Hikari estaba realmente nerviosa, dentro de nada Kyo estaría tocando a su timbre, después de haber estado en casa de este ella estaba cohibida por lo que podría opinar Kyo de aquellos metros cuadrados para pobres, también sentía nervios debido a que su hermana pequeña iba a estar con ellos y no sabía como Kyo se lo tomaría. "No parece un chico al que le gusten los niños pequeños" Pensó Hikari, cada vez que lo hacía se ponía más nerviosa. Todo aquel lio mental se interrumpió con el sonido del timbre que la paralizó. Se levantó y corrió hacia el telefonillo, efectivamente era Kyo y le abrió. Myura corrió hacia Hikari y se escondió detrás de las piernas de esta. Esperaron en la puerta. Cuando pudo ver a Kyo por el pasillo Hikari agachó su cabeza con vergüenza, Kyo sonrió.
-Siento llegar tarde- Se rascó su cabeza
-No pasa nada- Una sonrisa tierna fue suficiente para sonrojar a Kyo. De las piernas de Hikari salió Myura.
-¿Es este tu novio?- Hikari se quedó de piedra y rápidamente lo negó.
-¡NO! ¡NO! ¡No tengo novio!- Bruscamente cambió su expresión al ver que Kyo se agachaba y sonreía a Myura.
-Mira, si parece que esta cita tiene una bonita sorpresa- Acarició el pelo de la niña.
-Tata ¿Es una cita?- Tímidamente miró a Hikari.
-No lo es... ¿Tú que le dices a mi hermana?- Le dio un golpe a Kyo y las dos entraron en la casa.

 Hikari sacó varios aperitivos y se sentaron en el suelo.

-¿Myura no tienes que jugar? Déjanos un momento a solas y luego vamos contigo- Le dio unos golpecitos en la espalda a su hermana.
-Sí, no os preocupéis, os dejo a solas para que os deis besitos- Se marchó corriendo y riéndose. Kyo y Hikari se sonrojaron y no se miraban. Ella fue quien rompió el silencio.


-Lo de Ryosuke ¿Como fue?- Era lo primero que quería saber
-No me perdonó- Tenía la mirada perdida
-Pero...- Kyo la interrumpió.
-No te preocupes, me lo merezco- Sonrió levemente como dando por perdido todo.
-¡No! ¡Me niego! Nadie merece perder a su ser querido- Puso morritos
-He sido yo quien lo ha provocado- Se encogió de hombros
-¡No! Los dos os queréis y...- Kyo la detuvo con un grito
-¡Deja de ser tan tonta e inocente! La vida no es como un cuento donde todo termina feliz- Habló maleducadamente a Hikari debido a que no quería escuchar más aquellas palabras.
-¿Sabes por qué los cuentos terminan felices?- En cambio Hikari estaba calmada
-¿Por qué?- Estaba extrañado de esa pregunta sin venir a cuento
-Porque el escritor se ha dejado los dedos escribiendo aquella historia para que termine de una manera feliz, la vida tal vez no sea como los cuentos que tienen finales felices, pero si es una historia que tú debes de escribir y formar ese final lleno de felicidad con tus gotas de sudor, si te rindes entonces no lograrás ese final que deseas- Suspiró. Kyo se quedó sin palabras, así que Hikari volvió a tomar la palabra.
-¿Por qué estas tan unido a Ryosuke?- El terror inundó el cuerpo de Kyo, en otras condiciones tal vez no lo hubiera contado pero depositó sus confianzas en Hikari y comenzó.
-Verás, Ryosuke, Mei y yo nos conocemos desde pequeños, Ryo siempre fue mi mejor amigo y todo lo hacíamos juntos, estábamos muy unidos. Cuando crecimos más, a mi me detectaron un problema renal, me dijeron que necesitaba un trasplante urgente o si no moriría. Jamás se me olvidará la cara de mi madre, lo mucho que lloró. Mi hermana era demasiado pequeña, mi madre no era compatible ¿Adivinas quien era la única persona en este mundo que me quisiera tanto como para hacerlo? Si. En cambio mi padre ni apareció por motivos de trabajo. Hikari, no sabes lo que es ver que alguien que no es de tu familia te salva la vida y te quiere como nadie lo ha hecho, no sabes lo que es tener algo de esa persona en tu interior, de que pueda sonreír, llorar, caminar, aprender, sentir, estar aquí mirándote, todo gracias a él... y encima ahora lo he perdido todo, lo he cagado, no supe apreciarlo... Me tatué su nombre en mi hombro, el hizo lo mismo, pensé que aquella prueba de amor sobraría ¿Pero sabes? He aprendido que el amor no se demuestra con cosas materiales o con pruebas, he aprendido que se demuestra día a día, minuto a minuto sintiéndolo y dejándolo salir.- Terminó con una sonrisa radiante, sus ojos estaban llorosos, Hikari en cambio estaba llorando.
-Lo siento Kyo, lo siento mucho- Se lanzó a él y lo abrazó.


