Cuando desperté, ya era la mañana del día
siguiente, y la luz del sol se filtraba por el pequeño balcón, calentando mi
espalda con suavidad. Respiré hondo, estirándome ligeramente, aun adormilada y
sin ganas de moverme de entre sus brazos.
He mencionado ya incontables veces lo guapo
que era, pero sé que mis palabras se quedan cortas en comparación con su
belleza. Era hipnotizante, todo él. Contemplarle mientras dormía era como un
placer secreto, al no darse cuenta de que le miraba. Su pelo ligeramente
ondulado tras una noche de sueño, sus ojos cerrados, dejando descansar las
pestañas en sus pómulos, su nariz rozando la tela del almohadón, sus labios
cerrados, perfectos, suaves, carnosos y sonrosados. La línea de su mandíbula
guiando hasta su graciosas orejitas. Su cuello, su clavícula, su hombro, sus
manos… Y la perfecta piel que poseía, que desprendía su maravilloso olor.
Me arrimé un poco más bajo las sábanas,
colocando mi frente contra su pecho, cerrando los ojos. Era mi propio paraíso.
Poder sentir su respiración, su corazón latente, su calor envolviéndome. Sonreí
contra su torso. Estaba loca por él.
Estaba volviendo a quedarme dormida, cuando
sentí sus manos moviéndose sobre mi cuerpo, acariciando mi espalda, trazando
círculos cerca de mi cadera. Levanté la cabeza para verle sonriendo, aun con
los ojos cerrados. Hice un pequeño mohín, y él levantó un parpado que parecía
pesar kilos esa mañana. Ladeó la cara, encogió los hombros cerrando los ojos y
continuó acariciándome, tanteando el espacio de piel al descubierto entre mi
camiseta y pantalones. Su contacto hizo que subieran y bajaran miles de
pequeñas descargas eléctricas por mi cuerpo, dejándome inmóvil por un momento.
Era tan suave, tan masajeante… Solo con eso consiguió erizarme la piel,
mientras los escalofríos continuaban, a la vez que sus manos subían lentamente,
descubriendo mi espalda en lentos movimientos.
Movida por lo que sus caricias conseguían
hacer de mí, subí la mano hasta la base de su cuello, recorriendo lo que su
camisa dejaba ver, subiendo poco a poco, rozando con las puntas de mis dedos su
piel, hasta que me hundí en su cabello. Lanzó un pequeño y tenue gemido,
agitándose su organismo, despertándose del todo, abriendo los ojos buscando los
míos, mientras negaba con la cabeza, bromeando, expresando contrariedad.
-Atente a las consecuencias ahora… -Susurró
cerca de mis labios, antes de morder el inferior lentamente, volviéndome poco
menos que loca.
Sin esperar a que a que pudiera continuar con
su lenta tortura, apresé su boca entre los mía, en un beso que nos sorprendió a
ambos, por mi súbita necesidad y el hambre reflejada en lo tórrido que se
volvió en pocos segundos. Le devoraba, su cuerpo ardía junto al mío, y pronto
las sábanas sobraron, mientras continuábamos con aquel beso salvaje, que no
quisimos ni pudimos controlar.
Continuó jugando con suaves caricias en mi
espalda, mientras mi cuerpo se deshacía bajo sus manos. Quería hacerle sentir
lo yo sentía, enviarle la pasión que ocupaba mis sentidos. Me separé de su boca
lo suficiente para respirar libremente, mientras nuestros labios se mantenían
rozando, sin dejar que se fundieran, deslizando su pelo entre mis dedos,
apretando, soltando y removiendo. Me miraba con ojos entrecerrados, empapados
en ardor, hasta que la sonrisa que se formó en su boca hizo que el destello de
cariño en ellos brillara más fuerte. Me presionó a él, uniendo nuestras bocas,
robándome el aliento, sin darme tiempo a poder hacer nada.
