Cuando despertamos, ya era hora de comer.
Perezosa, abrí un ojo para mirar la hora, suspirando, sin ganas de hacer nada y
agotada, para volver a apoyarme en su hombro, mientras Myungsoo reía ligeramente
y giraba la cabeza en mi dirección.
Me llamó, pero me negué a contestarle.
Intentó hacerme cosquillas, pero mi cansancio me dio inmunidad contra ellas.
Hizo cuanto estuvo en sus manos para intentar que reaccionara, pero al ver que
no conseguía su propósito, soltó el aire lenta y ruidosamente, y agitando mi
pelo suavemente, se separó de mí para levantarse.
Aquello me despertó y me alarmó sobremanera.
En cuanto se despegó de mí, fue como si me amputaran algún miembro. Me deslicé
en la cama y le agarré entre mis brazos sin dejar que se moviera de allí.
Myungsoo se giró riendo y me pellizcó las mejillas mientras tarareaba una
canción. Le hice un puchero, pero no sirvió de nada, pues en cuanto me
descuidé, se levantó y fue rápido a ducharse.
La visión de su cuerpo, hizo que me
reactivara por completo, recordando la noche que habíamos pasado. Sentí como
mis mejillas volvían a arder, y me tapé la cara con las manos, dando vueltas
sobre el colchón mientras sonreía como una verdadera idiota. Cada vez estaba
más segura de que era una. Pero la causa de todo aquello era Myungsoo. “Soy una
idiota con suerte”
El sonido del agua correr, y el de la esponja
contra su piel, hizo que nuevos recuerdos me asaltaran, haciendo que solo
deseara colarme en la ducha con él. “Selene, venga, tranquilízate, por favor,
pareces una adolescente hormonada”
Me levanté y con un suspiro, volví a coger la
ropa del día anterior, pues era lo único que podía vestir sin que estuviera
fuera de lugar a la hora del almuerzo. Esperé a que Myungsoo saliera del baño
(aunque no sin espiar dentro de vez en cuando, escondiéndome después detrás de
la puerta y tapándome la boca, para evitar soltar alguna carcajada). Cuando
salió, se apoyó un momento en el marco de la puerta, mirando alternativamente al
suelo y a mí.
-Sí te ibas a duchar también… Podrías haber
entrado… Habría estado… Mmmm… Bien.- Susurró mordiéndose el labio, sus pómulos
tornándose de color grana, seguramente recordando.
-Ahhh… Lo pensé pero… No quería interrumpir.
Si quieres…-Me aclaré la garganta, intentando que la vergüenza no me venciera.-
Si quieres puedes… Bañarte de nuevo. No tengo ningún problema con eso.- Murmuré
sonriéndole cálidamente, inclinando mi cabeza hacia la bañera, recorriendo su
cuerpo con mis ojos, para volver a encontrarme con su mirada, que poco a poco
iba brillando con picardía.
-Yo tampoco tengo ningún problema. –Dijo,
negando con fuerza, mientras se acercaba a mí con una pequeña sonrisa y apoyaba
sus manos en mis caderas con una caricia.- Podemos comer un poco más tarde…
Asentí abrazándome a su cuello, apoyando mi
frente contra la suya, mientras reíamos rozando la punta de nuestra nariz,
antes de que nuestros labios se unieran, moviéndose rítmicamente, arrasando los
del otro con fuego. Era tan fácil dejarse llevar, querer estar cerca de él…
Respiré en su boca, ansiosa una vez más, antes de que me acunara entre sus
brazos, conduciéndome a la ducha con una sonrisa prometedora.
Después de comer hasta casi reventar,
decidimos ponernos los bañadores y salir a la playa a pasear y bañarnos. El sol
brillaba y hacía un día espléndido. No se podía desaprovechar esa oportunidad.
