25# Inolvidable tú. El comienzo del fin.
“¿Estará segura, verdad? Sí, el médico parecía estar preocupado, no le hará daño… ¿No?” Nana caminaba pensativa entre los pasillos del recinto, impaciente. “Sí, sí, seguro que está bien. Además enseguida vamos para allá. En cuanto lleguen estos…” ¿Y dónde estaban? ¿Por qué tardaban tanto? Nana resoplaba dando vueltas, sin saber muy bien que hacer. “Esperar y  esperar…”
Cuando sintió una agitación en la puerta, se mantuvo de pie, rezando para que diera resultado lo que habían pensado.

-Sungyeol, ¿estás preparado…?-Este asintió, espolvoreando un poco más de polvo de talco sobre su cara, y sombra de ojos morada, creando una enormes ojeras, que daban verdaderamente grima.
-¿Parezco lo… Su-suficientemente enferma? –Murmuró con una mueca de dolor, encogiéndose sobre sí mismo, imitando el sonido de una arcada al terminar. Actuaba muy bien, parecía real.
Llegaron al lugar, mientras se metían aún más en el papel. A Myungsoo no le costaba hacerse el preocupado, pues ya lo estaba, y Sungyeol comenzaba a sentir incluso un verdadero malestar de tanto fingir. Se acercaron a las puertas, Myungsoo delante, con una verdadera cara de pánico. Los guardias les miraban sorprendidos. Nunca antes alguien se había acercado, aquello era una novedad inquietante.
-¡Por favor! ¡Por favor! ¡Necesito un médico! ¡Es urgente! –Gritaba el más joven, suplicante.- ¡Por favor! No sé qué la pasa… Por favor, está embarazada, si algo le sucede a mi hijo… ¡Necesita ayuda! ¡AYUDA! ¡HAGAN ALGO!- Dijo con lágrimas en los ojos.

Desde dentro, se miraron sin saber qué hacer, pero con cada grito, perdían un poco más la capacidad para pensar. “¿Les dejamos pasar?” “¿Cómo vamos a hacerlo? Está prohibido?” “Pero solo va a ser un momento. Mírala, parece que… Está muy mal. No tienen por qué enterarse de qué va todo esto, solo necesitan un médico…” “Pero, venga ya, que se busquen la vida en otra parte…” “¿Qué pasa aquí?” “¿Les dejamos pasar?” “Abrid la puerta, avisar a alguien de enfermería, que se ocupen de que no salgan de allí.”


Lentamente, fueron levantando la puerta de la fortaleza, indicándoles por dónde ir, hasta que llegaron dentro. Una vez hubo más luz, Sungyeol se cubrió sutilmente la cara, para no ser descubierto. Afortunadamente, no hizo falta mucho más.
-Soy Nana de la sección de investigación. ¿Qué sucede aquí?
-Nana-shii, ¿te importaría hacerte cargo? Llévales a la enfermería, no reveles nada, solo guíalos allí y cuando este mejor, haz que se vayan. Tenemos que volver a nuestro puesto.
-Claro, lo haré sin problemas. –Murmuró sonriente. Como sabía que ellos no se iban a ocupar pudiendo ordenarla que lo hiciera. Por una vez, le era útil aquello.
Se fue con Sungyeol y Myungsoo, hasta que perdieron de vista a todos los guardias. Una vez solos, les dirigió hasta las mazmorras sin perder un segundo. Ellos, siguiéndola por atrás se miraban nerviosos de vez en cuando. ¿Iba a ser así de fácil? Algo parecía ir mal. Nana también caminó más rápido, sentía que algo no iba bien.
-Chicos… No os preocupéis, no puede salir mal.-Les dijo, dándoles ánimos a ellos, y a ella misma.


Se acercó a ella  lentamente, casi con miedo de tocarla. Realmente era Alpha. Antes de poder moverse más, escuchó de nuevo ese nombre surgiendo de los labios de ella. Myungsoo.
Ese era el nombre que habría llevado su hijo, al que nunca conoció. La imagen de aquella mujer, a la que puede que hubiera llegado a amar se formó en su memoria, trayéndole recuerdos de una tarde soleada, llena de sonrisas y canticos de pájaros. Ella jugaba entre los árboles, animándole a que la acompañara, con una mirada pícara. Mientras caminaba, susurraba nombres y cerraba los ojos, volviendo a escapar a su paraíso privado. “¿En qué piensas ahora?” No respondió, solamente siguió acariciando los frescos tallos de las flores alrededor, susurrando un solo nombre. “¿Qué te parece Myungsoo?” “Ah… Está bien, supongo. ¿Por qué lo dices?” Acarició su vientre, jugando con los dedos en su piel, sonriendo. “Se llamará Myungsoo entonces.”


