38# No olvidaremos, solo seguiremos adelante. Todos juntos. (Final)

Estaba allí, frente a ella, aunque se apoyara contra la pared, y su respiración estuviera agitada por el esfuerzo, la herida se hubiera curado del todo en su cuello, y se viera pálido y demacrado, estaba allí. Vivo.
-Myungsoo…-Dijo en un susurro, su mente llenándose de pensamientos agradecidos, aliviados, extasiados por su visión, gritando en su cabeza.
“Estás aquí” “Pensé que no volvería a verte” “¿Estás bien?” “Oh, Dios mío, me alegro tanto…” Él asintió, formándose una medio sonrisa en su cara, dando un paso hacia el frente, cojeando un poco, sin apenas poder moverse un centímetro más. Alzó un brazo hasta ella, intentando alcanzarla, pero no hicieron falta más esfuerzos. Antes incluso de que pudiera extender sus dedos, buscando el rostro de Selene, ésta ya lo estaba hundiendo en su hombro, abrazándole mientras volvía a sentir que se formaban lágrimas en sus ojos, aunque esta vez fueran de felicidad.
Myungsoo dejó descansar su cuerpo en Selene, sintiéndose más ligero estrechándola entre sus brazos. Inspiró entre su pelo, volviendo a sentirse vivo. Sabía muy bien que lo había conseguido por muy poco, era consciente de que podrían no haberse visto nunca más. Pero no fue así, no…

“Myungsoo, Myungsoo, ¿dónde estabas?” Los pensamientos de ella seguían siendo solo para él, llenándolo de dicha. Cuanto había pedido para que sus fuerzas no se desvanecieran en el camino, para poder verla así, temblando bajo su cuerpo, con el corazón exaltado por ese milagro. Apartó la vista hacia el techo, intentando secar inútilmente sus lágrimas. Se mordió los labios, dejando caer unas cálidas lágrimas que se perdieron, deslizándose hasta su mentón. Agitó la cabeza, removiendo su pelo, y se separó unos centímetros de Selene para poder besar su mejilla, su frente, su nariz y los dedos que buscaban su piel, queriéndose asegurar de que era real. Selene sollozó débilmente, sin dejar de sonreír.


No podía parar de observarla, los ojos entreabiertos, la sonrisa que hacía a sus labios sacudirse, sus pómulos cubiertos por su llanto y su rubor. Simplemente, le hipnotizaba, su imagen quedándose grabada a fuego en su memoria. Dudaba de si incluso con la droga que les habían hecho tomar hubiera sido capaz de olvidar aquello.
Sungjong, Woohyun y Nana tenían los ojos casi fuera de sus órbitas, incapaces de creer lo que veían, con la boca abierta y peligro de que se les desencajara la mandíbula. Se pusieron en pie, sin saber muy bien que hacer ahora.
Por el pasillo también se comenzaron a oír pasos cansados, de cinco chicos que llegaban derrotados por la vida y los catastróficos hechos que habían pasado. Miraban al suelo, y suspiraban cada tanto. Alguien les había dicho donde estarían los demás, y había caminado hasta allí, casi sin seguir ningún rumbo, desanimados. Dongwoo y Sungyeol fueron los primeros en levantar la vista, quedándose parados, deteniendo a todos los demás, que alzaron la mirada, aturdidos. Ninguno se esperaba ver lo que vieron.
Selene y Myungsoo se miraban entre emocionados y sonrientes, algo débiles pero eufóricos, perdidos el uno en los ojos del otro, entrelazando sus dedos, con las frentes casi chocando. Una imagen onírica, donde se reflejaba la luz del atardecer con ese color anaranjado tenue, esas sombras claras de un día que tocaba su fin. Myungsoo estaba allí, vivo. De nuevo.
De alguna manera, consiguieron convencerse rápidamente de que era real, y fueron casi corriendo hasta ellos, saludando y gritando como locos, saltando y sonriendo. Bueno, al menos Sungyeol y Dongwoo así lo hicieron. Sungkyu sentía que se iba a desmayar de alivio de un momento a otro y se apoyó abrazando a Hoya, que miraba todo con una gran sonrisa, aunque con ojos incrédulos.
-¡Yaaaah! ¡Myungsoo-yaaah!-Chilló Sungyeol, acercándose hasta él, haciendo que se separa de Selene hasta una distancia considerable, donde pudieran mirar a sus extasiados amigos.- ¡Estás vivo!-Dijo cogiendo su hombro, con una gran, gran sonrisa.
Myungsoo asintió, cogiendo la mano sobre su hombro, respirando feliz, mientras se iba sintiendo mejor aún por momentos. Habían venido todos allí. Hacía tantísimo tiempo que no les veía… Woohyun, Sungjong y Nana también caminaron, dejando su sopor atrás, hasta él, rodeándolo con sonrisas.
-Nunca dejarás de ser extraño… ¡Pero me alegro tanto de que estés bien! Tío, el mundo se nos echaba encima, no voy a dejar que mueras nunca más. ¡Ha sido horrible!-Woohyun escenificó la tormenta con grandes y rimbombantes gestos, señalando la ventana, siendo ayudado en parte por Sungjong, que ponía énfasis en ciertas partes de su relato.
-No, en serio, Myungsoo… Esto es increíble. Menos mal… Que estás aquí de nuevo.-Suspiró Sungkyu, abrazando su espalda.
-¿Pero cómo lo has hecho? Estábamos seguros de que te habíamos perdido y… Apareces aquí…-Se encogió de hombros Hoya, aunque feliz.
Todos asintieron, mirándole inquisitoriamente, esperando una explicación. Myungsoo alzó los brazos con las palmas hacia el frente, indicándoles calma, y sonrió, cogiendo la mano de Selene, y mirándola con cierta complicidad.
-Realmente no ha sido nada especial… Solo que… Volví a despertar y mis poderes se hacen más fuertes cada vez, así que prácticamente hice que el suelo se moviera por mí.-Dijo, intentando quitar importancia a ese asunto.
-Bueno, eso tienes que explicarlo, vamos, vamos.-Dijo casi saltando un hiperactivo Dongwoo, conduciéndoles a todos dentro.

Myungsoo suspiró, y entró con Selene a su espalda, hasta sentarse con cuidado en una silla, que aunque dura, le daba estabilidad y un respiro a sus piernas.
-Pero… Estoy cansado…
-Pues ya estás sentado, venga, cuenta.- Le animó Sungyeol, curioso.
Myungsoo asintió, sonriendo por los pensamientos de todos, que creaban historias increíbles sobre su extraña resurrección. Negó con la cabeza, procediendo a explicar lo que todos querían saber.
Es extraño de explicar, pero realmente nunca he muerto, bueno… No del todo al menos. Solo es mi cuerpo el que muere, yo sigo siendo consciente de lo que ocurre alrededor… No al principio, pero si desde que me metieron en la ambulancia hasta aquí.
No podía usar mi cuerpo, pero sí que escuchaba y sentía.
-Pero así sin más, ¿no te dolía ni podías avisarles de algo? ¿No podías hacer nada?-Murmuró Hoya, inquisitivo.
No, mi cuerpo sí estaba muerto, no podía manejarlo. Tenía mucho sueño y casi me duermo en varias ocasiones, pero el miedo a morir del todo si lo hacía me despertaba siempre.


Todo lo demás es muy borroso y no puedo recordar bien lo que pasó luego… Supongo que estaba luchado para no dormir y seguir lo suficientemente consciente.
Oí a varias personas hablando de mi herida y analizándome, pero enseguida se hizo silencio, y me transportaron a un lugar donde hacía mucho frío. Todo era frío y silencio, sin nada a lo que atenerme para seguir despierto. Era casi imposible no caer bajo el sueño que sentía, de verdad, si hubiera podido darme tortazos, lo habría hecho. Quería escuchar alguna de vuestras voces y me desesperaba saber que no estabais cerca, ni siquiera podía saber que os había pasado, o que me había pasado a mí.
Poco a poco, estando así, comencé a oír algo más que ruidos mecánicos y sentir algo más allá de la fría banqueta de metal sobre la que estaba mi cuerpo. Parecía que había alguien hablando a mí alrededor solo que el sonido… Ahh… Bueno –Myungsoo no sabía si realmente debía decir que podía leerles el pensamiento, quizá eso les daría miedo. Optó por poner una cara inexpresiva y darles una mirada perdida, como si no recordara que iba a decir a continuación.-Desde entonces, seguí el hilo de la conversación que tenía esa persona consigo mismo, y pude mantenerme despierto, sintiéndome más fuerte a cada momento. Recuperé la consciencia sobre mis poderes, casi alimentándome de ellos. De alguna forma en ese momento, supe que Tao había muerto, y así, la extraña energía de cada uno no tenía que ser compartida, por lo que volvía a mí, y me hacía fuerte.
Al fin podía sentir que realmente me iba a salvar, que no estaba todo perdido, pues ya sentía mi cuerpo incluso, ligeramente conseguía mover la punta de los dedos. Solo que entonces…
Descubrieron mi cuerpo, sacándolo de donde estuviera y transportándolo hasta un sitio hermético, en el que no se oía nada, pero… De alguna forma, olía a muerte. De nuevo estaba aislado, pero habiendo recuperado algo de energía, no me sobrevino el sueño, y pude entreabrir los ojos tras varios intentos. Pero lo que encontré…
Como si me hubieran metido ya en un ataúd, estaba en el crematorio, con el fuego delante de mis ojos, el metal a mi espalda comenzándose a mover, para colocarme dentro de aquel horno. Intenté escapar, reunir energía, pero no lo conseguí antes de quedar encerrado en ese lugar.
Por suerte, tengo este poder increíble, que hizo que pudiera volver atrás, invirtiendo el mecanismo que me había colocado allí, sobreviviendo por poco. Después del más que mal trago, me convencí a mí mismo de que daba igual lo que hiciera, tenía que salir, y… Poco a poco, conseguí moverme, abriendo una brecha en la máquina con mi poder, lo suficiente para escapar antes de que se volviera a cerrar, y así esquivando al hombre que trabaja allí, y caminando lentamente, casi por instinto llegué hasta aquí.
-Y ya está… Os dije que no era para tanto…
Todos asintieron, cerrando las bocas abiertas que el relato les había dejado, intentando mantener su compostura, aclarándose las gargantas algunos, mientras otros se recolocan el pelo.