Caminábamos cogidos de la mano, charlando
entre abrazos, caricias y pequeños besos que nos robábamos entre juegos y
carreras en la húmeda arena. Podíamos parecer niños pequeños, pero no podía ser
más feliz. Con él a mi lado, vivo, respirando aire puro, con su corazón
latiendo acelerado cuando la pasión nos llevaba a hacer febriles nuestros
besos, sin pensar apenas en lo que pudieran pensar los otros caminantes.
Cuando llegó el momento de meterse al agua,
la situación se tornó algo más embarazosa. Teníamos que quitarnos la ropa y
meternos al agua, fría aunque hiciera buen tiempo. Nos quedamos en bañador con
rapidez, intentando no llamar la atención de nadie, amontonando la ropa sobre
una toalla que habíamos cogido del hotel. Miramos al mar con reto en nuestros
ojos. Suspiramos y avanzamos hasta la orilla.
Avanzar hasta el rompe olas fue fácil, pero a
partir de ahí, el mar se volvió en nuestra contra, embistiéndonos con frías y
saladas olas que se estrellaban contra nuestros cuerpos.
-¡Vamos, no puede ser tan difícil!- Gritaba
Myungsoo a mi lado, intentando sobrepasar esa barrera de todas las manera
posibles. Me reí por sus esfuerzos, y continué intentándolo yo también.
Al final, conseguimos atravesarlo, y nadar
tranquilamente una vez nuestro cuerpo se hubo acostumbrado a la temperatura.
Aun así, yo seguí reticente a mojar mi pelo, pues no quería que esa agua
congelada ensuciara mi cabeza. Myungsoo, sin embargo, estaba buceando a mis
pies, intentando hundirme cada cierto tiempo entre juegos. Me intentaba
resistir, queriendo proteger mi nuca del frío, estirando el cuello como un
animalillo. Él se reía y seguía buscando alguna técnica que hiciera que soltara
mis pies del suelo para poder hundirme bajo el agua. Con gritos, empujones,
cosquillas y demás trampas, finalmente, consiguió sostenerme entre sus brazos
para enterrarme bajo el salado mar.
Golpeé su pecho para que me dejara tomar aire
de nuevo, y una vez salí, comencé a chillarle entre toses. Myungsoo reía sin
parar a mi lado, y volvía a hundirme, utilizando un solo dedo para bajar mi
cabeza. La sal se colaba entre mis parpados cerrados y no me permitía abrirlos
sin que escocieran. Le salpiqué intentando que se alejara y pidiendo que
parara, hasta que se dio cuenta de que ya no era tan divertido y comenzó a
preocuparse, sintiéndose culpable.
-¿Estás bien? Ay… Perdón… ¿Salimos ya?
En cuando dejó de moverse a mí alrededor y
abrí los ojos, sonreí y noté como tenía energías suficientes para hacer que
pagara por lo que me había hecho sufrir. Le salpiqué de nuevo, consiguiendo
empapar su cara, y dejarle sin visión. Con unos cuantos movimientos, y un poco
de fuerza, conseguí que esta vez fuera él quien cayera bajo el agua,
sintiéndome poderosa y triunfal por un momento… Antes de que volviera a
recogerme para sumergirme junto a él en el agua sin previo aviso.
Cuando estuvimos cansados, luchamos contra
las algas para regresar a la arena y secarnos con la toalla, mientras seguíamos
luchando el uno contra el otro entre risas. Atardecía, el sol se ponía en el
horizonte, iluminando la playa de un color naranja tenue. Una brisa algo más
fría se filtró por la toalla, haciéndonos temblar, decidiéndonos a volver al
hotel.
Allí, escuché ciertos sonidos, voces y risas,
que me hicieron trazar una idea en mi mente. Aunque reticente a dejar a
Myungsoo solo, le convencí para que se duchara antes, y salí al pasillo para
llamar a la habitación de al lado en cuanto me aseguré de que nadie me oiría.
Podía saber perfectamente que estaban al otro
lado de la puerta, exaltados y callándose el uno al otro con miedo. Suspiré y
volví a llamar con más fuerza, hasta que Nana asomó media cabeza hacia el
pasillo, mirándome con cautela. Me crucé de brazos y empujé con resolución,
hasta que conseguí adentrarme en la estancia.
