Sungyeol
El aire
se había vuelto denso, le costaba respirar, no conseguía ver con aquellas
molestas manchas parpadeantes en sus ojos. Pero no se rindió, a tientas,
alcanzó la salida de emergencia, ahora abierta de par en par. Doblado del
esfuerzo, se mantuvo alerta, atento a lo que podía estar sucediendo, agitando
la cabeza para obtener una visión más clara. Había una furgoneta blindada,
negra, aparcada abruptamente, sin ningún cuidado en el callejón. Las puertas
traseras estaban abiertas y pudo ver como introducían un bulto inerte,
dejándolo caer en un rincón.
-¡Y-yah!-Intentó
gritar, antes de que su pecho se viera resentido y toses inundaran su garganta.
Con
eso, consiguió atraer la atención de las personas que estaban allí, que le
miraron sin saber muy bien que hacer. Les había descubierto. El que ya se había
enfrentado a él, lo reconoció y se dirigió a Sungyeol amenazante, sonriendo
sanguinariamente.
-¡Ohhh!
Jaja ¿el gallito ha despertado? –Y acercándose, susurró: Pero no sabe que hoy
le van a cocinar… ¿Hmm?-Con esto, descargó una patada en el tórax de un
Sungyeol que ya no podía mantenerse apenas en pie.
-¡Y-y-yah!-Intentó
exclamar, mientras nuevas sacudidas de tos le vencían.-¡Ss-suel… tala!
-¿Soltarla?
–Rio ferozmente.- No te atrevas a darme ordenes, gallito.-Y cogiéndole del
cuello de la camiseta, le levantó sin esfuerzo alguno, mientras Sungyeol
profería quejas de dolor.
-No,
p-por favor…-El enorme guardia, sonrió con maldad, relamiéndose los labios
mientras descargaba su puño contra la cara de niño de Sungyeol, disfrutándolo.
-¿Qué
no? Tú… Te vienes conmigo, gallito.
Con un
gesto, le lanzó al suelo de la furgoneta, junto a Selene, y cerró de un golpe,
sin darle tiempo a reaccionar. Cuando consiguió reunir las suficientes fuerzas
como para levantarse con su cuerpo dolorido, ni siquiera pudo llegar a rozar
las paredes del vehículo, pues este arrancó, y con eso le devolvió al suelo,
haciéndole perder el equilibrio. Exhausto, dejó de luchar, de pensar en lo que
pasaba. Se dejó llevar. Seguía vivo, y estaba con Selene, era todo a lo que
podía atenerse.
Tragó
saliva y cerró los ojos, acercándose como pudo al cuerpo inerte a su lado. Con
manos inexpertas, comprobó si tenía pulso, suspirando al encontrarlo. Notó que
estaba fría y no supo muy bien que hacer, pero en una curva pronunciada, se vio
abalanzado sobre ella, cubriéndola parcialmente en un abrazo. Con el corazón
doliéndole en el pecho, frotó su fina piel, intentando proporcionarle algo de
calor. Selene se revolvió bajo Sungyeol, musitando un entrecortado “Myungsoo”.
Este, apretó la mandíbula al escucharlo, intentando no repetir ese pequeño
gemido en su cabeza, pero no funcionaba. La envidia crecía en su
pecho, aunque tratara de evitarlo lo más que pudiera, aunque le pareciera
absurdo sentir lo que sentía.
“¡Tranquilo!
Claro que llama a Myungsoo. Ni que no supieras…” pensó con un suspiro.
Quiso
ocupar sus pensamientos con otra cosa que no fuera Selene, pero lo único en lo
que podía pensar además era en que estaba encerrado allí, siendo transportado a
saber dónde, a saber por qué. Se llevó una mano a la cara, sintiendo que la
ansiedad se apoderaba de él. ¿Pero qué demonios había hecho? ¿Cómo era tan
estúpido? ¿Por qué se había metido en todo este lío? “…Se llevaban a Selene.”
Frunció el ceño, conteniendo un momento la respiración mientras la miraba. “La
estaban secuestrando, y corrí a por ella…Pero…”
-¿Qué
quieren de ti?-Murmuró mientras inconscientemente, paseaba sus dedos por sus
frías mejillas, haciendo que se acercara a él un poco más, aún entre sueños,
haciendo inevitable que de nuevo su respiración se acelerara. “Es una locura”
musitó, atrayéndola hacia él lo máximo que pudo.
