Estaba allí, frente a ella, aunque
se apoyara contra la pared, y su respiración estuviera agitada por el esfuerzo,
la herida se hubiera curado del todo en su cuello, y se viera pálido y demacrado,
estaba allí. Vivo.
-Myungsoo…-Dijo en un susurro, su
mente llenándose de pensamientos agradecidos, aliviados, extasiados por su
visión, gritando en su cabeza.
“Estás aquí” “Pensé que no
volvería a verte” “¿Estás bien?” “Oh, Dios mío, me alegro tanto…” Él asintió,
formándose una medio sonrisa en su cara, dando un paso hacia el frente,
cojeando un poco, sin apenas poder moverse un centímetro más. Alzó un brazo
hasta ella, intentando alcanzarla, pero no hicieron falta más esfuerzos. Antes
incluso de que pudiera extender sus dedos, buscando el rostro de Selene, ésta
ya lo estaba hundiendo en su hombro, abrazándole mientras volvía a sentir que
se formaban lágrimas en sus ojos, aunque esta vez fueran de felicidad.
Myungsoo dejó descansar su cuerpo
en Selene, sintiéndose más ligero estrechándola entre sus brazos. Inspiró entre
su pelo, volviendo a sentirse vivo. Sabía muy bien que lo había conseguido por
muy poco, era consciente de que podrían no haberse visto nunca más. Pero no fue
así, no…
“Myungsoo, Myungsoo, ¿dónde
estabas?” Los pensamientos de ella seguían siendo solo para él, llenándolo de
dicha. Cuanto había pedido para que sus fuerzas no se desvanecieran en el
camino, para poder verla así, temblando bajo su cuerpo, con el corazón exaltado
por ese milagro. Apartó la vista hacia el techo, intentando secar inútilmente
sus lágrimas. Se mordió los labios, dejando caer unas cálidas lágrimas que se
perdieron, deslizándose hasta su mentón. Agitó la cabeza, removiendo su pelo, y
se separó unos centímetros de Selene para poder besar su mejilla, su frente, su
nariz y los dedos que buscaban su piel, queriéndose asegurar de que era real.
Selene sollozó débilmente, sin dejar de sonreír.
No podía parar de observarla, los
ojos entreabiertos, la sonrisa que hacía a sus labios sacudirse, sus pómulos
cubiertos por su llanto y su rubor. Simplemente, le hipnotizaba, su imagen
quedándose grabada a fuego en su memoria. Dudaba de si incluso con la droga que
les habían hecho tomar hubiera sido capaz de olvidar aquello.
Sungjong, Woohyun y Nana tenían
los ojos casi fuera de sus órbitas, incapaces de creer lo que veían, con la
boca abierta y peligro de que se les desencajara la mandíbula. Se pusieron en
pie, sin saber muy bien que hacer ahora.
Por el pasillo también se comenzaron
a oír pasos cansados, de cinco chicos que llegaban derrotados por la vida y los
catastróficos hechos que habían pasado. Miraban al suelo, y suspiraban cada
tanto. Alguien les había dicho donde estarían los demás, y había caminado hasta
allí, casi sin seguir ningún rumbo, desanimados. Dongwoo y Sungyeol fueron los
primeros en levantar la vista, quedándose parados, deteniendo a todos los
demás, que alzaron la mirada, aturdidos. Ninguno se esperaba ver lo que vieron.
Selene y Myungsoo se miraban entre
emocionados y sonrientes, algo débiles pero eufóricos, perdidos el uno en los
ojos del otro, entrelazando sus dedos, con las frentes casi chocando. Una
imagen onírica, donde se reflejaba la luz del atardecer con ese color
anaranjado tenue, esas sombras claras de un día que tocaba su fin. Myungsoo
estaba allí, vivo. De nuevo.
De alguna manera, consiguieron
convencerse rápidamente de que era real, y fueron casi corriendo hasta ellos,
saludando y gritando como locos, saltando y sonriendo. Bueno, al menos Sungyeol
y Dongwoo así lo hicieron. Sungkyu sentía que se iba a desmayar de alivio de un
momento a otro y se apoyó abrazando a Hoya, que miraba todo con una gran
sonrisa, aunque con ojos incrédulos.
-¡Yaaaah! ¡Myungsoo-yaaah!-Chilló
Sungyeol, acercándose hasta él, haciendo que se separa de Selene hasta una
distancia considerable, donde pudieran mirar a sus extasiados amigos.- ¡Estás
vivo!-Dijo cogiendo su hombro, con una gran, gran sonrisa.