¿Podía ser una simple casualidad? ¿Qué los tres estuvieran involucrados así? ¿Qué su hijo hubiera cometido aquella locura, por unos simples celos? “Sabes que no. Es su destino” Suspiró, cogiendo aquella pequeña mano, delgada y pálida. “Se parece tanto a su madre…” murmuró el doctor cabizbajo.
Ahora podía conocer perfectamente lo que estaba sucediendo. Sabiendo que su otro hijo estaba vivo, no tenía ninguna duda, aunque no supiera como enfrentarse a ello. Pensó que lo mejor sería el dialogo, explicárselo a ambos, y a ella. Antes de que sucediera lo peor.
Sintió pena de sí mismo y de ellos. “El Destino siempre nos va a jugar  malas pasadas a todos” Asegurando su pulso, y dándole varios analgésicos, se ocupó de que Selene pudiera recuperar la consciencia y dormir lo más que pudiera. El siguiente día no iba a ser fácil tampoco. Apostaban por un todo o un nada, no había término medio.
Cuando iba a salir de allí, aún pensaba en la explicación que vendría luego, pero sus pensamientos se vieron interrumpidos. Alguien se acercaba. Raudo, se apresuró a esconderse tras un tabique de la habitación, a buen recaudo de cualquier cosa que pudiera pasar, poniendo todos sus sentidos en entender qué estaba sucediendo.


Tao llegó allí poniendo cuidado en que no hubiera nadie en los alrededores. Entró en la celda, a oscuras, sin querer dar ninguna luz, pues quizá lo descubrirían. “Aunque no sé por qué las han apagado… Un momento…” En algún sitio escuchaba un murmullo apagado. Unos pensamientos que intentaban frenarse a sí mismos, aunque no lo conseguían del todo. Se preguntaban que hacía él allí, porqué había venido, qué planeaba. Miró a su alrededor, pero no había nadie. Aunque tremendamente molesto, no iba a poder hacer nada. Intentaría que no pudieran saber lo que hacía.
Sigiloso, sin querer perder más tiempo, fue hasta Selene, cuando se dio cuenta de que le habían quitado el casco. Alguien había estado allí. “Pero no la han sacado de aquí. Quizá solo…”
-¿Myungsoo? –Tao intentó controlar su creciente odio y rabia.
-No, soy Tao, Selene, ¿recuerdas? ¿Estás bien? –Respondió con voz melosa.
-¿T-Tao? ¿Qué? –Selene acabó de abrir los ojos, e intentó incorporarse, nerviosa. Miró alrededor, sin saber que era todo aquello, asustada por no reconocer nada, con el cuerpo dolorido y débil. ¿Qué había pasado?- ¿Qué es esto? ¿Dónde…?
-Tranquila, estoy a tu lado. –Susurró, soltando sus cadenas, y cogiendo su mano con delicadeza.- Te sacaré de aquí, no temas. Te atraparon y te encerraron, pero no voy a permitir que te hagan más daño. Ya estoy aquí. Tranquila, ¿vale? –Dijo, acariciando su cabello.
Sabía que Selene no se fiaba de él, pero poco a poco iba convenciéndola de que lo hiciera. Ella estaba asustada y fuera de lugar, y lo único que conocía era a Tao. Él era lo único a lo que atenerse.
-Tao… Vámonos de aquí, por favor.
-Pronto estarás bien, te lo prometo. Solo confía en mí. ¿Lo harás?
Selene se tomó su tiempo para contestar, en parte por el dolor que presionaba su cabeza, por otra parte porque se entretuvo intentando recordar cómo había llegado allí, y dónde estaría Myungsoo. ¿Qué había pasado con él? ¿Hace cuánto no le veía? Le parecía muchísimo tiempo. ¿Sabría él lo que había ocurrido? Respirando profundamente, se obligó a pensar en lo que tenía delante en ese momento. Miró a Tao sin saber qué hacer, y… Asintió. En ese momento no se sentía capaz de hacer otra cosa. Solo quería escapar.


