23# Tortura, engaños y otras habilidades para cambiar a alguien en una noche.
 Sungyeol
El aire se había vuelto denso, le costaba respirar, no conseguía ver con aquellas molestas manchas parpadeantes en sus ojos. Pero no se rindió, a tientas, alcanzó la salida de emergencia, ahora abierta de par en par. Doblado del esfuerzo, se mantuvo alerta, atento a lo que podía estar sucediendo, agitando la cabeza para obtener una visión más clara. Había una furgoneta blindada, negra, aparcada abruptamente, sin ningún cuidado en el callejón. Las puertas traseras estaban abiertas y pudo ver como introducían un bulto inerte, dejándolo caer en un rincón.
-¡Y-yah!-Intentó gritar, antes de que su pecho se viera resentido y toses inundaran su garganta.
Con eso, consiguió atraer la atención de las personas que estaban allí, que le miraron sin saber muy bien que hacer. Les había descubierto. El que ya se había enfrentado a él, lo reconoció y se dirigió a Sungyeol amenazante, sonriendo sanguinariamente.
-¡Ohhh! Jaja ¿el gallito ha despertado? –Y acercándose, susurró: Pero no sabe que hoy le van a cocinar… ¿Hmm?-Con esto, descargó una patada en el tórax de un Sungyeol que ya no podía mantenerse apenas en pie.
-¡Y-y-yah!-Intentó exclamar, mientras nuevas sacudidas de tos le vencían.-¡Ss-suel… tala!
-¿Soltarla? –Rio ferozmente.- No te atrevas a darme ordenes, gallito.-Y cogiéndole del cuello de la camiseta, le levantó sin esfuerzo alguno, mientras Sungyeol profería quejas de dolor.
-No, p-por favor…-El enorme guardia, sonrió con maldad, relamiéndose los labios mientras descargaba su puño contra la cara de niño de Sungyeol, disfrutándolo.
-¿Qué no? Tú… Te vienes conmigo, gallito.
Con un gesto, le lanzó al suelo de la furgoneta, junto a Selene, y cerró de un golpe, sin darle tiempo a reaccionar. Cuando consiguió reunir las suficientes fuerzas como para levantarse con su cuerpo dolorido, ni siquiera pudo llegar a rozar las paredes del vehículo, pues este arrancó, y con eso le devolvió al suelo, haciéndole perder el equilibrio. Exhausto, dejó de luchar, de pensar en lo que pasaba. Se dejó llevar. Seguía vivo, y estaba con Selene, era todo a lo que podía atenerse.

Tragó saliva y cerró los ojos, acercándose como pudo al cuerpo inerte a su lado. Con manos inexpertas, comprobó si tenía pulso, suspirando al encontrarlo. Notó que estaba fría y no supo muy bien que hacer, pero en una curva pronunciada, se vio abalanzado sobre ella, cubriéndola parcialmente en un abrazo. Con el corazón doliéndole en el pecho, frotó su fina piel, intentando proporcionarle algo de calor. Selene se revolvió bajo Sungyeol, musitando un entrecortado “Myungsoo”. Este, apretó la mandíbula al escucharlo, intentando no repetir ese pequeño gemido en su cabeza, pero no funcionaba. La envidia crecía en su pecho, aunque tratara de evitarlo lo más que pudiera, aunque le pareciera absurdo sentir lo que sentía.


 “¡Tranquilo! Claro que llama a Myungsoo. Ni que no supieras…” pensó con un suspiro.
Quiso ocupar sus pensamientos con otra cosa que no fuera Selene, pero lo único en lo que podía pensar además era en que estaba encerrado allí, siendo transportado a saber dónde, a saber por qué. Se llevó una mano a la cara, sintiendo que la ansiedad se apoderaba de él. ¿Pero qué demonios había hecho? ¿Cómo era tan estúpido? ¿Por qué se había metido en todo este lío? “…Se llevaban a Selene.” Frunció el ceño, conteniendo un momento la respiración mientras la miraba. “La estaban secuestrando, y corrí a por ella…Pero…”
-¿Qué quieren de ti?-Murmuró mientras inconscientemente, paseaba sus dedos por sus frías mejillas, haciendo que se acercara a él un poco más, aún entre sueños, haciendo inevitable que de nuevo su respiración se acelerara. “Es una locura” musitó, atrayéndola hacia él lo máximo que pudo.

