36# Juguemos al escondite, o moriremos todos.
Tao
-Tao… Sabes que te vas a arrepentir… Hehehe…- Siguió riendo Momo, aun habiendo perdido su siniestra sonrisa.
Zitao le agarraba del cuello de la chaqueta, levantándole varios centímetros del suelo. De sus ojos saltaban casi chispas de pura furia. No dependía de él, no le necesitaba, no iba a seguir siendo su juguete. Nunca más.
-Sé perfectamente lo que tengo que hacer.-Siseó con rabia, alzándole por encima de su cabeza, presionando su cuello sin darse cuenta de la fuerza que imprimía en ello.- Y no pienso conseguir más dinero para ti. ¡FUERA!-Gritó lanzándole contra el suelo, haciéndole caer varios metros más allá, con un sonoro golpe que lo dejó en el sitio.
Tomó aire, e hizo una mueca de desprecio, mientras miraba a aquel hombre que creía haberle tenido en sus manos. Escupió en la arena a su lado y se dio la vuelta, enfrentando el camino que llevaba a su casa de nuevo, listo para llevar su plan acabo, sin dejar que nada más pudiera entorpecerse en su camino.
“Espera y verás, Tao. No sabes con quién estás jugando…” Tao simplemente rio ante esos pensamientos, considerándolos divertidos y absurdos. “Por supuesto que veré… Una vida sin ti a mi alrededor, eso es lo que veré. Estúpida rata repugnante.”
Nana y Sungyeol caminaban preocupados en su habitación, con la mirada perdida en el suelo. Myungsoo y Selene estaban solos en la cocina, y esperaban con todas sus fuerzas que Selene recordara algo estando con él a solas. Pero nada era seguro.
-Puff, Sungyeol. Esto me está volviendo loca, voy a ir a echar un vistazo.
Antes de que Sungyeol pudiera coger su brazo y detenerla, ella ya estaba a mitad de camino corriendo de puntillas por el pasillo. “Solo una ojeada” Se asomó con cuidado, para comprobar lo que sucedía. Ocultó su risa, tapándose la boca con una mano, mientras que con la otra llamaba a Sungyeol para que se acercara a mirar. Este resopló, y atisbó por encima de la cabeza de Nana lo que sucedía en la cocina. Abrió la boca por la sorpresa, y regresó al pasillo intentando no hacer ruido con sus carcajadas.
-Creo que…-Murmuró intentando no reír.- Ha funcionado.- Nana asintió conforme.
Ni siquiera habían necesitado más de veinte minutos a solas para volver a estar el uno en los brazos del otro. Allí estaban, besándose, acariciando sus mejillas silenciosamente, reconociéndose de nuevo, en un momento que hasta a Sungyeol y Nana les hacía tener la piel de gallina.
-Ni siquiera se han dado cuenta de que les hemos visto… -Susurró Nana, agitando la cabeza, sonriente.
-Estaban demasiado ocupados comiéndose la boca.- Dijo Sungyeol, volviendo a entrar en la habitación, antes de ser golpeado por Nana.- ¿Qué? –Rio.- ¿Me vas a decir lo contrario?-Nana suspiró, antes de chasquear la lengua por un momento y revolverse en sus pensamientos.- Ya, sé lo que estás pensando. Deberíamos seguir el plan.-Ella frunció el ceño, con gesto interrogante.
-¿Qué plan?
Sungyeol murmuró un breve “Tao” y Nana recordó perfectamente todo lo que habían hablado semanas antes, cuando estaban aún en el hotel. La estrategia que habían elaborado, para cuando Tao y Myungsoo pudieran encontrarse. “Lo más importante es que no puedan atacarse, o si no…”
-Ya, cierto. Ese plan. Debemos cubrirles las espaldas y evitar que se vean ¿no?-Sungyeol asintió, serio.
-Sí. Tenemos que entretener a Tao y hacer que se…
Se detuvieron asustados, en cuanto llamaron a la puerta.
Tao
Sin darse ninguna prisa, sino más bien retocando los últimos detalles de la idea que tenía en mente, regresó a la terraza, desde donde subió directamente al ático, en busca de su preciado sable.
La habitación era pequeña, oscura y el aire allí era muy viciado, pero tampoco se entretuvo gran rato. Tanteó en la pared en busca de la vaina donde estaba guardado, y en cuanto la tuvo entre sus manos, bajó de allí sin darse tiempo a cerrar la puerta.
Entró en la casa junto con una ráfaga de viento que hizo a las cortinas alzarse del suelo. Miró a su alrededor, pero Selene no estaba allí. Seguiría en la habitación. “Perfecto” Espada en mano, se dejó llevar hasta la cocina, dispuesto a continuar hasta la habitación de Myungsoo con inmediatez. Lo único que lo detuvo unos segundos, fue el hecho de contemplar un desayuno perfectamente preparado en la mesa que ni siquiera había sido tocado. Frunció el ceño, sin saber que debía pensar de ello. ¿Sería el de Selene? ¿Por qué no lo había tomado entonces?