Myungsoo asintió, cogiendo la mano
sobre su hombro, respirando feliz, mientras se iba sintiendo mejor aún por
momentos. Habían venido todos allí. Hacía tantísimo tiempo que no les veía…
Woohyun, Sungjong y Nana también caminaron, dejando su sopor atrás, hasta él,
rodeándolo con sonrisas.
-Nunca dejarás de ser extraño…
¡Pero me alegro tanto de que estés bien! Tío, el mundo se nos echaba encima, no
voy a dejar que mueras nunca más. ¡Ha sido horrible!-Woohyun escenificó la
tormenta con grandes y rimbombantes gestos, señalando la ventana, siendo
ayudado en parte por Sungjong, que ponía énfasis en ciertas partes de su
relato.
-No, en serio, Myungsoo… Esto es
increíble. Menos mal… Que estás aquí de nuevo.-Suspiró Sungkyu, abrazando su
espalda.
-¿Pero cómo lo has hecho?
Estábamos seguros de que te habíamos perdido y… Apareces aquí…-Se encogió de
hombros Hoya, aunque feliz.
Todos asintieron, mirándole
inquisitoriamente, esperando una explicación. Myungsoo alzó los brazos con las
palmas hacia el frente, indicándoles calma, y sonrió, cogiendo la mano de
Selene, y mirándola con cierta complicidad.
-Realmente no ha sido nada
especial… Solo que… Volví a despertar y mis poderes se hacen más fuertes cada
vez, así que prácticamente hice que el suelo se moviera por mí.-Dijo,
intentando quitar importancia a ese asunto.
-Bueno, eso tienes que explicarlo,
vamos, vamos.-Dijo casi saltando un hiperactivo Dongwoo, conduciéndoles a todos
dentro.
Myungsoo suspiró, y entró con
Selene a su espalda, hasta sentarse con cuidado en una silla, que aunque dura,
le daba estabilidad y un respiro a sus piernas.
-Pero… Estoy cansado…
-Pues ya estás sentado, venga,
cuenta.- Le animó Sungyeol, curioso.
Myungsoo asintió, sonriendo por
los pensamientos de todos, que creaban historias increíbles sobre su extraña
resurrección. Negó con la cabeza, procediendo a explicar lo que todos querían
saber.
Es extraño de explicar, pero
realmente nunca he muerto, bueno… No del todo al menos. Solo es mi cuerpo el
que muere, yo sigo siendo consciente de lo que ocurre alrededor… No al
principio, pero si desde que me metieron en la ambulancia hasta aquí.
No podía usar mi cuerpo, pero
sí que escuchaba y sentía.
-Pero así sin más, ¿no te dolía ni
podías avisarles de algo? ¿No podías hacer nada?-Murmuró Hoya, inquisitivo.
No, mi cuerpo sí estaba muerto,
no podía manejarlo. Tenía mucho sueño y casi me duermo en varias ocasiones,
pero el miedo a morir del todo si lo hacía me despertaba siempre.
Todo lo demás es muy borroso y
no puedo recordar bien lo que pasó luego… Supongo que estaba luchado para no
dormir y seguir lo suficientemente consciente.
Oí a varias personas hablando
de mi herida y analizándome, pero enseguida se hizo silencio, y me
transportaron a un lugar donde hacía mucho frío. Todo era frío y silencio, sin
nada a lo que atenerme para seguir despierto. Era casi imposible no caer bajo
el sueño que sentía, de verdad, si hubiera podido darme tortazos, lo habría
hecho. Quería escuchar alguna de vuestras voces y me desesperaba saber que no
estabais cerca, ni siquiera podía saber que os había pasado, o que me había
pasado a mí.
Poco a poco, estando así,
comencé a oír algo más que ruidos mecánicos y sentir algo más allá de la fría
banqueta de metal sobre la que estaba mi cuerpo. Parecía que había alguien
hablando a mí alrededor solo que el sonido… Ahh… Bueno –Myungsoo no
sabía si realmente debía decir que podía leerles el pensamiento, quizá eso les
daría miedo. Optó por poner una cara inexpresiva y darles una mirada perdida,
como si no recordara que iba a decir a continuación.-Desde entonces, seguí
el hilo de la conversación que tenía esa persona consigo mismo, y pude
mantenerme despierto, sintiéndome más fuerte a cada momento. Recuperé la
consciencia sobre mis poderes, casi alimentándome de ellos. De alguna forma en
ese momento, supe que Tao había muerto, y así, la extraña energía de cada uno
no tenía que ser compartida, por lo que volvía a mí, y me hacía fuerte.