-Bueno, eso de que no es para tanto lo dirás tú… Estabas muerto y has sobrevivido…-Murmuró Sungjong, algo serio, antes de volver a sonreír, haciendo que todos se rieran, liberando la tensión.
-Bueno, entonces, ya no vas a volver a morir, ¿no?- Rio Hoya. Myungsoo negó con la cabeza.
-Espero que no… Hasta dentro de mucho tiempo.
-¿Y Tao?-Preguntó Nana en un susurro. Selene intervino un momento esa vez.
-No sobrevivirá. Fue Momo quien le atacó, así que supongo que su muerte no es igual, no tiene nada de especial… Solo –dijo algo balbuceante, mirando al suelo intermitentemente.- Está muerto.
Todos asintieron, aliviados aunque serios. Nunca era agradable hablar de muerte. Dongwoo, dispuesto a salir de ese lugar de inmediato, puso una mano en el muslo de Sungjong, mirándole sonriendo a su vez, susurrando un “¡¡Gaja!!” animándoles a ponerse en pie, señalando hacia la puerta. Inmediatamente todos se levantaron, movidos por el buen humor de su amigo y contentos de que todo hubiera salido bien, mientras se lo iban creyendo poco a poco, calando en su interior que sus vidas continuaban, y estaban más vivos que nunca.
-Bueno, pues esto ha sido todo, amigos. Ahora… ¡Vamos a comer algo! ¡Habrá que celebrarlo a lo grande!
-No tan rápido Dongwoo… Tenemos que volver a Seúl, nos íbamos a ausentar unas horas… -Dijo Sungkyu, siendo un total aguafiestas. Todos le miraron casi haciendo pucheros.
-Solo un rato, hyung… Necesitamos relajarnos. Ya cogeremos un avión de vuelta en cuanto podamos. Venga, unas copas, un tentempié… ¿Qué me dices? ¿Eh?-Le propuso Woohyun, cogiéndole por los hombros, haciéndole ir caminando hasta la salida. Se dio la vuelta y les hizo un signo de afirmación a los demás. “Estado de Sungkyu hyung: convencido”
Todos corrieron por detrás de ellos, casi saltando, uniéndose al efusivo humor que todos tenían ya. Sungyeol les iba a perseguir, cuando se giró ligeramente, y tomó a Nana de la mano, alcanzándoles juntos, en un gesto que no paso exactamente desapercibido.
De Myungsoo tiraban Hoya y Dongwoo, aunque desadaptándose a su lento ritmo poco a poco, mientras entraban en un gran debate sobre canciones y pasos de baile. Ahora tenía fuerzas para caminar, pero no pudo mantenerse a la altura de sus compañeros, pues fue parándose para volver la vista atrás hacia Selene. Apenas si se había movidos tres o cuatro pasos. Los contemplaba sonriendo ligeramente, observando su energía y vitalidad, respirando profundamente mientras el vago sol seguía ocultándo su luz en el horizonte.


Parpadeó para fijar su vista en Myungsoo, que le extendía la mano, ladeando la cabeza hacia el exterior, donde las risas y los gritos de los demás se perdían paso a paso. Selene agitó imperceptiblemente la cabeza, preguntándose qué hacía para no estar ya junto a Myungsoo, mientras caminaba rápidamente para tomar su mano.
Enseguida se puso en marcha, pero se vio tirada del brazo, cayendo contra el pecho de Myungsoo, abalanzándose hacia él inevitablemente. La abrazó sin previo aviso, estrechándola, apoyándola contra su cuello, dejando que su respiración cayera sobre él. Selene cerró los ojos sonriendo, acomodándose y pasando una mano por su pecho, dejándola donde latía su corazón, de nuevo admirándose de lo que podía hacerle sentir solo aquel sonido. “Debo de estar definitivamente loca.” Myungsoo rio con aquel pensamiento entre resignado y jocoso.
Tomó su mentón entro los dedos, alzando su mirada, buscando sus ojos una vez más, poniendo sus ojos a la misma altura.
-¿Quieres oír un secreto?-Susurró cerca de su oído. Selene asintió confusa, sin ninguna pista de qué podría ser. Myungsoo sonrió, miró hacia el suelo, y se humedeció los labios con su lengua.-Pe-pero solo lo voy a decir una vez, así que estate atenta…- Selene volvió a asentir, elucubrando alguna hipótesis. Myungsoo sonrió antes de volver a mirarla a los ojos, adquiriendo una mirada penetrante, hipnotizante, situando sus manos a ambos lados de su rostro. Respiró hondo.- Antes… Casi me doy por vencido. Solo había oscuridad y estaba tan cansado de aguantar, dolía tanto… Pero cada vez que me sentía demasiado agotado pensaba en ti, en lo mucho que quería volver a verte, de seguir viviendo… Seguía pensando en ti, manteniéndote a mi lado, en mi mente, y me diste la fuerza que necesitaba para sobrevivir. Solo recordándote era capaz de no rendirme, porque sobretodo, quiero estar contigo, porque… Porque te amo.-Terminó en un susurro, enrojeciendo, sin apartar su mirada de Selene.
Ella se había quedado sin palabras, aunque tampoco tuvo tiempo para contestar, antes de que Myungsoo le robara, además de su voz, sus labios, devorándolos en un beso. Tampoco le hacía falta hablar, se dijo sonriendo, tornando sus caricias efusivas, alcanzando sus manos a entrelazarse en su pelo, mientras repetía una y otra vez en su cabeza, las mismas palabras. “Te amo”. Con cada palabra, el pecho de Myungsoo parecía explotar, llevándole a abrazarse a sus caderas, impregnando su beso de la candente pasión que sentía.
Con ella podría viajar hasta el fin del mundo, subir al Cielo y bajar al Infierno al mismo tiempo. Comprenderla sin palabras, cuidarla hasta el fin. No me cansaré jamás de tenerla a mi lado, haciéndola sonreír, curando las heridas que la vida le pueda hacer, siempre prometiéndome no volver a verla triste. Besarla hasta que sus labios mueran, contemplarla hasta que deje de ver, sin que nada en mi vida tenga más sentido que esto que ella me hace sentir. Porque yo soy suyo y ella es mía. Siempre.
Con una última mirada, y un pequeño roce de sus labios, se separaron, ambos sabedores de lo que iba a pasar a continuación. Uno conociendo los pensamientos de sus amigos, y otra oyendo el rugir de los motores que se acercaban a la entrada.
-¡Ehhh! ¡¡Chiiicooos!! Vamos, que los taxis están aquí ya.-Gritó Dongwoo sobresaltando a ambos.


-¡Ya vamos, Dongwoo! Pero… ¿Qué se supone que ha intentado decir? –Preguntó Myungsoo riendo, caminando hacia la salida. Dongwoo estaba tan entusiasmado que apenas se le entendía cuando habló Selene rio junto a él.
-Que ya están los taxis, señor telépata.
-Es verdad… Íbamos a tomar algo.-Murmuró sintiéndose torpe, recordando con un suspiro. Sonrió. Seguía siendo como siempre.


-¡1, 2, 3! ¡Keonbae!-Todos chocaros sus bebidas con sonrisas eufóricas, tomando un trago todos a la vez, bajo aquella luz de neón parpadeante, en un pobre chiringuito de playa, que la tormenta no había arrasado. Aquella parte de la isla no había sufrido demasiado.
Podrían haber multitud de lugares mejores en la ciudad, pero aquel sitio tranquilo, junto al mar les había ganado el corazón. El sonido de las olas, la brisa marina, comida casera recién hecha y la sensación de la fresca arena bajo sus pies descalzos. ¿Se podía pedir algo más?
-¡Hagamos una hoguera! –Propuso un entusiasta Sungyeol, al que enseguida se le sumó Nana, que fue a pedir algo que pudiera prender. Todos la miraron al salir, enseguida volviendo una mirada traviesa a Sungyeol.- ¿Qué?
-¿Cómo que qué? Habla inmediatamente. ¡Confiesa Lee Sungyeol!-Le obligó Woohyun.


