29# Interrumpidos por sus risas. Un desayuno completo, chocolate y tus caricias.

Cuando desperté, ya era la mañana del día siguiente, y la luz del sol se filtraba por el pequeño balcón, calentando mi espalda con suavidad. Respiré hondo, estirándome ligeramente, aun adormilada y sin ganas de moverme de entre sus brazos.


He mencionado ya incontables veces lo guapo que era, pero sé que mis palabras se quedan cortas en comparación con su belleza. Era hipnotizante, todo él. Contemplarle mientras dormía era como un placer secreto, al no darse cuenta de que le miraba. Su pelo ligeramente ondulado tras una noche de sueño, sus ojos cerrados, dejando descansar las pestañas en sus pómulos, su nariz rozando la tela del almohadón, sus labios cerrados, perfectos, suaves, carnosos y sonrosados. La línea de su mandíbula guiando hasta su graciosas orejitas. Su cuello, su clavícula, su hombro, sus manos… Y la perfecta piel que poseía, que desprendía su maravilloso olor.
Me arrimé un poco más bajo las sábanas, colocando mi frente contra su pecho, cerrando los ojos. Era mi propio paraíso. Poder sentir su respiración, su corazón latente, su calor envolviéndome. Sonreí contra su torso. Estaba loca por él.
Estaba volviendo a quedarme dormida, cuando sentí sus manos moviéndose sobre mi cuerpo, acariciando mi espalda, trazando círculos cerca de mi cadera. Levanté la cabeza para verle sonriendo, aun con los ojos cerrados. Hice un pequeño mohín, y él levantó un parpado que parecía pesar kilos esa mañana. Ladeó la cara, encogió los hombros cerrando los ojos y continuó acariciándome, tanteando el espacio de piel al descubierto entre mi camiseta y pantalones. Su contacto hizo que subieran y bajaran miles de pequeñas descargas eléctricas por mi cuerpo, dejándome inmóvil por un momento. Era tan suave, tan masajeante… Solo con eso consiguió erizarme la piel, mientras los escalofríos continuaban, a la vez que sus manos subían lentamente, descubriendo mi espalda en lentos movimientos.
Movida por lo que sus caricias conseguían hacer de mí, subí la mano hasta la base de su cuello, recorriendo lo que su camisa dejaba ver, subiendo poco a poco, rozando con las puntas de mis dedos su piel, hasta que me hundí en su cabello. Lanzó un pequeño y tenue gemido, agitándose su organismo, despertándose del todo, abriendo los ojos buscando los míos, mientras negaba con la cabeza, bromeando, expresando contrariedad.
-Atente a las consecuencias ahora… -Susurró cerca de mis labios, antes de morder el inferior lentamente, volviéndome poco menos que loca.
Sin esperar a que a que pudiera continuar con su lenta tortura, apresé su boca entre los mía, en un beso que nos sorprendió a ambos, por mi súbita necesidad y el hambre reflejada en lo tórrido que se volvió en pocos segundos. Le devoraba, su cuerpo ardía junto al mío, y pronto las sábanas sobraron, mientras continuábamos con aquel beso salvaje, que no quisimos ni pudimos controlar.
Continuó jugando con suaves caricias en mi espalda, mientras mi cuerpo se deshacía bajo sus manos. Quería hacerle sentir lo yo sentía, enviarle la pasión que ocupaba mis sentidos. Me separé de su boca lo suficiente para respirar libremente, mientras nuestros labios se mantenían rozando, sin dejar que se fundieran, deslizando su pelo entre mis dedos, apretando, soltando y removiendo. Me miraba con ojos entrecerrados, empapados en ardor, hasta que la sonrisa que se formó en su boca hizo que el destello de cariño en ellos brillara más fuerte. Me presionó a él, uniendo nuestras bocas, robándome el aliento, sin darme tiempo a poder hacer nada.

La racionalidad se anuló, estaba completamente a su merced. Asiéndome incluso más cerca, escalando hasta mi nuca, profundizó en mí con su lengua, moviéndose de forma sensual en mi boca y sobre mi piel.  Agarré su camiseta fuertemente, mientras cerraba los ojos con un suave gimoteo de placer cuando mordisqueó la parte inferior de mi oreja, mi organismo completamente revolucionado. Myungsoo cubrió con su mano la mía, liberando mi garra de su ropa.
Cuando le observé, comprobé que había dejado al descubierto gran parte de su abdomen. Su terso y definido abdomen. Oh, como deseaba tocar aquella piel, besarla y morderla… “Selene, calm…” Mis pensamientos no acababan de formarse, pues seguí la dirección de su mirada hasta mi vientre, al que tampoco cubría nada. Mi ya agitado corazón dio un vuelco, me quedé sin aire que respirar cuando, con un gesto indeciso, siguió destapando su cuerpo, hasta que la camiseta descansó en el suelo. 