Al fin podía sentir que
realmente me iba a salvar, que no estaba todo perdido, pues ya sentía mi cuerpo
incluso, ligeramente conseguía mover la punta de los dedos. Solo que entonces…
Descubrieron mi cuerpo,
sacándolo de donde estuviera y transportándolo hasta un sitio hermético, en el
que no se oía nada, pero… De alguna forma, olía a muerte. De nuevo estaba
aislado, pero habiendo recuperado algo de energía, no me sobrevino el sueño, y
pude entreabrir los ojos tras varios intentos. Pero lo que encontré…
Como si me hubieran metido ya
en un ataúd, estaba en el crematorio, con el fuego delante de mis ojos, el
metal a mi espalda comenzándose a mover, para colocarme dentro de aquel horno.
Intenté escapar, reunir energía, pero no lo conseguí antes de quedar encerrado
en ese lugar.
Por suerte, tengo este poder
increíble, que hizo que pudiera volver atrás, invirtiendo el mecanismo que me
había colocado allí, sobreviviendo por poco. Después del más que mal trago, me
convencí a mí mismo de que daba igual lo que hiciera, tenía que salir, y… Poco
a poco, conseguí moverme, abriendo una brecha en la máquina con mi poder, lo
suficiente para escapar antes de que se volviera a cerrar, y así esquivando al
hombre que trabaja allí, y caminando lentamente, casi por instinto llegué hasta
aquí.
-Y ya está… Os dije que no era
para tanto…
Todos asintieron, cerrando las
bocas abiertas que el relato les había dejado, intentando mantener su
compostura, aclarándose las gargantas algunos, mientras otros se recolocan el
pelo.
-Bueno, eso de que no es para
tanto lo dirás tú… Estabas muerto y has sobrevivido…-Murmuró Sungjong, algo
serio, antes de volver a sonreír, haciendo que todos se rieran, liberando la
tensión.
-Bueno, entonces, ya no vas a
volver a morir, ¿no?- Rio Hoya. Myungsoo negó con la cabeza.
-Espero que no… Hasta dentro de
mucho tiempo.
-¿Y Tao?-Preguntó Nana en un
susurro. Selene intervino un momento esa vez.
-No sobrevivirá. Fue Momo quien le
atacó, así que supongo que su muerte no es igual, no tiene nada de especial…
Solo –dijo algo balbuceante, mirando al suelo intermitentemente.- Está muerto.
Todos asintieron, aliviados aunque
serios. Nunca era agradable hablar de muerte. Dongwoo, dispuesto a salir de ese
lugar de inmediato, puso una mano en el muslo de Sungjong, mirándole sonriendo
a su vez, susurrando un “¡¡Gaja!!” animándoles a ponerse en pie, señalando
hacia la puerta. Inmediatamente todos se levantaron, movidos por el buen humor
de su amigo y contentos de que todo hubiera salido bien, mientras se lo iban
creyendo poco a poco, calando en su interior que sus vidas continuaban, y
estaban más vivos que nunca.
-Bueno, pues esto ha sido todo,
amigos. Ahora… ¡Vamos a comer algo! ¡Habrá que celebrarlo a lo grande!
-No tan rápido Dongwoo… Tenemos
que volver a Seúl, nos íbamos a ausentar unas horas… -Dijo Sungkyu, siendo un
total aguafiestas. Todos le miraron casi haciendo pucheros.
-Solo un rato, hyung… Necesitamos
relajarnos. Ya cogeremos un avión de vuelta en cuanto podamos. Venga, unas
copas, un tentempié… ¿Qué me dices? ¿Eh?-Le propuso Woohyun, cogiéndole por los
hombros, haciéndole ir caminando hasta la salida. Se dio la vuelta y les hizo
un signo de afirmación a los demás. “Estado de Sungkyu hyung: convencido”
Todos corrieron por detrás de
ellos, casi saltando, uniéndose al efusivo humor que todos tenían ya. Sungyeol
les iba a perseguir, cuando se giró ligeramente, y tomó a Nana de la mano,
alcanzándoles juntos, en un gesto que no paso exactamente desapercibido.