Sungyeol sonrió abiertamente, con una mirada pícara, mientras se encogía de hombros. Myungsoo intentó ocultar su risa, sabiendo de antemano lo que estaba pensando hacer.
Cuando Nana regresó todos la miraron de nuevo, dejándola confusa. Sungyeol no perdió un segundo, y la recogió en un abrazo, tras terminar su vaso de licor de un trago. Sonrió, y la besó delante de todos, aunque ella se intentara separar al principio, acabó dejándose llevar, enzarzándose en un beso que les dejó la boca seca a todos.
Selene reía incrédula. Sabía que pasaba algo entre esos dos, pero aun así no dejaba de sorprenderse. Tras eso, Sungyeol sonrió, burlándose de sus caras de pasmo, y la presentó cogiéndola de la cintura.
-Chicos, esta es mi futura esposa. Saludad a Nana.
Nana le miró sin poder creer lo que acababa de decir, mientras todos, tras la sorpresa inicial, no pudieron más que levantarse de sus asientos, gritando y vitoreando aquella afirmación, con ánimos restaurados, riendo también por la valentía de Sungyeol.
Sungyeol les llevó a todos a brindar otra vez, sin soltar a Nana, ni responder a su inverosimilitud con palabras. No, utilizaba su boca para volver a besarla y sonreírla, mientras elevaba sus hombros. “No he podido evitarlo” Finalmente, consiguió una sonrisa por su parte, y un abrazo entusiasta. Una forma de decir sí, sin necesidad de palabras.
Selene y Myungsoo se miraron riendo, encogiéndose de hombros sorprendidos, aunque divertidos, sin poder creer el giro que había dado la noche. Cuando consiguieron encender la hoguera, el tiempo y el esfuerzo fueron recompensados por la preciosa danza del fuego frente a sus ojos, que les daba calor y les hipnotizaba.
Muchos de ellos comenzaron a bailar, a jugar, saltar o incluso fueron a las orillas del mar, entreteniéndose con cualquier cosa. Selene y Myungsoo continuaron allí, sentados, el uno apoyado en el otro, acariciándose al amparo de la oscuridad, Mirándose, y muchas veces riendo con los demás, hasta que llegó el amanecer sobre la playa. Lo miraron cansados, abrazándose para lidiar con el frío de la salida del sol.
-Creo que va siendo hora de volver a casa.-Murmuró Selene contra el hombro de Myungsoo, mirando hacia la playa mientras sentía sus manos abrazar su cintura y sus labios en su cuello.
Su hogar, aquel sitio donde todo había empezado, donde les esperaba una vida entera, que acababa de comenzar. Tantas cosas que pasar juntos, tantos ratos que vivir… Ahora que lo pensaban, estaban deseando regresar allí… Y seguir creando una historia juntos, sin que nada más que los devenires de su propia vida se entrometieran en su camino.


La luna se ocultó tras una espesa nube, despidiéndose por esa noche, dando paso a un nuevo día, brillante y fuerte, con su luz abriéndose paso ante toda adversidad.







-No es posible- Dijo Ryosuke mientras las lágrimas recorrían su pálido rostro. Kiyoshi había quedado con él en una cafetería bastante conocida de la ciudad. Le había dado la noticia de que a Nozomi tan sólo le quedaba una semana de vida.
-Si... cuesta creérselo- También fluyeron las lágrimas en él. -Mi cerebro todavía no ha aceptado que ella se vaya a marchar. Sabes que siempre he sido alguien tímido y solitario, ella me ha ayudado en ese aspecto, hemos estado juntos desde que éramos pequeños, todo con ella era especial y distinto... ahora se marcha- Secó sus lágrimas con la mano.
-¿Cuáles son tus verdaderos sentimientos hacia ella?- El joven conocía bien a su amigo.
-La quiero, no solo como a una amiga o a una hermana- Ryosuke estalló otra vez al escuchar los sentimientos de Kiyoshi. -Por eso quiero que vayas a verla, ella siempre ha estado enamorada de ti, tú eres el que puede hacerla feliz en este tiempo- La frustración le recorría todo el cuerpo, pero no podía enfrentar a la realidad.
Ryosuke seguía llorando, en su cabeza tomó una decisión. Quería recuperar el tiempo perdido de alguna manera, una semana de su vida no era nada comparado con el poder ayudar a Nozomi ser feliz. "Sí, lo haré, la visitaré todos los días, casi las veinticuatro horas estaré con ella" - Tomó aquella decisión y se dirigió al hospital.
Había avisado a su familia de que estos días estaría ocupado. Tenía aquella idea metida en la cabeza y la cumpliría. Llegó al hospital y subió a la habitación que le había dicho Kiyoshi, allí, fuera de la sala, se encontró con los padres de Nozomi. Les explicó la situación, que era un amigo de ella e iría a visitarla todos los días. Sus padres se lo agradecieron entre lágrimas, pero bueno, al fin y al cabo no iba a ser el único que iría, Kiyoshi también, solo ellos dos lo sabían.
Nozomi le dijo a Kiyoshi que Hikari no podía enterarse de esto, así que este se lo ocultaba. ¿Pero durante cuánto tiempo? No lo veía justo para Hikari.
Ryosuke entró en la sala, su corazón se detuvo cuando vio a su amiga en la camilla con la luz de la vida casi apagada.
-Toc toc ¿Se puede?- Bromeó el joven intentando animarla.
En cuanto Nozomi visualizó que era Ryosuke, una sonrisa se le dibujó en el rostro.
-¡Ryosuke! ¿Qué haces tú aquí?-  No se creía que él estuviera ahí.
-He venido a hacerte compañía, vendré estos días- Evitaba el tema -Deberíamos de haber pasado más tiempo juntos estos días- Aquella sonrisa de niño pequeño iluminó el día de Nozomi.
-Ryo... Déjalo- El joven miró impresionado al escuchar Ryo - Sé que sabes que me queda una semana... no es necesario que hagas esto - Suspiró.
-Lo hago porque quiero- Dijo normal y corriente, como si a Nozomi no le pasara nada.
-¿Kiyoshi te ha dicho algo no?- Su expresión era cansada.
-Sí, me ha dicho alguna que otra cosa, es un buen amigo, cuídalo más- Sonrió y bebió de la botella de agua que había en la mesa. Nozomi sonrió.
-Tonto- Se sonrojó.
-Bueno, el día es largo ¿Por dónde empezamos?- Sacó la lengua.
-No se...- Lamía sus labios.
-Ya sé, voy a confesarte una cosa...- Estaba animado, desprendía alegría por todos los costados. No sólo eso, también estaba más guapo de lo normal.
-¿El qué?- Miraba atónita.
-Soy gay- El chico estalló en carcajadas como si lo que había dicho no fuera importante.
-¿Es broma no?- Estaba pálida.
-Que va, llevo enamorado de Kyo desde hace muchos años, además, las mujeres no me atraen- Volvió a tomar un trago de agua.
-¿En serio?-  Seguía sin creérselo.
-¡Qué sí mujer!- Comenzó a reírse. Al poco tiempo Nozomi también comenzó a reírse como una loca.
-No puede ser ¿Por eso estabas tan cerca de Kyo?- No se lo tomó tan mal como pensaba Ryo.
-En el fondo porque somos amigos, pero sí, locamente enamorado-  Guiñó un ojo. - Si quieres te cuento todo lo que me ha pasado, alucinarás- No sabía cómo, pero había animado a Nozomi como nunca lo había hecho, por un momento se le olvidó que le quedaba poco tiempo. La vitalidad de Ryo la hacía sentirse viva. El joven había conseguido lo que buscaba, eliminar de Nozomi cualquier posibilidad de amor con él sin que le doliera demasiado.


Aquella cafetería siempre era el lugar de encuentro de Hikari y Mei, las dos tomaban un café allí.
-Hacía mucho tiempo que no hablábamos- Mei dio un sorbo a su café.
-Si... desde que pasó lo de Sora, no nos hemos visto- Hikari no bebía del café, tenía la mano sujetando al vaso como si se le hubiera quedado pegada.
-Lo siento... Nunca pensé que causaría esos problemas- Miró a Hikari melancólica.
-Dejémonos de estupideces Mei, hablemos seriamente. ¿Fuiste tú quien llamó a la policía?- Soltó el vaso.
-Sí, fui yo- Cruzo los dedos de sus manos.
-¿Sabes que estoy con Kyo verdad?- Su mirada era firme, al igual que su compostura.
-Sí, lo sé. También sé que Sora os desveló todo, o al menos imagino que fue así- Dio un trago largo al café terminándolo.
-Mei... Aléjate de nosotros- Sus ojos húmedos no mostraban pena, si no enfado.
-Hikari... yo...- El grito de la joven la calló.
-¡ALEJATE! Ni se te ocurra poner en peligro nuestra relación, estás loca, igual que lo estaba Sora- Se puso histérica. Su corazón dolía, no soportaba aquella traición de lo que ella creía ser su mejor amiga.
-Loca de amor- Mei seguía sentada, impactada por las palabras de Hikari.
-Cómo fui tan tonta... Al fin y al cabo, cuando el demonio entra en tus vidas, todos creen que es humano- Finalizó aquella escena con la frase que le dijo tiempo atrás, se marchó dejando allí el café sin probar.
Mei se quedó paralizada en el sitio mientras toda la gente que estaba en la cafetería la observaba detenidamente. Las lágrimas comenzaron a caer de sus hermosos ojos.
-No... me... dejes...-


"Estos días los he pasado con Ryu, han sido geniales, siempre sabe como alegrarme" - Pensaba Ryo tumbado en las piernas de Ryu mientras este acariciaba su cabello. Los dos se encontraban en casa del último.
"Mis sentimientos hacía él han ido creciendo poco a poco. No sé qué haría sin él, consigue que Kyo desaparezca poco a poco de mi corazón, es como si él ocupara el puesto que le pertenecía a mi amigo. Tengo miedo de estar equivocándome... ¿Cómo uno puede saber lo que siente? Con Kyo no tuve nada más claro en mi vida, ahora... no sé qué decir" - Pensó el joven cerrando los ojos y sumiéndose en aquella tranquilidad que Ryu le otorgaba.