Chasqueó la lengua, fastidiado, y regresó atrás, solo para asegurarse de… “¡Mierda!” Selene no estaba en la habitación, ni en el baño, ni en la terraza. “No puede ser posible”
-¡SE…!- Quería gritar su nombre, pero su fuero interno no le dejó. No. Si no estaba allí, no había tomado el desayuno… ¿Se había marchado? ¿Se estaba escondiendo?
Agitó la cabeza, mientras sus pensamientos se oscurecían, poniéndose en la peor situación posible, y tornando su razón en locura. Corrió hasta las habitaciones de los sirvientes, abriendo todas las puertas, con sus poderes alerta. No había nadie allí. Inspiró con fuerza y se concentró aún más. Debían estar cerca, allí mismo, y los encontraría.
“Corre, corre, corre” “Vamos, puff... ¿No he hecho ruido, verdad? No, venga” “Ya está, ya está… Lo vamos a conseguir” “… Vamos Selene…”
Ni siquiera se molestaban en acallar sus pensamientos. “Muy mal…” Murmuró Tao, sonriendo, mientras se relamía los labios. Ni siquiera estaban fuera de la casa, solo habían conseguido llegar a la entrada, lo que significaba que estaban a pocos pasos de allí. Y no avanzarían más.
Myungsoo
-Tenemos que huir.- Dijo cogiendo rápidamente su mano, y llevándola fuera de la cocina. Selene se resistió un momento, volviendo la vista atrás.
-¿No debería recoger…?-Miró a Myungsoo, que negaba con una mirada asustada. No iba a correr ese riesgo.
-No necesitamos nada, solo salir de aquí.
Tras eso, Selene asintió, considerando lo que acababa de decir algo absurdo, cuando sabía que Tao estaba en la puerta de la casa, y debían irse de allí enseguida. Se precipitaron hacia el vestíbulo, corriendo hasta llamar a Sungyeol y Nana, siempre teniendo en cuenta donde estaba Tao.
-Ha subido arriba, no sé qué estará haciendo.-Murmuró Selene, un momento antes de que les abrieran la puerta.
Sungyeol y Nana les miraron alternativamente, antes de observarse entre ellos, para un segundo después fijar su mirada en Myungsoo, señalando a Selene.
-¿Ha reco…?-Myungsoo asintió, sin necesidad de explicar nada más. Sungyeol y Nana chocando sus palmas a modo de eufórica victoria.
-Chicos, tenemos que irnos, rápido. Tao viene y puede llegar en cualquier momento. Vamos, vamos, corred.
-¿Tao viene? ¡¿Y a que estáis esperando?! ¡Iros! –Gritó Nana, poniendo los brazos en jarras. Selene y Myungsoo fruncieron el ceño.
-Nos vamos todos.-Afirmó Selene.-Vamos.-Sungyeol y Nana se miraron, poco convencidos.
-No tendríais ni que habernos avisado, deberíais estar ya lejos. Vamos, corred, si hace falta os cubriremos las espaldas, pero no estéis ni un minuto más aquí.
-¡YA VIENE!-Saltó Selene, entrando en pánico, agarrando el brazo de Myungsoo, que permanecía a su lado, angustiado a su vez.
-Iros de una vez, le engañaremos de alguna forma. ¡Corred!
Sin poder hacer otra cosa, la pareja salió de la casa lo más deprisa que le dejaron sus pies y el sigilo con los que los posaban en el suelo, paso a paso.
Sungyeol y Nana se miraron y asintieron, haciendo lo que tenían planeado. Ocuparon sus mentes con pensamientos de fuga, creando en su imaginación una escena perfectamente creíble para conseguir engañar a Tao, hacerle pensar que eran Myungsoo y Selene. Solo había un problema: si funcionaba y no iba tras Selene y Myungsoo… ¿Qué probabilidades tendrían de escapar?
Aun siendo meticulosos con aquello que pensaban, fueron arrastrándose hasta el vestíbulo, donde estaba la puerta, ya abierta, que les llevaría a la libertad. Salieron con cuidado, y sin mirar atrás. En el segundo en el que miraron al cielo azul sobre sus cabezas, fue el
segundo en el que una sombra oscura pasó como una exhalación a su lado, sin entretenerse con ellos, solo buscando su objetivo.
Ahogaron un grito, y fueron tras él, aun sin poder igual su velocidad salvaje. Era realmente rápido.