Había comida en cada rincón y la cama estaba
deshecha, observé alzando las cejas con pasmo. No dejé que el estupor pudiera
conmigo y enseguida, me di la vuelta para encararme con aquellos dos.
-¿Qué hacéis aquí? ¿Creéis que no os he
visto? ¿Qué se supone que está sucediendo? –Ellos se miraron entre sí,
temerosos. Yo no tenía tiempo que perder.- ¡Venga! ¡Hablad!
-Ahhh… Selene… Pues, bueno… ¡También
queríamos vacaciones!-Dijo Nana en un penoso intento de excusarse.
-¿Y no nos lo dijisteis? ¿Qué tramáis? Os he
visto espiándonos escondidos. –Ellos volvieron a quedarse callados, mirando al
suelo como si estuvieran siendo regañados.- Oh, vamos. Solo quiero saber que
está pasando, ni siquiera se lo he dicho a Myungsoo para no preocuparle.
Decidme que sucede. –Tras un nuevo silencio, añadí con autoridad-: Ahora.
-¿Qué va a pasar…? Nada, nada en absoluto.
Solo que… Ahh…-Sungyeol se quedó en blanco, antes de saltar a otro tema.- ¿Qué
tal con Myungsoo? No os vimos en toda la noche, desaparecisteis enseguida.
–Dijo guiñándome un ojo.
-¡Ohh…! –Murmuré, ahora sonrojada por los
recuerdos de esa noche. Entonces, volví a sacudir la cabeza, y les reproché
otro asunto que también me había estado preocupando.- Dadme algo más de ropa,
no podemos salir apenas. ¿Qué forma de hacer las maletas es esa? Ya os vale…
-Ellos se sonrieron y me miraron con los ojos brillando.
-Pero… ¿Funcionó o no funcionó? –Exclamaron a
la vez. Yo les miré intentando parecer inocente.- Selene…-Murmuró cantarina
Nana, pinchando mis más que sonrojadas mejillas, antes hacer un gesto
afirmativo a Sungyeol con el pulgar. Ambos estallaron en carcajadas.
-Ahhh… Este Myungsoo. A veces incluso dudaba
de que pudiera pasar algo, es tan anticuado y extraño… -Me miró con una sonrisa
malvada.- Pero veo que no se pudo resistir. –Le miré confundida.- Oh, sí. Ya
verás, no creo que tarde mucho en pedirte matrimonio…- Ahogué un grito de
sorpresa, mientras una sonrisa soñadora se formaba en mi rostro.- ¿Qui-quizá no
debería haber dicho eso? –Se preguntó Sungyeol en voz baja, mirando mi
expresión.- Bueno, quiero decir, que… Bueno, pues eso. Me alegro por vosotros.
-Selene, tenemos que hablar de muchas cosas.-
Murmuró Nana riendo.
Si dijo algo más, no la escuché, estaba en
una gran nube en eso momento, solo imaginando un futuro cercano en el que
Myungsoo me preguntara si me casaría con él. Mi corazón latía presuroso y en mi
pecho se extendía un calor que hacía a todo mi organismo sentir un agradable vértigo
que disparaba mi adrenalina.
-T-tú… Tam… Tam… Bien.- Intente decir, con
los ojos fijos en la cama.
Sin enfocar nada de lo que veía, ni escuchar
una palabra, me colocaron unos cuantos pantalones y alguna que otra camiseta en
los brazos y me despidieron con una sonrisa, dejándome en el pasillo con cara
de muerta viviente. Abría y cerraba la boca como si fuera un pez lejos del
agua. Caminé hasta nuestro cuarto y entré sin cerrar la puerta a mi paso.
Cuando Myungsoo se inclinó para mirarme con aire preocupado, pude pestañear y
salir del sopor en el que me encontraba. Sonriendo y abrazándome a él, contenta
por algo que ni siquiera sabía si iba a suceder.