La racionalidad se anuló, estaba
completamente a su merced. Asiéndome incluso más cerca, escalando hasta mi
nuca, profundizó en mí con su lengua, moviéndose de forma sensual en mi boca y
sobre mi piel. Agarré su camiseta fuertemente, mientras cerraba los ojos
con un suave gimoteo de placer cuando mordisqueó la parte inferior de mi oreja,
mi organismo completamente revolucionado. Myungsoo cubrió con su mano la mía,
liberando mi garra de su ropa.
Cuando le observé, comprobé que había dejado
al descubierto gran parte de su abdomen. Su terso y definido abdomen. Oh, como
deseaba tocar aquella piel, besarla y morderla… “Selene, calm…” Mis
pensamientos no acababan de formarse, pues seguí la dirección de su mirada
hasta mi vientre, al que tampoco cubría nada. Mi ya agitado corazón dio un
vuelco, me quedé sin aire que respirar cuando, con un gesto indeciso, siguió
destapando su cuerpo, hasta que la camiseta descansó en el suelo.
Sentí como oleadas de adrenalina me
inundaban, con un calor que hacía a mi mente dar vueltas, alterada. No hizo
falta más que se acercara un centímetro, para que notara, como nunca antes, lo
molesta e incómoda que estaba siendo mi ropa. Una vez sentí mis hombros
desnudos, dejé de notar esa pequeña angustia, y pude concentrarme en lo que
tenía frente a mí. Me acercaba con los ojos fijo en su pecho, dispuesta a besar
cada centímetro de aquella apetitosa piel, cuando le oí murmurar mi nombre en
una voz ronca y grave. “Selene…” Levanté la mirada hacia sus ojos, en los que
la calidez y el deseo se entremezclaban en una intensidad fiera.
-Te quiero. –Abrí la boca, sorprendida por
sus repentinas palabras, aunque no tardé en sentir como mi torrente
sanguíneo se aceleraba, llegando hasta mis pómulos enrojeciéndolos rápidamente,
mientras sonreía, feliz, con aquel escalofrío subiendo y bajando por mi
espalda.
-Te qui…- Ni siquiera pude acabar la frase,
pues su boca se encargó de robarme las palabras.
Respiraba en mí, saciaba su sed. Parecía que
solo había estado refrenándose desde un principio… Me abracé a su espalda,
mientras dejaba a su disposición mi cuello, del que se sirvió con ingente
hambre, mordiendo y lamiendo entre suspiros entrecortados.
Nuestros cuerpos se tensaron, sus ojos
abiertos de par en par, su expresión congelada, cuando llamaron a la puerta.
Agité la cabeza, liberándome en gran parte de la excitación, concentrándome en
algo más allá de lo que sucedía en la cama.
-Son Sungyeol y Nana.- Exclamé con alivio.
Myungsoo dio un respingo de sorpresa, y
depositando un beso sobre mis labios fue corriendo a abrir.
-¡Holaaa…! –Saludaron al otro lado de la
puerta. Tras esto, escuché unas pequeñas risas. Y Sungyeol habló. –Bonita forma
de darnos la bienvenida…
Levantándome también yo, quise reunirme con
ellos, pero enseguida me di cuenta de que no llevaba nada encima de los
hombros. Lo primero que alcancé a ver fue su chaqueta, y tapándome rápidamente,
salí al pasillo.
-¡Hola!
Sungyeol y Nana se miraron sonriéndose,
mientras Myungsoo fruncía el entrecejo, volviendo su cara confundida hacia mí.
Yo señalé ligeramente su torso desnudo, hasta que dio señales de entendimiento
y enrojeció. Escuché un pequeño “¿ves como no era una tontería? ¡JA!” de Nana,
mientras entraba más que sonriente en la casa seguida de una maleta y varias
bolsas. Su compañero hizo una entrada parecida, aunque agitando la cabeza y
carraspeando.
-Bueno, pues aquí estamos. Sanos y salvos,
vivitos y coleando. Como prefiráis.