Tao
No le llevó ni siquiera un instante sospechar sobre la pequeña trampa que le estaban intentando tender. Sonrió a mitad de su paso, consiguiendo reconocer la fuente de esos pensamientos. Sungyeol y Nana. Agitó la cabeza, algo exasperado, aunque herido en su orgullo por que creyeron que eso les iba a funcionar.
Suspiró y frunció el ceño exasperado. Entonces Myungsoo y Selene… ¿Dónde estaban? Se volvió a concentrar, aun dejando transcurrir un poco más de tiempo. Inspiró y dejó fluir sus poderes, que se desplegaron en todas direcciones, rápidos.
Allí. No demasiado lejos, corriendo para salvar sus vidas. Agarró con fuerza la espada, manteniéndola a su lado, mientras él también se dispuso a ir tras ellos, compitiendo con su velocidad.
Atravesó la puerta, dejando atrás a aquellos pobres embusteros, siguiendo la pista a su verdadero objetivo. Conocía demasiado bien a Selene, no podía darse por vencido. Tarde o temprano le faltaría el aire, no estaba entrenada. Myungsoo se pararía con ella, y él… No perdería el tiempo.
Sus piernas le permitían ir a una velocidad exorbitante, alcanzando a ver sus espaldas en muy poco. Tensó la mandíbula y apretó aún más el paso. Como había predicho, un rato después, cuando estaba a pocos metros de ellos, Selene aminoró la marcha, deteniéndose a respirar, agotada. Myungsoo se detuvo a su lado, aunque loco de angustia.
“Selene… Venga, vamos. Te llevo si hace falta, pero… Por favor, por favor… No podemos parar.” Selene asintió, tomando todo el aire que pudo, dispuesta a correr de nuevo, aunque tosió a mitad de su respiración.
Tao se acercó rápido y sigiloso como un puma, como solo alguien como él, con esa obsesión y técnica en artes marciales, podría. Empuñó el sable, manteniéndolo paralelo al suelo, agarrándolo con ambas manos, mientras sus pasos le seguían guiando hasta donde estaban ambos.
Myungsoo miraba las mejillas sonrosadas de Selene, sonriendo con un gran nudo en la garganta mientras la contemplaba. “No puedo perderla” Se dijo a sí mismo, acariciando su mentón, diciéndola que no pasaba nada, antes de ver el miedo reflejado en sus ojos. No tuvo tiempo de volver la vista atrás.
“Lo lamento, hermanito” Sonrió, dejando el filo de la espada recorrer el cuello de Myungsoo con la fuerza que impregnaba el brazo de Tao y la velocidad de la carrera, lacerando su piel, rasgando sus músculos, dejando la sangre fluir libre de su cuerpo.
Tao exhaló el aire que había contenido, conforme con lo que él consideraba toda una proeza. Ya estaba hecho. Se había quitado a Myungsoo del medio, murmuraba para sí mismo, al tiempo que le veía caer sobre sus rodillas, dándose cuenta demasiado tarde e incrédulo de que la vida se estaba escapando de su cuerpo a una velocidad vertiginosa. Para cuando la espalda de Tao chocó al fin contra el suelo, sus ojos ya no tenían vida.
-¡Myungsoo…!
Selene se sentía morir, incapaz de hacer otra cosa más que pronunciar su nombre a cada instante, como si de alguna forma, pudiera llamarle de vuelta allí, de regreso de la muerte.
-No puedes.-Siseó Tao, contemplando el brillante filo de su arma con admiración.
Selene
De nuevo estaba pasando, otra vez. Como si la hubieran lacerado a ella también con esa espada, se notaba herida, atravesada por las agudas punzadas de dolor que se aposentaban en su pecho, inmovilizándola con esa pesada rigidez. Si se movía dolería aún más, y solo podría llorar.
Sin emitir ningún sonido, se derrumbó sobre sus rodillas, que se empaparon nada más tocar el charco de sangre que se extendía bajo Myungsoo. No podía ser posible. Ese cuerpo amado, el cual estaba silente ya, sin que pudiera oír su corazón latir, o su respiración. No quedaba nada que pudiera decirle que seguía vivo.
El sol se ocultó bajo las negras nubes que habían cubierto el cielo en poco segundos. El Fin comenzaba.
-Selene, ya no puedes hacer nada, ahora solo puedes quedarte conmigo. Solo yo puedo hacerte feliz.-Al ver que no se inmutaba, continuó.- Déjalo, ya no tiene sentido.-Dijo con voz potente Tao, imponiéndose ante la trágica imagen que contemplaba.
Selene no se molestó en contestar, demasiado conmovida con el cuerpo yacente a su lado, acariciándolo sin poder creer lo que pasaba, mientras algunas lágrimas escapaban de sus ojos. No sentía nada, no reconocía a nadie, solo tenía ojos para Myungsoo, aunque su visión le hacía clavarse más profundamente la daga ardiente que pesaba en su corazón.
-Está muerto, Selene.
