28# Regreso a casa, huyendo sin mirar atrás.
-Debéis marcharos lo más rápido posible. –Raudo el doctor se acercó a una de las ventanas, oteando en el horizonte, ladeando la cabeza. –Parece que va a haber suerte. Todos están suficientemente ocupados intentado descubrir que han sido esos temblores, seguramente si vais con cuidado no os verán. Igualmente…Podeos esto. -Dicho lo cual, sacó de un gran armario varias batas blancas y mascarillas.- A partir de ahora sois enfermeros, y necesitáis salir a por material urgentemente por los heridos. Con todo el caos que hay fuera, os dejaran marchar.
-¿Por qué… Solo dos? –Preguntó Selene cogiendo las prendas con cuidado.
Sungyeol, Nana y el doctor se miraron con cuidado. Suspiraron, tenían que justificarse, aunque entonces sería algo más difícil convencerles.
-Chicos, yo voy a acompañarles. Luego puedo ponerme otra bata yo también y salir, pero debería ayudarles con Tao. Solo ellos no podrán. Y tú… No puedes venir.
-Sungyeol… -Murmuró Myungsoo, pestañeando con el ceño fruncido. - ¿Q-qué…? –El aludido, levantó las palmas de las manos y encogió los hombros.
-No va a pasar nada, en serio. Tao parece un flojucho.- Dijo sonriendo débilmente.- Solo es ir a su cuarto y capturarle. Además tenemos todo tipo de calmantes y otros medicamentos. Tenemos un médico entre nosotros ¿qué puede ir mal? –Myungsoo y Selene no pudieron evitar si no reír suavemente con aquella ocurrencia.- Vamos, largo, largo… -Dijo con aspavientos.
Mientras se terminaban de preparar todos, Nana daba vueltas sobre si misma, sin saber qué hacer. ¿Debería hablarla? Quizá no la volviera a ver en mucho tiempo. Entonces, ¿Qué iba a hacer? Tenía que explicarle… Atando un mechón de pelo alrededor de su dedo índice, dio unos ligeros toques en la espalda de Selene. Ella se volvió, intentando sonreír, un poco tensa.
-Ah… Selene… -Tomó aire, y soltó todo un poco, quizá, demasiado rápido.- YaséquecreesquetetraicionéperoesosoloerapartedelplandeTao. –La miró un poco compungida, añadiendo: Lo siento. Dije lo que dije en su día para evitar que corrieras mayor peligro, no porque realmente quisiera atraparte. Ni de broma –Bufó indignada.
Selene miró un momento al suelo, mientras se mordía el labio inferior, y las comisuras de su boca se giraban hacia abajo.
-¿De verdad? –Preguntó, haciéndose la dura, aun cuando ya desde un principio había creído lo que decía.
-Pues claro, pavoncia.- Susurró acercándose a abrazarla.

Sungyeol y Myungsoo se miraron riendo. “¿Pavoncia?” Myungsoo hizo una mueca de ignorancia ante la pregunta, y continuó observándolas sin que se dieran cuenta.


-Ya era hora de que hablaran de sus cosas. –Susurró Sungyeol apoyando el mentón en el hombro de su amigo.- Y pensar que Tao incluso consiguió que dudaran la una de la otra… Míralas, son como niñas pequeñas. –Rio cuando casi comenzaron a dar saltitos entusiasmadas ante la cantidad de noticias frescas que podían compartir.
-Sí. –Murmuró Myungsoo, mucho más seco ahora que había descubierto a su padre observándole. No quería hablarle, no quería saber nada más de él, pero al fin y al cabo… - Oye.- Dijo atrayendo aún más su atención.- Id con cuidado. Todos. – El doctor sonrió de medio lado.
Asintieron y también se pusieron en marcha, cogiendo varias jeringuillas con medicamentos a usar para dormirá Tao, esposas, una soga y alguna que otra arma de fuego. Toda precaución era poca llegados a este punto. Parecían un grupo de superhéroes primerizos. Por otra parte Myungsoo y Selene se habían enfundado hasta los guantes y estaban irreconocibles bajo todo ese material clínico.
-Llevad precaución vosotros también. No levantéis la cabeza, hablad siempre con respeto, hacen lo que os digan. Tarde o temprano llegareis a la puerta, sanos y salvos. Entonces decid que yo os mando por medicamentos, que los necesitáis urgentemente pues hay mucha gente herida. Presionad hasta que os dejen marchar. No tengáis miedo, no va a salir mal. -Por último, posó su mano en el hombro de su hijo, apretándole, intentado transmitir la mayor confianza posible. Myungsoo asintió.
-Espero escuchar solo noticias buenas después de esto. No dejéis que escape.
-Descuida. –Dijo Sungyeol con un guiño, aunque bajo su apariencia de seguridad, se sentía tan asustado como todos.
Asintieron con fuerza tanto unos como otros y, con una última mirada, se alejaron en direcciones diferentes.