-¿Y Tao? ¿Le atrapasteis? –Una sombra cruzó
los ojos de Sungyeol, manteniéndole quieto, antes de que volviera a sonreír.
Nana agachó la cabeza.
-Tranquilo, todo está bajo control. Todo
salió prefecto. –Murmuró indicando con su mano.- Y por eso, hemos pensado…
-¡Que os vais de vacaciones!-Completo una
entusiasta Nana.- No os vamos a decir a donde, así que, ahorráoslo. Solo lo
sabréis al llegar allí.
Myungsoo me miró, a cuadros, eufórico, con la
felicidad irradiando sus ojos. Se había creído lo que Sungyeol había dicho, y
no iba a ser yo quién lo desmintiera, aunque no estaba para nada segura de lo
que había pasado. Además… Eso de “vacaciones” sonaba tan tentador… Sonreí a mi
vez, mientras me encogía de hombros.
-Y entonces, ¿qué cogemos, si ni siquiera
sabemos a dónde…?
-Nosotros lo preparemos todo. No te
preocupes… -Dijo Nana con una sonrisa malévola, mientras daba codazos a
Sungyeol, empujándole hasta el cuarto.- Vamos a preparar ahora mismo la maleta,
salimos esta misma tarde. ¡Weee! –Con un último empujón consiguió adentrarse
allí, con todas las bolsas y demás cosas que traían colgadas. Con un aspaviento
se despidió y cerró con un guiño. Miedo me daba.
Myungsoo y yo nos miramos medio preocupados
antes de sonreír y encoger los hombros. Señalé la cocina, y comencé a caminar
hasta ella, aunque a mitad de camino tuve que detenerme un poco para continuar
más lenta, pues Myungsoo se había agarrado a mi cintura, apoyando la cabeza en
mi hombro, haciéndome ligeras cosquillas mientras continuábamos la marcha, con
mi espalda pegada a su pecho.
-¿Qué vamos a desayunar? –Pregunté intentando
concentrarme en alguna otra cosa. Busqué en el frigorífico, pero no había
nada.- ¿Pero qué…? ¿Y tu cocinero?
-No he estado aquí estos días… ¿Cómo va a
entrar si no le abro? Tendré que llamarle en algún momento… -Se acercó hasta
donde estaba y dejó que su nariz acariciara mi sien, cerrando los ojos.-
Después de las vacaciones… -Yo asentí, volviendo a notar como mi pulso se
volvía loco, mientras él dejaba un beso en mi mejilla sonrosada y alzaba un
brazo, buscando algo en uno de los armarios.
-Mira lo que hay aquí. ¿Qué tal un poco de chocolate
con avellanas y fruta? Creo que aún quedan fresas.
-¿Te he dicho ya que te quiero? –Murmuré
mientras cogía el bote que me ofrecía y lo atesoraba entre mis brazos y sonreía
como una idiota.- Amo la nutella. –Él sonrió, agitando la cabeza.
En cuanto consiguió unas cuantas fresas nos
pusimos al ataque, dándonos cuenta de lo verdaderamente hambrientos que
estábamos. El chocolate se deshacía en mi boca dejándome saborear esa perfecta
combinación. Relamía mis dedos, cuando sentí de nuevo sus brazos a mi alrededor,
sus labios en el hueco de mi cuello, para luego apoyarse sobre mi hombro. Le di
un beso en el pelo, feliz, aunque sin dejar de sentirme extrañada.
-¿Qué te pasa hoy? Estás muy
cariñoso…-Rápidamente, me obligué a añadir.- No digo que sea nada malo. No, no,
para nada, al contrario, solo que… Bueno, no sé…
-Mmhmm… -Murmuró sonriendo.- Bueno, supongo
que es normal, ¿no? Casi no lo contamos, y después de despertar esa vez, me
sentí… Más… ¿Vulnerable? Me hizo pensar… Y… Cualquier momento, quiero vivirlo,
no arrepentirme luego. No esconder lo que pienso. Como ahora.- Dijo,
acercándose más a mí, rodeándome con más fuerza.