-Pronto lo estaremos todos.-Murmuró con desprecio, a la vez que un ligero temblor resonaba contra las montañas cercanas, llegando hasta donde estaban, suavemente. Tao agitó la cabeza.
-Él está muerto y yo soy todo lo que necesitas. Sé todo lo que te gusta, tus comidas favoritas, la ropa, lo que quieres hacer en tu tiempo libre, todo tu pasado…
-Como si importara. Jamás serás él…-Rugió con voz quebrada, reuniendo todo el desprecio que pudo, antes de regresar su atención a Myungsoo, moviéndole contra un costado, intentando hacer que la sangre no siguiera fluyendo, apretando sobre la herida, desesperada.
-No va a funcionar, ¿no te das cuenta? Ven conmigo.
-¡CÁLLATE!-Sentenció dirigiéndole una mirada de odio dolorida. Un segundo después volvió a desviarla, sin importarle lo que pasara.
Tao se revolvió en su sitio, humedeciéndose los labios, y negando con la cabeza. “Te demostraré lo equivocada que estás, una vez te lleve conmigo.” Fue hasta ella, cogiendo su brazo, alejándola de Myungsoo, pero no esperó que la desesperación le diera fuerza sobrenatural. Clavó sus uñas hasta hacerle heridas sangrantes en las manos, debilitando su garra, y deslizándose debajo de su cuerpo.
Justo cuando, aun con el ceño fruncido, iba a volver a abalanzarse sobre ella con mayor decisión, sintió un dolor agudo en su sien. Su visión se oscureció, la sangre también comenzó a cubrir su piel. Era tibia y espesa. Dolía irremediablemente. “Te advertí… Que te arrepentirías”
-…Hehehe… El dinero es mío, es mío. ¡SOLO MÍO!... Hehehe. No me quieres ayudar… Lo conseguiré yo, ¡no te necesito! ¡Nunca, nunca, nunca!... Hehehe…
Tao se desplomó en el suelo, sintiéndose incapaz de mantenerse erguido. No sentía su cuerpo, no era apenas consciente. Solo quería parar el dolor. Notó un nuevo golpe en la nuca, de nuevo una piedra, aún más grande, que le hizo sucumbir en la oscuridad.
-Es mío, mío… Hehehe…-Momo gritaba, lanzando más piedras contra un cuerpo que ya no se movía.
Selene comprobó consternada que Tao casi había perdido sus constantes vitales. Se obligó a alzar la vista, mirando la turbia situación que se desarrollaba en ese momento. Momo acercándose a Tao, socarrón, burlesco, Tao agarrando con sus últimas fuerzas su sable… Para acabar hundiéndolo en el abdomen a aquel ser avaricioso y loco. El acero traspasó su cuerpo, paralizando su risa para siempre.
Selene pestañeó, aun siendo apenas consciente de lo que estaba pasando. Tao dejó caer su brazo con un último suspiro, una pequeña sonrisa, y una mirada queda que se dirigió hasta ella. Su energía se agotaba, solo reconocía una sombra, y sangre. Su pecho no respondía sus órdenes, así como tampoco lo hacía su latir. Su cuerpo le era ajeno, distante. Era libre.
“Adiós” formó con sus labios, la sangre cubriendo su cara casi por completo. No volvió a respirar, ni a cerrar los ojos. Se quedó en esa posición, inerte, como una gran estatua griega. Sin una expresión violenta en la cara, solo una media sonrisa, un recuerdo vago de lo que una vez había sido. Ninguna maldad exhalaba su cuerpo ya. Había acabado.
Nana
Para cuando consiguieron alcanzar a ver a sus compañeros, solo pudieron apreciar a Myungsoo en el suelo, herido. Sin perder tiempo llamaron a las emergencias, hablando desesperados con su interlocutor, mientras seguían contemplando como transcurrían los hechos, a la vez que se acercaban a toda prisa, hasta que Momo hizo su aparición y frenaron, incrédulos y paralizados.
Tao… Momo… En el suelo, sin que nada les turbara, solo el aire que removía sus cabellos, dándoles un aspecto aún más desamparado, si cabía. Selene con la mirada perdida, arrodillada en medio de aquel caos aterrador. Se acercaron con pasos lentos, con miedo a lo que iban a encontrar. No se atrevieron a tomar el pulso de Myungsoo, temerosos por lo que pudieran encontrar, a juzgar por la actitud de Selene. Ni siquiera parecía que estuviera viva ella, si no fuera por su ligera respiración.
Nana consiguió llegar hasta ella para acariciar su hombro levemente, intentando de forma torpe darle algún ánimo.
-La ambulancia viene de camino. Solo espera un poco más…
Asintió imperceptiblemente, presionando de nuevo el cuello de Myungsoo, intentado hacer algo que acabara con su desesperación. No había nada, nada. Ningún sonido, ningún color. Estaban abandonados en aquel día oscuro y silencioso.