-¿Selene?-Dijo riendo, y besando mis
mejillas, aunque un poco extrañado. Bajó la mirada y se encontró con la ropa.-
¡Has conseguido ropa! Ohh… Te quiero.
Con un suspiro de satisfacción se abrazó a
mí, levantándome del suelo y girándome en el aire, consiguiendo que riera. Era
tan fácil todo… Tan simple. La vida a su lado brillaba a cada segundo. ¿Podía
amar más a ese hombre? Con una sonrisa, fui hasta el baño, dispuesta a quitarme
la sal de encima sin perder un minuto. Mientras preparaba la ducha, mis sentido
se agudizaron, intentando sentir lo que hacía Myungsoo en el cuarto de al lado,
pero no fue eso lo que consiguió llamar mi atención al final.
Al otro lado de la pared, Sungyeol y Nana
hablaban entre susurros. Expulsé el aire con cara de estupefacción. De alguna
forma habían conseguido que me fuera de allí sin indagar sobre lo que realmente
quería saber. Pero subestimaban mis poderes. Con cuidado, continué
escuchándoles hablar sin que lo supieran.
-No contesta, no sé qué ha podido suceder.
Nos dijo que nos daría su apoyo…
-Quizá… Quizá Tao…-Sungyeol se obligó a
callar con un suspiro.- Me siento estúpido, no podemos saber nada.
-¿Crees…?¿ Crees que está aquí? ¿Qué les ha
seguido?- Escuché un susurro apenas audible de Nana.
-No lo sé, pero… Es lo más probable. Al fin y
al cabo… Escapó y puede leer el pensamiento de todos. Puede que incluso
estuviera cerca cuando nos despedimos del doctor.
-¡Tshh!-Chasqueó Nana la lengua.- ¿Y se puede
saber porque no contesta? Debería saber que Myungsoo y Selene han pasado la
noche juntos. –Oí a Sungyeol emitir un quejido de sorpresa.- Por si acaso.
–Emitió un profundo suspiro y luego dio una palmada estruendosa.- Deberíamos
planear algo… Pongámonos en lo peor: podría ser Tao estuviera aquí y venga a
por Selene y le de igual llevarse por delante a Myungsoo o a quién haga falta.
Imagínate que él mismo ha matado a su padre para dejarle fuera de juego.
¿Entonces, qué haríamos?
-Pueees… Lo vital es que no se maten, porque
entonces, el mundo se viene abajo. –Hizo una pequeña pausa.- Que bestia
suena…-Dijo Sungyeol entre risas secas e incómodas.
-Ya… Pero es lo que hay. Puff… ¿Cómo me metí
en esto?-Gimoteó Nana.
-Hey, Nana… Lo conseguiremos de alguna
manera. Además… Me tienes a mí si necesitas a alguien.
Los siguientes sonidos fueron algo más
confusos, y no volvieron a hablar. No al menos una frase completa y con
sentido. Agité la cabeza riendo, un momento, antes de meterme en la
ducha, y reflexionar sobre lo que había oído. Si Tao verdaderamente estaba
allí… Podía significar el fin de todo. Me mordí el labio inferior en un sollozo
ahogado. Aún nos quedaban tantas cosas que superar para estar juntos… En el
caso de que lo consiguiéramos. “No lo pienses más. No puedes hacer nada por
ahora.” Con esos pensamientos, salí con una sonrisa a encontrarme
con Myungsoo, que descansaba en el sofá.
Así, nos dispusimos a bajar por la cena, en
un paseo lento, disfrutando de la comodidad del hotel. Esa noche, íbamos de
gala, pues apenas teníamos nada más que ponernos y aprovechamos para vestir
bien. Él llevaba un traje negro, que le quedaba impecable. Yo un vestido gris
con remates negros bordados, también precioso.
No podía parar de mirarle, iba perfecto,
conjuntándolo todo con esa sonrisa suya que mostraba sus hoyuelos, y hacía las
delicias de cualquiera. En el ascensor, se volvió hacia mí, ampliando su
sonrisa.