Cuando la furgoneta llegó a su destino, ninguno de los dos se dio cuenta, pues ambos estaban dormidos profundamente, a pesar de la incomodidad y frío del sitio. Así, sin ser conscientes, entraron en aquella prisión, donde Tao aguardaba con impaciencia su llegada.
-Aquí está, señor.-Murmuró el conductor, inclinándose con respeto.
-Puedes irte.

Sin esperar un segundo, abrió las puertas traseras del vehículo a toda prisa, ansioso por comprobar que Selene estaba allí, que ahora era suya. No podía escapar, estaba en sus manos. Sonrió antes de tirar del metal hacia sí mismo, incapaz de esperar un momento más. Pero lo que encontró no fue en absoluto de su agrado, más bien fue una terrible sorpresa inesperada, que le hizo temblar de rabia. ¿Quién se supone que…? Les separó de inmediato, enervado por un ramalazo de celos, que se calmaron parcialmente al descubrir que no era Myungsoo aquel que la abrazaba. “¿Y si fuera él, no sería mejor? Les tendría bajo mi poder a ambos” se dijo a sí mismo, mientras agitaba la cabeza. Su odio y rabia hacia él muchas veces podían con su razón.
Suspirando pidió que les metieran dentro, ya pensaría que hacer con aquel chico. Lo importante era que ahora su plan podía empezar. Se retorció los dedos mientras se disponía a volver dentro, pero algo captó su atención. Alguien había despertado, podía leer sus pensamientos asustados, a la vez que sus intrincados sentimientos se entremezclaban frenéticos. “Interesante” murmuró para sí mismo, a la vez que volvía para coger a aquel chico y llevarle consigo.
-No te hagas el dormido, sé que estás despierto. ¡VAMOS!-Dijo con autoridad y amenaza en su voz.- Llevadla a ella a la sala de experimentos. Atadla.
Sungyeol se resistía a ser arrastrado. No sabía que podían hacer con él, ¿le matarían? ¿Le torturarían? Aquel hombre era intimidante, además, dejaba a Selene sola allí… Volvió la cabeza atrás mientras era empujado por Tao, para ver como la colocaban en una camilla y la llevaban a algún sitio que no alcanzó a ver. No podía hacer nada. Aquel lugar era una autentica fortaleza, llena de agentes de seguridad armados por todas partes, vigilantes.
Tao fue adentrándose en la cabeza de Sungyeol, advirtiendo cada detalle de sus recientes recuerdos. Vio las imágenes de aquella tarde, cuando habían ido a comer juntos, enfureciendo al ver a Selene junto a Myungsoo en la memoria de esa persona. Pero había más, mucho más. Las charlas que había tenido con Myungsoo sobre los recientes hechos, el corazón palpitante de Sungyeol cuando pensaba en ella y sus incipientes celos. Zitao rio silenciosamente mientras un plan comenzaba elaborarse en su mente.
Entraron en una habitación oscura, en la que una pared era un cristal que daba a otra, también muy tenuemente iluminada, y solo se veía lo que parecía ser una mesa de mezclas de un estudio de música. Tao se sentó, aún preparando sus palabras a la vez que recogía datos.
-¿Q-qué quieres? ¿Qui-qui-quien… eres?-Preguntó en asustados murmullos Sungyeol. Tao abrió los ojos con sorpresa y le indicó que se sentara.
-¿Myungsoo no te lo ha dicho?- Sungyeol se quedó paralizado por un momento, congelado. Luego, recuperando algo de sentido, negó con la cabeza. Zitao se hizo el pensativo… “Intentado” encontrar una solución al por qué.- ¿Por qué no te ha dicho nada? Eres Sungyeol, ¿no? Su mejor amigo…