-¿Qué has hecho qué con Mei?- Se partía de la risa.
-¿De qué te ríes? Si, la mandé a tomar viento por meterse en nuestra relación- Se enfadó debido a que Kyo se rió de algo que a ella le resultó tan difícil.
-Tranquila mi amor- La cogió de la barbilla y la besó, calmándola así.
El movil de Hikari se iluminó en ese momento, lo cogió y leyó el mensaje que había recibido.
"Soy Kiyoshi, tenemos que hablar"- Confundida marcó el número de Kiyoshi y lo llamó.
Kyo observaba la escena desde el sofá hasta que algo le impactó, Hikari dejó caer el móvil al suelo.


"Sakura... soy Ryota... te escribo este mensaje para decirte que me voy. ¿A dónde? Todavía no lo sé, pero nos mudamos. Ahora lo estás pasando mal, imagino, no sé tus problemas y me gustaría haberme quedado más contigo, pero no pudo ser posible. Adiós Sakura, te quiero." Otro de los mensajes de Ryota, el móvil se iluminó, pero no había nadie allí. ¿Le quedaba algo en la vida a la pobre chica? Si lo que aún estaba era Ryota... ya lo había perdido también.


Aquel lugar blanco la ponía nerviosa, no era su sitio ¿Por qué debía de estar ella allí? No era el lugar donde debía estar, ella no era una loca de esas. Sus padres la habían llevado a aquel manicomio.
Apreció que en su ropa tenía un cartel "Kokoa" y también un número.
¿Qué había hecho ella para estar ahí? Solo buscaba estar más guapa, más delgada, más feliz. No comprendía el mal que se hacía pensando así, aunque, para eso estaba en ese lugar, para que le cambiaran la forma de pensar.
¿Cuánto tiempo estaría? No lo sabía, pero deseaba salir ya de aquel lugar. Ahora solo le quedaba esperar y tal vez esforzarse.
El tiempo pasará y con ello su mejoría vendrá.


-¿Cuál es el motivo por el que te marchas? - Preguntó Mei a Takara que la tenía en frente sentada en un banco.
-Dinero, mis padres han encontrado un trabajo mejor fuera de Tokio, en Osaka- Estaba más calmada de lo normal.
-No entiendo porque me has llamado ¿Quieres despedirte de mí?- Acariciaba su pelo mostrando así aquella manía que tenía.
-Sí, al fin y al cabo entre nosotras siempre hubo algo ¿No? No se le podría llamar amistad, pero te admiraba... no, perdón, te admiro- Miró a Mei y le sonrió.
-¿Admiración? ¿Por qué?- No podía comprender porque era digna de admirar, a pesar de su imagen fuerte y confiada, en el fondo era débil y tenía miedo.
-Sí, eres tan guapa, inteligente, caes genial a todo el mundo, no sé, lo tienes todo, eres lo contrario a mí- A pesar de sus palabras, no estaba triste.
-Te equivocas, no deberías de admirarme- Suspiró.
-Es gratificante ver que eres humana- Soltó una pequeña risa.
-¿Cómo?- Preguntó confusa.
-Mei, has perdido tu brillo. No sé qué te pasa, algo te está afectando. Te conozco bien y sé que algo falla en ti. Al menos se puede apreciar que eres humana, que también hay cosas en tu vida que fallan- Takara estaba bastante animada y la sonrisa no se le desvanecía ni un momento.
-¿Lo notas ahora? Mi vida nunca ha funcionado- Mordió su labio, sus hermosos ojos se humedecieron.
-¿No te arrepentirás de lo que haces? Mei, tu vida no va  a funcionar de un día para otro si esa persona entra en ella- Su rostro se tornó más serio.
-No, no me arrepentiré. Lo he hecho por amor- Una lagrima recorrió su mejilla.
-Increíble, el poder del amor es tan grande. Pensaba que eras imposible de derribar, pero veo que nada puede sostenerse cuando el terremoto del amor ataca- Comenzó a reírse de sus propias palabras.
-Espero que te vaya bien en Osaka- Cambió de tema bruscamente.

-Sí, comenzaré una nueva vida- Guiñó un ojo.
    El día paso rápido, los tres estuvimos ocupados, de reunión en reunión. Durante el día Hyun Soo, Jaejoong y yo habíamos decidido que en estos cuatro días tendría una cita con cada uno a lo largo de cada día, dependiendo de como surgieran las cosas estira más o menos tiempo con cada uno. Me sorprendió mucho la manera tan abierta con la que Jae y Hyun Soo hablaban de este tema, cuando discutimos sobre como lo haríamos y eso, ellos lo hablaron tranquilamente e incluso bromearon sobre ello, creo que durante le tiempo que los he conocido los dos han madurado mucho. La imagen que me dio Jae la primera vez que lo conocí fue de alguien realmente encantador y atento pero la semana siguiente se comportaba de una manera muy odiosa conmigo, aunque es obvio que eso ahora ha cambiado un poco, he visto todas las facetas de Jae, la triste, la contenta, la asustada, la tierna, la sexy, me gusta presumir de que lo conozco bastante bien, pero aun así hay veces que sigo sintiendo que no soy nadie para el aparte de su secretaria y eso me duele. Respecto a Hyun Soo, la manera en la que ahora lo veo ha cambiado mucho respecto a los días anteriores, desde que el y Jae tuvieron esa conversación, todo lo que hizo por el, todo lo que ha luchado me ha descubierto al verdadero Hyun Soo a alguien con mucho amor para dar a alguien que cuida y protege a los que le importan, alguien que prefiere ser odiado que ver sufrir a la persona que quiere. Alguien fuerte, valiente. En cierta manera los dos se parecen mucho y son muy distintos, cada uno siente y vive las cosas de maneras muy distintas, viven como pueden y como quieren y en este momento los dos esperan mi respuesta.


-Ria, ¿Estas lista? No se porque siempre te tengo que esperar, eres la persona más lenta de este mundo, no sabes lo que es la puntualidad....no supongo que no....menos mal que por lo menos aquí no hay escaleras... -Me dijo Jaejoong al otro lado de la puerta de mi habitación.-
-Te quieres callar de una vez me estas poniendo nerviosa...
-Si si yo me cayo pero sal ya.

Justo después de que Jaejoong terminara esa frase abrí la puerta de mi habitación y salí al pasillo. Jae me miraba con la boca abierta como si fuera la primera vez en su vida que me había visto, se había quedado totalmente embobado mirándome de arriba a abajo. Cuando por fin bajo al mundo real y consiguió cerrar la boca me dijo:
-R-r-riaa estas preciosa.
-Tu también estas muy guapo, como siempre. ¿Bueno y a donde vamos a ir?
-Es una sorpresa.... - Me dijo mientras sacaba un pañuelo de su bolsillo y me tapaba los ojos, después me cogió de la mano y me obligo a ir tras el.-
Seguimos un rato en linea recta y luego giramos un par de veces, finalmente nos subimos a un ascensor por lo que deduje que seguíamos dentro del hotel, al salir del ascensor note frio, note como el aire se chocaba contra mi y me ponía la piel de gallina, Jaejoong finalmente me quito el pañuelo de los ojos, muy lentamente para mantener el suspense. Cuando por fin pude ver con claridad el sitio donde estábamos me quede totalmente impresionada, estábamos en la azotea del hotel, desde donde se podía ver todo Belin, las vistas era las más bonitas e impresionantes que había visto en mi vida. En el centro había una pequeña mesa en la que habían dos sillas, encima de la mesa estaba nuestra cena. Jaejoong había pensado cada pequeño detalle, como era de noche y no había luz dos grandes velas iluminaban la mesa, también alrededor de la barandilla había flores que la rodeaban de un extremo al otro.
-Oh, Jaejoong esto es realmente precioso. Muchísimas gracias. -Jaejoong se acerco hasta mi y me dio un pequeño beso en la cabeza.-
-Gracias a ti Ria por compartirlo conmigo. ¿Nos sentamos? Que la cena se nos enfría.
-Si si, que tengo mucha hambre. -Le dije mientra me acercaba a la mesa y me frotaba la barriga de una manera muy graciosa que hizo que Jae se riera.-
Los dos nos sentamos a comer y disfrutamos de la compañía mutua. Nos lo estamos pasando en grande no parábamos de reírnos y de hacer los tontos, eramos como dos críos intentando jugar a ser adultos, con vestidos largos y trajes de chaqueta. Hubo una pausa entre nosotros en la que yo aproveche para preguntarle una duda a Jae que había hecho que me comiera la cabeza durante todo el día.
-Jaejoong....¿Puedo hacerte una pregunta?
-Si, supongo que si.
-¿Si yo hubiera venido contigo a este viaje tu....tu hubieras ido a la habitación de Cristina?
-Ria.... porque me preguntas esto ahora...
-Jaejoong contéstame....hubiera ido si o no.
-No lo se Ria... las cosas entre tu y yo siempre han ido bien... nos gustamos o por lo menos tu a mi me gustas... pero nunca hemos sido algo más que amigos, quiero estar contigo, quiero que estemos juntos....
-Hubieras ido o no.
-Si.... si ella me hace olvidar que no te tengo si.
-Me lo estas diciendo enserio Jaejoong.......¿Estas bromeando? ¿SERIAS CAPAZ DE ESTAR CON ALGUIEN A QUIEN NO QUIERES, DE BESARLA Y DE SENTIRLA SIN SABER NI COMO ES? SERIAS CAPAZ DE ESO JAE ME LO DICES ENSERIO! -Le dije mientas las lagrimas empezaban a caer por mi rostro.-
-Si.
-PUES QUIZAS QUIERAS A IR A SU HABITACIÓN EN LUGAR DE ESTAR AQUI CONMIGO... ELLA TE TRATARA COMO UN HOMBRE, NO ESO LO QUE QUIERES OLVIDAR QUE NO SOY TUYA...
-RIA ESTAS SACANDO LAS COSAS DE CONTESTO YO NO HE DICHO ESO!! PERO QUIZAS TENGAS RAZÓN Y DEBA IRME PORQUE LA QUE PARECE QUE NO QUIERE QUE ESTE AQUI ERES TU!!!!! -Me dijo mientras se levantaba de la silla y me marchaba de allí sin decir nada más y dejándome a mi llorando en la silla, sola.-