Selene y Myungsoo avanzaron juntos entre los escombros, oyendo del ruido de pasos y conversaciones ajenas, hasta llegar a una puerta que daba al patio. Con sumo cuidado abrieron, pretendiendo salir de allí lo antes posible.
-¡Ey! ¡Vosotros! ¿A dónde vais? ¡Identificaos! –Les interceptó un soldado.
Se tensaron bajo la ropa, abriendo los ojos y tomando aire con miedo y sorpresa. Myungsoo agarró de la muñeca a Selene,  preparándose para lo que tuviera que pasar, aunque sin estar dispuesto a volver a alejarse de ella. La dirigió una mirada tranquilizadora, tragó saliva, y se volvió para encararse con aquel hombre.
-Tenemos que salir fuera, el Doctor Huang nos manda urgentemente por medicamentos para tratar a los heridos. –Dijo con voz autoritaria.
-Claro, el Doctor Huang. –Recapacitó en voz baja.- ¿Y por qué vais dos? ¿Hace falta que salgas ambos? Creo que no hay mucha gente en enfermería.
-Sí, tenemos que salir los dos, así volveremos antes y con más material, y no se tendrán que hacer dos viajes. El doctor nos lo dijo así. –Intervino esta vez Selene, agachando la cabeza una vez terminó.
El guardia les miró intermitentemente, desconfiado. Ellos, siguiendo las indicaciones que les habían dado, continuaron su camino, Myungsoo tirando levemente del extremo de la bata de Selene para que fuera tras él. El hombre en el pasillo, levantó la cabeza, alarmado.
-¡Eh! ¡Eh!
-Lo siento, pero no podemos entretenernos, un minuto puede significar una vida. –Exclamó Myungsoo con voz tensa y un toque fúnebre.
Eso bastó para que pudieran continuar. El soldado frunció el entrecejo, pero volviendo la vista atrás, viendo el edificio medio derruido en algunas partes, le decidió a escoltarles a la salida. Cuando comenzó a seguirles, ellos aceleraron el paso, pero con un tono cordial, el guardia explicó:
-Si voy con vosotros el trámite será más rápido y podréis recuperar el tiempo que habéis perdido. –Ellos escondieron una sonrisa y llegaron a la salida. Dejaron que su súbito acompañante se encargara de explicar a los demás la razón de su salida, y les abrieron la puerta en unos instantes. Dieron las gracias y continuaron adelante con prisas. Torciendo en la primera calle que encontraron, siendo perdidos de vista por la gente dentro de la fortaleza.
-¿Y su identificación? ¿Quiénes eran? –Preguntó aquel que estaba haciendo el documento, constatando la salida.
-Ahhh…-Murmuró el que les había ayudado, sintiéndose ignorante. –Pues ya sabes, médicos… Tenían prisas, no les iba a preguntar eso. Cuando vuelvan lo puedes completar. –Todos asintieron, aunque con duda. No podían hacer nada, todo había sido muy rápido y ninguno se fijó en sus caras. Solo pudieron continuar esperando.

No fue hasta que no alcanzaron de nuevo parte de la civilización que torcieron y se guardaron los guantes y los gorros en los bolsillos. Consiguieron un taxi, y sin dejar de estar alerta, se montaron, siendo llevados con rapidez hasta el piso de Myungsoo. Con el corazón en un puño, subieron corriendo hasta que, por fin, cerraron la puerta de la casa tras de ellos, respirando aliviados por primera vez en varios días.


La casa se notaba fría, vacía y casi abandonada, pero la calidez que pudieron sentir ellos al volver a ese conocido paisaje no tenía nombre. Al fin habían vuelto, juntos y vivos. Parecía increíble lo que había pasado desde la última vez que estuvieron allí. Desde que se conocieron, incluso.
Myungsoo se volvió hacia Selene, que contemplaba estática el salón, y la recogió entre sus brazos, incapaz de mantenerse alejado un minuto más. Había conseguido recuperarla, estaba a su lado, allí, en la seguridad de aquellas paredes, donde nadie podía interrumpir su momento de paz. Selene recostó la cabeza en su hombro, también abrazándose a su espalda, atrayéndolo hacia ella, sintiendo como su agotado cuerpo se agitaba bajo sus caricias. Como había echado de menos escuchar su corazón, sentir su aliento en el cuello, su torso contra el suyo. Se estaba tan bien así… Sin pensar en nada más que en él… Sin darse cuenta cerró los ojos, y se abandonó a un pesado sopor que la hizo incapaz de mantenerse con sus propias fuerzas.
-Selene…-Murmuró Myungsoo cuando notó como se iba quedando dormida. Sonrió cogiéndola con más fuerza, asegurándose de que no cayera.- Deberíamos ir a la cama.
El reloj marcaba las tres de la tarde, pero poco les importaba, no habían descansado en días, y por fin podían dormir algo más tranquilos. Myungsoo la condujo hasta su habitación, recostándola con cuidado en cama y tumbándose él al lado, bajo las mantas. Acarició su pómulo, donde descansaban las pestañas que le hicieron cosquillas en la yema de los dedos. Él rio y se abrazó a ella, dejando un pequeño beso en su frente. Selene sonrió en sueños y agarró la mano de Myungsoo, hundiéndose en el hueco de su cuello, notando aun inconscientemente la tranquilidad que le proporcionaba escuchar su pulso cerca de su cuerpo.