-¿Sucede algo? –Negué escondiendo mi cara en
el hueco de su cuello, rozándole con mi nariz, besándolo ligeramente.
Myungsoo levantó la cabeza, calculando el
tiempo que nos quedaba, según los pisos que íbamos a bajar. Sonrió y presionó
mi cuerpo contra la pared metálica, acercándose para juntar sus labios a los
míos lentamente. Sin dejarle escapar, apoyé mis manos en su nuca, masajeándole,
amasando su pelo entre mis dedos, haciéndole suspirar en mi boca. Inspiré,
dispuesta a continuar el beso, cuando hasta mis sentidos llegó cierto olor que
reconocí enseguida, alarmada.
Las puertas del ascensor estaban abiertas, y
varias personas nos miraban juzgando negativamente nuestra actitud. Y luego,
estaba él. Su sonrisa sarcástica y sus ojos despidiendo odio, celos y
superioridad hacia Myungsoo. Planeando una venganza cercana. Cuando dirigió la
mirada a mí, parecía también serio, furioso. Formó con sus labios un “hasta
pronto” y cuando pestañeé, las puertas se habían vuelto a cerrar sin que él
entrara.
Agarré la mano de Myungsoo con fuerza hasta
que salimos de aquel espacio reducido. Entonces me volví hacia él, asustada,
nerviosa, sin saber qué hacer. Mi respiración agitada se intercalaba con
pequeños gritos ahogados. Él, a mi lado, me miraba confuso, intentando
tranquilizarme.
-Myungsoo, ¿qué vamos a hacer? ¡Está aquí!
Tao está aquí…
-Selene, Selene tranquila.
-Pero, pero… Esto es horrible, Myungsoo,
tenemos que irnos…
-Por favor…-Dijo abrazándome.-
Tranquilízate. Puedes tomarme por loco, pero no le he visto. Puede que
está aquí, pero… No sé… Calma, no pasa nada. Mañana nos vamos. Tranquila.
-Pero puede venir en cualquier momento y…
-Myungsoo puso un dedo sobre mis labios, acariciando seguidamente mi cabello,
con aire preocupado.
-Selene, vamos a cenar, nos calmamos los dos…
Y nos vamos al cuarto, preparamos todo, y mañana salimos de aquí. Y no va a
pasar nada. Venga…- Susurró, volviendo a abrazarme.- ¡Que tenemos
poderes!-Dijo, consiguiendo hacerme sonreír.
Cené con cierta prisa, sin hablar demasiado,
aunque Myungsoo intentaba quitarle importancia al asunto intentando que
sonriera, y actuando calmado. Yo quería sentirme como él, pero la preocupación
me apresaba, me hacía sentir mareada, y alerta en todo momento. Inspiraba
lentamente, controlando mi respiración, pero mis ojos se movían frenéticos
escudriñando el lugar, sin que por eso me sintiera mucho más seguro. Iba a
pasar algo, lo sabía.
Cuando terminamos, cogí a Myungsoo del brazo
y le conduje con prisa al dormitorio, sin querer entretenerme con nada, pero
como en la noche anterior, de camino a nuestra habitación, nos encontramos con
la animación del hotel en la parte de las piscinas. La luz y el sonido, me
hicieron ir un poco más lenta. Myungsoo a mi lado, me cogió de la mano y me
miró sonriente.
-¿Quieres quedarte a escuchar alguna canción?
Tampoco estará mal despejarse un momento.
Negué ligeramente, y me dispuse a reanudar la
marcha, pero justo en ese momento, como la noche anterior, enfocaron hacia mí y
los dos presentadores se acercaron con una gran caja entre sus manos.