Mis lagrimas seguían cayendo, sentía tanto dolor dentro de mi, el imaginarme a Jae con esa mujer, besandola y dándole todo el amor que no le pertenece me parecía tan injusto y cruel. Lo peor es que yo le había incitado a que se marchara y a que se fuera con ella, parte de la culpa era mía y no me sentía orgullosa de ello. Me sentía decepcionada de Jae de que pudiera llegar a hacer ese tipo de cosas sin sentirlas realmente, todo para poder intentar olvidarme. Mirase por donde lo mirase me sentía culpable y mis lagrimas aun caían con muchísima mas fuerza que antes por este motivo. Mientras lloraba desconsoladamente en aquella silla, sentí una mano que me toco por la espalda que se arrodillo al lado mía y que giro mi silla para que pudiera mirarle.
-Hyu-n Soo.... -Le dije medio balbuceando entre lagrimas.-
-Riaaaa, ¿Porque lloras? He visto salir a Jaejoong muy cabreado del ascensor y te he estado buscando por todo el edificio, ¿que ha pasado?
-Yo.... yo... lo siento tanto... no quiero que.... no.....el y ella.... ha sido mi culpa.... -Le dije mientras le daba un abrazo, intentando aferrarme a él, intentando que mi dolor desapareciera, que mis ojos dejaran de llorar y encontrar en él el consuelo que necesitaba.-

-No Ria... no es tu culpa nada de esto es tu culpa.... - Me dijo susurandome al oído mientras me tocaba el pelo dulcemente, después se fue alejando muy lentamente de mi hasta que nuestros rostros quedaron el uno en frente del otro, siendo nuestras respiraciones, con su mano limpio mis lagrimas que ya que habían dejado de salir, sus labios se fueron acercando hasta los míos hasta que los dos se fundieron un dulce beso, su boca jugaba con la mía placer, sentía el roce de su mano deslizándose por todo mi cuello y el calor de sus labios junto a los míos.-El día paso rápido, los tres estuvimos ocupados, de reunión en reunión. Durante el día Hyun Soo, Jaejoong y yo habíamos decidido que en estos cuatro días tendría una cita con cada uno a lo largo de cada día, dependiendo de como surgieran las cosas estira más o menos tiempo con cada uno. Me sorprendió mucho la manera tan abierta con la que Jae y Hyun Soo hablaban de este tema, cuando discutimos sobre como lo haríamos y eso, ellos lo hablaron tranquilamente e incluso bromearon sobre ello, creo que durante le tiempo que los he conocido los dos han madurado mucho. La imagen que me dio Jae la primera vez que lo conocí fue de alguien realmente encantador y atento pero la semana siguiente se comportaba de una manera muy odiosa conmigo, aunque es obvio que eso ahora ha cambiado un poco, he visto todas las facetas de Jae, la triste, la contenta, la asustada, la tierna, la sexy, me gusta presumir de que lo conozco bastante bien, pero aun así hay veces que sigo sintiendo que no soy nadie para el aparte de su secretaria y eso me duele. Respecto a Hyun Soo, la manera en la que ahora lo veo ha cambiado mucho respecto a los días anteriores, desde que el y Jae tuvieron esa conversación, todo lo que hizo por el, todo lo que ha luchado me ha descubierto al verdadero Hyun Soo a alguien con mucho amor para dar a alguien que cuida y protege a los que le importan, alguien que prefiere ser odiado que ver sufrir a la persona que quiere. Alguien fuerte, valiente. En cierta manera los dos se parecen mucho y son muy distintos, cada uno siente y vive las cosas de maneras muy distintas, viven como pueden y como quieren y en este momento los dos esperan mi respuesta.


-Ria, ¿Estas lista? No se porque siempre te tengo que esperar, eres la persona más lenta de este mundo, no sabes lo que es la puntualidad....no supongo que no....menos mal que por lo menos aquí no hay escaleras... -Me dijo Jaejoong al otro lado de la puerta de mi habitación.-
-Te quieres callar de una vez me estas poniendo nerviosa...
-Si si yo me cayo pero sal ya.

Justo después de que Jaejoong terminara esa frase abrí la puerta de mi habitación y salí al pasillo. Jae me miraba con la boca abierta como si fuera la primera vez en su vida que me había visto, se había quedado totalmente embobado mirándome de arriba a abajo. Cuando por fin bajo al mundo real y consiguió cerrar la boca me dijo:
-R-r-riaa estas preciosa.
-Tu también estas muy guapo, como siempre. ¿Bueno y a donde vamos a ir?
-Es una sorpresa.... - Me dijo mientras sacaba un pañuelo de su bolsillo y me tapaba los ojos, después me cogió de la mano y me obligo a ir tras el.-
Seguimos un rato en linea recta y luego giramos un par de veces, finalmente nos subimos a un ascensor por lo que deduje que seguíamos dentro del hotel, al salir del ascensor note frio, note como el aire se chocaba contra mi y me ponía la piel de gallina, Jaejoong finalmente me quito el pañuelo de los ojos, muy lentamente para mantener el suspense. Cuando por fin pude ver con claridad el sitio donde estábamos me quede totalmente impresionada, estábamos en la azotea del hotel, desde donde se podía ver todo Belin, las vistas era las más bonitas e impresionantes que había visto en mi vida. En el centro había una pequeña mesa en la que habían dos sillas, encima de la mesa estaba nuestra cena. Jaejoong había pensado cada pequeño detalle, como era de noche y no había luz dos grandes velas iluminaban la mesa, también alrededor de la barandilla había flores que la rodeaban de un extremo al otro.
-Oh, Jaejoong esto es realmente precioso. Muchísimas gracias. -Jaejoong se acerco hasta mi y me dio un pequeño beso en la cabeza.-
-Gracias a ti Ria por compartirlo conmigo. ¿Nos sentamos? Que la cena se nos enfría.
-Si si, que tengo mucha hambre. -Le dije mientra me acercaba a la mesa y me frotaba la barriga de una manera muy graciosa que hizo que Jae se riera.-
Los dos nos sentamos a comer y disfrutamos de la compañía mutua. Nos lo estamos pasando en grande no parábamos de reírnos y de hacer los tontos, eramos como dos críos intentando jugar a ser adultos, con vestidos largos y trajes de chaqueta. Hubo una pausa entre nosotros en la que yo aproveche para preguntarle una duda a Jae que había hecho que me comiera la cabeza durante todo el día.
-Jaejoong....¿Puedo hacerte una pregunta?
-Si, supongo que si.
-¿Si yo hubiera venido contigo a este viaje tu....tu hubieras ido a la habitación de Cristina?
-Ria.... porque me preguntas esto ahora...
-Jaejoong contéstame....hubiera ido si o no.
-No lo se Ria... las cosas entre tu y yo siempre han ido bien... nos gustamos o por lo menos tu a mi me gustas... pero nunca hemos sido algo más que amigos, quiero estar contigo, quiero que estemos juntos....
-Hubieras ido o no.
-Si.... si ella me hace olvidar que no te tengo si.
-Me lo estas diciendo enserio Jaejoong.......¿Estas bromeando? ¿SERIAS CAPAZ DE ESTAR CON ALGUIEN A QUIEN NO QUIERES, DE BESARLA Y DE SENTIRLA SIN SABER NI COMO ES? SERIAS CAPAZ DE ESO JAE ME LO DICES ENSERIO! -Le dije mientas las lagrimas empezaban a caer por mi rostro.-
-Si.
-PUES QUIZAS QUIERAS A IR A SU HABITACIÓN EN LUGAR DE ESTAR AQUI CONMIGO... ELLA TE TRATARA COMO UN HOMBRE, NO ESO LO QUE QUIERES OLVIDAR QUE NO SOY TUYA...
-RIA ESTAS SACANDO LAS COSAS DE CONTESTO YO NO HE DICHO ESO!! PERO QUIZAS TENGAS RAZÓN Y DEBA IRME PORQUE LA QUE PARECE QUE NO QUIERE QUE ESTE AQUI ERES TU!!!!! -Me dijo mientras se levantaba de la silla y me marchaba de allí sin decir nada más y dejándome a mi llorando en la silla, sola.-

