31# “Me tienes a mí…” De nuevo, sumida en sus ojos negros.
Cuando despertamos, ya era hora de comer. Perezosa, abrí un ojo para mirar la hora, suspirando, sin ganas de hacer nada y agotada, para volver a apoyarme en su hombro, mientras Myungsoo reía ligeramente y giraba la cabeza en mi dirección.
Me llamó, pero me negué a contestarle. Intentó hacerme cosquillas, pero mi cansancio me dio inmunidad contra ellas. Hizo cuanto estuvo en sus manos para intentar que reaccionara, pero al ver que no conseguía su propósito, soltó el aire lenta y ruidosamente, y agitando mi pelo suavemente, se separó de mí para levantarse.
Aquello me despertó y me alarmó sobremanera. En cuanto se despegó de mí, fue como si me amputaran algún miembro. Me deslicé en la cama y le agarré entre mis brazos sin dejar que se moviera de allí. Myungsoo se giró riendo y me pellizcó las mejillas mientras tarareaba una canción. Le hice un puchero, pero no sirvió de nada, pues en cuanto me descuidé, se levantó y fue rápido a ducharse.
La visión de su cuerpo, hizo que me reactivara por completo, recordando la noche que habíamos pasado. Sentí como mis mejillas volvían a arder, y me tapé la cara con las manos, dando vueltas sobre el colchón mientras sonreía como una verdadera idiota. Cada vez estaba más segura de que era una. Pero la causa de todo aquello era Myungsoo. “Soy una idiota con suerte”
El sonido del agua correr, y el de la esponja contra su piel, hizo que nuevos recuerdos me asaltaran, haciendo que solo deseara colarme en la ducha con él. “Selene, venga, tranquilízate, por favor, pareces una adolescente hormonada”

Me levanté y con un suspiro, volví a coger la ropa del día anterior, pues era lo único que podía vestir sin que estuviera fuera de lugar a la hora del almuerzo. Esperé a que Myungsoo saliera del baño (aunque no sin espiar dentro de vez en cuando, escondiéndome después detrás de la puerta y tapándome la boca, para evitar soltar alguna carcajada). Cuando salió, se apoyó un momento en el marco de la puerta, mirando alternativamente al suelo y a mí.


-Sí te ibas a duchar también… Podrías haber entrado… Habría estado… Mmmm… Bien.- Susurró mordiéndose el labio, sus pómulos tornándose de color grana, seguramente recordando.
-Ahhh… Lo pensé pero… No quería interrumpir. Si quieres…-Me aclaré la garganta, intentando que la vergüenza no me venciera.- Si quieres puedes… Bañarte de nuevo. No tengo ningún problema con eso.- Murmuré sonriéndole cálidamente, inclinando mi cabeza hacia la bañera, recorriendo su cuerpo con mis ojos, para volver a encontrarme con su mirada, que poco a poco iba brillando con picardía.
-Yo tampoco tengo ningún problema. –Dijo, negando con fuerza, mientras se acercaba a mí con una pequeña sonrisa y apoyaba sus manos en mis caderas con una caricia.- Podemos comer un poco más tarde…
Asentí abrazándome a su cuello, apoyando mi frente contra la suya, mientras reíamos rozando la punta de nuestra nariz, antes de que nuestros labios se unieran, moviéndose rítmicamente, arrasando los del otro con fuego. Era tan fácil dejarse llevar, querer estar cerca de él… Respiré en su boca, ansiosa una vez más, antes de que me acunara entre sus brazos, conduciéndome a la ducha con una sonrisa prometedora.

