrisa.
-Bastante- Su mirada se dirigieron a los brazos musculosos
del joven que llevaba una camiseta de tirantes con forma de uve.
-Siéntate en el sofá, voy a buscar algo de beber- Sora se
dirigió a la cocina.
Ryosuke se sentó, se encontraba un poco incómodo de estar
allí con él. En realidad, los únicos amigos que había tenido en su vida eran
Kyo y Ryu, asique no tenía mucha experiencia con otras personas.
Sora llegó con las bebidas que intencionadamente tiró, sin
que se notara, a su invitado. Este se quejó.
-Lo siento mucho- Sora cogió un trapo y como la típica
escena de película comenzó a secarle, después de eso depositó un beso en los
labios del menor. Cuando Ryosuke consiguió separarse lo empujó.
-¿Qué haces?- Estaba atónito.
-Sabes que entre nosotros hay una gran tensión sexual desde
siempre-El mayor se quitó la camiseta mostrando su cuerpo fibrado. Ryosuke se
levantó.
-Esto no puede ser posible... ¿Tensión? A mí me gusta otra
persona, me largo- Despidió a Sora con una cara de asco y tomó rumbo a la
puerta. El mayor cogió uno de los vasos donde trajo la bebida y lo estampó
contra la cabeza de Ryo, derribándolo.
-No vas a ningún lugar princesita- Lo cogió de los talones y
lo arrastró.
Kyo también corría una situación de peligro, solo que era
distinta.
-¿Qué quieres Mei?- Dijo mientras salía de su casa.
-He venido a verte- Su expresión era dulce e
inocente.
-¿Para?- Seguía intentando sonsacarle sus motivos.
-Verte, así de simple-
Mordió su labio mostrando cierta inseguridad, seguramente, fingida.
-¿Verme?- La mirada de Kyo mostraba que no confiaba en ella.
-Si... a veces hay personas a las que necesitas ver- Hizo un
respiro largo que terminó en un suspiro.
-¿Y?- Quería largarse de allí.
-¿Qué tiene ella que no tenga yo?- Acarició su pelo. Kyo
soltó una carcajada.
-¿En serio Mei? Mírate, mírala y comparaos. Después me das tu
respuesta- Conforme terminó la frase se giró sobre sus talones y marchó hacia
la puerta.
Mei se quedó allí perpleja, observando como Kyo entraba a su
hogar. Su mirada se llenó de furia. Apretó sus puños y gritó.
-Claro que se las diferencias maldito cabrón. ¡Se ven
perfectamente! Por eso no entiendo como alguien tan maravillosa como ella puede
desear a alguien como tú. Debes de estar con los de tu calaña- Chilló en vano,
ya que Kyo no la escuchó.
"Estoy un poco nerviosa, Sora me ha invitado a su
casa" - Pensaba mientras seguía su camino hasta el hogar del chico. No
tardó mucho en llegar, tocó al timbre que le había dicho sin ningún tipo de
sospecha de lo que se encontraría ahí.
Subió en el ascensor del edificio, hasta la quinta planta,
ahí encontraría a Sora. Conforme salió del ascensor a su derecha estaba él
apoyado con la puerta abierta esperándola.
-Puntual- Sonrió el joven.
-Me lo suelen decir- Respondió con una tierna sonrisa.
Conforme Hikari entró por la puerta dejando atrás a Sora,
este sonrió maléficamente. Unos gemidos se escuchaban en uno de los cuartos del
piso.
-¿Qué es eso?- Se asustó
-No sé... Vamos a ver- Dijo Sora tomando la iniciativa.
Hikari le siguió atemorizada, Sora actuaba bien, en ningún
momento hubiera sospechado que al entrar a ese cuarto se encontraría con su
amigo Ryosuke amordazado y atado a una silla. Con un ágil movimiento Sora sacó
una navaja y se posicionó detrás de la joven amenazándola.
-Si gritas te mato zorra- Sostenía aquel puñal con furia.
Hikari sintió como si la vida se le fuera al respirar, el frio del metal de
aquella navaja casi le provoca un desmayo.