De Myungsoo tiraban Hoya y
Dongwoo, aunque desadaptándose a su lento ritmo poco a poco, mientras entraban
en un gran debate sobre canciones y pasos de baile. Ahora tenía fuerzas para
caminar, pero no pudo mantenerse a la altura de sus compañeros, pues fue parándose
para volver la vista atrás hacia Selene. Apenas si se había movidos tres o
cuatro pasos. Los contemplaba sonriendo ligeramente, observando su energía y
vitalidad, respirando profundamente mientras el vago sol seguía ocultándo su
luz en el horizonte.
Parpadeó para fijar su vista en
Myungsoo, que le extendía la mano, ladeando la cabeza hacia el exterior, donde
las risas y los gritos de los demás se perdían paso a paso. Selene agitó
imperceptiblemente la cabeza, preguntándose qué hacía para no estar ya junto a
Myungsoo, mientras caminaba rápidamente para tomar su mano.
Enseguida se puso en marcha, pero
se vio tirada del brazo, cayendo contra el pecho de Myungsoo, abalanzándose
hacia él inevitablemente. La abrazó sin previo aviso, estrechándola, apoyándola
contra su cuello, dejando que su respiración cayera sobre él. Selene cerró los
ojos sonriendo, acomodándose y pasando una mano por su pecho, dejándola donde
latía su corazón, de nuevo admirándose de lo que podía hacerle sentir solo
aquel sonido. “Debo de estar definitivamente loca.” Myungsoo rio con aquel
pensamiento entre resignado y jocoso.
Tomó su mentón entro los dedos,
alzando su mirada, buscando sus ojos una vez más, poniendo sus ojos a la misma
altura.
-¿Quieres oír un secreto?-Susurró
cerca de su oído. Selene asintió confusa, sin ninguna pista de qué podría ser.
Myungsoo sonrió, miró hacia el suelo, y se humedeció los labios con su
lengua.-Pe-pero solo lo voy a decir una vez, así que estate atenta…- Selene
volvió a asentir, elucubrando alguna hipótesis. Myungsoo sonrió antes de volver
a mirarla a los ojos, adquiriendo una mirada penetrante, hipnotizante, situando
sus manos a ambos lados de su rostro. Respiró hondo.- Antes… Casi me doy por
vencido. Solo había oscuridad y estaba tan cansado de aguantar, dolía tanto…
Pero cada vez que me sentía demasiado agotado pensaba en ti, en lo mucho que
quería volver a verte, de seguir viviendo… Seguía pensando en ti, manteniéndote
a mi lado, en mi mente, y me diste la fuerza que necesitaba para sobrevivir. Solo
recordándote era capaz de no rendirme, porque sobretodo, quiero estar contigo,
porque… Porque te amo.-Terminó en un susurro, enrojeciendo, sin apartar su
mirada de Selene.
Ella se había quedado sin
palabras, aunque tampoco tuvo tiempo para contestar, antes de que Myungsoo le
robara, además de su voz, sus labios, devorándolos en un beso. Tampoco le hacía
falta hablar, se dijo sonriendo, tornando sus caricias efusivas, alcanzando sus
manos a entrelazarse en su pelo, mientras repetía una y otra vez en su cabeza,
las mismas palabras. “Te amo”. Con cada palabra, el pecho de Myungsoo parecía
explotar, llevándole a abrazarse a sus caderas, impregnando su beso de la
candente pasión que sentía.
Con ella podría viajar hasta el
fin del mundo, subir al Cielo y bajar al Infierno al mismo tiempo. Comprenderla
sin palabras, cuidarla hasta el fin. No me cansaré jamás de tenerla a mi lado,
haciéndola sonreír, curando las heridas que la vida le pueda hacer, siempre
prometiéndome no volver a verla triste. Besarla hasta que sus labios mueran,
contemplarla hasta que deje de ver, sin que nada en mi vida tenga más sentido
que esto que ella me hace sentir. Porque yo soy suyo y ella es mía. Siempre.
Con una última mirada, y un
pequeño roce de sus labios, se separaron, ambos sabedores de lo que iba a pasar
a continuación. Uno conociendo los pensamientos de sus amigos, y otra oyendo el
rugir de los motores que se acercaban a la entrada.
-¡Ehhh! ¡¡Chiiicooos!! Vamos, que
los taxis están aquí ya.-Gritó Dongwoo sobresaltando a ambos.
-¡Ya vamos, Dongwoo! Pero… ¿Qué se
supone que ha intentado decir? –Preguntó Myungsoo riendo, caminando hacia la
salida. Dongwoo estaba tan entusiasmado que apenas se le entendía cuando habló
Selene rio junto a él.