Sentí como oleadas de adrenalina me inundaban, con un calor que hacía a mi mente dar vueltas, alterada. No hizo falta más que se acercara un centímetro, para que notara, como nunca antes, lo molesta e incómoda que estaba siendo mi ropa. Una vez sentí mis hombros desnudos, dejé de notar esa pequeña angustia, y pude concentrarme en lo que tenía frente a mí. Me acercaba con los ojos fijo en su pecho, dispuesta a besar cada centímetro de aquella apetitosa piel, cuando le oí murmurar mi nombre en una voz ronca y grave. “Selene…” Levanté la mirada hacia sus ojos, en los que la calidez y el deseo se entremezclaban en una intensidad fiera.
-Te quiero. –Abrí la boca, sorprendida por sus repentinas palabras, aunque no tardé en sentir  como mi torrente sanguíneo se aceleraba, llegando hasta mis pómulos enrojeciéndolos rápidamente, mientras sonreía, feliz, con aquel escalofrío subiendo y bajando por mi espalda.
-Te qui…- Ni siquiera pude acabar la frase, pues su boca se encargó de robarme las palabras.
Respiraba en mí, saciaba su sed. Parecía que solo había estado refrenándose desde un principio… Me abracé a su espalda, mientras dejaba a su disposición mi cuello, del que se sirvió con ingente hambre, mordiendo y lamiendo entre suspiros entrecortados.
Nuestros cuerpos se tensaron, sus ojos abiertos de par en par, su expresión congelada, cuando llamaron a la puerta. Agité la cabeza, liberándome en gran parte de la excitación, concentrándome en algo más allá de lo que sucedía en la cama.
-Son Sungyeol y Nana.- Exclamé con alivio.
Myungsoo dio un respingo de sorpresa, y depositando un beso sobre mis labios fue corriendo a abrir.
-¡Holaaa…! –Saludaron al otro lado de la puerta. Tras esto, escuché unas pequeñas risas. Y Sungyeol habló. –Bonita forma de darnos la bienvenida…
Levantándome también yo, quise reunirme con ellos, pero enseguida me di cuenta de que no llevaba nada encima de los hombros. Lo primero que alcancé a ver fue su chaqueta, y tapándome rápidamente, salí al pasillo.
-¡Hola!
Sungyeol y Nana se miraron sonriéndose, mientras Myungsoo fruncía el entrecejo, volviendo su cara confundida hacia mí. Yo señalé ligeramente su torso desnudo, hasta que dio señales de entendimiento y enrojeció. Escuché un pequeño “¿ves como no era una tontería? ¡JA!” de Nana, mientras entraba más que sonriente en la casa seguida de una maleta y varias bolsas. Su compañero hizo una entrada parecida, aunque agitando la cabeza y carraspeando.


-Bueno, pues aquí estamos. Sanos y salvos, vivitos y coleando. Como prefiráis.
-¿Y Tao? ¿Le atrapasteis? –Una sombra cruzó los ojos de Sungyeol, manteniéndole quieto, antes de que volviera a sonreír. Nana agachó la cabeza.
-Tranquilo, todo está bajo control. Todo salió prefecto. –Murmuró indicando con su mano.- Y por eso, hemos pensado…
-¡Que os vais de vacaciones!-Completo una entusiasta Nana.- No os vamos a decir a donde, así que, ahorráoslo. Solo lo sabréis al llegar allí.
Myungsoo me miró, a cuadros, eufórico, con la felicidad irradiando sus ojos. Se había creído lo que Sungyeol había dicho, y no iba a ser yo quién lo desmintiera, aunque no estaba para nada segura de lo que había pasado. Además… Eso de “vacaciones” sonaba tan tentador… Sonreí a mi vez, mientras me encogía de hombros.
-Y entonces, ¿qué cogemos, si ni siquiera sabemos a dónde…?
-Nosotros lo preparemos todo. No te preocupes… -Dijo Nana con una sonrisa malévola, mientras daba codazos a Sungyeol, empujándole hasta el cuarto.- Vamos a preparar ahora mismo la maleta, salimos esta misma tarde. ¡Weee! –Con un último empujón consiguió adentrarse allí, con todas las bolsas y demás cosas que traían colgadas. Con un aspaviento se despidió y cerró con un guiño. Miedo me daba.
Myungsoo y yo nos miramos medio preocupados antes de sonreír y encoger los hombros. Señalé la cocina, y comencé a caminar hasta ella, aunque a mitad de camino tuve que detenerme un poco para continuar más lenta, pues Myungsoo se había agarrado a mi cintura, apoyando la cabeza en mi hombro, haciéndome ligeras cosquillas mientras continuábamos la marcha, con mi espalda pegada a su pecho.
-¿Qué vamos a desayunar? –Pregunté intentando concentrarme en alguna otra cosa. Busqué en el frigorífico, pero no había nada.- ¿Pero qué…? ¿Y tu cocinero?
-No he estado aquí estos días… ¿Cómo va a entrar si no le abro? Tendré que llamarle en algún momento… -Se acercó hasta donde estaba y dejó que su nariz acariciara mi sien, cerrando los ojos.- Después de las vacaciones… -Yo asentí, volviendo a notar como mi pulso se volvía loco, mientras él dejaba un beso en mi mejilla sonrosada y alzaba un brazo, buscando algo en uno de los armarios.
-Mira lo que hay aquí. ¿Qué tal un poco de chocolate con avellanas y fruta? Creo que aún quedan fresas.
-¿Te he dicho ya que te quiero? –Murmuré mientras cogía el bote que me ofrecía y lo atesoraba entre mis brazos y sonreía como una idiota.- Amo la nutella. –Él sonrió, agitando la cabeza.
En cuanto consiguió unas cuantas fresas nos pusimos al ataque, dándonos cuenta de lo verdaderamente hambrientos que estábamos. El chocolate se deshacía en mi boca dejándome saborear esa perfecta combinación. Relamía mis dedos, cuando sentí de nuevo sus brazos a mi alrededor, sus labios en el hueco de mi cuello, para luego apoyarse sobre mi hombro. Le di un beso en el pelo, feliz, aunque sin dejar de sentirme extrañada.