Mis lagrimas seguían cayendo, sentía tanto dolor dentro de mi, el imaginarme a Jae con esa mujer, besandola y dándole todo el amor que no le pertenece me parecía tan injusto y cruel. Lo peor es que yo le había incitado a que se marchara y a que se fuera con ella, parte de la culpa era mía y no me sentía orgullosa de ello. Me sentía decepcionada de Jae de que pudiera llegar a hacer ese tipo de cosas sin sentirlas realmente, todo para poder intentar olvidarme. Mirase por donde lo mirase me sentía culpable y mis lagrimas aun caían con muchísima mas fuerza que antes por este motivo. Mientras lloraba desconsoladamente en aquella silla, sentí una mano que me toco por la espalda que se arrodillo al lado mía y que giro mi silla para que pudiera mirarle.
-Hyu-n Soo.... -Le dije medio balbuceando entre lagrimas.-
-Riaaaa, ¿Porque lloras? He visto salir a Jaejoong muy cabreado del ascensor y te he estado buscando por todo el edificio, ¿que ha pasado?
-Yo.... yo... lo siento tanto... no quiero que.... no.....el y ella.... ha sido mi culpa.... -Le dije mientras le daba un abrazo, intentando aferrarme a él, intentando que mi dolor desapareciera, que mis ojos dejaran de llorar y encontrar en él el consuelo que necesitaba.-
-No Ria... no es tu culpa nada de esto es tu culpa.... - Me dijo susurandome al oído mientras me tocaba el pelo dulcemente, después se fue alejando muy lentamente de mi hasta que nuestros rostros quedaron el uno en frente del otro, siendo nuestras respiraciones, con su mano limpio mis lagrimas que ya que habían dejado de salir, sus labios se fueron acercando hasta los míos hasta que los dos se fundieron un dulce beso, su boca jugaba con la mía placer, sentía el roce de su mano deslizándose por todo mi cuello y el calor de sus labios junto a los míos.-
 37# “No está muerto” Quizá sea una mentira.
La ambulancia iba casi tan rápido como sus exaltados corazones, que retumbaban en sus pechos. Sungyeol no había conseguido separar a  Selene del cuerpo de Myungsoo, por lo que se montó con ambos en la parte trasera, sin perder detalle de todo lo que hacía la enfermera, la cual atendía con urgencia a Myungsoo, aun negando con la cabeza y frunciendo el ceño, cuando, aun comprobando que no seguía vivo, Sungyeol le insistía en que, por favor, continuara curando su herida.
Selene no podía hacer otra cosa más que contemplar con mirada perdida su rostro. Parecía estar atrapado en una pesadilla, rígido, con un pasmo de terror. Acariciaba su mano fría, sin poder evitarlo. Aún estaba perdida en lo que acababa de ocurrir. No podía ver otra cosa más que sangre. No sentía más que dolor. No oía apenas nada, salvo gritos, pitidos a su alrededor y el furioso viento que se agitaba fuera, golpeando el vehículo con una fuerza inusitada.
A duras penas, llegaron al hospital, donde se encargaron de llevar a quirófano a Myungsoo, bajo los nuevos ruegos de Sungyeol y de Nana, que había ido en el asiento delantero, angustiada por el tiempo que estaban perdiendo. Bajo alertas y avisos, los doctores se resignaron, asintiendo y se dirigieron a planta, preparados para operar.
Cuando bajaron a Tao y Momo, no hubo nadie que estuviera allí para reconocerles, preocupándose por ellos. Enseguida se los llevaron de allí, sin perder tiempo en su hospitalización. Selene volvió la vista atrás, mientras les metían con cuidado en bolsas negras, llevándoles a la planta baja.
Ellos suspiraron, algo más aliviados, y condujeron a Selene hasta una banqueta de la sala de espera, preparados para desesperarse a cada minuto que pasaba. ¿Podría salir algo bien? Los médicos les habían mirado como si fueran verdaderos locos, indignados por hacerles “perder” el tiempo con alguien que había perdido las constantes vitales tiempo atrás. Aun así, al final habían conseguido algo.
Sungyeol se frotó la cara con las manos, expulsando el aire de su respiración pesadamente. Nana enseguida se volvió a él, masajeando tenuemente sus hombros. Él sonrió ligeramente, y pasó a rodearla entre sus brazos, cerrando los ojos, cansado.
-¿Crees que funcionará esta vez también?-Murmuró Nana.
-Debe hacerlo. O no se salvará nadie.
Nana se abrazó más aún al cuerpo de Sungyeol, con un nuevo ataque de horror al imaginarse el camino que seguiría el mundo de no salvar a Myungsoo. Dejó transcurrir el tiempo, intentando tranquilizarse, mirando a Selene por encima del hombro, pero parecía dormida. Lo intentó ella también, pero no pudo hacerlo. No podía dejar de tener miedo. Sin querer pensar en lo que podría suceder, agitó la cabeza con el ceño fruncido y se obligó a hablar de otra cosa.
-¿A quién llamabas antes?
-Ohh… Hablé con…

Sus palabras fueron cortadas por el sonido de la televisión que acababan de encender unos nuevos visitantes. El rugido de un volcán en erupción se propagó por toda la estancia, seguido de gritos de pánico y la grave voz del reportero, que alertaba de nuevas situaciones caóticas en algún sitio, lejos de allí. Terremotos, tsunamis, volcanes, tormentas de lluvia ácida, nevadas cerca del Ecuador…. Solo habían pasado unas dos horas desde el incidente… Y el mundo se había vuelto loco.


Se apartaron el uno del otro lentamente, tensos. Sungyeol suspiró y se puso en pie, dispuesto a hacer cualquier cosa menos quedarse sentado allí, escuchando aquellas catastróficas noticias. Nana siguió sentada, sin fuerzas para hacer nada. Sungyeol se disculpó, y fue al baño, aunque solo fuera para refrescarse un momento. Nana asintió, y se volvió hacia Selene, para comprobar si verdaderamente estaba durmiendo. No lo estaba.
Sus ojos estaban fijos, rojos, sin ni siquiera cerrarlos un momento. Se había mordido los labios hasta hacerlos sangrar, y estaba más que pálida. La llamó varias veces, pero no reaccionó, no la veía. Temblaba un poco, y cuando la tocó estaba congelada. Nana se sintió perdida entre sus gritos, incapaz de hacer nada para que reaccionara, para que saliera de esa tristeza a la que había sucumbido y acabaría por adueñarse de todos.
-Selene, ¡Selene! Contéstame, ¡Selene!
Cuando regresó Sungyeol, vio a Nana nerviosa, sacudiendo el cuerpo de Selene, mientras gritaba su nombre al borde de las lágrimas. Las apartó, echando a Nana a un lado, pidiéndola calma, abrazándola un momento parando su llanto. Tras eso, se acercó él a Selene, con mucho cuidado, acariciando sus mejillas.
-Está bien, Selene. Myungsoo va a estar bien.-En cuanto pronunció ese nombre, ella pestañeó, enfocando lentamente los ojos de Sungyeol, mirándole confundida, angustiada. Asintió reprimiendo un sollozo.
Enseguida se oyeron pasos decididos por el pasillo, y el rumor de una bata, por lo que Sungyeol y Nana se pusieron en pie, aguardando a la doctora. Vino como una exhalación, mirándoles con decisión, exasperada. Se tomó un momento para suspirar, y reblandecer su expresión.
-No hemos podido hacer nada más. Falleció hace dos horas y la herida es casi intratable: se le han seccionado varios vasos y no podemos hacer milagros.
-Pero, por favor… Sigan intentándolo, estamos seguros de que sigue vivo, solo…
-Lo siento.-Dijo tajantemente.- Pero no tenemos ese tiempo, están llegando personas vivas a las que nos es más urgente tratar. No podemos hacer…
-Por favor, por favor…-Musitó Selene con voz rota.- No está muerto. ¡No está muerto! –Gritó levantándose, alcanzando a coger a aquella mujer del brazo. –Tienen que hacer algo.-Le dijo, mirándola con ojos suplicantes, mientras una lágrima comenzaba a deslizarse por su mejilla.
La doctora se soltó con rapidez, mirándola con remordimiento. Bajó los ojos al suelo y se dio media vuelta, yéndose de allí a  toda velocidad. Selene se quedó donde estaba, paralizada, pero con nuevas lágrimas deslizándose por su piel. Tomó una bocanada abrupta de aire, y cuando lo expulsó, estaba llorando, destrozada, en el suelo.
-No está muerto.
-Lo sabemos, Selene. Conseguirán salvarle, tranquilízate.- Murmuró Sungyeol, alzándola, dirigiéndola hasta las sillas de nuevo, aunque ni siquiera seguro de lo que estaba diciendo.- Todos estamos nerviosos.- Selene negó con la cabeza, tapando su cara con la inmensa cascada de pelo que poseía.
-Pero… No debería haber pasado… No debería.-Musitó llorando.- Si no hubiera parado de correr… O me hubiera dado cuenta antes… Solo un poco antes.-Dijo presionando sus manos contras sus ojos.- Tampoco pude hacer nada por Tao, ni por nadie… -Sungyeol y Nana se miraron, Nana también derramando silenciosas lágrimas, acercándose para abrazarla.

-Nadie tiene la culpa. Tao estaba loco y tú acababas de volver a recordar... Selene, no te culpes.
Asintió, pero no pudo dejar de sollozar, recordando todo lo que había pasado, una y otra vez, formándose un gran nudo en su garganta que apenas le dejaba respirar. En algún momento de aquella lucha consigo misma, aparecieron cinco personas más en la sala, corriendo hacia Sungyeol, con rostros pálidos y serios.