-¿T-te ha hablado de mí? ¿Por qué lo conoces?
-No me lo puedo creer… Espera…-Tao se volvió hacia él con el ceño fruncido.- ¿Qué te ha contado? De Selene, me refiero.
-Pues… No mucho. Trabaja para él como su agente personal, y ahora… -Murmuró Sungyeol tragando saliva.- Ahora salen juntos.
-¿QUÉ? –Gritó Tao rabioso. Entonces, volvió a canalizar sus sentimientos, continuando la actuación.- ¡Os ha engañado! ¡Pero bien!–Entonces, se echó a reír.- Myungsoo es un genio. –Sungyeol por otra parte, se mantenía serio, quieto como una estatua, sin saber de qué iba todo aquello.- No me mires así, es que de verdad… No daros cuenta… ¿No sospechaste nada cuando se la llevo a su casa a vivir? ¿Incluso sabiendo que ella nunca salía de la casa, siempre estaba allí encerrada? ¿Ni os preguntasteis porqué fue todo tan rápido?
-Sí que me lo pregunté… Pero Myungsoo siempre ha sido bastante raro y… Me dijo…- "No puede ser, no puede ser. Myungsoo no lo haría. No es así. No"
-Que lo hacía por pena. Que estaba perdiendo la cabeza y no sabía lo que hacía… ¿Y te lo creíste? –Se burló Tao.- Como veo que andas perdido, te contaré lo que pasa aquí. No entiendo porque Myungsoo ha querido esconderlo igualmente… Sabes que él tiene ciertos poderes, ¿no?- Sungyeol asintió como pudo. -Él trabaja aquí, lo de ser fotógrafo es solo un hobby, y lo de los viajes no era para capturar paisajes, eran misiones del Cuartel. El lugar es secreto, así que bueno, puede que lo haya querido ocultar… Ahhh... -Murmuró continuando con su juego, haciendo caer a Sungyeol poco a poco en su mentira.- No sabes las cosas que me decía de vosotros siete. Siempre me contaba se sentía mal por no poder quedar tan a menudo como vosotros, pero con todos esto... Nunca ha tenido un momento libre. -Se encongío de hombros y sopesando lo que debería decir, continuó: Hace unas dos semanas recibimos la orden de buscarla, porque el Gobierno piensa que puede ser peligrosa y necesita eliminarla. Él todo este tiempo ha estado escondiéndola en su piso, asegurándose poco a poco de que era ella la que buscábamos, antes de avisarnos para ir a y traerla aquí.
-…Mm-Sungyeol iba a hablar, pero perdió el aire que tenía en su boca intentando respirar. "¿Cómo ha podido Myungsoo...?" Volvió a probar.- ¿P-para qué la habéis…?