El pitido de las ambulancias rompió aquel marco, consiguiendo sacar a Sungyeol y Nana de parte de su angustia. Ayudaron a llevar a Myungsoo dentro, intentando convencerles de que hicieran todo lo que estuvieran en sus manos.
Tao y Momo también fueron recogidos esa vez, transportados hasta el hospital como fallecidos en el acto. No había ningún tipo de solución posible.
El mar se revolvió contra la orilla. Las olas formando grandes masas negras de agua. El Fin se acercaba lenta e inexorablemente, aunque ellos se alejaran de aquel lugar. No podían huir.
Tao
-Tao… Sabes que te vas a arrepentir… Hehehe…- Siguió riendo Momo, aun habiendo perdido su siniestra sonrisa.
Zitao le agarraba del cuello de la chaqueta, levantándole varios centímetros del suelo. De sus ojos saltaban casi chispas de pura furia. No dependía de él, no le necesitaba, no iba a seguir siendo su juguete. Nunca más.
-Sé perfectamente lo que tengo que hacer.-Siseó con rabia, alzándole por encima de su cabeza, presionando su cuello sin darse cuenta de la fuerza que imprimía en ello.- Y no pienso conseguir más dinero para ti. ¡FUERA!-Gritó lanzándole contra el suelo, haciéndole caer varios metros más allá, con un sonoro golpe que lo dejó en el sitio.
Tomó aire, e hizo una mueca de desprecio, mientras miraba a aquel hombre que creía haberle tenido en sus manos. Escupió en la arena a su lado y se dio la vuelta, enfrentando el camino que llevaba a su casa de nuevo, listo para llevar su plan acabo, sin dejar que nada más pudiera entorpecerse en su camino.
“Espera y verás, Tao. No sabes con quién estás jugando…” Tao simplemente rio ante esos pensamientos, considerándolos divertidos y absurdos. “Por supuesto que veré… Una vida sin ti a mi alrededor, eso es lo que veré. Estúpida rata repugnante.”
-Puff, Sungyeol. Esto me está volviendo loca, voy a ir a echar un vistazo.
Antes de que Sungyeol pudiera coger su brazo y detenerla, ella ya estaba a mitad de camino corriendo de puntillas por el pasillo. “Solo una ojeada” Se asomó con cuidado, para comprobar lo que sucedía. Ocultó su risa, tapándose la boca con una mano, mientras que con la otra llamaba a Sungyeol para que se acercara a mirar. Este resopló, y atisbó por encima de la cabeza de Nana lo que sucedía en la cocina. Abrió la boca por la sorpresa, y regresó al pasillo intentando no hacer ruido con sus carcajadas.
-Creo que…-Murmuró intentando no reír.- Ha funcionado.- Nana asintió conforme.
Ni siquiera habían necesitado más de veinte minutos a solas para volver a estar el uno en los brazos del otro. Allí estaban, besándose, acariciando sus mejillas silenciosamente, reconociéndose de nuevo, en un momento que hasta a Sungyeol y Nana les hacía tener la piel de gallina.
-Ni siquiera se han dado cuenta de que les hemos visto… -Susurró Nana, agitando la cabeza, sonriente.
-Estaban demasiado ocupados comiéndose la boca.- Dijo Sungyeol, volviendo a entrar en la habitación, antes de ser golpeado por Nana.- ¿Qué? –Rio.- ¿Me vas a decir lo contrario?-Nana suspiró, antes de chasquear la lengua por un momento y revolverse en sus pensamientos.- Ya, sé lo que estás pensando. Deberíamos seguir el plan.-Ella frunció el ceño, con gesto interrogante.
-¿Qué plan?
Sungyeol murmuró un breve “Tao” y Nana recordó perfectamente todo lo que habían hablado semanas antes, cuando estaban aún en el hotel. La estrategia que habían elaborado, para cuando Tao y Myungsoo pudieran encontrarse. “Lo más importante es que no puedan atacarse, o si no…”
-Ya, cierto. Ese plan. Debemos cubrirles las espaldas y evitar que se vean ¿no?-Sungyeol asintió, serio.
-Sí. Tenemos que entretener a Tao y hacer que se…
Se detuvieron asustados, en cuanto llamaron a la puerta.
Tao
Sin darse ninguna prisa, sino más bien retocando los últimos detalles de la idea que tenía en mente, regresó a la terraza, desde donde subió directamente al ático, en busca de su preciado sable.
La habitación era pequeña, oscura y el aire allí era muy viciado, pero tampoco se entretuvo gran rato. Tanteó en la pared en busca de la vaina donde estaba guardado, y en cuanto la tuvo entre sus manos, bajó de allí sin darse tiempo a cerrar la puerta.