Sungkyu, Hoya y Woohyun, fueron directamente a hablar con Sungyeol y Nana, que estaba a su lado, nerviosos, sin dejar de mirar a su alrededor. Dongwoo y Sungjong, sin embargo, se acercaron a Selene, con intención de darla algún animo que la hiciera sentir algo mejor de lo que aparentaba. La abrazaron con cariño, haciendo alguna que otra broma, apartándole el pelo de la cara.
-Noona, llorar no te sienta nada bien.- Dijo Sungjong con una media sonrisa, negando con la cabeza.- Tienes que sonreír aunque sea duro.
-Ya estamos todos aquí, Selene.-Le animaba Dongwoo.
Mientras tanto, los demás se informaban de los últimos sucesos, apenas sin poder creer lo que oían. Todos sabían de los poderes de Myungsoo, pero toda aquella historia increíble, y Tao…
-Menos mal que cogimos el último vuelo hacia aquí y no os fuisteis demasiado lejos. Ya han cancelado todos, y están cerrando aeropuerto y demás sitios.-Murmuró un meditabundo Hoya.
-¿Pero entonces…? ¿Qué va a pasar?-Preguntó Sungkyu serio, mientras Dongwoo también se unía a la conversación.
-No sabemos nada. La otra vez le salvó ese médico, bueno… Su padre. Ahora ya… No tenemos ni idea de si le están tratando, y tampoco sabemos si se puede salvar por segunda vez… Además Tao también… También…-Sungyeol suspiró e hizo un gesto alrededor de su cuello.
-Entonces puede perfectamente que el mundo se venga abajo.- Sentenció Hoya, echándose las manos a la cabeza, despeinándose sin que le importara lo más mínimo.
-Ya lo está haciendo.-Asintió Sungyeol, serio, haciendo una mueca de impotencia.
-¿Cuánto tiempo puede quedar?-Susurró Sungjong, con una mirada vidriosa.
-Unas… Cinco horas más.-Dijo Selene, para sorpresa de todos.
Giraron sus cabezas rápidamente, mirándola con cierta pena y resignación.
-¿Estás segura?-Preguntó Sungkyu. Selene se encogió de hombros, asintiendo, sacudida por nuevas ganas de llorar al volver a recordar a Myungsoo sufriendo en algún sitio de su mente.


Todos miraron al suelo, desanimados, solo pudiendo esperar, y esperar, observando en busca de la aparición de cualquier sanitario que pudiera decirles que había pasado con su amigo. El reloj allí colgado, dejaba pasar los minutos demasiado deprisa, produciendo en ellos inseguridad y ansiedad.
Selene agarró con fuerza la mano de Nana cuando volvió a escuchar esos pasos rápidos y decididos, recorriendo el vestíbulo, más allá de la sala de espera. Sin perder un momento, se levantó y fue tras ella cuando oyó que se estaba alejando de nuevo, sin pasar por allí. Tras Selene, fueron todos los demás, alertados.
La doctora les vio a lo lejos, sorprendiéndose y frunciendo el ceño, deteniéndose, poniendo los ojos en blanco. Cuando llegaron a ella, estaba de brazos cruzados, reprendiéndoles con la mirada.
-¿Cómo está? ¿Consiguió volver en sí? ¿Cerraron la herida?-Interrogó Sungyeol. La doctora se quedó callada un momento, como pensativa sobre lo que debía decir, insegura. Tras ese instante volvió a tomar su máscara de fría profesional.
-Hicimos lo que estuvo en nuestras manos, pero las urgencias se llenaron y por más pruebas, no pudimos constatar que estaba vivo. Lo lamento, ahora si me disculpan…
-¡Pero no está muerto! ¡No está muerto! –Chilló Selene, desgarrando las entrañas de todos, inmovilizándoles por un momento.- Por favor, necesito verle, está vivo. ¿Dónde está?
-Ahh…-Murmuró la doctora, frunciendo el ceño y apartando la mirada.- No había más espacio en urgencias y… Se lo llevaron ya a la morgue. Iban a incinerarle.- Tras eso, recuperó su decisión y se despidió rápidamente.
“¿Incinerarle?” Selene se imaginó por un momento el fuego quemando el cuerpo de Myungsoo hasta hacerlo desaparecer. Abría los ojos en un último momento y la miraba, pidiendo auxilio con una expresión de pena desesperada, mientras el calor derretía su piel. Chilló de dolor, derramando más lágrimas, agarrando al médico por la cola de la bata, apoyándose en el suelo, sin poderse tener en pie.
-No le pueden incinerar, no pueden hacer eso, no, no, no, por favor. Por favor… ¡Sáquelo de ahí! ¡No está muerto!- Entre sollozos, gritaba balbuceando las palabras que emergían de su boca, causa de la angustia.
Temblaba violentamente, y empalidecía a cada segundo, sin dejar de llorar, ni gritar. Nana fue hacia ella rápidamente, intentando calmarla, para hacer que las miradas de todos dejaran de estar puestas sobre todos ellos, pero no consiguió nada. Parecía haber perdido la razón, no había apenas humanidad en sus ojos.
Unos guardias enseguida fueron hasta ella, reduciéndola bajo sus brazos, dejando la piel de su antebrazo expuesta para que el sanitario que había sido avisado pudiera inyectarle los calmantes sin dificultad ninguna. En cuanto lo hicieron, se la llevaron de allí sin dar pie a que el escándalo continuara. Nana se disculpó con los chicos para ir junto Selene, a donde quiera que la llevaran.
-Nana, no pasa nada, ve con ella. Nosotros iremos a ver qué ha pasado con…-Sungyeol se aclaró la garganta, sin pestañear, intentando que no se notara que estaba también a punto de derrumbarse.- Con Myungsoo.
-¿Va-vamos a la morgue? Sungjong, tú mejor ve con Nana.-Dijo Sungkyu, tragando saliva.
Sungjong obedeció sin pensarlo demasiado, casi agradecido. Enseguida, Woohyun dio un paso atrás, sonriendo ligeramente, con las manos al frente.
-Creo que será mejor que vaya yo también con Sungjong, es injusto que vaya solo él.-Murmuró, alejándose del grupo que iban a buscar a su amigo. Sungjong aprovechó para dirigirle una mirada indignada. Woohyun se encogió de hombros y se despidió con la mano, volviéndose serio. Por nada del mundo quería creerse que Myungsoo estuviera muerto, menos aún verlo de esa forma.


Condujeron a Selene, que apenas podía sostener su cuerpo por sí misma, hasta varias habitaciones, pero todas estaban llenas. Al final, consiguieron encontrar lo que parecía un lugar donde quedara un hueco libre, aunque les advirtieron que era solo algo temporal, y que debían marcharse para que la habitación pudiera ser ocupada. Suspiraron y asintieron, pensando en que deberían hacer en cuanto regresara el otro grupo.
Resoplaron, intentando mantenerse cuerdos en aquel pequeño espacio oscuro. Se asomaron por la ventana, pero el aire y las nubes negras en el cielo no presagiaban nada bueno.

Sungyeol, Sungkyu, Dongwoo y Hoya fueron a donde esperaban ser informados de donde debían ir a buscar a su amigo, pero apenas había nadie para atenderles en ninguna parte. Solo pasaban camillas y más camillas con heridos. Parecía haber habido un huracán por la zona en esa última hora.
Después de un buen rato intentando localizar a alguien libre que les diese la información, consiguieron encontrar a un guardia de seguridad que acababa de terminar de indicar el camino a una señora con cara de preocupación, que desapareció de allí intranquila.
Le preguntaron y fueron respondidos de inmediato, aunque con indicaciones imprecisas y rápidas. De algún modo se las ingeniaron para llegar a la planta baja, a una puerta blanca, que estaba cerrada a cal y canto. Llamaron repetidas veces hasta que un hombre bastante mayor, aparentemente sin ningún pelo en la cabeza les abrió, con ojos temerosos.
-¿Qué quieren? Esta área no se puede visitar.
-¿Ha llegado algún chico más o menos de nuestra edad? Se han equivocado…-Comenzó Sungkyu, pero su voz se fue apagando gradualmente.
-Verá… Han enviado aquí a un amigo nuestro… Pero no nos habían avisado, y no puede ser incinerado.-Dijo Sungyeol, tomando el liderazgo del grupo.
-De ninguna manera, no pueden hacerlo.- Afirmó Hoya por detrás.
El hombre les miró uno por uno, de arriba abajo, indagando si su forma de vestir le podía revelar si estaban siendo sinceros o no. Les escrutó un rato más, hasta que les dirigió una mirada severa, y abrió la puerta para dejarles entrar.
-Pasad si queréis. A ver si encontramos a vuestro amigo.
Tragaron saliva, y fueron entrando con temor y respeto hacia el lugar, muy lentamente, arrastrando los pies por el suelo.
Vieron cuatro camillas, con bultos metidos en esas bolsas negras que reconocieron enseguida, pero cerca de las cuales nunca habían estado . Aquel señor, sin parsimonia ninguna, abrió las cremalleras de cada uno, mostrándoles los cadáveres que habían traído. Se acercaron casi de puntillas, unos centímetros más, asomándose los unos a los hombros de los otros, para observar. No eran Myungsoo.
Sungyeol comprobó que incluso estaban allí los cuerpos de Momo y Tao, haciendo que le revolviera el estómago con la visión. Se dio la vuelta, sin ganas de seguir indagando.
-¿No-no han traído más? ¿Está seguro?-El hombre negó con la cabeza.
-Han traído más, pero los que no estén ya aquí, son ceniza.-Sentenció, dirigiéndoles de nuevo a la salida.- Lo lamento, hago lo que me mandan.
-Ya, ya… Gracias por todo igualmente…
Cerró la puerta, dejándoles en silencio, en aquel pasillo blanco que se les hizo vacío y sin vida, solitario. No podían mover los ojos de allí, ninguno de ellos. La realidad les golpeaba duramente sobre los hombros. Habían incinerado a Myungsoo. No solo habían perdido a su querido amigo, lo que les hacía sentir miserables, si no que todo el mundo estaba sentenciado a su Fin.
Dongwoo fue el único que pestañeó por un momento, consiguiendo salir de aquel momento estático, dejando caer sus lágrimas de desdicha, siendo capaz de  hablar aunque fuera un ligero susurro.