“Hacer lo que sintamos en el momento, sin
tapujos, hablando con nuestras acciones, y sin dar rodeos mintiéndonos a
nosotros mismos”
-Creo que puedo acostumbrarme a esto.
–Susurré acariciando su mandíbula, haciendo que sus labios se curvaran, con una
sonrisa que llegó a sus ojos.
Entonces unté mi dedo en chocolate y lo
restregué contra su mejilla, pillándole de sorpresa. Puso cara de indignación,
antes de hacer lo mismo a su vez.
-¡Yah! –Exclamé riendo, mientras me preparaba
para un nuevo ataque, que no llegué a completar.
Retuvo mis muñecas en sus manos, alejándome
de la tarrina por precaución. Le miré haciendo una mueca de pena, y Myungsoo se
encargó de volver a hacerme sonreír, lamiendo el chocolate de mi cara,
haciéndome cosquillas. Me revolví entre risas, él riéndose también, a la vez
que dábamos vueltas por el salón, yo intentando huir, él queriendo seguir
limpiando mi cara con su lengua. Cuando paré, fue por que oí que Sungyeol y
Nana estaban hablando, y quise enterarme. Quise, porque no lo
conseguí. En cuanto dejé mi cuerpo quieto, Myungsoo chocó conmigo, y sin perder
un segundo, terminó lo que quería hacer, para luego impregnar su sabor a
chocolate en mi boca. Una vez me hubo besado, poco más pudo atender a mi
atención. Sabía tan bien… Entreabrió los labios, para respirar profundamente un
momento, en lo que aproveche para llevar la punta de mi legua hacia su boca,
consiguiendo un ligero respigo de su parte, y una media sonrisa. Condujo la
suya a mi encuentro, entrelazando sus dedos detrás de mi nuca, uniéndonos más…
Cuando oí un pequeño carraspeo a mi espalda,
conseguimos salir de nuestro pequeño mundo para girar la cara, aun enlazados en
un abrazo. Sungyeol y Nana no sabía muy bien a donde mirar, ni como ocultar su
sonrojo y vergüenza ajena.
-Ahh… Bueno chicos, ya está todo listo…
Preparaos y eso… Vestíos… Y vamos a comer ya al aeropuerto, ¿vale? –Murmuró
Nana.- Nosotros estaremos por aquí… Si no os importa, claro… -“Ni interrumpimos
nada” terminó Sungyeol con una sonrisa más que pícara.
Myungsoo y yo nos miramos algo confundidos
por su actitud. Sí, estábamos besándonos pero… Bueno, él estaba sin camiseta. Y
yo no llevaba tampoco, solo su chaqueta. Y estaba abierta. Y Myungsoo me
abrazaba por debajo. Y él tenía la cara llena de chocolate. Y el pelo demasiado
revuelto. Y… Puede que… Sí. Cierto “bulto”. Me mordí el labio, y me separé como
pude, agitando las manos con un “no importa, no importa”.
Corrí hasta el baño sin poder mirar a nadie a
la cara; mis mejillas ardían.
Tras haberme duchado, recogí mi bolso, con mi
móvil y monedero, confiando en que Nana hubiera metido todo lo que necesitaba
en mi maleta. “Por favor, por favor, que no se haya olvidado nada” pensé para
mí misma. Salí de allí para encontrarme con todos ya preparados. Me
sonrieron empujaron las maletas por el pasillo, hasta salir de la casa.
Les seguí un poco indecisa. Sabía que no estaba expuesta a peligro, pues confiaba
en ellos, pero sabía que estaban tramando algo. Myungsoo, a mi lado, caminaba
feliz, sin darse cuenta de nada. No podía saber si realmente no se daba cuenta
de algo obvio, o es que influían mis instintos sobrenaturales entre medias.