Él se sintió feliz por ese instante, y la abrazó sin perder un momento. Estaba fría, y no se movía apenas, pero no le importó, solo pensaba en que al fin, al fin, la tenía entre sus brazos, y ella parecía confiar en él. “Todo va perfecto. Perfecto” Se separó acariciando levemente la piel alrededor de sus ojos, comprobando que ya estaba curándose. Se sintió algo menos culpable por eso, aunque recordando sus gemidos y llantos, llamando a Myungsoo… No dudó en que lo volvería hacer. Debía permanecer así, junto a él, siempre.
-Voy a comprobar que no hay nadie en el camino, no sea que nos pillen escapando. Tú quédate aquí, no te muevas. No pasará nada. Enseguida vuelvo.
Selene asintió de nuevo, demasiado cansada para hacer otra cosa más que observar como Zitao se alejaba por el pasillo. Se quedó sola con su silencio, y un extraño y suave ritmo que no supo identificar. Sus poderes estaban débiles, tanto, que ni siquiera escuchó los pasos que se acercaban.

-Aquí es. Es la última celda.-Introdujo Nana.
-¿Es que no vas a entrar? –Interrumpió Sungyeol en voz baja. Nana lo miró poniendo los ojos en blanco.
-¿Tú que te crees? ¿Qué la seguridad aquí es un chiste? Tú te quedas aquí conmigo vigilando, y luego nos vamos corriendo pasando por enfermería, para que no sospechen que os he llevado a otra parte. Que yo tengo que seguir trabajando aquí, ¿sabéis?
-¿No hay ninguna otra salida? –Nana comenzó a negar, cuando se dio cuenta de que realmente, no tenía ni idea. Para no abochornarse, decidió mostrar seguridad.- De acuerdo. Chicos… Entonces, voy para allá. –Dijo Myungsoo, con una notoria ansiedad.
Caminó por el silencioso y oscuro pasillo hasta la última puerta, sin detenerse a fijarse en nada más. Cuando consiguió enfocar la vista, observó un bulto irregular apoyado en el borde de la cama. ¿Era ella? Apenas conseguía ver nada, solo iluminaba la escena la luz de luna que se colaba por unas rendijas en el techo.
-¿My-Myungsoo? ¿Myungsoo, eres tú? –Murmuró su voz, con una necesidad que le conmovió hasta tal punto, que sintió que jamás olvidaría.


Sin darse tiempo a pensar, sin recordar en absoluto donde estaban, o cual era su situación, corrió hacia ella, notando cuanto la había echado de menos. ¿Cómo había podido vivir así por un segundo siquiera? Sin su voz, su olor, su suavidad, su sonrisa… Estrechándola, pudo notar su rigidez por el dolor, lo fría que estaba su piel, y sus heridas. La había herido. “Tao, algún día me vengaré por lo que has hecho” se prometió, aún asiendo entre sus brazos su cuerpo tembloros, sintiéndose culpable de lo que había pasado, torpe e inútil.
-Selene, larguémonos de aquí.
Cogiendo su mano, la levantó, asegurándose de que podía caminar, aunque fuera lentamente. Selene se sentía rara con su propio cuerpo, como si fuera a fallar en cualquier momento. Myungsoo sonrió a su lado y pellizcó su nariz, haciéndola reír incluso en ese momento.
-Te he echado de…
-Vaya, vaya… ¿Qué tenemos aquí? ¿Pensabais ir a alguna parte? –Murmuró el jefe del escuadrón que había corrido hacia allí a la señal de alarma. Iban potentemente armados y protegidos, como si fueran a la guerra, y no a enfrentarse contra dos jóvenes.- ¡Separaos inmediatamente! ¡Las manos en alto! ¡Suéltala!
Myungsoo y Selene se miraron asustados. No era aquello lo que pensaban que iba a suceder, ninguno lo había visto venir. Selene ni siquiera había escuchado nada… Aunque no era raro, teniendo todos los sentidos concentrados en el chico frente a ella. Se mordió el labio, sintiéndose inútil. Myungsoo la observó, cogiendo coraje para enfrentarse a cualquier cosa, haciendo lo que tuviera que hacer, con tal de protegerla. La colocó detrás de él, a su espalda, manteniéndola alejada del objetivo de aquellos rifles. Ella se abrazó a su jersey por detrás, intentando transmitirle algún tipo de fuerza en ese momento. Myungsoo podía hacerles frente. Sus poderes podían salvarles.
-¿Qué estás haciendo muchacho? ¿Acaso no me has oído? ¡Suéltala! – Pero él hizo caso omiso a sus amenazas, y se mantuvo alerta. Los militares también se prepararon para el ataque. –Por última vez, suéltala. –Murmuró, llevando la mano al gatillo.- Suéltala, o muere, tú decides.
-Yo decido entonces.-Susurró Myungsoo.
Con un golpe de muñeca tres de los cinco hombres que estaban allí salieron despedidos contra la pared. Tomó fuerza de nuevo y con un nuevo giro, y les quitó los rifles a los otros dos. Se miraron confundidos, mientras Myungsoo respiraba, cansado. Solo era el primer asalto. Les observó con un reto marcado en sus ojos. El sudor se escurría por su frente.