-¿Por qué?- Musitó
-Mei... ¡Es mía! Ese puto bastardo de Kyo... pienso matarle-
Soltó una risa llena de maldad.
"Poco tiempo... Cuando el médico me dio esa información
sentí como si la muerte misma me dijera que dejara de vivir" - Los
pensamientos de Nozomi se apoderaban de ella.
Han pasado los años desde que me dijeron que era terminal,
siempre he llevado una vida normal pero alejada de todo lo que me pudiera ligar
al querer sentirme viva.
¿Estos años? Si... mi cuerpo sigue con vida, pero es como si
mi alma se la hubieran llevado. He vivido con la prohibición del amor, de la
diversión, de la amistad. El deber era
lo único que podía sentir. ¿Cuánto vale el cuerpo cuando te han arrebatado
todas las cosas buenas de la vida?
Aquella cuestión tenía Sakura, le había quitado todo ¿Cómo
iba a retomar su vida ahora? No lo sabía, no quería pensar sobre aquello,
porque cuando lo hacía su cuerpo palidecía y su mente se resquebrajaba.
¿Sería capaz de entregarse a un hombre otra vez? ¿Cómo? Se
sentía sucia, se culpaba a si misma de aquel trágico suceso.
¿Amaría alguna otra afición como al ballet? También lo
dudada, lo único que le hacía luchar era aquello, no solo le habían arrebatado
la posibilidad de hacer lo que deseaba, si no la de cualquier deporte en sí.
Las náuseas que sentía llegaron a tal extremo que corrió
hacia el aseo, lugar donde vomitó. Odiaba esa sensación que se le quedaba del ácido.
¿La odiaba Kokoa? No ¿Cómo iba a odiar a lo que le hacía
feliz? Cada vez que vomitaba su peso bajaba y era capaz de comer a la vez,
estaba contenta de que su cuerpo fuera mejor, al menos a sus ojos. Para otra
persona tan solo era un cuerpo feo.
-Kokoa ¿Qué haces?- Dijeron sus padres mientras forzaban
aquella puerta con pestillo.
Ya le daba igual todo. Ignoraba la presencia de sus padres y
seguía vomitando. La puerta cayó abajo por la fuerza bruta de su pariente. La
cara de asombro era igual de impresionante que el color blanco en el rostro de
estos.
-Lo sabía- El hombre temblaba.
-No era normal lo que había adelgazado- La mujer parecía que
se iba a desplomar de un momento a otro.
¿Desplomarse? Nozomi estaba a punto, cada vez más débil,
sentía que esta vez perdía la fuerza. No la de su alma que para ella había
desaparecido hace tiempo. La de su cuerpo, que sentía como la vida se
desprendía poco a poco.
La vida, aquella cuestión tan dura de Sakura. Su vida se iba
a ir mas por el garete con sus sospechas. Gritó, lloró. La madre de Sakura
golpeaba la puerta del aseo temiéndose lo peor por su hija que soltaba los
berridos más desgarradores del mundo.
-¡Un psiquiatra!- Decían los padres de Kokoa que intentaban
alejarla del retrete como fuera.
-¡Dejadme!- Lloraba la joven.
Un fuerte golpe de su padre la calló, las lágrimas recorrían
el rostro del hombre que se preguntaba qué era lo que había hecho mal para que
su hija tuviera ese sufrimiento.
Sufrimiento el de Nozomi, su cuerpo volvía a dolerle
horrores, no sabía cuándo le llegaría la hora, pero deseaba que fuera en ese
momento. Cayó al suelo de rodillas y sujetó su cuerpo con las manos.
La madre de Sakura entró al aseo gracias a que el pestillo
podía abrirse desde el otro lado. Su hija dejó de llorar, estaba petrificada.
La mujer se acercó a la joven que parecía un cadáver. Sakura dejó caer algo al
suelo.
Cuando los ojos de la mujer vieron lo que era las lágrimas
fluyeron sin pensárselo dos veces. Aquel bastardo... la había dejado preñada.
-Ryosuke...- Musitó antes de cerrar sus ojos. Su mayor
prohibición "Ligarse a algo" La había incumplido, sentía parte de su
alma debido al amor hacia ese chico.
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