Cuando
la furgoneta llegó a su destino, ninguno de los dos se dio cuenta, pues ambos
estaban dormidos profundamente, a pesar de la incomodidad y frío del sitio.
Así, sin ser conscientes, entraron en aquella prisión, donde Tao aguardaba con
impaciencia su llegada.
-Aquí
está, señor.-Murmuró el conductor, inclinándose con respeto.
Sin
esperar un segundo, abrió las puertas traseras del vehículo a toda prisa,
ansioso por comprobar que Selene estaba allí, que ahora era suya.
No podía escapar, estaba en sus manos. Sonrió antes de tirar del metal hacia sí
mismo, incapaz de esperar un momento más. Pero lo que encontró no fue en
absoluto de su agrado, más bien fue una terrible sorpresa inesperada, que le
hizo temblar de rabia. ¿Quién se supone que…? Les separó de inmediato, enervado
por un ramalazo de celos, que se calmaron parcialmente al descubrir que no era
Myungsoo aquel que la abrazaba. “¿Y si fuera él, no sería mejor? Les tendría
bajo mi poder a ambos” se dijo a sí mismo, mientras agitaba la cabeza. Su odio
y rabia hacia él muchas veces podían con su razón.
Suspirando
pidió que les metieran dentro, ya pensaría que hacer con aquel chico. Lo
importante era que ahora su plan podía empezar. Se retorció los dedos mientras
se disponía a volver dentro, pero algo captó su atención. Alguien había despertado,
podía leer sus pensamientos asustados, a la vez que sus intrincados
sentimientos se entremezclaban frenéticos. “Interesante” murmuró para sí mismo,
a la vez que volvía para coger a aquel chico y llevarle consigo.
-No te
hagas el dormido, sé que estás despierto. ¡VAMOS!-Dijo con autoridad y amenaza
en su voz.- Llevadla a ella a la sala de experimentos. Atadla.
Sungyeol
se resistía a ser arrastrado. No sabía que podían hacer con él, ¿le matarían?
¿Le torturarían? Aquel hombre era intimidante, además, dejaba a Selene sola
allí… Volvió la cabeza atrás mientras era empujado por Tao, para ver como la
colocaban en una camilla y la llevaban a algún sitio que no alcanzó a ver. No
podía hacer nada. Aquel lugar era una autentica fortaleza, llena de agentes de
seguridad armados por todas partes, vigilantes.
Tao fue
adentrándose en la cabeza de Sungyeol, advirtiendo cada detalle de sus
recientes recuerdos. Vio las imágenes de aquella tarde, cuando habían ido a
comer juntos, enfureciendo al ver a Selene junto a Myungsoo en la memoria de
esa persona. Pero había más, mucho más. Las charlas que había tenido con
Myungsoo sobre los recientes hechos, el corazón palpitante de Sungyeol cuando
pensaba en ella y sus incipientes celos. Zitao rio silenciosamente mientras un
plan comenzaba elaborarse en su mente.
Entraron
en una habitación oscura, en la que una pared era un cristal que daba a otra,
también muy tenuemente iluminada, y solo se veía lo que parecía ser una mesa de
mezclas de un estudio de música. Tao se sentó, aún preparando sus palabras a la
vez que recogía datos.
-¿Q-qué
quieres? ¿Qui-qui-quien… eres?-Preguntó en asustados murmullos Sungyeol. Tao
abrió los ojos con sorpresa y le indicó que se sentara.
-¿Myungsoo
no te lo ha dicho?- Sungyeol se quedó paralizado por un momento, congelado.
Luego, recuperando algo de sentido, negó con la cabeza. Zitao se hizo el
pensativo… “Intentado” encontrar una solución al por qué.- ¿Por qué no te ha
dicho nada? Eres Sungyeol, ¿no? Su mejor amigo…
-¿T-te
ha hablado de mí? ¿Por qué lo conoces?
-No me
lo puedo creer… Espera…-Tao se volvió hacia él con el ceño fruncido.- ¿Qué te
ha contado? De Selene, me refiero.