-Todos, digan “hola” a esta bella señorita
que nos acompaña esta noche. –La multitud de jubilados, parejas adineradas y
niños hicieron lo que se les había pedido. Yo quería morir de vergüenza.-
Ahora, vamos a seguir jugando, y usted nos ayudará, ¿verdad? –Miré a Myungsoo,
queriéndome negar, pero ambos hombres me animaron hasta que llegué al
escenario.- Muy bien, y ahora… Tienes que coger un papel de esta caja
misteriosa, “La caja de las aventuras”–Al oír el nombre varios niños saltaron
dando palmas.- Adelante.
Me mordí el labio, sin saber de qué iba todo
aquello, y queriendo terminar lo más rápido posible aquella tontería para huir
con Myungsoo a la seguridad de la habitación. La música volvió a sonar con
estruendo, mientras yo rebuscaba entre los papeles de la caja, hasta dar con
uno cualquiera. Lo saqué, lo leí y fruncí el ceño, contrariada. Uno de los MC’s
me lo quitó de las manos y se dispuso a compartirlo con los allí reunidos.
-Aquí tengo la aventura que deberá cumplir
esta joven señorita, y no es, ni más ni menos que ¡“besar a alguien del
público”! –El hombrecillo rio por lo bajo, y fue a preguntar a las personas que
estaban sentadas por allí.- Señores, ¿Quién besaría a esta dulce joven?
Miré a Myungsoo con complicidad entre la masa
de gente que nos separaba, y sonreí instándole a que se diera prisa para
sacarme de aquel aprieto, mientras los presentadores se alejaban de donde
estaba intentando conseguir un voluntario forzoso. “¿Usted señor? ¡Oh, su
esposa no lo permite! ¿Y qué me dice de usted misma señora?”
La gente se iba animando por momentos,
poniéndose en pie y dando palmas al son de la melodía, rodeando el escenario,
creando una muralla de gente. Incómoda, esperando que Myungsoo llegara hasta
allí, aparté la mirada de aquello, agachando la cabeza, hasta que sentí sus
manos en mi mentón. Contenta, cerré los ojos, esperando su beso, que no tardó
en llegar.
Sus labios calientes sobre mi boca, eran algo
extraños esa vez. Menos suaves, más apretados y con un sabor dulzón que me hizo
pestañear confusa. Pero cuando siguió besándome, sin darme tregua, me deshice
bajo su boca, por diferente que me pareciera. Su sabor envolviéndome, su calor
abrasando mi piel.
Cuando se separó, fui consciente de que en
apenas unos segundos, el ambiente había cambiado. No había más música, no había
más luz. El dulzor se había convertido en amargor y sentía mi boca seca. Me
quemaba la garganta. Comencé a marearme y el cuerpo dejó de responderme. Abrí
los ojos con esfuerzo, y solo conseguí ver sus ojos negros mirándome con un
brillo socarrón. “Tao”.
Nos rodeaban formando un círculo perfecto,
sin dejar penetrar a nadie. El tiempo parecía transcurrir muy lento, sus
movimientos a cámara lenta. No había sonido, solo murmullos agitados y
distorsionados alrededor. Me movía, parecía que volaba. Me alejaba de allí sin
que nadie se fijara en lo que estaba pasando. Intenté concentrarme, pero la
consciencia se escurría entre pensamientos nublados.
Antes de atravesar una puerta que nunca había
visto, pude escuchar sus gritos lejanos y desesperados, llamándome, separando
con furiosos empujones a toda aquella muchedumbre, mirando hacia todos lados,
sin verme en la oscura noche que me envolvía. Una solitaria lágrima bajo
rodando caliente por mi mejilla, antes de cerrar los ojos, sin fuerzas para
mantenerme despierta.
Sus gritos me persiguieron aun cuando Tao me
montó en el coche, alejándome de allí a toda prisa, mientras me iba sumiendo en
un oscuro sueño. Las lágrimas no dejaban de escaparse de mis ojos. No podía ser
un adiós. No tan fácil, tan de repente.
“Myungsoo” Murmuré en mi mente, luchando
desesperada contra aquel sopor hasta que finalmente, fui vencida.
Comments (0)