Entró en la casa junto con una ráfaga de viento que hizo a las cortinas alzarse del suelo. Miró a su alrededor, pero Selene no estaba allí. Seguiría en la habitación. “Perfecto” Espada en mano, se dejó llevar hasta la cocina, dispuesto a continuar hasta la habitación de Myungsoo con inmediatez. Lo único que lo detuvo unos segundos, fue el hecho de contemplar un desayuno perfectamente preparado en la mesa que ni siquiera había sido tocado. Frunció el ceño, sin saber que debía pensar de ello. ¿Sería el de Selene? ¿Por qué no lo había tomado entonces?
Chasqueó la lengua, fastidiado, y regresó atrás, solo para asegurarse de… “¡Mierda!” Selene no estaba en la habitación, ni en el baño, ni en la terraza. “No puede ser posible”
-¡SE…!- Quería gritar su nombre, pero su fuero interno no le dejó. No. Si no estaba allí, no había tomado el desayuno… ¿Se había marchado? ¿Se estaba escondiendo?
Agitó la cabeza, mientras sus pensamientos se oscurecían, poniéndose en la peor situación posible, y tornando su razón en locura. Corrió hasta las habitaciones de los sirvientes, abriendo todas las puertas, con sus poderes alerta. No había nadie allí. Inspiró con fuerza y se concentró aún más. Debían estar cerca, allí mismo, y los encontraría.
“Corre, corre, corre” “Vamos, puff... ¿No he hecho ruido, verdad? No, venga” “Ya está, ya está… Lo vamos a conseguir” “… Vamos Selene…”
Ni siquiera se molestaban en acallar sus pensamientos. “Muy mal…” Murmuró Tao, sonriendo, mientras se relamía los labios. Ni siquiera estaban fuera de la casa, solo habían conseguido llegar a la entrada, lo que significaba que estaban a pocos pasos de allí. Y no avanzarían más.
Myungsoo
-Tenemos que huir.- Dijo cogiendo rápidamente su mano, y llevándola fuera de la cocina. Selene se resistió un momento, volviendo la vista atrás.
-¿No debería recoger…?-Miró a Myungsoo, que negaba con una mirada asustada. No iba a correr ese riesgo.
-No necesitamos nada, solo salir de aquí.
Tras eso, Selene asintió, considerando lo que acababa de decir algo absurdo, cuando sabía que Tao estaba en la puerta de la casa, y debían irse de allí enseguida. Se precipitaron hacia el vestíbulo, corriendo hasta llamar a Sungyeol y Nana, siempre teniendo en cuenta donde estaba Tao.
-Ha subido arriba, no sé qué estará haciendo.-Murmuró Selene, un momento antes de que les abrieran la puerta.
Sungyeol y Nana les miraron alternativamente, antes de observarse entre ellos, para un segundo después fijar su mirada en Myungsoo, señalando a Selene.
-¿Ha reco…?-Myungsoo asintió, sin necesidad de explicar nada más. Sungyeol y Nana chocando sus palmas a modo de eufórica victoria.
-¿Tao viene? ¡¿Y a que estáis esperando?! ¡Iros! –Gritó Nana, poniendo los brazos en jarras. Selene y Myungsoo fruncieron el ceño.
-Nos vamos todos.-Afirmó Selene.-Vamos.-Sungyeol y Nana se miraron, poco convencidos.
-No tendríais ni que habernos avisado, deberíais estar ya lejos. Vamos, corred, si hace falta os cubriremos las espaldas, pero no estéis ni un minuto más aquí.
-¡YA VIENE!-Saltó Selene, entrando en pánico, agarrando el brazo de Myungsoo, que permanecía a su lado, angustiado a su vez.
-Iros de una vez, le engañaremos de alguna forma. ¡Corred!
Sin poder hacer otra cosa, la pareja salió de la casa lo más deprisa que le dejaron sus pies y el sigilo con los que los posaban en el suelo, paso a paso.
Sungyeol y Nana se miraron y asintieron, haciendo lo que tenían planeado. Ocuparon sus mentes con pensamientos de fuga, creando en su imaginación una escena perfectamente creíble para conseguir engañar a Tao, hacerle pensar que eran Myungsoo y Selene. Solo había un problema: si funcionaba y no iba tras Selene y Myungsoo… ¿Qué probabilidades tendrían de escapar?
Aun siendo meticulosos con aquello que pensaban, fueron arrastrándose hasta el vestíbulo, donde estaba la puerta, ya abierta, que les llevaría a la libertad. Salieron con cuidado, y sin mirar atrás. En el segundo en el que miraron al cielo azul sobre sus cabezas, fue el
segundo en el que una sombra oscura pasó como una exhalación a su lado, sin entretenerse con ellos, solo buscando su objetivo.