Los que ya no tenían arma, sacaron sus machetes y los lanzaron con una puntería sorprendente. Myungsoo torció su trayectoria hasta que se abalanzaron sobre ellos mismos, clavándose en sus piernas. Los gritos y la sangre cubrieron la habitación. Selene se removió incomoda desde atrás. Myungsoo se propuso acabar rápido.
Inspirando de nuevo, esquivó nuevas balas, desviándolas en el aire, formando un escudo invisible a su alrededor. Más objetos fueron contra ellos, pero consiguieron resistir esos asaltos a costa del esfuerzo de Myungsoo.
-¿Qué-qué demonios…?- Murmuró uno de ellos, agotado en el suelo.
Habían perdido las fuerzas para luchar. Todos estaban heridos más o menos gravemente. Myungsoo ya apenas podía respirar, solo podía notar que Selene estaba a su espalda, hecha un ovillo apoyando la frente en su cuerpo. Solo aquel contacto le mantenía consciente. Su determinación por sacarla de allí, por salir, por volver a estar a su lado.
Los ojos se le cerraban, pero ahuyentó aquella pesadez, y agarró la muñeca de Selene, dispuesto a huir. No pensaba dejarla atrás. No otra vez. No quería separarse de ella más.
-Selene… Vámonos de…
Ni siquiera lo vio venir. Estaba demasiado concentrado en mantenerla a su lado, planeando como escapar, queriendo protegerla a toda costa. No notó ningún movimiento, ni siquiera se dio cuenta de que los observaba desde el principio. Ni siquiera ese odio era tan fuerte como su amor.
No sintió apenas dolor, solo notó la oscuridad cernirse sobre él. Sin poder hacer nada. Implacable y letal. Acarició su mejilla una vez más, antes de caer desplomado sobre sus rodillas. No podía suceder, no podía ser.Tenía tantas cosas que decirle… No podía irse aún…
-¡Myungsoo! ¡Myungsoo! Respóndeme, Myungsoo… Myung…
Una nueva bala cayó sobre su cuerpo, creando un mayor charco de sangre a sus pies. Él trataba por mantenerse consciente, pero no podía evitar alejarse cada vez más de allí. Se cogió más fuerte de los brazos de Selene, pero no funcionaba, no conseguía sentirla más cerca. Ya no podía sentir nada. Sus ojos difuminaron su visión, todo se volvió negro. “La última vez…”


-S-s-Selene… Te…-El molesto sabor a hierro ascendió por su garganta, haciéndole toser sangre. Selene se agachó con él, intentando limpiarle, con las manos temblando frenéticamente.- Te… Quiero.
Y así, sintiendo que su cuerpo ya no le pertenecía, se dejó llevar, sin poder hacer nada para evitarlo. Se sumió en una fría oscuridad.
-¡MYUNGSOO! ¡MYUNGSOO!
Selene se abrazó a él, incapaz de dejarle marchar así, pero sin poder hacer nada para cambiarlo. No podía morir, no podía ser. Era absurdo. No estaba pasando. No estaba pasando. No. Estaba. Pasando. No. No.
No supo cuánto tiempo se quedó así, simplemente dejando caer sus lágrimas hasta él, acariciando su pelo, mientras aún sentía el calor que desprendía su cuerpo. Tampoco supo cuando dejó de hacerlo, cuando la cogieron, cuando la llevaron hacia la puerta y la sacaron de allí. No podía ver otra cosa más que el rostro pálido de Myungsoo. No abandonaba la escena, por más que la alejaran de allí.
-Vamos, Selene. Él ya está muerto. 








Comments (2)

On 16 jun 2013, 23:05:00 , GodWolf dijo...

Dios mio que duro el capítulo, me ha encantado, ha sido todo muy épico y bonito t_t

 
On 18 jun 2013, 0:55:00 , Ria dijo...

T.T Más te vale revivir a Myungsoo... o que todo sea un sueño o algo ;___; Que no quiero que muera jooo... Maldito Tao, le estoy cogiendo mania.