-¿Qué te pasa hoy? Estás muy cariñoso…-Rápidamente, me obligué a añadir.- No digo que sea nada malo. No, no, para nada, al contrario, solo que… Bueno, no sé…
-Mmhmm… -Murmuró sonriendo.- Bueno, supongo que es normal, ¿no? Casi no lo contamos, y después de despertar esa vez, me sentí… Más… ¿Vulnerable? Me hizo pensar… Y… Cualquier momento, quiero vivirlo, no arrepentirme luego. No esconder lo que pienso. Como ahora.- Dijo, acercándose más a mí, rodeándome con más fuerza.
“Hacer lo que sintamos en el momento, sin tapujos, hablando con nuestras acciones, y sin dar rodeos mintiéndonos a nosotros mismos”
-Creo que puedo acostumbrarme a esto. –Susurré acariciando su mandíbula, haciendo que sus labios se curvaran, con una sonrisa que llegó a sus ojos.
Entonces unté mi dedo en chocolate y lo restregué contra su mejilla, pillándole de sorpresa. Puso cara de indignación, antes de hacer lo mismo a su vez.
-¡Yah! –Exclamé riendo, mientras me preparaba para un nuevo ataque, que no llegué a completar.
Retuvo mis muñecas en sus manos, alejándome de la tarrina por precaución. Le miré haciendo una mueca de pena, y Myungsoo se encargó de volver a hacerme sonreír, lamiendo el chocolate de mi cara, haciéndome cosquillas. Me revolví entre risas, él riéndose también, a la vez que dábamos vueltas por el salón, yo intentando huir, él queriendo seguir limpiando mi cara con su lengua. Cuando paré, fue por que oí que Sungyeol y Nana estaban hablando, y quise enterarme. Quise, porque no lo conseguí. En cuanto dejé mi cuerpo quieto, Myungsoo chocó conmigo, y sin perder un segundo, terminó lo que quería hacer, para luego impregnar su sabor a chocolate en mi boca. Una vez me hubo besado, poco más pudo atender a mi atención. Sabía tan bien… Entreabrió los labios, para respirar profundamente un momento, en lo que aproveche para llevar la punta de mi legua hacia su boca, consiguiendo un ligero respigo de su parte, y una media sonrisa. Condujo la suya a mi encuentro, entrelazando sus dedos detrás de mi nuca, uniéndonos más…
Cuando oí un pequeño carraspeo a mi espalda, conseguimos salir de nuestro pequeño mundo para girar la cara, aun enlazados en un abrazo. Sungyeol y Nana no sabía muy bien a donde mirar, ni como ocultar su sonrojo y vergüenza ajena.
-Ahh… Bueno chicos, ya está todo listo… Preparaos y eso… Vestíos… Y vamos a comer ya al aeropuerto, ¿vale? –Murmuró Nana.- Nosotros estaremos por aquí… Si no os importa, claro… -“Ni interrumpimos nada” terminó Sungyeol con una sonrisa más que pícara.
Myungsoo y yo nos miramos algo confundidos por su actitud. Sí, estábamos besándonos pero… Bueno, él estaba sin camiseta. Y yo no llevaba tampoco, solo su chaqueta. Y estaba abierta. Y Myungsoo me abrazaba por debajo. Y él tenía la cara llena de chocolate. Y el pelo demasiado revuelto. Y… Puede que… Sí. Cierto “bulto”. Me mordí el labio, y me separé como pude, agitando las manos con un “no importa, no importa”.
Corrí hasta el baño sin poder mirar a nadie a la cara; mis mejillas ardían.
Tras haberme duchado, recogí mi bolso, con mi móvil y monedero, confiando en que Nana hubiera metido todo lo que necesitaba en mi maleta. “Por favor, por favor, que no se haya olvidado nada” pensé para mí misma. Salí de allí para encontrarme con todos ya preparados. Me sonrieron  empujaron las maletas por el pasillo, hasta salir de la casa. Les seguí un poco indecisa. Sabía que no estaba expuesta a peligro, pues confiaba en ellos, pero sabía que estaban tramando algo. Myungsoo, a mi lado, caminaba feliz, sin darse cuenta de nada. No podía saber si realmente no se daba cuenta de algo obvio, o es que influían mis instintos sobrenaturales entre medias.
En cuanto llegamos en taxi al aeropuerto, les noté mucho más angustiados, mirando alrededor con cuidado y una sonrisa tensa. Iban rápidos y silenciosos, cruzando entre la masa de gente hasta que llegamos a nuestro punto de abordaje. Con sombras de preocupación en sus ojos, las cuales solo yo parecí identificar, nos despidieron con prisas, y nos hicieron montar al avión, aún sin decirnos a donde llevaba.
Una vez sentados, pudimos respirar algo más tranquilos. “Bueno ya no hay vuelta atrás. Ha disfrutar de las vacaciones se ha dicho” Me volví hacía Myungsoo, y atrapé su mano entre la mía. Nos envolvimos en una conversación calmada, conversando acerca de aviones, viajes anteriores y diversos lugares en el mundo.
-¿Has ido a Japón diez veces? Que suerte… Yo aún no he salido de España o Corea del Sur… Siempre quise ir a Japón.
-Entonces vayamos algún día.-Murmuró con simpleza. Le miré en broma, como si fuera incorregible.
-Como se nota donde hay dinero… -Él encogió los hombros, pestañeando con cara inocente.
Estaba tan guapo, aun vistiendo de una forma sencilla, sin traje, ni siquiera camisa. Iba tan perfectamente normal ese día… Miré mi ropa también, y sonreí. Habíamos pensado lo mismo.
-¿Crees que esto es lo único normal que vamos a poder llevar en todo el viaje? –Pregunté riendo.