Después de comer hasta casi reventar, decidimos ponernos los bañadores y salir a la playa a pasear y bañarnos. El sol brillaba y hacía un día espléndido. No se podía desaprovechar esa oportunidad.
Caminábamos cogidos de la mano, charlando entre abrazos, caricias y pequeños besos que nos robábamos entre juegos y carreras en la húmeda arena. Podíamos parecer niños pequeños, pero no podía ser más feliz. Con él a mi lado, vivo, respirando aire puro, con su corazón latiendo acelerado cuando la pasión nos llevaba a hacer febriles nuestros besos, sin pensar apenas en lo que pudieran pensar los otros caminantes.
Cuando llegó el momento de meterse al agua, la situación se tornó algo más embarazosa. Teníamos que quitarnos la ropa y meternos al agua, fría aunque hiciera buen tiempo. Nos quedamos en bañador con rapidez, intentando no llamar la atención de nadie, amontonando la ropa sobre una toalla que habíamos cogido del hotel. Miramos al mar con reto en nuestros ojos. Suspiramos y avanzamos hasta la orilla.
Avanzar hasta el rompe olas fue fácil, pero a partir de ahí, el mar se volvió en nuestra contra, embistiéndonos con frías y saladas olas que se estrellaban contra nuestros cuerpos.
-¡Vamos, no puede ser tan difícil!- Gritaba Myungsoo a mi lado, intentando sobrepasar esa barrera de todas las manera posibles. Me reí por sus esfuerzos, y continué intentándolo yo también.
Al final, conseguimos atravesarlo, y nadar tranquilamente una vez nuestro cuerpo se hubo acostumbrado a la temperatura. Aun así, yo seguí reticente a mojar mi pelo, pues no quería que esa agua congelada ensuciara mi cabeza. Myungsoo, sin embargo, estaba buceando a mis pies, intentando hundirme cada cierto tiempo entre juegos. Me intentaba resistir, queriendo proteger mi nuca del frío, estirando el cuello como un animalillo. Él se reía y seguía buscando alguna técnica que hiciera que soltara mis pies del suelo para poder hundirme bajo el agua. Con gritos, empujones, cosquillas y demás trampas, finalmente, consiguió sostenerme entre sus brazos para enterrarme bajo el salado mar.
Golpeé su pecho para que me dejara tomar aire de nuevo, y una vez salí, comencé a chillarle entre toses. Myungsoo reía sin parar a mi lado, y volvía a hundirme, utilizando un solo dedo para bajar mi cabeza. La sal se colaba entre mis parpados cerrados y no me permitía abrirlos sin que escocieran. Le salpiqué intentando que se alejara y pidiendo que parara, hasta que se dio cuenta de que ya no era tan divertido y comenzó a preocuparse, sintiéndose culpable.
-¿Estás bien? Ay… Perdón… ¿Salimos ya?


En cuando dejó de moverse a mí alrededor y abrí los ojos, sonreí y noté como tenía energías suficientes para hacer que pagara por lo que me había hecho sufrir. Le salpiqué de nuevo, consiguiendo empapar su cara, y dejarle sin visión. Con unos cuantos movimientos, y un poco de fuerza, conseguí que esta vez fuera él quien cayera bajo el agua, sintiéndome poderosa y triunfal por un momento… Antes de que volviera a recogerme para sumergirme junto a él en el agua sin previo aviso.

Cuando estuvimos cansados, luchamos contra las algas para regresar a la arena y secarnos con la toalla, mientras seguíamos luchando el uno contra el otro entre risas. Atardecía, el sol se ponía en el horizonte, iluminando la playa de un color naranja tenue. Una brisa algo más fría se filtró por la toalla, haciéndonos temblar, decidiéndonos a volver al hotel.
Allí, escuché ciertos sonidos, voces y risas, que me hicieron trazar una idea en mi mente. Aunque reticente a dejar a Myungsoo solo, le convencí para que se duchara antes, y salí al pasillo para llamar a la habitación de al lado en cuanto me aseguré de que nadie me oiría.
Podía saber perfectamente que estaban al otro lado de la puerta, exaltados y callándose el uno al otro con miedo. Suspiré y volví a llamar con más fuerza, hasta que Nana asomó media cabeza hacia el pasillo, mirándome con cautela. Me crucé de brazos y empujé con resolución, hasta que conseguí adentrarme en la estancia.
Había comida en cada rincón y la cama estaba deshecha, observé alzando las cejas con pasmo. No dejé que el estupor pudiera conmigo y enseguida, me di la vuelta para encararme con aquellos dos.
-¿Qué hacéis aquí? ¿Creéis que no os he visto? ¿Qué se supone que está sucediendo? –Ellos se miraron entre sí, temerosos. Yo no tenía tiempo que perder.- ¡Venga! ¡Hablad!
-Ahhh… Selene… Pues, bueno… ¡También queríamos vacaciones!-Dijo Nana en un penoso intento de excusarse.
-¿Y no nos lo dijisteis? ¿Qué tramáis? Os he visto espiándonos escondidos. –Ellos volvieron a quedarse callados, mirando al suelo como si estuvieran siendo regañados.- Oh, vamos. Solo quiero saber que está pasando, ni siquiera se lo he dicho a Myungsoo para no preocuparle. Decidme que sucede. –Tras un nuevo silencio, añadí con autoridad-: Ahora.
-¿Qué va a pasar…? Nada, nada en absoluto. Solo que… Ahh…-Sungyeol se quedó en blanco, antes de saltar a otro tema.- ¿Qué tal con Myungsoo? No os vimos en toda la noche, desaparecisteis enseguida. –Dijo guiñándome un ojo.
-¡Ohh…! –Murmuré, ahora sonrojada por los recuerdos de esa noche. Entonces, volví a sacudir la cabeza, y les reproché otro asunto que también me había estado preocupando.- Dadme algo más de ropa, no podemos salir apenas. ¿Qué forma de hacer las maletas es esa? Ya os vale… -Ellos se sonrieron y me miraron con los ojos brillando.
-Pero… ¿Funcionó o no funcionó? –Exclamaron a la vez. Yo les miré intentando parecer inocente.- Selene…-Murmuró cantarina Nana, pinchando mis más que sonrojadas mejillas, antes hacer un gesto afirmativo a Sungyeol con el pulgar. Ambos estallaron en carcajadas.