En unos pequeños suburbios de Japón, Mei estaba frente a una puerta, tocó al timbre y fue Takara quien le abrió. Entró y se dirigió al cuarto de esta, se sentó en la cama.
-¿Qué haces aquí?- Dijo con desprecio Takara
-Vengo en busca de un numero de telefono- La mirada de Mei era traviesa. Takara se dirigió a ella y tumbó a Mei en la cama, introdujo sus manos por debajo de la camiseta de esta y comenzó a tocarle sus pechos con brusquedad. Acercó lentamente sus labios a los de Mei, esta le asestó una hostia y la agarró de los pelos.
-¿Te crees que soy tan barata? Necesito el numero de él- Su mirada desprendía una furia increíble.
-No te hablas con él maldita zorra- Su sonrisa era malvada.
- Sabes que no hay nada que no pueda conseguir- Sonrió y mordió el cuello de Takara.
-Está bien, te lo daré- Mordió su labio


Sakura se vistió y cogió la mochila donde tenía el traje de ballet. Salió de su casa y se dirigió al lugar donde Takamura le dijo que tendría la primera clase. Sakura se detuvo porque recibió un mensaje, lo abrió, como solía ser era de Ryota.
"Sakurita ¿Donde estas? ¡Quiero verte" - Suspiró, ya estaba cansada de aquellos mensajes, había sido demasiado buena así que decidió responderle.
"Lo siento Ryota pero déjame en paz, eres un pesado, no me gustas nada de nada ni me gustaras, si continuas así tomaré otro tipo de medidas"- Apagó su teléfono,  caminó deprisa y enfadada hasta su destino. Una  vez llegó a aquel salón se dispuso a buscar a Takamura. Escuchó la voz de aquel hombre.
-¡Aquí en los aseos! Ven un momento- Sakura sin pensárselo dos veces entró pero no vio a Takamura por ningún lado, se giró bruscamente al oír el ruido de la puerta cerrarse, vio a Takamura ahí.
-Me has asustado- Sakura tenía miedo.
-No te preocupes querida- Aquel señor se acercaba a ella lentamente, estaba aterrorizada, retrocedió pero él la cogió del brazo, Sakura forcejeaba.
-No lo hagas muy difícil- Sonrió, cogió a Sakura y lamió su cara, esta comenzó a gritar.
-Calla perra- La golpeó fuertemente, Sakura gritaba mas y mas, la potencia de los golpes aumentaban proporcionalmente al tono de Sakura, esta cayó al suelo sin poder moverse y con los chorros de sangre recorriendo su cara. 

No podía revolverse, ni hablar, pero si sentir y llorar. Notaba como las manos de aquel desconocido tocaban su cuerpo sin respeto alguno, la repugnancia que sentía era extrema. Los mordiscos en su cuello como si ella fuera una presa, el sobeteo como si ella fuera un objeto, el que robara sus labios con salvajes besos, Sakura intentaba reponerse y detenerle, pero no podía. 

Las lagrimas se mezclaban con la sangre de su cuerpo, el momento en el que notó que faltaba la ropa de abajo fue el instante donde el miedo fue tan grande que pensó que moriría allí mismo, sus lagrimas comenzaron a caer como si un grifo fuera, su voz volvió levemente y solo podía hacer sonidos de dolor puro, aquel hombre comenzó a robarle su honor, allí en aquel suelo frio, era doloroso a más no poder.

Sentía impotencia, miedo, vergüenza, tristeza, culpabilidad, odio, aquella mezcla de sentimientos fue la más fuerte que había sentido nunca y la primera vez en su vida que deseó enserio que su vida terminará allí. Aquel hombre terminó dentro de ella y se marchó dejándola allí, inmóvil, con su dignidad perdida y sus lagrimas mezcladas con el color rojo de la sangre, terminó desmayándose.


Una vez que Mei llegó a su casa se dispuso a llamar a aquel contacto.
-¿Sora? Soy Mei ¿Te acuerdas de mí?- Sonrió mientras mordía su uña
-Sí, me acuerdo, te voy a colgar- Mei se rió.
-Espera, necesito un favor tuyo, además, se cómo puedo agradecértelo-

-Cuenta, esto está más interesante-

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