Ahogaron un grito, y fueron tras él, aun sin poder igual su velocidad salvaje. Era realmente rápido.
Tao
No le llevó ni siquiera un instante sospechar sobre la pequeña trampa que le estaban intentando tender. Sonrió a mitad de su paso, consiguiendo reconocer la fuente de esos pensamientos. Sungyeol y Nana. Agitó la cabeza, algo exasperado, aunque herido en su orgullo por que creyeron que eso les iba a funcionar.
Suspiró y frunció el ceño exasperado. Entonces Myungsoo y Selene… ¿Dónde estaban? Se volvió a concentrar, aun dejando transcurrir un poco más de tiempo. Inspiró y dejó fluir sus poderes, que se desplegaron en todas direcciones, rápidos.
Allí. No demasiado lejos, corriendo para salvar sus vidas. Agarró con fuerza la espada, manteniéndola a su lado, mientras él también se dispuso a ir tras ellos, compitiendo con su velocidad.
Atravesó la puerta, dejando atrás a aquellos pobres embusteros, siguiendo la pista a su verdadero objetivo. Conocía demasiado bien a Selene, no podía darse por vencido. Tarde o temprano le faltaría el aire, no estaba entrenada. Myungsoo se pararía con ella, y él… No perdería el tiempo.
Sus piernas le permitían ir a una velocidad exorbitante, alcanzando a ver sus espaldas en muy poco. Tensó la mandíbula y apretó aún más el paso. Como había predicho, un rato después, cuando estaba a pocos metros de ellos, Selene aminoró la marcha, deteniéndose a respirar, agotada. Myungsoo se detuvo a su lado, aunque loco de angustia.
“Selene… Venga, vamos. Te llevo si hace falta, pero… Por favor, por favor… No podemos parar.” Selene asintió, tomando todo el aire que pudo, dispuesta a correr de nuevo, aunque tosió a mitad de su respiración.
Tao se acercó rápido y sigiloso como un puma, como solo alguien como él, con esa obsesión y técnica en artes marciales, podría. Empuñó el sable, manteniéndolo paralelo al suelo, agarrándolo con ambas manos, mientras sus pasos le seguían guiando hasta donde estaban ambos.
Myungsoo miraba las mejillas sonrosadas de Selene, sonriendo con un gran nudo en la garganta mientras la contemplaba. “No puedo perderla” Se dijo a sí mismo, acariciando su mentón, diciéndola que no pasaba nada, antes de ver el miedo reflejado en sus ojos. No tuvo tiempo de volver la vista atrás.
Tao exhaló el aire que había contenido, conforme con lo que él consideraba toda una proeza. Ya estaba hecho. Se había quitado a Myungsoo del medio, murmuraba para sí mismo, al tiempo que le veía caer sobre sus rodillas, dándose cuenta demasiado tarde e incrédulo de que la vida se estaba escapando de su cuerpo a una velocidad vertiginosa. Para cuando la espalda de Tao chocó al fin contra el suelo, sus ojos ya no tenían vida.
-¡Myungsoo…!
Selene se sentía morir, incapaz de hacer otra cosa más que pronunciar su nombre a cada instante, como si de alguna forma, pudiera llamarle de vuelta allí, de regreso de la muerte.
-No puedes.-Siseó Tao, contemplando el brillante filo de su arma con admiración.
Selene
De nuevo estaba pasando, otra vez. Como si la hubieran lacerado a ella también con esa espada, se notaba herida, atravesada por las agudas punzadas de dolor que se aposentaban en su pecho, inmovilizándola con esa pesada rigidez. Si se movía dolería aún más, y solo podría llorar.
Sin emitir ningún sonido, se derrumbó sobre sus rodillas, que se empaparon nada más tocar el charco de sangre que se extendía bajo Myungsoo. No podía ser posible. Ese cuerpo amado, el cual estaba silente ya, sin que pudiera oír su corazón latir, o su respiración. No quedaba nada que pudiera decirle que seguía vivo.
El sol se ocultó bajo las negras nubes que habían cubierto el cielo en poco segundos. El Fin comenzaba.
-Selene, ya no puedes hacer nada, ahora solo puedes quedarte conmigo. Solo yo puedo hacerte feliz.-Al ver que no se inmutaba, continuó.- Déjalo, ya no tiene sentido.-Dijo con voz potente Tao, imponiéndose ante la trágica imagen que contemplaba.
Selene no se molestó en contestar, demasiado conmovida con el cuerpo yacente a su lado, acariciándolo sin poder creer lo que pasaba, mientras algunas lágrimas escapaban de sus ojos. No sentía nada, no reconocía a nadie, solo tenía ojos para Myungsoo, aunque su visión le hacía clavarse más profundamente la daga ardiente que pesaba en su corazón.
-Está muerto, Selene.