-Ahhh… Este Myungsoo. A veces incluso dudaba de que pudiera pasar algo, es tan anticuado y extraño… -Me miró con una sonrisa malvada.- Pero veo que no se pudo resistir. –Le miré confundida.- Oh, sí. Ya verás, no creo que tarde mucho en pedirte matrimonio…- Ahogué un grito de sorpresa, mientras una sonrisa soñadora se formaba en mi rostro.- ¿Qui-quizá no debería haber dicho eso? –Se preguntó Sungyeol en voz baja, mirando mi expresión.- Bueno, quiero decir, que… Bueno, pues eso. Me alegro por vosotros.
-Selene, tenemos que hablar de muchas cosas.- Murmuró Nana riendo.
Si dijo algo más, no la escuché, estaba en una gran nube en eso momento, solo imaginando un futuro cercano en el que Myungsoo me preguntara si me casaría con él. Mi corazón latía presuroso y en mi pecho se extendía un calor que hacía a todo mi organismo sentir un agradable vértigo que disparaba mi adrenalina.
-T-tú… Tam… Tam… Bien.- Intente decir, con los ojos fijos en la cama.
Sin enfocar nada de lo que veía, ni escuchar una palabra, me colocaron unos cuantos pantalones y alguna que otra camiseta en los brazos y me despidieron con una sonrisa, dejándome en el pasillo con cara de muerta viviente. Abría y cerraba la boca como si fuera un pez lejos del agua. Caminé hasta nuestro cuarto y entré sin cerrar la puerta a mi paso. Cuando Myungsoo se inclinó para mirarme con aire preocupado, pude pestañear y salir del sopor en el que me encontraba. Sonriendo y abrazándome a él, contenta por algo que ni siquiera sabía si iba a suceder.
-¿Selene?-Dijo riendo, y besando mis mejillas, aunque un poco extrañado. Bajó la mirada y se encontró con la ropa.- ¡Has conseguido ropa! Ohh… Te quiero.
Con un suspiro de satisfacción se abrazó a mí, levantándome del suelo y girándome en el aire, consiguiendo que riera. Era tan fácil todo… Tan simple. La vida a su lado brillaba a cada segundo. ¿Podía amar más a ese hombre? Con una sonrisa, fui hasta el baño, dispuesta a quitarme la sal de encima sin perder un minuto. Mientras preparaba la ducha, mis sentido se agudizaron, intentando sentir lo que hacía Myungsoo en el cuarto de al lado, pero no fue eso lo que consiguió llamar mi atención al final.
Al otro lado de la pared, Sungyeol y Nana hablaban entre susurros. Expulsé el aire con cara de estupefacción. De alguna forma habían conseguido que me fuera de allí sin indagar sobre lo que realmente quería saber. Pero subestimaban mis poderes. Con cuidado, continué escuchándoles hablar sin que lo supieran.
-No contesta, no sé qué ha podido suceder. Nos dijo que nos daría su apoyo…
-Quizá… Quizá Tao…-Sungyeol se obligó a callar con un suspiro.- Me siento estúpido, no podemos saber nada.
-¿Crees…?¿ Crees que está aquí? ¿Qué les ha seguido?- Escuché un susurro apenas audible de Nana.
-No lo sé, pero… Es lo más probable. Al fin y al cabo… Escapó y puede leer el pensamiento de todos. Puede que incluso estuviera cerca cuando nos despedimos del doctor.
-¡Tshh!-Chasqueó Nana la lengua.- ¿Y se puede saber porque no contesta? Debería saber que Myungsoo y Selene han pasado la noche juntos. –Oí a Sungyeol emitir un quejido de sorpresa.- Por si acaso. –Emitió un profundo suspiro y luego dio una palmada estruendosa.- Deberíamos planear algo… Pongámonos en lo peor: podría ser Tao estuviera aquí y venga a por Selene y le de igual llevarse por delante a Myungsoo o a quién haga falta. Imagínate que él mismo ha matado a su padre para dejarle fuera de juego. ¿Entonces, qué haríamos?
-Pueees… Lo vital es que no se maten, porque entonces, el mundo se viene abajo. –Hizo una pequeña pausa.- Que bestia suena…-Dijo Sungyeol entre risas secas e incómodas.
-Ya… Pero es lo que hay. Puff… ¿Cómo me metí en esto?-Gimoteó Nana.
-Hey, Nana… Lo conseguiremos de alguna manera. Además… Me tienes a mí si necesitas a alguien.
Los siguientes sonidos fueron algo más confusos, y no volvieron a hablar. No al menos una frase completa y con sentido. Agité la cabeza riendo, un  momento, antes de meterme en la ducha, y reflexionar sobre lo que había oído. Si Tao verdaderamente estaba allí… Podía significar el fin de todo. Me mordí el labio inferior en un sollozo ahogado. Aún nos quedaban tantas cosas que superar para estar juntos… En el caso de que lo consiguiéramos. “No lo pienses más. No puedes hacer nada por ahora.” Con esos pensamientos, salí con una sonrisa a encontrarme con Myungsoo, que descansaba en el sofá. 