Se repetían una y otra vez de camino que no debían pensar en nada claramente. Si tenían que utilizar sus impulsos, mejor, sin razonar, o Tao lo sabría y se podría adelantar a sus pensamientos. Asentían inseguros mientras continuaban la marcha. El despacho no estaba lejos del de su padre, llegaron enseguida.
El médico les miró alternativamente, poniendo la mano sobre el pomo de la puerta. Ante su sorpresa, estaba abierta. Confusos, con el ceño fruncido, sujetaron mejor sus armas, dispuestos a atacar en cualquier momento, y uno detrás de otro, rápidamente, se colaron en la habitación.
El sol iluminaba tenuemente la estancia a través de las toscas cortinas, por lo que no había mucha luz. Nana, la última en entrar, encendió las lámparas del techo, con cuidado. Como sospechaban desde que entraron, no había nadie. Para asegurarse, registraron el piso de arriba también, buscando incluso dentro de los armarios, pero era un caso perdido. Tao había escapado. Sungyeol dio un golpe a la pared frente a él, sintiendo la rabia a flor de piel.
-Lo siento, chicos. Parece que el problema no va acabar aquí. –Suspiró el doctor, sentándose sobre el sofá. Ni siquiera estaba frío. -¡Maldita sea! Seguramente habrá huido con nuestros pensamientos… Ahora es más poderoso… Como Myungsoo…-Se echó las manos a la cabeza, resoplando.- ¿Por qué no puede ser todo un poco más fácil?
-Bueno, tranquilícese… Solo hay que seguir buscando, ¿no? Mientras Myungsoo y Selene puedan irse lejos… No habrá gran problema.
-Solo que estarán huyendo para siempre, sin saber cuándo puede ocurrir otra desgracia. –Apuntó un escéptico Sungyeol. –No puede salirse con la suya, tenemos que encontrarle.
-Solo que eso ahora mismo… Casi va a ser imposible. Si se ha ido, solo podemos esperar a que aparezca de nuevo. No tardará en hacerlo, está más que desesperado y loco.
-¿De verdad que no podemos hacer nada? –Murmuró Sungyeol, cabizbajo, sintiéndose impotente.
-¿Qué quieres que hagamos, Sungyeol? No podemos salir ahí y comenzar a buscar, y menos tú, cuando aquí te conocen ya. No nos podemos mover libremente, y lo más seguro es que ya esté fuera. Y ahí, solo podemos limitarnos a cuidar de Selene y Myungsoo, esperando a que aparezca para cogerle. Hemos perdido esta oportunidad, ahora no va a ser fácil.
Sungyeol observó el suelo, resignándose con rabia, mordiéndose el labio con fuerza. “No va a ser fácil”. Con el tiempo, fue asintiendo.
-Bueno, así que solo podemos… Esperar.-Suspiró.- Entonces… Debería irme. Aquí no pinto nada más. Tengo que ayudar a…
-Sungyeol. –Dijo el doctor con miedo en sus ojos.- No les digas nada por ahora. No les digas que no tenemos a Tao, no les preocupes. Creo que… Necesitan un pequeño descanso. –Sungyeol también lo pensaba, pero…
-¿Cómo les voy a engañar? ¿Y si pasa algo de repente? ¿No sería peor? Quizá entonces no se irían…
-Lo sé, Sungyeol, lo sé… Solo… Solo unos días. Déjales respirar, no va a pasar nada por unos días…
-Sí.-Dijo Nana, afirmando.- Necesitan vacaciones. Además, Tao no es gran cosa. Puede leer pensamientos, pero… Myungsoo puede manejar las cosas como quiera, y Selene puede sentirle, no están desprotegidos, y con nuestra ayuda, menos aún. ¿No estaría bien un viaje al Caribe? Seguro que les viene bien… Y si les acompañamos… -Nana comenzó un pequeño monólogo consigo misma, planeando qué llevarse y que no. Los destinos posibles, las escenas románticas, los detalles que su imaginación, ilusionada con la idea, le proporcionaba.
Sungyeol rio, y negó lentamente con la cabeza, medio convencido.
-Entonces, chicos, debéis marcharos y cuidar de Myungsoo y Selene.
-¿S-solo nosotros? –Preguntó Nana, incrédula. -¿Y usted?
-No puedo salir de aquí, Nana. Soy como un prisionero: “vital para la investigación”. Por eso, os lo pido, y les dejo en vuestras manos. Si llega a suceder algo, avisadme. Yo puedo comprender a mi hijo más que ninguna otra persona.
Apenados, confusos y nerviosos, aceptaron la misión, sin saber que podría llegar a suceder en un futuro, solo dispuestos a mantener con vida a sus amigos y a ellos mismos.