En cuanto llegamos en taxi al aeropuerto, les
noté mucho más angustiados, mirando alrededor con cuidado y una sonrisa tensa.
Iban rápidos y silenciosos, cruzando entre la masa de gente hasta que llegamos
a nuestro punto de abordaje. Con sombras de preocupación en sus ojos, las cuales
solo yo parecí identificar, nos despidieron con prisas, y nos hicieron montar
al avión, aún sin decirnos a donde llevaba.
Una vez sentados, pudimos respirar algo más
tranquilos. “Bueno ya no hay vuelta atrás. Ha disfrutar de las vacaciones se ha
dicho” Me volví hacía Myungsoo, y atrapé su mano entre la mía. Nos envolvimos
en una conversación calmada, conversando acerca de aviones, viajes anteriores y
diversos lugares en el mundo.
-¿Has ido a Japón diez veces? Que suerte… Yo
aún no he salido de España o Corea del Sur… Siempre quise ir a Japón.
-Entonces vayamos algún día.-Murmuró con
simpleza. Le miré en broma, como si fuera incorregible.
-Como se nota donde hay dinero… -Él encogió
los hombros, pestañeando con cara inocente.
Estaba tan guapo, aun vistiendo de una forma
sencilla, sin traje, ni siquiera camisa. Iba tan perfectamente normal ese día…
Miré mi ropa también, y sonreí. Habíamos pensado lo mismo.
-¿Crees que esto es lo único normal que vamos
a poder llevar en todo el viaje? –Pregunté riendo.
-Oh, de verdad...-Murmuró sonriente.-
¿Tú también lo piensas, no? A juzgar por sus caras malvadas, y sus
risas… Sí. No quiero imaginar lo que habrán echado en la maleta.
En ese momento, anunciaron que se cerrarían
las puertas, y al inspirar, intentando no ponerme nerviosa, olí a ciertas
personas que entraban en el avión. ¿No habían dicho que se irían? ¿Nos seguían?
No nos dejaban ir solos, nos seguían sin decir palabra. “Para protegernos…” En
ese caso… Mi intuición era verdadera, y Tao seguía pululando en algún sitio.
Agité la cabeza, evitando pensar en cualquier cosa referente a eso, y traté de
calmarme. “Nos estamos yendo, no será capaz de encontrarnos” El avión se elevó
del suelo mientras lo pensaba.
Gran parte del viaje lo pasamos durmiendo,
recuperando gran parte de las energías que todos los anteriores sucesos nos
habían robado. Al despertar de una de esas pequeñas siestas, me levanté al
baño, aun con unos lastimeros gruñidos de Myungsoo al soltar su mano mientras
él continuaba durmiendo.
No sé cómo lo vi, si realmente fue real,
solamente una extraña visión, pero cuando caminaba por el pasillo, alcancé a
ver al final del avión un cuerpo que reconocería en cualquier parte, de pie,
con sus ojos negros mirándome pausadamente, relamiéndose los labios. Estaba
allí, ¿por qué nadie lo había notado? Me di la vuelta para correr hasta
Myungsoo de nuevo, cuando su olor desapareció. Giré la cabeza y ya no estaba.
Inspeccioné el sitio entero, pero no quedaba rastro.
La última persona salió del baño y cuando
entré, solo pude refrescarme la cara, quitarme el letargo y adormecimiento de
encima, activarme. Cuando regresé a mi sitio, Myungsoo me preguntó porque
estaba pálida, y yo no pude decirle nada, solo hacer una mueca. Suspirando,
sonriente, me abrazó, y me señaló en la ventana como atravesábamos las nubes
para ir descendiendo a tierra.
Con sus brazos envolviéndome, deje de
sentirme insegura, y me calmé hasta volver a disfrutar del viaje, que pronto
acabaría.
Comments (1)
Joder, que bonitas las escenas entre ellos dos ;_; Sobre el capítulo 28, he quedado impresionado con el final :S