-Pronto lo estaremos todos.-Murmuró con desprecio, a la vez que un ligero temblor resonaba contra las montañas cercanas, llegando hasta donde estaban, suavemente. Tao agitó la cabeza.
-Él está muerto y yo soy todo lo que necesitas. Sé todo lo que te gusta, tus comidas favoritas, la ropa, lo que quieres hacer en tu tiempo libre, todo tu pasado…
-Como si importara. Jamás serás él…-Rugió con voz quebrada, reuniendo todo el desprecio que pudo, antes de regresar su atención a Myungsoo, moviéndole contra un costado, intentando hacer que la sangre no siguiera fluyendo, apretando sobre la herida, desesperada.
-No va a funcionar, ¿no te das cuenta? Ven conmigo.
-¡CÁLLATE!-Sentenció dirigiéndole una mirada de odio dolorida. Un segundo después volvió a desviarla, sin importarle lo que pasara.
Tao se revolvió en su sitio, humedeciéndose los labios, y negando con la cabeza. “Te demostraré lo equivocada que estás, una vez te lleve conmigo.” Fue hasta ella, cogiendo su brazo, alejándola de Myungsoo, pero no esperó que la desesperación le diera fuerza sobrenatural. Clavó sus uñas hasta hacerle heridas sangrantes en las manos, debilitando su garra, y deslizándose debajo de su cuerpo.
Justo cuando, aun con el ceño fruncido, iba a volver a abalanzarse sobre ella con mayor decisión, sintió un dolor agudo en su sien. Su visión se oscureció, la sangre también comenzó a cubrir su piel. Era tibia y espesa. Dolía irremediablemente. “Te advertí… Que te arrepentirías”
-…Hehehe… El dinero es mío, es mío. ¡SOLO MÍO!... Hehehe. No me quieres ayudar… Lo conseguiré yo, ¡no te necesito! ¡Nunca, nunca, nunca!... Hehehe…
Tao se desplomó en el suelo, sintiéndose incapaz de mantenerse erguido. No sentía su cuerpo, no era apenas consciente. Solo quería parar el dolor. Notó un nuevo golpe en la nuca, de nuevo una piedra, aún más grande, que le hizo sucumbir en la oscuridad.
Selene comprobó consternada que Tao casi había perdido sus constantes vitales. Se obligó a alzar la vista, mirando la turbia situación que se desarrollaba en ese momento. Momo acercándose a Tao, socarrón, burlesco, Tao agarrando con sus últimas fuerzas su sable… Para acabar hundiéndolo en el abdomen a aquel ser avaricioso y loco. El acero traspasó su cuerpo, paralizando su risa para siempre.
Selene pestañeó, aun siendo apenas consciente de lo que estaba pasando. Tao dejó caer su brazo con un último suspiro, una pequeña sonrisa, y una mirada queda que se dirigió hasta ella. Su energía se agotaba, solo reconocía una sombra, y sangre. Su pecho no respondía sus órdenes, así como tampoco lo hacía su latir. Su cuerpo le era ajeno, distante. Era libre.
“Adiós” formó con sus labios, la sangre cubriendo su cara casi por completo. No volvió a respirar, ni a cerrar los ojos. Se quedó en esa posición, inerte, como una gran estatua griega. Sin una expresión violenta en la cara, solo una media sonrisa, un recuerdo vago de lo que una vez había sido. Ninguna maldad exhalaba su cuerpo ya. Había acabado.
Nana
Para cuando consiguieron alcanzar a ver a sus compañeros, solo pudieron apreciar a Myungsoo en el suelo, herido. Sin perder tiempo llamaron a las emergencias, hablando desesperados con su interlocutor, mientras seguían contemplando como transcurrían los hechos, a la vez que se acercaban a toda prisa, hasta que Momo hizo su aparición y frenaron, incrédulos y paralizados.
Nana consiguió llegar hasta ella para acariciar su hombro levemente, intentando de forma torpe darle algún ánimo.
-La ambulancia viene de camino. Solo espera un poco más…
Asintió imperceptiblemente, presionando de nuevo el cuello de Myungsoo, intentado hacer algo que acabara con su desesperación. No había nada, nada. Ningún sonido, ningún color. Estaban abandonados en aquel día oscuro y silencioso.
El pitido de las ambulancias rompió aquel marco, consiguiendo sacar a Sungyeol y Nana de parte de su angustia. Ayudaron a llevar a Myungsoo dentro, intentando convencerles de que hicieran todo lo que estuvieran en sus manos.
Tao y Momo también fueron recogidos esa vez, transportados hasta el hospital como fallecidos en el acto. No había ningún tipo de solución posible.
El mar se revolvió contra la orilla. Las olas formando grandes masas negras de agua. El Fin se acercaba lenta e inexorablemente, aunque ellos se alejaran de aquel lugar. No podían huir.
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