Consiguieron salir de allí, esta vez siendo escoltados por el mismo doctor, al que, por supuesto, obedecían todo los militares del lugar. Se despidieron con un “hasta luego” y Nana y Sungyeol fueron preparando el viaje en el camino hasta sus casas. Era algo con lo que entretener sus mentes, para no pensar en Tao y sus posibles siniestros planes.
-Bueno, entonces… Mañana compramos los billetes.
-Vale, hasta mañana. –Nana agitó la mano mientras se daba la vuelta para subir al piso… A su piso… Ese que había compartido con Selene, del que Tao conocía la dirección… -Sung-Sungyeol… Ahhh… Verás… ¿Puedo ir contigo hoy? Tao conoce esta dirección, y así además será más fácil hacer los preparativos…
-Claro, vente. –Sonrió Sungyeol, sintiendo, no sabía por qué, una inmensa alegría al escuchar aquello.

No del todo lejos de allí, una sombra se proyectaba contra la ventana de la habitación del médico. No se movía, parecía no respirar, pero estaba atento a todo, esperando, jugando con el filo de la espada, el regreso de su padre. Su aspecto despreocupado escondía el odio, la miseria y la furia que casi le hacía pedazos.
Le había traicionado. Le había traicionado por él, por Myungsoo. No solo se contentaba con robarle su amor, sobreviviendo cuando debería estar muerto. No. Además tenía a su padre defendiéndole.
Cuando escuchó la puerta abrirse no se molestó en esconderse. Ya sabía lo que pensaba, lo que esperaba encontrarse allí. Aun así, cuando le vio frente a su escritorio, no pudo dejar de sorprenderse, y de tener miedo. Tao seguía en la base, en su despacho, mirándole con los ojos llenos de ponzoña.
-Zitao… Estás aquí… -Murmuró con voz trémula, mientras las imágenes de su anterior conversación pasaban raudas por su cabeza.
-Sí, padre. Me estabas buscando, ¿no es así? –Susurró, acercándose a él, dejando ver su sable.- Tengo entendido que querías apresarme… -Sus ojos se volvieron de hielo, sin asomo de humanidad en ellos.
-Zit-tao… Tienes que parar. Por favor, escúchame. –Dijo desesperado, viendo que su hijo continuaba avanzando inexorablemente.
-¿¿Escuchar a un traidor?? TÚ –Musitó con voz ronca y ahogada.- No te reconozco como padre.


-¡¡TAO…!! .No puedo continuar, pues un gruñido de dolor se tragó sus palabras cuando el sable se hundió en su abdomen.- T-Tao… Escu…Escucha… Sois… Hermanos. –Terminó su frase con un suspiro agotado. Tao se mantenía de pie, erigiéndose como una cruel bestia.
- Me encargaré de cuidar a mi querido… Hermano. –Con esto, arrastró de un golpe la espada fuera del cuerpo de su padre, desgarrándole.
Viéndole tendido en el suelo, ensangrentado, sintió pena. Pero no podía perdonarle ya. No después de todo… No necesitaba más obstáculos en su camino.
-Adiós padre.-Agachándose, cerró sus ojos con un leve suspiro, mordiéndose el labio. Estaba hecho.
Salió de allí cubriéndose con una capucha, dispuesto a tomar su libertad por la fuerza. Tenía que salir de allí. Encontrarla.
Mientras caminaba por los pasillos, consiguió escuchar el leve murmullo de un pensamiento casi inconsciente. “Espero que el Destino sea más amable con vosotros. Que no pase lo peor, por favor… Que no suceda nada malo…” Tao miró de reojo hacia atrás, despidiéndose de aquel sonido, sin entender del todo a lo que se refería.
-No pasará nada… -“Mientras consiga lo que deseo” Terminó su fuero interno con una sonrisa maléfica.





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