-Que ya están los taxis, señor
telépata.
-Es verdad… Íbamos a tomar
algo.-Murmuró sintiéndose torpe, recordando con un suspiro. Sonrió. Seguía
siendo como siempre.
-¡1, 2, 3! ¡Keonbae!-Todos
chocaros sus bebidas con sonrisas eufóricas, tomando un trago todos a la vez,
bajo aquella luz de neón parpadeante, en un pobre chiringuito de playa, que la
tormenta no había arrasado. Aquella parte de la isla no había sufrido
demasiado.
Podrían haber multitud de lugares
mejores en la ciudad, pero aquel sitio tranquilo, junto al mar les había ganado
el corazón. El sonido de las olas, la brisa marina, comida casera recién hecha
y la sensación de la fresca arena bajo sus pies descalzos. ¿Se podía pedir algo
más?
-¡Hagamos una hoguera! –Propuso un
entusiasta Sungyeol, al que enseguida se le sumó Nana, que fue a pedir algo que
pudiera prender. Todos la miraron al salir, enseguida volviendo una mirada
traviesa a Sungyeol.- ¿Qué?
-¿Cómo que qué? Habla
inmediatamente. ¡Confiesa Lee Sungyeol!-Le obligó Woohyun.
Sungyeol sonrió abiertamente, con
una mirada pícara, mientras se encogía de hombros. Myungsoo intentó ocultar su
risa, sabiendo de antemano lo que estaba pensando hacer.
Cuando Nana regresó todos la
miraron de nuevo, dejándola confusa. Sungyeol no perdió un segundo, y la
recogió en un abrazo, tras terminar su vaso de licor de un trago. Sonrió, y la
besó delante de todos, aunque ella se intentara separar al principio, acabó
dejándose llevar, enzarzándose en un beso que les dejó la boca seca a todos.
Selene reía incrédula. Sabía que
pasaba algo entre esos dos, pero aun así no dejaba de sorprenderse. Tras eso,
Sungyeol sonrió, burlándose de sus caras de pasmo, y la presentó cogiéndola de
la cintura.
-Chicos, esta es mi futura esposa.
Saludad a Nana.
Nana le miró sin poder creer lo
que acababa de decir, mientras todos, tras la sorpresa inicial, no pudieron más
que levantarse de sus asientos, gritando y vitoreando aquella afirmación, con
ánimos restaurados, riendo también por la valentía de Sungyeol.
Sungyeol les llevó a todos a
brindar otra vez, sin soltar a Nana, ni responder a su inverosimilitud con
palabras. No, utilizaba su boca para volver a besarla y sonreírla, mientras
elevaba sus hombros. “No he podido evitarlo” Finalmente, consiguió una sonrisa
por su parte, y un abrazo entusiasta. Una forma de decir sí, sin necesidad de
palabras.
Selene y Myungsoo se miraron
riendo, encogiéndose de hombros sorprendidos, aunque divertidos, sin poder
creer el giro que había dado la noche. Cuando consiguieron encender la hoguera,
el tiempo y el esfuerzo fueron recompensados por la preciosa danza del fuego
frente a sus ojos, que les daba calor y les hipnotizaba.
Muchos de ellos comenzaron a
bailar, a jugar, saltar o incluso fueron a las orillas del mar, entreteniéndose
con cualquier cosa. Selene y Myungsoo continuaron allí, sentados, el uno
apoyado en el otro, acariciándose al amparo de la oscuridad, Mirándose, y
muchas veces riendo con los demás, hasta que llegó el amanecer sobre la playa.
Lo miraron cansados, abrazándose para lidiar con el frío de la salida del sol.
-Creo que va siendo hora de volver
a casa.-Murmuró Selene contra el hombro de Myungsoo, mirando hacia la playa
mientras sentía sus manos abrazar su cintura y sus labios en su cuello.
Su hogar, aquel sitio donde todo
había empezado, donde les esperaba una vida entera, que acababa de comenzar.
Tantas cosas que pasar juntos, tantos ratos que vivir… Ahora que lo pensaban,
estaban deseando regresar allí… Y seguir creando una historia juntos, sin que
nada más que los devenires de su propia vida se entrometieran en su camino.
La luna se ocultó tras una espesa
nube, despidiéndose por esa noche, dando paso a un nuevo día, brillante y
fuerte, con su luz abriéndose paso ante toda adversidad.
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