-Pues…
No mucho. Trabaja para él como su agente personal, y ahora… -Murmuró Sungyeol
tragando saliva.- Ahora salen juntos.
-¿QUÉ?
–Gritó Tao rabioso. Entonces, volvió a canalizar sus sentimientos, continuando
la actuación.- ¡Os ha engañado! ¡Pero bien!–Entonces, se echó a reír.- Myungsoo
es un genio. –Sungyeol por otra parte, se mantenía serio, quieto como una
estatua, sin saber de qué iba todo aquello.- No me mires así, es que de verdad…
No daros cuenta… ¿No sospechaste nada cuando se la llevo a su casa a vivir?
¿Incluso sabiendo que ella nunca salía de la casa, siempre estaba allí
encerrada? ¿Ni os preguntasteis porqué fue todo tan rápido?
-Sí que
me lo pregunté… Pero Myungsoo siempre ha sido bastante raro y… Me dijo…-
"No puede ser, no puede ser. Myungsoo no lo haría. No es así. No"
-Que lo
hacía por pena. Que estaba perdiendo la cabeza y no sabía lo que hacía… ¿Y te
lo creíste? –Se burló Tao.- Como veo que andas perdido, te contaré lo que pasa
aquí. No entiendo porque Myungsoo ha querido esconderlo igualmente… Sabes que
él tiene ciertos poderes, ¿no?- Sungyeol asintió como pudo. -Él trabaja aquí,
lo de ser fotógrafo es solo un hobby, y lo de los viajes no era para capturar
paisajes, eran misiones del Cuartel. El lugar es secreto, así que bueno, puede
que lo haya querido ocultar… Ahhh... -Murmuró continuando con su juego,
haciendo caer a Sungyeol poco a poco en su mentira.- No sabes las cosas que me
decía de vosotros siete. Siempre me contaba se sentía mal por no poder quedar
tan a menudo como vosotros, pero con todos esto... Nunca ha tenido un momento
libre. -Se encongío de hombros y sopesando lo que debería decir, continuó: Hace
unas dos semanas recibimos la orden de buscarla, porque el Gobierno piensa que
puede ser peligrosa y necesita eliminarla. Él todo este tiempo ha estado
escondiéndola en su piso, asegurándose poco a poco de que era ella la que
buscábamos, antes de avisarnos para ir a y traerla aquí.
-…Mm-Sungyeol
iba a hablar, pero perdió el aire que tenía en su boca intentando respirar.
"¿Cómo ha podido Myungsoo...?" Volvió a probar.- ¿P-para qué la
habéis…?
-¿…Traído?
¿No te lo he dicho ya? Tenemos que quitarla del medio, solo tenemos que esperar
a que Myungsoo regrese mañana y de la orden. Mientras tanto, podemos someterla
a diversas pruebas… Investigar… No podemos hacer nada sin que él lo
ordene.-Murmuró Tao, con énfasis en la última parte.
Sonrió
mientras notaba como los pensamientos de Sungyeol se llenaban de miedo y
locura. “Myungsoo, ¿De verdad?” “¡Maldita sea! Que estúpido soy…” “¿La van a
matar? No puede ser posible… La matarán porque he sido un idiota…” “No puedo
permitirlo” “Tengo que detenerle, tengo que salir de aquí, tengo que… Que…”
Sungyeol
estaba al borde del colapso. Todo era tan absurdo como perfectamente real.
Tenía sentido, por increíble que pareciera. La quemazón de celos y odio le
arrasaba el pecho. Quería destruir el mundo a su alrededor, escapar,
desaparecer. Se sentía morir. Todo eso fue a peor cuando la luz se iluminó en
la sala a la que daba el cristal, y entraron unos hombres arrastrando a Selene
hasta conseguir atarla a varios grilletes de frío metal. Estaba semiconsciente,
a juzgar por su cabeza tambaleante y sus cortos y lentos movimientos. También
trajeron una mesa con diversos artilugios de metal, jeringuillas y todo tipo de
material médico.
-Ponedle
el casco, aseguraos de que no vea ni oiga. -Ordenó Tao.
En
seguida los trabajadores de la sala colocaron un pesado casco que se ajustó a
la cabeza de Selene con fuerza, haciéndola sacar un pequeño gemido de dolor.