-Debe-deberíamos ir con los demás. Por lo menos… Estar juntos.-Murmuró con sus labios temblando, intentando contener el llanto.
Se limpió los ojos, y les animó con palmadas en los hombros, que les hicieron caminar lentamente, como movidos por resortes, poco a poco, avanzando. La mirada en el suelo, la mente en alguna otra parte, recogiendo cierta decisión a cada paso, asintiendo y haciéndose fuertes los unos a los otros.
Si esas eran sus últimas horas, lo mínimo que podían hacer era no lamentarse, y dejar la tristeza a un lado.

Nana y Woohyun hablaban junto a la ventana, aunque habiendo dejado de mirar por ella hacía rato, para mirar al suelo fijamente, sin saber muy bien que continuar diciendo. Sungjong hacía un rato que intentaba tranquilizarse, cerrando los ojos en un sofá, sabiendo que no iba a poder dormir.
Selene se había levantado de la cama hacía un tiempo, de nuevo inquieta, aunque calmada de alguna forma y casi sin fuerzas para moverse. Quizá seguían siendo los calmantes, quizá era solo el olor que podía percibir proveniente del exterior. La tierra se renovaba. Inspiró lentamente, frunciendo el ceño. Era extraño.
La tormenta había parado, y no oía el rugir del viento, todo estaba en silencio, e incluso podía escuchar el rumor de algún parajillo. No diría que el mundo se estuviera acabando, sino todo lo contrario, parecía hacer un día estupendo ahí fuera. Miró a su alrededor para encontrar a todos los demás perdidos en sus pensamientos, desanimados.
Volvió a tomar aire profundamente, pero el tenue sonido de un golpe en la puerta interrumpió su respiración, dejándola clavada en el sitio. Nadie más lo había oído. Volvieron a llamar. Selene solo consiguió distinguir un olor antiséptico muy fuerte y un corazón débil, latiendo al otro lado de ese muro.
-Vamos Selene, sé que estás ahí, puedo saber lo que estás pensando.- Susurró ese alguien, con una voz cansada. Produciendo un sonido apenas audible.
Selene volvió a mirar a Sungjong, Woohyun y Nana, pero ninguno se había movido, ni daban señales de oír nada. Aun así, dio varios pasos hacia la puerta, aunque indecisa aun. ¿Había oído lo que había oído? “¿Tao?” Se dijo con terror. “Pero… Esa voz…”
-Selene… Si no me abres, tendré que abrir yo.
Antes de que pudiera reaccionar, admitir la realidad, o incluso imaginarse lo que estaba sucediendo, el pestillo de la puerta se corrió solo, el pomo hundiéndose, para poder dejar paso a la persona que esperaba detrás, con esa mirada suya, tan características, y sus ojos negros, como una noche sin luna.





Nota del escritor:
Este capítulo es un especial en el que se describe el sábado de Sacha, por lo tanto esta lleno de sorpresas y es muy fuerte, mayores de 18. Gracias, por leer Una vida Nueva.


Capítulo 14
Sacha se levantó, le había llegado un mensaje de su representante, en el que decía que tenía una sesión de photobook a las doce, se estaba preparando para ser top model, y por el camino que iba pronto lo conseguiría. Eran las nueve de la mañana cuando se levantó, ‘’Un sábado perfecto’’  pensó, su invitado llegaría a las diez, y prometía ser un día redondo. Se fue al aseo para prepararse, solo se iba a peinar, lavar los dientes y lavarse la cara, porque la ropa ya la llevaba puesta, tenía como pijama un pantalón y una camiseta de seda blanca transparente, el sujetador era de encaje negro, junto con las braguitas, se puso un poco de base de maquillaje aunque no le hacía falta, porque la verdad era que tenía una preciosa piel morena, que le hacía juego con sus ojos color café y su pelo chocolate ondulado, se acicaló un poco más y bajó a desayunar un poco. Se preparó un zumo de naranja, y un poco de comida macrobiótica, tenía que cuidar la línea, aunque aquella chica por mucho que comiera no iba a engordar. Eran cerca de las diez cuando el timbre de su casa sonó, fue a abrir la puerta y delante de ella había un chico moreno, alto, mediría 1’80 o por ahí, tenía los ojos azules y rasgados, era uno de los modelos con los que iba de fiestas y salía en las revistas.
-Entra- le dijo.
El chico entró sin vacilar, sabía perfectamente a lo que había ido allí.
-¿Cómo has estado Tai?- le preguntó Sacha mientras lo cogía de la mano y lo llevaba escaleras arriba hacia su habitación.
-Yo muy y bien y veo que tú también Sacha- le dijo mientras le agarraba de la cadera- ¿Qué es eso que he oído de que tienes a alguien en tu camino?
-Aish- suspiró- es una larga historia, pero lo tengo todo bajo control y los hilos de la función se mueven a mi antojo, así que no hay de qué preocuparse.
Tai cogió a Sacha y empezó a besarle por el cuello, posando sus manos en los senos de ella.
-Perdona chaval, pero aquí mando yo- le dijo.
Tumbó a Tai en la cama y juntó sus labios con los de él, mordiendolos y saboreándolos centímetro a centímetro, introdujo su lengua en la boca de él, pero sin pararse a explorarla, ya que la tenía más que vista, por decirlo así, él se quitó los pantalones y le arrancó las bragas de encaje a ella, Sacha se puso encima de ese bulto hinchado y comenzaron a jadear los dos que se convirtieron en uno, Tai cogió a Sacha y la puso debajo de ella, comenzando así con las embestidas cada vez más rápidas, corriéndose en ella por completo y llegando al climax, ambos acabaron con la ropa del otro dejando así sus cuerpos al desnudo y dando pasó a los tocamientos entre los dos.
Poco a poco Tai fue bajando poco a poco hasta la parte íntima de Sacha, para saborearla mejor, mientras que lo hacía le miraba la cara que Sacha ponía de placer.
-Sí, así venga nena córrete para mí- le dijo Tai, mientras hacía uso de sus dedos y lengua para llevarla al clímax.
Sacha se levantó, empujando al chico suavemente contra la pared y diciéndole.
-Ahora me toca a mí- le dijo con una mirada picara y maliciosa.
Sacha bajó hasta el pilón y comenzó metiéndose a la boca el pene del muchacho, ayudada de su lengua y labios se la metía y sacaba de la boca, haciendo uso de sus manos también, dando paso a una sustancia líquida y pegajosa, que se derramaba por la boca de la chica, cuando hubo acabado subió lentamente para luego juntarse con los labios del chico, moviendo en círculos sus lenguas, y otra vez comenzaron las embestidas una y otra vez, Tai metía y sacaba su enorme hinchazón de dentro de ella.
Hasta que la alarma del móvil sonó, Sacha recordó que tenía el photobook, y apartó salvajemente a Tai.
-Creo que ya has tenido suficiente por hoy, tengo cosas que hacer, y el día es largo.
-¿Nos veremos en la fiesta?- le preguntó Tai.
-Por supuesto, no faltaría por nada del mundo- le dijo sensualmente mientras que se iba a la ducha para asearse, Tai comenzó a vestirse y poco después se fue, pero antes de hacerlo Sacha le dijo:
-Acuérdate de nuestro acuerdo- le dijo, a modo de advertencia.
A eso de las 11:45 Sacha salía de su casa en el coche de la empresa, que había ido a recogerla. El photobook, fue rápido, le pusieron una ropa con la que estaba deslumbrante, bueno más que ropa, era lencería lo que llevaba, al acabar, se fue a su camerino a cambiarse para la fiesta.
-¿Qué haces aquí?- preguntó Sacha
-Vaya, parece que no paso tan desapercibida como parece.
-¿Qué haces aquí?- le preguntó bruscamente.
-Nada solo quería verte.
-Pues ya me has visto, así que fuera.
-¿Quién te has creído que eres? Eh?.
La chica cogió a sacha de la pechea estampándola contra el espejo del camerino, esta reaccionó, pegándole una patada en el estómago.
-La que manda, eso me creo, ¿sigues todavía enfadada por aquella pasarela que te quité?, que mona- le dijo cogiéndola del mentón para que la mirará, y juntando sus labios con los de ella cruzando una frontera de dientes e introduciendo su lengua para jugar un poco con ella. Ella se soltó.
-Eres despreciable- le dijo a Sacha. Esta le sonrió y salió de su camerino, dejando a la modelo tirada en el suelo y humillada.
Sacha llevaba unos pantalones muy cortos de cuero, con una camisa de seda blanca y una corbatita negra, calzaba unas sandalias negras de tacón, la vestimenta que llevaba la hacía aún más una diosa y que la gente la deseara todavía más. Llegó a la fiesta, deslumbrando a todo el mundo, había un bufet libre y estaban todos los modelos de la empresa y los más cotizados del mundo, Sacha hablaba con todo el mundo, acercándose a los chicos y chicas. Al final de la noche, Sacha les propuso jugar a los y las modelos que quedaban, al juego del hielo, mientras que ponía la máquina de espuma, el resultado de ese juego fue, la ropa quedó por un lado y sus propietarios por otros.
Sacha estaba entre toda la espuma con un chico que qué le estaba comiendo todo la boca y una modelo que se le acercaba por abajo, acariciándole suavemente con la lengua las partes íntimas de las chicas, mirases donde mirases habían chicos y chicas, chicos y chicos y chicas y chicas haciéndolo por doquier, los gemidos se oían por la toda la sala haciendo de todos uno. Sacha se puso a cuatro patas y empezaron a darle por detrás mientras mantenía su boca ocupada.

Al final de la noche Sacha acabó su juego en su casa con dos chicos y dos chicas.