-Oh, de verdad...-Murmuró sonriente.- ¿Tú también lo piensas, no? A juzgar por sus caras malvadas, y sus risas… Sí. No quiero imaginar lo que habrán echado en la maleta.
En ese momento, anunciaron que se cerrarían las puertas, y al inspirar, intentando no ponerme nerviosa, olí a ciertas personas que entraban en el avión. ¿No habían dicho que se irían? ¿Nos seguían? No nos dejaban ir solos, nos seguían sin decir palabra. “Para protegernos…” En ese caso… Mi intuición era verdadera, y Tao seguía pululando en algún sitio. Agité la cabeza, evitando pensar en cualquier cosa referente a eso, y traté de calmarme. “Nos estamos yendo, no será capaz de encontrarnos” El avión se elevó del suelo mientras lo pensaba.
Gran parte del viaje lo pasamos durmiendo, recuperando gran parte de las energías que todos los anteriores sucesos nos habían robado. Al despertar de una de esas pequeñas siestas, me levanté al baño, aun con unos lastimeros gruñidos de Myungsoo al soltar su mano mientras él continuaba durmiendo.
No sé cómo lo vi, si realmente fue real, solamente una extraña visión, pero cuando caminaba por el pasillo, alcancé a ver al final del avión un cuerpo que reconocería en cualquier parte, de pie, con sus ojos negros mirándome pausadamente, relamiéndose los labios. Estaba allí, ¿por qué nadie lo había notado? Me di la vuelta para correr hasta Myungsoo de nuevo, cuando su olor desapareció. Giré la cabeza y ya no estaba. Inspeccioné el sitio entero, pero no quedaba rastro.
La última persona salió del baño y cuando entré, solo pude refrescarme la cara, quitarme el letargo y adormecimiento de encima, activarme. Cuando regresé a mi sitio, Myungsoo me preguntó porque estaba pálida, y yo no pude decirle nada, solo hacer una mueca. Suspirando, sonriente, me abrazó, y me señaló en la ventana como atravesábamos las nubes para ir descendiendo a tierra.


Con sus brazos envolviéndome, deje de sentirme insegura, y me calmé hasta volver a disfrutar del viaje, que pronto acabaría. 






Comments (1)

On 26 jun 2013, 15:19:00 , GodWolf dijo...

Joder, que bonitas las escenas entre ellos dos ;_; Sobre el capítulo 28, he quedado impresionado con el final :S