-¿…Traído? ¿No te lo he dicho ya? Tenemos que quitarla del medio, solo tenemos que esperar a que Myungsoo regrese mañana y de la orden. Mientras tanto, podemos someterla a diversas pruebas… Investigar… No podemos hacer nada sin que él lo ordene.-Murmuró Tao, con énfasis en la última parte.
Sonrió mientras notaba como los pensamientos de Sungyeol se llenaban de miedo y locura. “Myungsoo, ¿De verdad?” “¡Maldita sea! Que estúpido soy…” “¿La van a matar? No puede ser posible… La matarán porque he sido un idiota…” “No puedo permitirlo” “Tengo que detenerle, tengo que salir de aquí, tengo que… Que…”
Sungyeol estaba al borde del colapso. Todo era tan absurdo como perfectamente real. Tenía sentido, por increíble que pareciera. La quemazón de celos y odio le arrasaba el pecho. Quería destruir el mundo a su alrededor, escapar, desaparecer. Se sentía morir. Todo eso fue a peor cuando la luz se iluminó en la sala a la que daba el cristal, y entraron unos hombres arrastrando a Selene hasta conseguir atarla a varios grilletes de frío metal. Estaba semiconsciente, a juzgar por su cabeza tambaleante y sus cortos y lentos movimientos. También trajeron una mesa con diversos artilugios de metal, jeringuillas y todo tipo de material médico.
-Ponedle el casco, aseguraos de que no vea ni oiga. -Ordenó Tao.
En seguida los trabajadores de la sala colocaron un pesado casco que se ajustó a la cabeza de Selene con fuerza, haciéndola sacar un pequeño gemido de dolor. Seguidamente, despertó en un estado de ansiedad y miedo. No podía ver, oír, ni siquiera sentir otra cosa que  no fuera la fuerte opresión de aquel armatoste en su cráneo. Cuando intentó moverlo, se dio cuenta de que estaba atada, y eso la desespero aún más. Sin embargo, ninguna súplica emergió de sus labios. El sedante que le habían inyectado empezaba a hacer efecto. Sus músculos no respondían, se sentía cansada, agotada, ni siquiera podía levantar un dedo, aunque fuera consciente de todo lo que le pasaba, era incapaz de moverse. Su cerebro estaba volviendo a dormir sin su permiso. Se obligó a mantener la atención en algo. No podía volver a dormir. No podía. Si lo hacía, puede que nunca más despertara, puede que no le volviera a ver. Mientras luchaba por mantener la consciencia, susurraba entre quejidos de esfuerzo: “Myungsoo…”
Tanto Sungyeol como Tao se pusieron tensos al oír aquel murmullo entrecortado de auxilio. Sungyeol, odiando a Myungsoo por haberla hecho creer en él, por haberla engañado, traicionándola. Tao sintiéndose impotente ante Selene, sin poder hacer que piense en él, que se quitara de la cabeza a aquel ser, sintiéndose celoso hasta un punto insoportable. “Tendrás tu castigo por amarle a él” Con los ojos inyectados en sangre, se giró hasta Sungyeol.
-No tengo tiempo que perder. Debo bajar ahí, comenzar con...
Sungyeol  fue a abalanzarse sobre Zitao con un gruñido de furia. No iba a permitir que pasara todo eso. Tenía que impedirlo como fuera, pararle los pies a aquel loco y a Myungsoo. Con unos brazos desesperados, trató de golpearle, hacer lo posible para que no pudiera… Pero antes de que pudiera hacer nada, a una señal de Tao varios guardias entraron allí y le cogieron de pies y manos, inmovilizándole. Se lo llevaron entre gritos de auxilio.


-Entretenedle hasta el amanecer, entonces dejadle ir. No quiero más preguntas. Estaré ocupado. –Se fue a dar media vuelta, cuando recordó un detalle importante.- ¡Ah! Mi padre parece estar algo enfermo, así que yo llevaré las pruebas por ahora, no le importunéis.
-Como ordenes.-Se inclinó un guardia, que fue corriendo a alcanzar a los que apresaban con fuerza a Sungyeol.
Tao sonrió, mientras se encaminaba hacia Selene, dispuesto a hacerla pagar lo que él consideraba una traición a su destino. Una tortura encubierta por las diferentes pruebas que tendrían que realizar con ella. Mediría su resistencia, su fuerza y sus aptitudes sin olvidar lo que le había hecho pasar. Esa era su idea principal, molestarla un rato, para luego simplemente dejar que durmiera en su habitáculo, pero la noche avanzó sin que su rabia aminorara. Cada vez que Selene sufría, o cada vez que Tao alcanzaba a tocar su piel, entre respiraciones musitaba el nombre de su amado, volviendo a Tao loco de rabia. “¿Por qué no puede desaparecer de tu cabeza? ¡Olvídale! ¡Olvídale!” gritaba una y otra vez, en la oscuridad del laboratorio.

Sungyeol, por su parte, también gritaba. Gritaba de dolor bajo las patadas y las burlas de los vigías. Paraban a veces, hacían turnos, pero no le dejaron descansar. Él, desesperado por salir de allí, no se cansaba de luchar contra ellos, ciego por la determinación de escapar y detener una muerte innecesaria. Aunque a quien tuviera que parar fuera su mejor amigo, la desdicha que le llenaba cuando lo pensaba, le impulsaba más fuertemente hacia adelante, consiguiendo así resistir hasta el amanecer, cuando le soltaron al frío de una calle sin nombre, sin casas, sin nadie que pudiera estar cerca.
Le abandonaron a la mañana, y la mañana consiguió guiarle hasta su destino.




Comments (1)

On 12 jun 2013, 18:22:00 , GodWolf dijo...

Dios que mal me esta cayendo Tao, pobre Selene y odio lo que ha hecho con Sungyeol >.<