Seguidamente, despertó en un estado de ansiedad y miedo. No podía ver, oír, ni
siquiera sentir otra cosa que no fuera la fuerte opresión de aquel
armatoste en su cráneo. Cuando intentó moverlo, se dio cuenta de que estaba
atada, y eso la desespero aún más. Sin embargo, ninguna súplica emergió de sus
labios. El sedante que le habían inyectado empezaba a hacer efecto. Sus
músculos no respondían, se sentía cansada, agotada, ni siquiera podía levantar
un dedo, aunque fuera consciente de todo lo que le pasaba, era incapaz de
moverse. Su cerebro estaba volviendo a dormir sin su permiso. Se obligó a
mantener la atención en algo. No podía volver a dormir. No podía. Si lo hacía,
puede que nunca más despertara, puede que no le volviera a ver. Mientras
luchaba por mantener la consciencia, susurraba entre quejidos de esfuerzo:
“Myungsoo…”
Tanto
Sungyeol como Tao se pusieron tensos al oír aquel murmullo entrecortado de
auxilio. Sungyeol, odiando a Myungsoo por haberla hecho creer en él, por
haberla engañado, traicionándola. Tao sintiéndose impotente ante Selene, sin
poder hacer que piense en él, que se quitara de la cabeza a aquel ser,
sintiéndose celoso hasta un punto insoportable. “Tendrás tu castigo por amarle
a él” Con los ojos inyectados en sangre, se giró hasta Sungyeol.
-No
tengo tiempo que perder. Debo bajar ahí, comenzar con...
Sungyeol
fue a abalanzarse sobre Zitao con un gruñido de furia. No iba a permitir que
pasara todo eso. Tenía que impedirlo como fuera, pararle los pies a aquel loco
y a Myungsoo. Con unos brazos desesperados, trató de golpearle, hacer lo
posible para que no pudiera… Pero antes de que pudiera hacer nada, a una señal
de Tao varios guardias entraron allí y le cogieron de pies y manos,
inmovilizándole. Se lo llevaron entre gritos de auxilio.
-Entretenedle
hasta el amanecer, entonces dejadle ir. No quiero más preguntas. Estaré
ocupado. –Se fue a dar media vuelta, cuando recordó un detalle importante.-
¡Ah! Mi padre parece estar algo enfermo, así que yo llevaré las pruebas por
ahora, no le importunéis.
-Como
ordenes.-Se inclinó un guardia, que fue corriendo a alcanzar a los que
apresaban con fuerza a Sungyeol.
Tao
sonrió, mientras se encaminaba hacia Selene, dispuesto a hacerla pagar lo que
él consideraba una traición a su destino. Una tortura encubierta por las
diferentes pruebas que tendrían que realizar con ella. Mediría su resistencia,
su fuerza y sus aptitudes sin olvidar lo que le había hecho pasar. Esa era su
idea principal, molestarla un rato, para luego simplemente dejar que durmiera
en su habitáculo, pero la noche avanzó sin que su rabia aminorara. Cada vez que
Selene sufría, o cada vez que Tao alcanzaba a tocar su piel, entre
respiraciones musitaba el nombre de su amado, volviendo a Tao loco de rabia.
“¿Por qué no puede desaparecer de tu cabeza? ¡Olvídale! ¡Olvídale!” gritaba una
y otra vez, en la oscuridad del laboratorio.
Sungyeol,
por su parte, también gritaba. Gritaba de dolor bajo las patadas y las burlas
de los vigías. Paraban a veces, hacían turnos, pero no le dejaron descansar.
Él, desesperado por salir de allí, no se cansaba de luchar contra ellos, ciego
por la determinación de escapar y detener una muerte innecesaria. Aunque a
quien tuviera que parar fuera su mejor amigo, la desdicha que le llenaba cuando
lo pensaba, le impulsaba más fuertemente hacia adelante, consiguiendo así
resistir hasta el amanecer, cuando le soltaron al frío de una calle sin nombre,
sin casas, sin nadie que pudiera estar cerca.
Le
abandonaron a la mañana, y la mañana consiguió guiarle hasta su destino.
Comments (1)
Dios que mal me esta cayendo Tao, pobre Selene y odio lo que ha hecho con Sungyeol >.<