Así, nos dispusimos a bajar por la cena, en un paseo lento, disfrutando de la comodidad del hotel. Esa noche, íbamos de gala, pues apenas teníamos nada más que ponernos y aprovechamos para vestir bien. Él llevaba un traje negro, que le quedaba impecable. Yo un vestido gris con remates negros bordados, también precioso.
No podía parar de mirarle, iba perfecto, conjuntándolo todo con esa sonrisa suya que mostraba sus hoyuelos, y hacía las delicias de cualquiera. En el ascensor, se volvió hacia mí, ampliando su sonrisa.
-¿Sucede algo? –Negué escondiendo mi cara en el hueco de su cuello, rozándole con mi nariz, besándolo ligeramente.
Myungsoo levantó la cabeza, calculando el tiempo que nos quedaba, según los pisos que íbamos a bajar. Sonrió y presionó mi cuerpo contra la pared metálica, acercándose para juntar sus labios a los míos lentamente. Sin dejarle escapar, apoyé mis manos en su nuca, masajeándole, amasando su pelo entre mis dedos, haciéndole suspirar en mi boca. Inspiré, dispuesta a continuar el beso, cuando hasta mis sentidos llegó cierto olor que reconocí enseguida, alarmada.
Las puertas del ascensor estaban abiertas, y varias personas nos miraban juzgando negativamente nuestra actitud. Y luego, estaba él. Su sonrisa sarcástica y sus ojos despidiendo odio, celos y superioridad hacia Myungsoo. Planeando una venganza cercana. Cuando dirigió la mirada a mí, parecía también serio, furioso. Formó con sus labios un “hasta pronto” y cuando pestañeé, las puertas se habían vuelto a cerrar sin que él entrara.
Agarré la mano de Myungsoo con fuerza hasta que salimos de aquel espacio reducido. Entonces me volví hacia él, asustada, nerviosa, sin saber qué hacer. Mi respiración agitada se intercalaba con pequeños gritos ahogados. Él, a mi lado, me miraba confuso, intentando tranquilizarme.
-Myungsoo, ¿qué vamos a hacer? ¡Está aquí! Tao está aquí…
-Selene, Selene tranquila.
-Pero, pero… Esto es horrible, Myungsoo, tenemos que irnos…
-Por favor…-Dijo abrazándome.- Tranquilízate.  Puedes tomarme por loco, pero no le he visto. Puede que está aquí, pero… No sé… Calma, no pasa nada. Mañana nos vamos. Tranquila.
-Pero puede venir en cualquier momento y… -Myungsoo puso un dedo sobre mis labios, acariciando seguidamente mi cabello, con aire preocupado.
-Selene, vamos a cenar, nos calmamos los dos… Y nos vamos al cuarto, preparamos todo, y mañana salimos de aquí. Y no va a pasar nada. Venga…- Susurró, volviendo a abrazarme.- ¡Que tenemos poderes!-Dijo, consiguiendo hacerme sonreír.


Cené con cierta prisa, sin hablar demasiado, aunque Myungsoo intentaba quitarle importancia al asunto intentando que sonriera, y actuando calmado. Yo quería sentirme como él, pero la preocupación me apresaba, me hacía sentir mareada, y alerta en todo momento. Inspiraba lentamente, controlando mi respiración, pero mis ojos se movían frenéticos escudriñando el lugar, sin que por eso me sintiera mucho más seguro. Iba a pasar algo, lo sabía.
Cuando terminamos, cogí a Myungsoo del brazo y le conduje con prisa al dormitorio, sin querer entretenerme con nada, pero como en la noche anterior, de camino a nuestra habitación, nos encontramos con la animación del hotel en la parte de las piscinas. La luz y el sonido, me hicieron ir un poco más lenta. Myungsoo a mi lado, me cogió de la mano y me miró sonriente.
-¿Quieres quedarte a escuchar alguna canción? Tampoco estará mal despejarse un momento.
Negué ligeramente, y me dispuse a reanudar la marcha, pero justo en ese momento, como la noche anterior, enfocaron hacia mí y los dos presentadores se acercaron con una gran caja entre sus manos.
-Todos, digan “hola” a esta bella señorita que nos acompaña esta noche. –La multitud de jubilados, parejas adineradas y niños hicieron lo que se les había pedido. Yo quería morir de vergüenza.- Ahora, vamos a seguir jugando, y usted nos ayudará, ¿verdad? –Miré a Myungsoo, queriéndome negar, pero ambos hombres me animaron hasta que llegué al escenario.- Muy bien, y ahora… Tienes que coger un papel de esta caja misteriosa, “La caja de las aventuras”–Al oír el nombre varios niños saltaron dando palmas.- Adelante.
Me mordí el labio, sin saber de qué iba todo aquello, y queriendo terminar lo más rápido posible aquella tontería para huir con Myungsoo a la seguridad de la habitación. La música volvió a sonar con estruendo, mientras yo rebuscaba entre los papeles de la caja, hasta dar con uno cualquiera. Lo saqué, lo leí y fruncí el ceño, contrariada. Uno de los MC’s me lo quitó de las manos y se dispuso a compartirlo con los allí reunidos.
-Aquí tengo la aventura que deberá cumplir esta joven señorita, y no es, ni más ni menos que ¡“besar a alguien del público”! –El hombrecillo rio por lo bajo, y fue a preguntar a las personas que estaban sentadas por allí.- Señores, ¿Quién besaría a esta dulce joven?
Miré a Myungsoo con complicidad entre la masa de gente que nos separaba, y sonreí instándole a que se diera prisa para sacarme de aquel aprieto, mientras los presentadores se alejaban de donde estaba intentando conseguir un voluntario forzoso. “¿Usted señor? ¡Oh, su esposa no lo permite! ¿Y qué me dice de usted misma señora?”
La gente se iba animando por momentos, poniéndose en pie y dando palmas al son de la melodía, rodeando el escenario, creando una muralla de gente. Incómoda, esperando que Myungsoo llegara hasta allí, aparté la mirada de aquello, agachando la cabeza, hasta que sentí sus manos en mi mentón. Contenta, cerré los ojos, esperando su beso, que no tardó en llegar.
Sus labios calientes sobre mi boca, eran algo extraños esa vez. Menos suaves, más apretados y con un sabor dulzón que me hizo pestañear confusa. Pero cuando siguió besándome, sin darme tregua, me deshice bajo su boca, por diferente que me pareciera. Su sabor envolviéndome, su calor abrasando mi piel.
Cuando se separó, fui consciente de que en apenas unos segundos, el ambiente había cambiado. No había más música, no había más luz. El dulzor se había convertido en amargor y sentía mi boca seca. Me quemaba la garganta. Comencé a marearme y el cuerpo dejó de responderme. Abrí los ojos con esfuerzo, y solo conseguí ver sus ojos negros mirándome con un brillo socarrón. “Tao”.
Nos rodeaban formando un círculo perfecto, sin dejar penetrar a nadie. El tiempo parecía transcurrir muy lento, sus movimientos a cámara lenta. No había sonido, solo murmullos agitados y distorsionados alrededor. Me movía, parecía que volaba. Me alejaba de allí sin que nadie se fijara en lo que estaba pasando. Intenté concentrarme, pero la consciencia se escurría entre pensamientos nublados.
Antes de atravesar una puerta que nunca había visto, pude escuchar sus gritos lejanos y desesperados, llamándome, separando con furiosos empujones a toda aquella muchedumbre, mirando hacia todos lados, sin verme en la oscura noche que me envolvía. Una solitaria lágrima bajo rodando caliente por mi mejilla, antes de cerrar los ojos, sin fuerzas para mantenerme despierta.


Sus gritos me persiguieron aun cuando Tao me montó en el coche, alejándome de allí a toda prisa, mientras me iba sumiendo en un oscuro sueño. Las lágrimas no dejaban de escaparse de mis ojos. No podía ser un adiós. No tan fácil, tan de repente.
“Myungsoo” Murmuré en mi mente, luchando desesperada contra aquel sopor hasta que finalmente, fui vencida.


Comments (0)